La madame
Mi madre me manda a Valencia y allí descubro que mi tía es dueña y regenta el mejor burdel de la ciudad. En casa tenemos como chacha a un colombiana espectacular que está esperando los papeles para incorporarse como puta al negocio de mi tía. Y yo en el medio de estas dos hembras.
La madame.
La profesión de mi madre nos ha obligado a toda la familia a llevar una vida un poco peculiar, mi madre era enfermera de urgencias un trabajo que la obligaba a trabajar en el turno de noche y que solo le dejaba los domingos libres, un trabajo duro pero mejor remunerado que el de enfermera normal.
En cuanto a mi padre siempre ha sido un hombre apocado, dominado por mi madre hasta en los últimos detalles, funcionario, con un horario solo de mañana lo que le permitía llevarme y recogerme al cole cuando era pequeño, en otras palabras cuidar de mi.
Con los ingresos de los dos, los tres vivíamos bien, yo diría que mejor que bien, la explicación de mi padre era que mi madre ganaba un buen dinero y además con un duro hacía dos.
Mi padre murió de forma repentina a poco de empezar el verano, cuando yo acababa de cumplir 22 años, y mi madre decidió que yo, que no tenía clases, me fuera a pasar el verano en casa de su única hermana, en Valencia. Yo no entendía nada pero siempre he sido obediente de manera que me fui a Valencia.
Mi tía Isabel me fue a recibir a la estación de autobuses y me llevó a su casa. Una casa amplia en el centro de la ciudad. Me enseñó mi habitación y me puso sobre aviso: soy enfermera como tu madre, pero no te preocupes, Alicia te atenderá, es mi criada. Ha salido a hacer unos recados, cuando vuelva te la presentaré.
Mi madre y su hermana se parecen mucho aunque mi tía es unos años mayor, las dos en mitad de los gloriosos cuarenta, grandes, potentes y abundantes de todo, mi tía además era descarada: falda corta, ropa apretada y escotazo que me dejaba ver un buen par de tetas que rebosaban de su encierro como si quisieran librarse de su cárcel. Mi tía se parecía a mi madre pero no era como mi madre. Mi madre siempre ha sido recatada en todas sus cosas, mi tía por el contrario era un trueno, una mujer de esas que pone toda la mercancía en el escaparate y que parece ir provocando al personal masculino como gritando: mira que buena estoy.
En cuanto Alicia volvió de sus quehaceres me la presentó. Casi me caigo muerto al verla, un pibón de veinte-pocos años, pelo negro, ojos verdes, morena de piel, delgada pero con un culo de los que hacen que los hombres tengan esguinces de cervicales, y unas tetas que no hacían juego con su delgadez. Luego supe que era colombiana, nacida en Cartagena de Indias.
Yo, con 22 años, me pasaba el día pensando en lo único y al no conocer a nadie dedicaba el día al ordenador viendo porno, a la play jugando al futbol y breves salidas a correr porque quería participar en la San Silvestre con mi amigos de Madrid.
Tardé solo dos días en descubrir que mi tía, llegaba a casa, se cambiaba, se ponía un camisón y antes de darse una ducha se iba a la cocina donde Alicia le tenía preparado un desayuno con de todo.
Lo supe por casualidad, cuando salía a correr para aprovechar el fresco de la mañana.
El camisón que llevaba tenía unos tirantes finos que le dejaban los hombros al aire, la tela, una especie de satén, era tan escasa que le dejaba las tetas casi al aire tanto por el escote como por los laterales y en cuanto a longitud tenía la justa para que sentada no se le vieran las bragas. Pensé si llevaría.
Hay mujeres que ganan vestidas y que cuando empiezan a enseñar carne desmerecen, mi tía vestida estaba bien, con casi todo al aire era la bomba atómica. Un par de tetas excelsas con los pezones marcados debajo de la tela y unos muslos robustos con una piel tersa y sin un gramo de celulitis.
Me puse burro nada más verla, me prometí a mi mismo desayunar cada día con ella y esperarla ya sentado en la cocina para verla de cuerpo entero.
Tía , veo que desayunas sobre esta horas, yo cada día salgo a correr, si te parece desayunamos juntos.
A ti lo que te pasa es que te gusta lo que estás viendo, pero si, me gusta desayunar acompañada.
Al día siguiente Isabel entró en la cocina contoneando sus caderas y vistiendo el mismo camisón.
Te gusta mi camisón.
Si, es muy bonito.
Mañana me voy a poner uno más pícaro. Lo que se van a comer los gusanos que lo disfruten los cristianos.
Los desayunos eran una constante provocación por parte de mi tía lo que me llevó a la conclusión de que si hacía las cosas bien, me podría meter en su cama. Era una probabilidad entre un millón pero yo estaba dispuesto a pelear contra la estadística.
Confirmó mi teoría el que al día siguiente, vino a desayunar con un baby doll color carne, completamente transparente que apenas el llegaba a tapar el vientre y por debajo una mini tanga del mismo color lo que me hizo pensar que le estaba viendo el chocho, después comprobé que me equivocaba, llevaba bragas, mínimas pero bragas.
El tejido me permitió verle las tetas como si las llevara desnudas, la cintura y a partir de ahí unas caderas rotundas, anchas, potentes. Lo corto de la prenda dejaba al aire sus muslos, unos muslos que yo ya había visto y que me provocaban comérmelos a mordiscos.
Tuve una erección inmediata.
¿Te gusta éste más que el de ayer?
Si, es mucho más bonito.
Lo que a ti te gusta es que ves más. Todos los hombres sois igual de salidos, no respetas ni a tu tía.
Soy muy vulnerable a la belleza femenina y tu eres una mujer de bandera.
Todas las conversaciones eran de este estilo, con mi tía provocando, apareciendo casi desnuda, yo halagando su belleza, y ella echándome en cara que la mirara.
Mi osadía también había ido en aumento hasta el punto que cuando mi tía acababa y se iba camino de su cuarto de baño yo cada día le preguntaba:
¿Necesitas que yo te bañe?
Sus respuestas siempre eran del tipo:
Tienes tu muy poco pollo para tanto arroz.
Cuando pasaba a mi lado, armándome de valor un día le di un azote en las nalgas. Ante su nula reacción cada día cuando salía de la cocina yo le daba una nalgada y cada día dejaba más tiempo mi mano pegada a su culo. Y todo esto pasaba en presencia de Alicia quien permanecía impávida, como si no viera nada.
Las desnudeces, los coqueteos, los dobles sentidos me llevaron a una obsesión, meterme en la cama de mi tía.
Cualquier día de estos pierdo la cabeza, me olvido de todo y me meto en tu habitación cuando estés dormida.
Cuando yo me voy a dormir echo el cerrojo, si algún día te lo encuentras abierto tienes permiso para entrar lo que pueda pasar luego nadie lo sabe.
Ese mismo día abrí el picaporte de su habitación y vi que el cerrojo no estaba echado. Tuve la tentación de entrar y asaltarla pero no me atreví. Volví a cerrar sin hacer el menor ruido. Me fui con la seguridad de que ya había cazado la pieza y que era solo cuestión de elegir el momento.
Mientras tanto había alcanzado una cierta confianza con Alicia. La colombiana era la antítesis de mi tía. Callada, discreta, prudente. Cuando nos cruzábamos por el pasillo bajaba la vista. Pero como compartíamos muchos ratos empezamos a hablar de todo, y Alicia pareció perder parte de su timidez.
Todo cambió cuando una mañana la fui a buscar a su cuarto y me la encontré llorando. Me contó que había venido a España con la esperanza de encontrar un buen trabajo con el que ayudar a su familia y que todo lo que había conseguido era un trabajo de chacha, aunque tenía confianza en que, en unos meses su trabajo cambiaría.
¿Y quien te va a dar otro trabajo?
Su tía, tan pronto tenga los papeles me paso a trabajar a la casa grande.
¿Qué casa grande?
Pregúntele a su tía. Creo que he hablado demasiado. ¿Usted me ve bonita? ¿Cree que le gustaré a los españoles?
Yo te veo preciosa y estoy seguro que le vas a gustar.
¿A usted le gusto?
Claro que me gustas, eres una mujer preciosa.
Entonces quizás me quiera hacer un favorcito aunque veo muy difícil que me lo conceda porque a usted quien le gusta es la señora.
¿Que me quieres decir?
Que usted está loco por meterse en la cama de doña Isabel y ella está loca porque usted se la culee. Yo lo he visto y en eso las mujeres no nos equivocamos, tiene a su tía encendida.
Eso son fantasías tuyas, mi tía y yo gastamos bromas pero nada más. Dime que necesitas.
Es que me da mucha pena pedírselo ( Los colombianos en vez de decir vergüenza dicen pena) pero al mismo tiempo creo que usted es la persona perfecta para lo que yo necesito. Pero como quien le gusta es su tía va a ser difícil.
Vamos dime lo que sea.
A usted no le importaría que yo esta noche vaya a su cuarto a que me culee, nunca he estado con un español y no se si como yo lo hago les va a gustar, ustedes son muy secos y hablan muy duro. Perdóneme que sea tan clara.
Vamos a ver Alicia, aquí lo llamamos follar y estoy seguro de que lo haces estupendamente, además yo no tengo mucha experiencia.
En mi tierra también decimos follar pero culear suena más rico, en cuanto a su experiencia yo tampoco tengo mucha. Me va a hacer un favorcito muy grande. Esta noche cuando la señora se haya ido yo me voy a su cuarto. El no saber si voy a gustar en esta tierra me tiene muy preocupada y puede ser la causa de que me vuelva a mi tierra.
Me lo dijo a las tres de la tarde y yo me solía acostar sobre las once, supe que me quedaban ocho horas de estar cardiaco, nunca me había pasado que una mujer tan guapa me pidiera que me acostara con ella. Pensé que no le había pasado ni a mi, ni a nadie.
El comportamiento de Alicia durante esas nueve horas fue exactamente el de los días anteriores, me asombró su control sobre la situación. Mi tía se fue de casa sobre las siete y según salió de la casa estuve tentado de decirle a Alicia que nos fuéramos a mi habitación, pero me contuve para no parecer ansioso.
Y pasó la tarde más larga de mi vida. Debo aclarar que yo a mis veintidós años me había acostado solo con dos mujeres y pocas veces con cada una.
Alicia me hizo una cena ligera como de costumbre y cuando acabé le dije:
Me voy a mi cuarto, me voy a dar un baño con agua bien caliente que eso me relaja mucho, estoy un poco nervioso.
Usted no está nervioso, lleva todo el día antojado como yo. Relajo esta noche vamos a tener poco, yo también me voy a bañar ( los colombianos a ducharse lo llaman bañarse) que hoy he trabajado mucho y estoy sudada. Déjeme que yo le prepare la bañera, que quiero consentirle, cuando le tengs lista le llamo. ( Consentir para los colombianos es mimar, es dar gusto, es hacer feliz a una persona).
Con el agua hirviendo me di un baño largo pero que no sirvió para relajarme, estaba nervioso disfrutando por anticipado de lo que sabía que iba a pasar, como el niño que tiene delante un pastel y antes de darle el primer bocado se recrea mirándolo y gozándolo por adelantado. Me puse un pijama limpio y me tendí encima de las sábanas. En verano en Valencia las noches son cálidas y húmedas.
No había acabado de tenderme cuando Alicia golpeó la puerta.
¿Puedo pasar?
Pasa, pasa, por favor.
Y Alicia entró en mi cuarto vestida con un camisón que le tapaba desde la garganta hasta los pies. El camisón más feo que yo había visto en mi vida.
Ah no, mi hijito, si vamos a dormir vestidos yo me vuelvo a mi cuarto.
Perdóname es que no sabía como esperarte. Yo siempre duermo desnudo.
Mientras yo le hablaba Alicia hizo que su camisón se escurriera desde sus hombros hasta el suelo, mientras yo trataba de quitarme mi pijama lo más rápido posible.
Cuando se quedó en pelota pude contemplar el cuerpo más hermoso que yo había visto en mi vida. De cara ya he dicho que era preciosa pero el cuerpo era como para ponerlo en el Museo del Prado.
Un par de tetas perfectas, muy grandes dada su delgadez con las areolas pequeñas los pezones grandes y con esa pequeña arruga que las tetas hacen al apoyarse en el pecho. Tetas con la piel tersa, como dos pequeños odres llenos. El vientre terso pero haciendo un pequeño escudo y por debajo una mata de pelo oscuro, corto, perfectamente perfilado que le cubría apenas la mitad del monte de Venus. El resto de su sexo estaba tan depilado como para que yo desde la cama pudiera ver sus labios .
Me quedé sin palabras y cuando pude hablar le dije:
Tienes un cuerpo precioso, pero solo he visto la mitad. Date la vuelta que te quiero ver el culo, para mi el culo es lo más bonito de una mujer.
El mío le va a parecer grande, tengo muchas nalgas y muchos muslos.
Me obedeció, se dio la vuelta lentamente, con coquetería, y se mantuvo quieta un rato, dejándome disfrutar de lo que estaba viendo. A continuación dobló su cintura y me ofreció un plano completo de sus dos huequitos íntimos. Antes de que se inclinara tuve tiempo de ver que en su espalda, por encima de las nalgas tenía dos hoyuelos. El contraste entre la rotundidad de sus nalgas lo estrecho de su cintura y lo potente de sus muslos era un espectáculo sublime.
Esto es lo que se va a comer esta noche. Y quiero que se lo coma todo.
Se mantuvo unos segundos en esa postura y se dio la vuelta.
Huy mi hijito ahora si que me creo que le gusto, se ha puesto arrecho, no se si me va a hacer daño con esa vergota. Tiene que tratarme con delicadeza y más teniendo lo que estoy viendo que tiene.
Se tendió en la cama junto a mi y su primera frase fue:
Hágame lo que quiera, pero hágalo con besos. Yo necesito mucho cariño.
Alicia además de todo lo que yo había visto era dueña de unos labios grandes, esponjosos, prensiles y de una lengua grande y juguetona.
Nos tiramos a besarnos como dos trenes chocando frente a frente.
Mientras nos besábamos, mientras nos comíamos el uno al otro con las bocas abiertas y jadeando, eché mano a su tetas, los pezones estaban duros como dos piedras pero las tetas al tacto me parecieron lo más suave que yo había tocado en mi vida. Seda natural.
Ay mi niño, si me acaricia las tetas pierdo el control. Pero siga, siga acariciándome, así despacito que me gusta mucho.
Mientras hablaba había trabado sus piernas entre las mías y ahora notaba su mata de pelo apoyada en mi muslo.
Le gustan mi tetas, son naturales, no las he metido cuchillo. No muchas pueden decir lo mismo.
Cambié ligeramente de posición para tener acceso con mi boca a sus pezones y empecé a chupárselos.
Ay que rico lo que me hace, tengo los pezones muy sensibles y que me los coman me vuelve loca. Me va a hacer perder el control y no respondo de mi cuando se me corre el segurito, siga por dios, siga, que me está dando mucho gusto. Así, así, así.
Seguí yo a mi tarea disfrutando de aquellas dos joyas, ahora besando, ahora absorbiendo, ahora dándoles bocaditos.
La reacción de Alicia a mis esfuerzos fue que empezó a sudar, la suave arruga donde sus tetas se apoyaban en su cuerpo empezó a estar húmeda.
Me está subiendo muy deprisa, y me estoy poniendo cachonda y cuando me pongo verraca me sale al exterior la fiera que llevo dentro, pierdo el control de mi actos y no respondo de ellos. Que rico lo que me hace. Así, así, así.
Mi siguiente exploración fue echarle mano a las nalgas sin abandonar lo que estaba haciendo. Me encontré con dos cerros de carne suaves pero firmes, rotundos, duros. Deslicé mi dedos entre sus cachetes y Alicia me facilitó la maniobra alzando ligeramente su muslo para favorecer mi acceso.
Mi sorpresa no fue encontrarme la zona mojada, no, mi sorpresa fue la inundación que me encontré entre sus muslos.
Pacito mi amor, pacito, tóqueme muy suave que es lo que me da nota. Cuando me pongo cachonda se me inunda la chocha y por eso me tiene tan mojada
Pasé mis dedos por el centro de su raja hasta alcanzar su clítoris, esa fue mi primera sorpresa, entre los húmedos pliegues me encontré un clítoris del tamaño de una judía, un pequeño prepucio que estaba duro como un diamante. Desde le clítoris bajé hasta el ano, hice ademán de penetrarlo pero volví a subir y cuando tuve mis dedos bien mojados paré de comerle las tetas y m metí los dedos en la boca mirándola a la cara.
Es usted muy malo y muy puerco, pero me está gustando todo lo que me está haciendo, yo en la cama cuando estoy caliente también soy muy puerca. Siga papito siga, tóqueme el gallito, tóquemelo que me va a hacer correrme como una perrita. Ya siento que me está viniendo.
Y entre besos, chupetones a sus tetas y mis dedos jugando con sus clítoris Alicia sufrió una especie de transformación, del Doctor Jekyll a Mister Hyde.
Antes e empezar a hablar deslizó su mano y me cogió la verga con la misma fuerza con la que un naufrago se agarra a su tabla de salvación, mientras su cuerpo empezaba a sufrir o mejor a gozar de una especie de convulsiones.
Gran hijoeputa que pronto me ha puesto cachonda, siento que la vida se me va por la cuca, estoy empapada, y estoy a punto de correrme, siga mi amor, siga que estoy a punto de venirme toda, que rico me estoy viniendo, papito, no pare ahora, siga dándome gusto que me quiero correr como putica.
Los estertores vinieron a más, su cuerpo temblaba como la niña del Exorcista y después de unos segundos en silencio empezó a gemir y a gritar.
Me corro, mi vida, me corro muy duro, me estoy viniendo muy rico, el placer me mata y esto que estoy sintiendo es todo lo que quiero en la vida, me estoy corriendo papito, me estoy corriendo, soy muy puta y correrme me vuelve loca. Me voy a comer esta verga entera y quiero que me la metas en mi cuca y en mi culo, quiero pasarme la noche culeando.
Sufrió dos o tres convulsiones fuertes y a continuación una especie de desmayo.
Yo en mi ignorancia no sabía si parar o seguir, se lo pregunté y su respuesta fue tajante: no pares de tocarme que me he corrido muy rico pero sigo muy arriba y me quiero correr otra vez.
Mientras me hablaba cambió de postura, se puso boca arriba y separó sus muslos.
Empecé tirando hacia arriba del pequeño capuchón que cubría su clítoris para así poderlo acariciar sin obstáculo alguno. Alicia me ayudó en la tarea, su propia mano ocupó mi posición y fue ella la que tiró hacia arriba para dejarlo libre. Mientras tanto mi dedo corazón se deslizó entre sus muslos para dirigirse directamente a su culo. No me costó el menor esfuerzo penetrar su esfínter y tan pronto lo sintió dentro Alicia reaccionó con un gemido largo.
Gran hijoeputa, se ha cogido mi culo, me va a matar, ese dedo me va a matar, siga, siga hurgándome que me muero de gusto, no pare que sigo muy salida y me voy a volver a correr. Acarícieme el gallito, mi gallito.
Y Alicia volvió a gemir y a gritar como si lo que le estaba yo haciendo le causara dolor.
En medio de los estertores paro para preguntarme:
¿Le gusta que yo sea tan puta o le asusto?
Me gusta que seas la mujer más puta del mundo.
Llámeme puta que eso me excita mucho, puta reputa.
Putita, que caliente me tienes. Siento que la polla me va a explotar
Que cuentos putita, puta y bien puta que todo lo que quiere es correrse como una perra y que usted se la folle bien duro.
Me vuelve loco que seas tan puta y tan viciosa y estoy loco por meterte toda mi polla en ese chocho que siento caliente y llenarte de leche.
¿Me va a llenar con su lechita?
Tu chocho , tu culo y tu boca. Te lo voy a llenar todo y si no me dejas te violo.
Ya tendrá tiempo de violarme, ahora mi vida me estoy corriendo, las cosas que me dice me ponen más cachonda de lo que estoy, siga, siga que ya me estoy viniendo y no puedo esperar más, ya me quiero correr, ya me estoy corriendo, siento unos corrientazos de placer que vienen de mi chocha y me explotan en la cabeza, me vengo, papito, su puta se está corriendo. Nunca me había corrido tan duro y nunca había soltado tanto flujo al correrme.
Su cuerpo se tensó un instante para a continuación desplomarse como si le hubiera dado un desmayo.
Cuando se recupero lo primero que me dijo fue:
Llámame puta, dímelo al oído para que solo yo lo oiga. Siento mi coño gordo y caliente, sigo cachonda.
Eres muy puta y todo lo que me has contado era una excusa para meterte en mi cama y que yo te follara. Eres una puta salida y cochina.
Lo que le he contado es todo verdad pero también es verdad que necesitaba que un hombre me cogiera, llevo cuatro meses sin que me toque un hombre y aunque me hago pajitas no es igual de rico. Yo necesito follar a diario y si puedo más de una vez.
Y ahora que ya me ha quitado la ansiedad que traía, ahora usted no tiene que hacer nada, solo tiene que dejarme a mi que lo haga todo y solo pongo una condición cuando ya no pueda aguantar más gusto no me pida que pare porque no voy a parar.
Antes de dejarla que se lanzara sobre mi, después del placer que me había producido contemplar los orgasmos de Alicia, le hice una pregunta:
No me quiero morir sin saber una cosa, dime que es eso de la casa grande.
La señora es la dueña de negocio que se llama Excelsior, Club privado. Un chalet enorme donde tiene reunidas a las mejores escorts de Valencia, y quizás de España.
¿Que son escorts?
Señoritas de compañía todas guapisimas. Salen con un señor, siempre de mucho dinero, van a cenar o de viaje y acaban casi siempre follando. Los señores disfrutan de las mujeres más guapas de Valencia y ellas se llevan entre 300 y 1.000 euros por cada servicio. Una paisana mía, de Pereira, trabaja en el Excelsior y gana cada mes alrededor de 16.000 euros y solo va con hombres que le gusten.
¿Y eso es lo que quieres tu hacer?
A eso he venido a España, con lo que me gusta a mi follar, que me echen dos o tres polvos cada día y que encima me den por eso más de mil euros es lo que estoy deseando hacer, por eso es tan importante para mi saber si a los españoles les voy a gustar en la cama.
¿Y el papel de mi tía?
La señora Isabel es la dueña y la madame, la que se encarga de todo y además la que atiende a un grupo reducido de hombres que prefieren llevársela a ella a la cama en lugar de ninguna de las jovencitas. La señora Isabel es la que más gana del Excelsior, En una noche puede estar con cuatro o cinco hombres y nadie sabe lo que les hace pero les deja destrozados.
Siempre ha andado medio desnuda por la casa y yo le he dado las cremas después de bañarse. Tiene un cuerpo precioso para su edad y por lo que me dicen vuelve locos a los hombres.
O sea que las próximas veces que quiera estar contigo te voy a tener que pagarte.
No, mi amor, ( me cogió la mano y la colocó entre sus muslos) esta chocha y este cuerpo va a estar a su disposición porque yo se lo regalo. Y basta de charla porque lo que yo quiero ahora es matarlo de dicha, que piense que está con la puta que más placer le puede dar en el mundo. Póngase boca arriba que lo primero que voy a hacer es comerme esa verga que me ha puesto cachonda desde que la he visto.
Mientras me tendía boca arriba no pude dejar de pensar en dos cosas, como sería follarme a mi tía Isabel y teniendo jornadas tan parecidas no sería mi madre la dueña y madame de un Excelsior en Madrid. ¿La mosquita muerta de mi madre resulta que era tan puta como su hermana? Estaba seguro de las dos cosas.
Continuará.
Dejo muchos caminos abiertos que pasan por Alicia, por mi tía y casi seguro que por mi madre. Muchas gracias a los más de 6 millones de lectores que me han leído.