La luna de miel terminó
Hola esta es la primer historia de muchas que puedo contar, me casé hace apenas dos años, y sin embargo la luna de miel terminó hace ya mucho tiempo, cuando conocí a mi esposo, tenia yo 26 años, era jovial y muy ardiente eso fue lo que llamó su atención, pero al momento de casarnos todo lo que había hecho que me volviera loca por él, desapareció.
La luna de miel terminó.
Hola esta es la primer historia de muchas que puedo contar, me casé hace apenas dos años, y sin embargo la luna de miel terminó hace ya mucho tiempo, cuando conocí a mi esposo, tenia yo 26 años, era jovial y muy ardiente eso fue lo que llamó su atención, pero al momento de casarnos todo lo que había hecho que me volviera loca por él, desapareció.
Me llamo Abigail, ahora tengo 28 años y he sido infiel muchas mas veces de las que me gustaría aceptar, esta es una de tantas, yo trabajo en una línea de emergencia tenemos horarios de 24 horas, esa noche estaba entregando mi turno, yo sabía que mi esposo no iba a llegar a casa, el día anterior había salido de viaje y no tenía planeado llegar ese día, estaba terminado mis oficios y mi reemplazo llegó, es un joven simpático, ya había notado como me miraba cada que le entregaba el turno, era viernes y parecía que todos en la oficina había decidido irse temprano, estábamos solos y decidí divertirme un poco con él.
Lo salude con la mirada mas coqueta que podía mostrar, se puso nervioso y eso me excitó bastante, cuando le estaba dando los últimos informes sin que el lo notara desabroche un poco mi blusa ajustada, y mis pechos salieron de su prisión, no voy a decir lo que siempre escuchamos que tengo medidas perfectas, no, soy simplemente una mujer normal, he de decir que un poco llenita, así que mis pechos se liberaron de su prisión agradecidos, y creo que mi compañero también lo agradeció, pues no quitaba la vista de ellos.
Una vez hechos los formalismos para entregar la línea, me despedí de él dándole un tímido beso cerca de sus labios, cuando me retiraba me llamó por mi nombre y me dijo que si no quería una copa, con un poco de incredulidad acepte, y para mi sorpresa saco una botella de su mochila con refresco y dos vasos, me dijo que así la guardia nocturna era mas llevadera. Los dos reímos y nos sentamos cómodamente en las sillas giratorias, Aníbal puso un poco de música en el ordenador y al ritmo de clásicos coreábamos juntos, el alcohol fue haciendo efecto en mi cuerpo, pero no para perder la noción del tiempo, si no porque empecé a sentir el calor que hacia mucho tiempo mi marido no quería apagar.
En un arranque le dije a Aníbal que ya no me diera de tomar o le pediría que me besara, con una sonrisa bastante picara me sirvió otro vaso más lleno que los anteriores, en un momento de descuido cayeron al suelo las llaves con las que jugaba y evitaba que se notara mi nerviosismo, al agacharme por ellas, el hizo el mismo movimiento y nuestras manos se rozaron una descarga eléctrica se noto en nuestros dedos, cuando nos levantamos nuestras miradas se cruzaron y no pudimos evitar ese beso tan lleno de pasión.
Las sillas ayudaron a que nuestros labios se unieran más, sus manos recorrían mis piernas que temblaban, poco a poco sus manos fueron subiendo hasta llegar a la entrepierna, el pantalón que llevaba se ajustaba a mi piel, y eso facilito sentir el calor que de él emanaba, torpemente nos levantamos de las sillas hasta llegar al apagador y la oficina entera se sumió en la oscuridad, sin dejar de besarnos sus manos aprisionaron las mías sobre mi cabeza, su boca bajo de mis labios a mis pechos mordiéndolos por encima de la blusa, los botones cedieron al esfuerzo y dejaron al aire ambos senos, los cuales mordía con gran habilidad, haciendo que saliera de mi boca el primer quejido de placer.
Sus manos soltaron las mías pero únicamente para bajar hasta la cadera donde lo único que calló fue mi pantalón, mis manos desabrocharon su cinturón y penetraron buscando un miembro bastante erecto, no podía aguantar más, y lo llevé a una silla en donde sin pensar mucho me penetró con la fuerza de un animal, una, dos, tres veces, llegando cada vez mas dentro de mí, dándose cuenta de lo que me hacía sentir, no falto mucho tiempo para que llegáramos a un intenso orgasmo, sentí como sus jugos invadían mi intimidad, y se mezclaban con los míos.
Cansados y sin aliento Aníbal sacó del un loker unas colchonetas que extendió en el piso y nos acostamos ahí abrazados, el seguía jugando con mis senos con mis piernas, mi mano encontró un pene que empezaba a levantarse de nuevo, y sin pensarlo mucho me monte en el, nuevamente dimos rienda suelta a nuestro frenesí, llegando a varios orgasmos más, terminamos agotados uno al lado del otro, abrazados, como dos adolescentes descubriendo la pasión, sin darnos cuenta del tiempo que había pasado, notamos que empezaba a amanecer, nos levantamos lentamente, sin decir nada agarramos nuestras ropas y cuando la calma regreso a la oficina, me despedí, salí por la puerta del estacionamiento, y al voltear me sorprendió ver a Aníbal que iba detrás de mí me alcanzó y me tomo del brazo me dio un beso en la mejilla y solo dijo "esto se tiene que repetir" una risa traiciono mi tranquilidad.
Me despedí de él, y subí a un taxi, al llegar a casa y encontrarla vacía me dije a mi misma "si, esto se tiene que repetir".