La lujuria desconocida
Mi historia con el profesor de mi universidad
Hola, comenzaré hablando un poco de mi misma. Mi nombre real no lo voy a decir, pero por el bien de la historia me llamaré Any, un apelativo cariñoso parecido al mío real.
Tengo 19 años actualmente y estoy terminando mi primer curso en la universidad. Lo que os voy a contar aquí ocurrió durante este curso y, sinceramente, lo cuento en parte por el morbo de que se sepa y en parte por sacarme de dentro parte de la culpa que siento.
Supongo que debería describirme a mí misma, pero no sé ni por dónde empezar, siempre he odiado este tipo de cosas. Yo no me considero una chica especialmente atractiva, aunque la gente de mi entorno siempre me ha dicho lo contrario. Mido 1.64 (m) y tengo el pelo entre castaño y rubio, dependiendo de la luz se ve más claro o más oscuro.
En cuanto a lo que más os importa a los que leéis esto, tengo los pechos de un tamaño medio, quizás un poco más grandes de lo normal, y el culo bastante normal, nada especial. Tengo los ojos verdes y siempre me dicen que tengo cara inocente, aunque yo no estoy muy convencida de eso. En cuanto a mi constitución soy más bien delgada y voy habitualmente al gimnasio.
En cuanto a mi situación sentimental empecé a salir con mi novio cuando tenía aproximadamente 16 años. Cumplimos 2 años 1 mes después de empezar la uni. Nunca he estado con nadie más salvo por algún beso suelto antes de salir con él, al que en esta historia llamaremos Carlos, y por supuesto nada de sexo salvo con él.
Ahora que ya os he puesto en situación solo quiero decir que espero que no me juzguéis muy duramente, pero necesitaba desahogarme y no podía contarle esto a nadie.
Todo comenzó un mes y medio después de comenzar las clases. Mi novio no estudia la misma carrera que yo, pero nuestros campus están muy cerca, así que de vez en cuando nos vemos en la uni.
Ese día acababan los primeros parciales que teníamos y decidimos quedar nada más acabar para ir a tomar algo y estar juntos, llevábamos más de una semana sin poder vernos. Cuando salí de mi examen él ya me estaba esperando en la puerta. Por desgracia si llevábamos una semana sin vernos llevábamos aún más sin poder tener nada de intimidad, ya me entendéis, así que cuando nos saludamos las cosas se calentaron un poco de más y acabamos metiéndonos en una salita que se usa para guardar productos de limpieza.
Ni siquiera llegó a desnudarme por completo, aunque sí que me abrió los botones de mi blusa y me besó y mordió por encima y por los alrededores de mi sujetador. Al principio se contentó con tocarme el culo, pero en seguida su mano se movió hacia la parte de delante y comenzó a tocarme mi sexo.
Yo podía sentir su erección por encima del pantalón, y se la acariciaba mientras le buscaba con la boca para besarnos. Tuve la brillante idea de agacharme para chuparle el pene. Una especie de regalo entre nosotros, ya que a mí no me gusta mucho, pero a él le encanta. Por suerte para mi tuve que desistir al poco de empezar debido a la falta de espacio y la incomodidad.
Mi novio no está precisamente muy dotado, aunque tampoco es que la tenga enana. Le mide unos 13 cm, yo misma le ayude a medírsela hace tiempo, y no es especialmente gruesa. Aun así, y quizás porque nunca había conocido otra cosa, cuando me levanté me dio la vuelta y, estando yo de espaldas a él, me la metió después de apartar la falda y las bragas sentí esa sensación placentera que nos entra cuando tenemos dentro el miembro de la persona que queremos. Por desgracia se corrió sin darme mi orgasmo, pero tampoco me importó porque esa noche teníamos su casa libre y era viernes.
Podéis imaginaros lo que nos pasamos haciendo el resto de la tarde y a noche. Lo que quiero contaros, sin embargo, empezó el miércoles siguiente. El martes salieron las notas de los parciales y en uno de ellos yo aparecía sin nota. Poco después de ver eso me llegó un correo del profesor en particular diciendo que quería verme en su despacho.
Al día siguiente fui a ver al profesor. Obviamente iba muy nerviosa, además mi novio no me pudo acompañar porque tenía clase y mis amigos habían marchado ya para casa. Ese día llevaba un vestido blanco y verde suelto, casi de verano porque aún hacía bastante calor. De escote solo se me veía el comienzo de los senos, aunque se me marcaban bastante a través de la tela. De ropa interior llevaba un conjunto de los de diario, ni siquiera recuerdo cuál.
Entré al despacho del profesor, Ricardo le llamaremos, tras llamar a la puerta y temblando como una hoja. Ricardo tiene 53 años, esposa y dos hijos uno de 12 y otro de 15 años. Se conserva en buena forma y, aunque tiene el pelo un poco claro por ciertas zonas, sin llegar a ser blanco, si lo vieseis por la calle pensaríais que tiene unos 45 años.
-Pasa y siéntate.
Hice lo que me decía. Su tono parecía serio y yo pensaba que había habido algún problema con mi examen.
-¿Sabes por qué te he llamado?-me preguntó
-No…
-Creo que va a ser mejor que te lo enseñe.
Se levantó y se acercó a mí, pero para mi sorpresa lo que tenía en la mano no era mi examen si no su móvil. Estuvo unos segundos con el móvil buscando algo, hasta que puso cara de haberlo encontrado.
Me enseñó la pantalla de su móvil y vi que tenía puesto un vídeo. Le dio a play y se empezaron a escuchar unos gemidos, mis gemidos. Era un vídeo del viernes anterior cuando lo habíamos hecho en el armario. En el vídeo se me veía perfectamente y se veía como mi novio me follaba.
Me quedé lívida. Pensé que me había hecho llamar para expulsarme de la universidad. No se cómo será en otras universidades, pero en la mía están prohibidos ciertos códigos de vestimenta y mucho más cualquier forma de contacto sexual. Y ahí salía yo primero haciéndole una mamada y luego follando con mi novio.
El vídeo no duraba mucho, pero no reaccioné ni cuando se volvió a sentar en su sitio al otro lado del escritorio.
-Como sabrás esto es muy grave, si el director o alguno de los otros profesores viese esto te expulsarían sin dudarlo. Sin embargo, me da pena que una chica como tú, que ha sacado un 8.5 en su examen, tenga que ser expulsada por algo como esto.
-Gracias- conseguí balbucear- le prometo que no volverá a ocurrir.
-No tan rápido. No creo que merezcas ser expulsada, pero si creo que mereces un castigo.
-Ya he pensado cuál va a ser tu castigo-continuó al ver que yo no decía nada-dado que te gusta hacer este tipo de cosas dentro del campus, vas a venir aquí todos los martes y los viernes de tarde y te asegurarás de que no me entren ganas de enseñarle este vídeo a nadie. Al resto de gente le diremos que como sacaste tan buena nota en el parcial he decidido hacerte de tutor.
-¿Me puedo ir?-en ese momento estaba ya casi llorando, no sabía a qué se refería exactamente con mi castigo, pero me hacía una idea y no me apetecía nada.
-En un minuto. Antes quiero dejar claro en que va a consistir el castigo -Volvió a sacar el móvil y lo volvió en mi dirección con el vídeo puesto- No sabes lo dura que se me puso cuando lo vi por primera vez, incluso ahora se me ha puesto dura.
Paró el vídeo en un momento concreto en el que tenía la blusa abierta y mi novio me acariciaba abajo. Básicamente se me veía en ropa interior, pero por suerte en ningún momento del vídeo se me veían las tetas o el coño.
-Solo quiero verte como estás aquí. Solo verte la ropa interior y por hoy te puedes ir a casa.
Dude durante un par de minutos en los que él no añadió nada más, pero siguió enseñándome el vídeo como un recordatorio de lo que pasaría si no hacía lo que él me decía.
Despacio me levanté y cerrando los ojos me baje los tirantes del vestido y me subí la parte de abajo, enseñándole mis piernas y mis braguitas.
-Vaya-abrí los ojos al oírle hablar-sabes, me fijé en ti desde el primer día de clase, preciosa, simplemente preciosa.
Hice ademán de volver a vestirme, pero me detuvo con un gesto de su mano. Luego se levantó y lentamente se bajó los pantalones y los calzoncillos. Aparté la mirada antes de que emergiese su miembro.
-Mírala durante 10 segundos y luego te puedes vestir e irte.
Tras plantearme mis posibilidades abrí los ojos y la miré. Me quedé sorprendida, la verdad es que hasta entonces solo había visto la de mi novio y alguna muy ocasionalmente en porno, ya que no me va mucho ver porno. Su polla no era para nada como la de mi novio, debe medir unos 18 centímetros, lo cual no es demasiado, pero sobre todo es muy gorda.
Volví en mí después de la sorpresa y tras aguantar los segundos viendo ese miembro durísimo me vestí recogí la mochilita que llevaba con apuntes y me fui sin decir nada. Mientras cerraba la puerta escuché a Ricardo decir que me esperaba el viernes a las 18:30.
Salí y me fui directamente al baño a asegurarme de que con las prisas me había vestido bien. Al pararme frente al espejo se me vino a la cabeza la imagen de su polla y para mi horror lo primero que se me vino a la cabeza es si podría metérmelo en la boca. En mi defensa diré que me lo planteaba como algo de tamaña y no tanto sexual, aun así para mis adentros pensé “Joder Any, se baja los pantalones un subnormal delante de ti y lo primero que se te pasa por la cabeza es si te entraría en la boca”.
Los dos días siguientes estuve fatal, nerviosa, apenas podía dormir y en general ansiosa. Pensé en contarle todo a mi novio, pero no encontré ni el momento ni las palabras. Y en eso estaba cuando me volví a encontrar delante de la puerta de mi profesor a la hora que él me había indicado.
Ese día llovía así que iba vestida con unos vaqueros y una camiseta negra bastante normalita. Llevaba botas por la lluvia y un jersey para no pasar frío. Por la mañana había estado decidiendo qué ropa interior ponerme. No quería nada sexy, pero también me daba vergüenza que me viese con un sujetador de los básicos. Además luego había quedado con mi novio y dependiendo de lo que tardase con Ricardo no me iba a dar tiempo a cambiarme. También pensé en llevarme otro conjunto en la mochila y cambiarme después, pero no quería que Carlos lo encontrase.
Llamé y entré al oír su respuesta. Me recibió sonriendo, en ese momento le odié con todas mis fuerzas. Me miró de arriba abajo juzgando como iba vestida e inconscientemente crucé mi brazo derecho para taparme un poco.
-Aquí hace calor, puedes quitarte el jersey.
Hice lo que me decía mientras él se levantaba. Pensé que venía hacia mí, pero fue a cerrar la puerta con llave, supongo que para que nadie le pillara abusando de su estudiante.
Me quedé con la camiseta, que no ocultaba el tamaño de mis pechos, pero al menos no tenía escote.
-Desnúdate, con calma. Puedes dejarte la ropa interior.
“Como si fuese a quitármela, hijo de puta” pensé, pero me senté para desabrocharme las botas. Me quedé solo con la ropa interior, no hice mucho caso a desvestirme lento o rápido, pero si dejé la ropa doblada en la silla. Y ahí estaba yo medio desnuda delante de ese hombre que no perdía detalle de mi cuerpo. Es una sensación extraña el sentirte así de observada, con mi novio era distinto porque… bueno, porque era mi novio.
Contuve las ganas de taparme mientras me miraba y así estuvimos unos minutos en los que no me atrevía a decirle nada por si me pedía algo peor. Esa situación se rompió cuando comenzó a quitarse el cinturón y luego los pantalones.
-No, mira-me dijo al ver que yo apartaba la vista.
Contra todo lo que quería y pensaba me obligué a mí misma a mirar mientras se sacaba su polla dura de los pantalones. Volví a apartar la mirada un segundo, pero al ver su cara me obligué a mirársela. No tenía mucho para comparar, pero me pareció no solo bastante más grande que la de mi novio, si no también más dura, y eso sin tocarla.
Se empezó a acariciar el miembro mientras yo le miraba, no masturbárselo, sino más bien una caricia suave y lenta. Yo subí la mirada hasta sus ojos por apartarla de aquello, pero fue casi peor ver cómo me miraba y la volví a bajar.
No estuvo mucho tiempo así cuando sacó su móvil y lo puso apuntándome con la cámara.
-Ni se te ocurra sacarme una foto-le dije tapándome un poco.
-Venga qué más te da, ya tengo el vídeo, no necesito nada más. Además, si alguien viera esto a quien se le caería el pelo sería a mí, no a ti.
Yo me seguí tapando sin dar mi brazo a torcer, pero por dentro me daba cuenta de que no tenía mucha más alternativa si insitía.
-Siéntate en el escritorio-me dijo con tono autoritario, y le hice caso sin muchas ganas.
Me hizo un gesto para que apartara las manos y le dejara verme y sacarme las fotos. Me dejé hacer fotos por él y para mi sorpresa el estar semidesnuda viendo la polla dura de mi profesor mientras me sacaba fotos me estaba calentando un poco. No mucho, pero lo justo para que notase que se me habían puesto un pelín duros los pezones.
-Abre un poco las piernas.
-No- le dije cruzándolas un poco más. Debió de ver que iba en serio, porque tras dudar un segundo me dijo.
-Está bien, ponte entonces en la posición en la que te folló tu novio-al ver que dudaba añadió- te saco un par de fotos y te prometo que te dejo marchar.
Obedecí y me puse contra una estantería llena de libros, de espaldas a el, y con el culo ligeramente sacado hacia fuera. Me fui a girar para mirarle, pero me detuvo.
-No mires hasta que no te lo diga. Quédate de espaldas.
Me debió de sacar alguna foto y luego empecé a escuchar cómo se la machacaba. Debía de tener bastante líquido pre seminal, porque se oía bastante. Estar así sin poder girarme y oyéndole hizo que me pusiese un poco más cachonda aún. Como siempre que me excito, lo primero que me pasa es que se me ponen muy duros los pezones, mire hacia abajo y vi que mis pezones se notaban un poco a través de la tela del sujetador. Me puse roja de vergüenza, ni siquiera estaba realmente cachonda, solo ligeramente excitada.
En cuanto me dijo que ya podía vestirme, cogí corriendo la camiseta y me la puse dándole la espalda. Me terminé de vestir sin mirarle y me largue corriendo de allí. El saber que me había excitado aunque solo fuera un poco me carcomió durante la tarde y la noche. Como me sentía culpable le dije a Carlos que estaba muy cansada y que no me apetecía hacerlo.
Las dos semanas siguientes pasaron de forma muy similar. Llegaba, me desvestía, me pedía que me pusiera en diferentes posturas y me sacaba fotos. Por algún motivo solo se la cascaba cuando yo no le miraba, si le veía solo se acariciaba. Y todos y cada uno de los tres días me excité en contra de mi volunta. No mucho, pero lo justo como para estar segrua de que algún día noto mis pezones a través de la tela. Y eso solo conseguía que me diese un poco de morbo mezclado con la vergüenza.