La lujuria desconocida 6
Continua la historia
Si os soy sincera no recuerdo del todo bien la conversación, casi como si hubiese sido un mal sueño. Recuerdo que no pude evitar llorar al poco de empezar, al ver su decepción, su rabia y su tristeza. No entré mucho en detalle sobre lo que había hecho con Ricardo, no me sentía con fuerzas, y el no preguntó. Tampoco me vi con fuerzas para contarle disfrutaba más de los orgasmos que cuando me los proporcionaba él, ¿Cómo le cuentas algo así a quien quieres? Una vez le había contado como me chantajeó con el vídeo y que había estado yendo a verle desde entonces, incluso que me pidió que calentara un poco a Marcos, y se hubo calmado pudimos hablar un poco.
-Me voy a cargar a ese hijo de puta- dijo Carlos, y eso estando ya un poco más calmado.
-Si te enfrentas a él solo vas a conseguir que enseñe el vídeo y nos expulsen a los dos-dije yo todavía con los ojos llorosos, sintiéndome como una cría estúpida que sabe que ha cometido un error, pero no quiere pagar las consecuencias.
-Me da igual que me expulsen, al menos a él también le echarán a la puta calle.
-¿Y qué íbamos a hacer si nos expulsan, eh? Mis padres me matarían y los tuyos ni te digo.
-Deberías habérmelo dicho en cuanto empezó a chantajearte- me lo dijo con mirada acusatoria, y la verdad, tenía razón. Toda esta situación no se hubiera producido si llego a pedir ayuda desde el principio, y lo peor de todo es que ahora no quería dejarlo, quizás síndrome de Estocolmo, pero fuera lo que fuese sabía que una semana más tarde estaría en el despacho de Ricardo.
-Lo sé-respondí con voz trémula, casi volviendo a llorar.
-¿Qué te hizo exactamente?-preguntó él tras un breve silencio.
-No quiero hablar de eso- respondí un poco a la defensiva.
-¿Follasteis?
-¡Nooo¡- respondí yo indignada.
-¿Entonces, que hicisteis?, necesito saberlo- la forma que tuvo de decirlo hizo que se me saliera un lágrima sin poder evitarlo a pesar de mis esfuerzos por no llorar.
-Al principio solo quería que me desnudara y posara para él como en el vídeo, luego empezó a pedirme que le masturbara, pero nunca follamos ni me tocó, tampoco me quité nunca las bragas- aunque sí que dejé que se corriera encima de mí mientras yo me hacía un dedo pensé para mí sintiéndome como una mierda.
La conversación se enfrió y yo me quedé sentada, medio llorando esperando a que él dijese algo, mientras Carlos caminaba de un lado a otro de la habitación sin mirarme a la cara. Finalmente se detuvo y me miró para luego apartar la vista y hablar por fin.
-Lo siento, creo que necesito estar solo- lo dijo con voz suave, creo que no quería hacerme daño, pero sus palabras se clavaban en mi corazón como dagas.
Hice amago de acercarme a despedirme, pero pensé que era mejor dejarle espacio. Me fui conteniendo las lágrimas hasta salir de su casa y derrumbándome después. Para mucha gente su primer amor no es el amor de su vida, pero yo siempre he estado enamorada de Carlos, y no quería estar con ninguna otra persona. Llegué a casa, donde estaban mis padres. Al verme llegar llorando me empezaron a preguntar que qué me pasaba, pero yo lo único que quería era echarme en la cama y fue lo que hice. Me quedé toda la noche abrazada al móvil por si me llamaba y sin ser capaz de dormir.
Pensé que me iba a llamar al día siguiente, pero no lo hizo. Me sentía fatal, sin ganas de comer ni de hacer nada que no fuese estar en la cama. Mis padres estaban un poco preocupados, pero debían suponer que había discutido con Carlos y que no era nada grave. Me dolió que no me llamara el sábado, pero al menos el domingo sí que me mandó un mensaje diciendo que necesitaba hablar conmigo y que me acercase a su casa que sus padres estaban fuera. Me vestí corriendo sin saber muy bien que esperar y sin arreglarme demasiado y fui a verle.
Debía de llevar unas pintas bastante terroríficas después de 2 noches sin dormir y de haber estado llorando, y encima casi sin maquillaje, pero Carlos tampoco tenía mejor pinta. Se notaba que tampoco él había dormido mucho. Cuando abrió la puerta dudé si saludarle con un beso o no. Finalmente le di un beso en la mejilla que quedó un poco raro. Hice amago de hablar, pero me detuvo con un gesto.
-Necesito hablar yo-me dijo él llevándome luego hasta su cuarto donde me indicó que me sentara en la cama. Yo me sentía como en un juicio, esperando el veredicto-Por favor no me interrumpas, necesito decirte varias cosas y después ya puedes hablar. Primero, te quiero, y lo siento por no llamarte ayer, sé que lo habrás pasado mal, pero necesitaba aclararme las ideas. También sé que lo habrás pasado mal con Ricardo y que tú eres la víctima aquí. Lo que más me duele es que no me lo contaras desde el inicio-mi corazón se había elevado con sus primeras palabras y ahora estaba a punto de ponerme a llorar otra vez. Me aguanté las lágrimas como pude mientras él continuaba- Aún no sé cómo vamos a hacer para que borre el maldito vídeo, pero no puedes seguir quedando así con él. Pensé en ir contigo, pero eso podría empeorar las cosas porque no sé si podría evitar pegarle un puñetazo al gilipollas ese y entonces sí que me expulsarían.
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Me vi incapaz de terminar de contarle el resto, que a mí no me disgustaba tanto lo que ocurría con Ricardo y me dije a mí misma que el viernes siguiente le diría que borrase el vídeo y no volvería a su despacho.
-Cre...-tuve que carraspear porque no me salía la voz, notaba un nudo en la garganta que me asfixiaba- Creo que puedo convencerle de que lo borre, pero no sé qué me va a pedir a cambio.
-Si te pide cualquier cosa le dices que, si le enseña a alguien el vídeo, nosotros contaremos todo lo que te ha hecho, quizás nos expulsen, pero al menos el cabrón no volverá a trabajar en su puta vida.
Después de eso la conversación murió. El ambiente estaba enrarecido, así que acabé decidiendo marcharme. Por lo menos al despedirse me dio un abrazo cariñoso, como tratando de decirme lo que no podía con palabras, que todo saldría bien y que me perdonaría, que solo necesitaba tiempo. Seguimos hablando por el móvil durante el día, aunque aún se sentía un poco raro.
El lunes me costó un montón levantarme para ir a la uni. Estaba agotada de no dormir y encima me había bajado la regla. Entre que yo estaba nerviosa por el viernes, que no me encontraba bien y que las cosas con Carlos aún no estaban solucionadas del todo, la semana fue una mierda. Marcos intentó quedarse alguna vez a solas conmigo, supongo que por lo que había pasado en nochevieja. Ya fuera para hablar o para otra cosa yo no estaba de humor y se lo dejé claro desde el lunes.
El jueves por la tarde hablé con Carlos sobre ir al día siguiente a hablar con Ricardo. Había guardado las fotos en una carpeta segura en el ordenador de casa por miedo a que Carlos las encontrase en mi móvil, no porque me lo mire a escondidas, sino porque siempre andamos con el móvil del otro y ahora podía sospechar algo. La situación estaba tensa, pero creo que más por el hecho de tener que ir a ver a Ricardo que por nuestra relación.
Finalmente llegó el viernes, el día temido. Estaba decidida a decirle a Ricardo que borrase el vídeo y que teníamos que dejar de vernos, pero sabía que no iba a ser tan sencillo. Llegué al despacho de Ricardo de mal humor. No me apetecían ni los juegos habituales con él ni decirle lo del vídeo, lo único que quería era echarme en la cama con una manta y chocolate y dormir un par de días enteros.
Todavía era invierno e iba vestida para el frío. Llevaba un abrigo rojo largo que me cubría entera, bufanda, guantes y gorro. Por debajo iba con vaqueros, unos zapatos cómodos y un jersey y una camiseta. De ropa interior llevaba un conjunto de los de diario, azul clarito y bastante cómodo, que estaba bastante nuevo.
-Anita – me saludó sonriente Ricardo- cuanto tiempo. Ya tenía ganas de verte, la verdad. Cierra y ven a darme dos besos.
Yo cerré la puerta, pero no me acerqué, quería decirle que le había contado todo a Carlos.
-Tengo que decirte una cosa- le dije yo sin saber muy bien cómo empezar.
-Está bien, pero antes deja las cosas y ven a saludarme.
Hice lo que me decía y fui hasta él ya solo con la camiseta puesta. Me acerqué y le di dos besos cariñosos cerca de los labios, aunque sin llegar a tocarlos. Solo con ese gesto ya me tranquilicé y me excité un poco.
-Ven, siéntate- dijo golpeándose un par de veces la rodilla izquierda-¿Qué es eso tan importante que me tenías que decir?
Yo apenas dudé medio segundo antes de obedecer y sentarme en su pierna, con mi brazo derecho detrás de su cabeza. Si llego a llevar escote ese día habría tenido una vista perfecta de mis tetas, por desgracia para él la camiseta que había elegido ese día no dejaba nada al descubierto, aún así su mirada se clavó en el bulto de mis tetas durante un par de segundos. Su mano se posó distraídamente sobre mi rodilla, acariciando suavemente la zona.
-Y di, ¿Qué tenías que contarme?- preguntó el mirándome a los ojos.
Yo tomé aire y me preparé para decírselo.
-Le he contado a mi novio que me has estado obligando a venir a tu despacho chantajeándome con el vídeo-lo solté como si me estuviera desprendiendo de la losa que me llevaba amargando toda la semana.
-¿Y cómo reaccionó?-preguntó él.
-Mal, como era de esperar. Se cabreó un poco conmigo, pero creo que me perdonará. Me dijo que tenía que conseguir que borrases el vídeo.
-Considéralo hecho- me dijo él sorprendiéndome.
Me quedé abstraída unos segundos, pensando en que ya no tenía por qué venir a ver a Ricardo más. Su mano aprovechó ese tiempo para subir un poco más por mi pierna hasta medio muslo, donde se quedó acariciándome suavemente arriba y abajo.
-¿De verdad, ya no tengo que venir más?-pregunté yo volviendo al mundo real, no me pasó desapercibida su mano acariciando mi muslo.
-Si no quieres no, de hecho, puedes irte si quieres, pero antes me gustaría que me contases si pasó algo en nochevieja entre el chaval rubio y tú.
Mi cuerpo reaccionaba a sus caricias exageradamente. Hice como que me recolocaba y abrí un poco las piernas para que su mano pudiese continuar su camino, cosa que hizo, aunque sin llegar hasta mi sexo. Estuvimos unos segundos en silencio, mientras yo me debatía entre marchar de allí corriendo o quedarme y contarle lo que había pasado con Marcos. Aún me chocaba mucho que le excitase que yo calentase a otro hombre.
-No, solo bailamos- dije yo en voz baja, pero con un tono que dejaba claro que no era verdad.
-Así que solo bailasteis…- subió su mano mientras hablaba hasta que su dedo presionó mi entrepierna para luego retirarse. Me recorrió un escalofrío de placer- a mí me parece que no es del todo cierto. ¿No hizo nada más?
-Mientras bailábamos me metió mano un poco- le dije tímidamente y ya bastante excitada.
-¿Dónde?
-En el culo, empezó a acariciarme sobre el vestido, que era bastante ajustado. Al principio eran caricias suaves, pero pronto pasó a agarrarme el culo como quiso, yo intenté quejarme, pero entre el ruido y la música no me oyó.
-Vaya vaya, así que dejaste que te sobara el culo.
-No-repliqué yo haciéndome la indignada- me di la vuelta para que no pudiera tocármelo, aunque al final fue casi peor, porque había tanta gente que no pude evitar quedarme pegada a él y sentía en mi culito toda su erección.
Notaba su polla aplastada contra el pantalón y se lo abrí para que no se hiciese daño. Emergió completamente erecta, estaba claro que el relato le estaba gustando. Él por su parte subió su mano alejándola de mi pierna y llevándola a mi vientre. Con la otra me acariciaba la espalda y me cogía para que no me cayese hacia atrás.
-Continúa- me dijo.
-El me agarró de la cintura y me obligó a pegarme más a él y por mucho que intentase liberarme no conseguía más que rozarme contra él y contra su paquete. Ahí fue donde subió su mano izquierda para intentar tocarme una de mis tetas.
-¿Así?- respondió él subiendo su mano hasta agarrar mi pecho. Pensé que lo iba a soltar, pero su mano no se movió así que decidí continuar.
-Ajá, pero no dejé que llegase a hacerlo. Le cogí su mano para que parase.
-¿Y qué hizo él?- preguntó mientras empezaba a quitarme la camiseta.
-Dejó su mano mientras que con la otra me apartó el pelo y me empezó a besar el cuello.
Fue decirle eso y él lo imitó, besándome el cuello mientras acariciaba mi teta por encima del sujetador. Le agarré la cabeza atrayéndolo hacia mí, completamente excitada y desinhibida. Me besaba suavemente, supongo que por miedo a hacerme una marca, pero me gustaba la forma en la que lo hacía.
-Me distraje cuando me besó el cuello y consiguió acariciarme por encima del vestido- proseguí yo-aunque no pasó mucho antes de que me volviese a dar la vuelta.
No estaba segura de si me estaba escuchando, pero su miembro seguía erguido y sin signos de desgaste. Sin dejar de besarme llevó sus manos a mi espalda, donde desabrochó el cierre del sujetador y me lo quitó. Llevó sus dos manos hasta mis pechos desnudos, arrancándome un gritito entre divertido y excitado.
-Sigue- me dijo separándose de mi cuello, que ahora sentía húmedo por sus besos.
-Él volvió a aprovechar para centrarse en mi culito. Lo sobó todo lo que quiso-mientras lo narraba llevé mi mano izquierda, la otra la estaba usando para sujetarme, a su miembro y empecé a masajearlo suavemente, y con poca habilidad al ser la zurda-yo, que me había excitado un poco, le besé un poco el cuello y el aprovechó para meter su mano por debajo del vestido.
Yo me notaba chorrear y su miembro palpitaba en mi mano. Nos miramos a los ojos en silencio, reprimí unas ganas bastante grandes de besarle en los labios, de dejarme llevar ya del todo, pero conseguí contenerme. Me levantó un momento para quitarme los pantalones, sin decir ni una palabra. Yo simplemente me dejé hacer, quedando solo con mis braguitas azules frente a él. No necesitaba mirar para saber que mis bragas estaban mojadas, pero aun así lo hice, para ver la mancha, más grande de lo que me esperaba, que decoraba mi prenda íntima. Me volví a sentar sobre él, solo que esta vez puse mis piernas a ambos lados de su cuerpo, quedando frente a frente con él.
Sus manos no tardaron en encontrar su camino hasta mi culo y yo no tardé en avanzar mi cuerpo para besar su cuello. Por algún motivo la situación me había superado y no era capaz de recuperar el control. Sentía su miembro contra mi cuerpo, contagiándolo de la humedad de mi zona íntima. Me acarició un poco más en silencio, tanto el culo como mis pechos, pellizcándome ligeramente los pezones de ven en cuando. Dejé de besarle el cuello para mirarle a los ojos y supe que, por mucho que quisiera a Carlos, no iba a dejar de ver a Ricardo, era como una adicción.
-¿Que más pasó?
-Nada, había quedado con Carlos así que me fui- no quise contarle que me había excitado al ver a mi novio.
-¿Te fuiste sin más?-preguntó extrañado enarcando una ceja.
-Aha-dije yo asintiendo.
-Está bien-dijo dejándolo correr, de lo cual yo me alegré-¿Qué te parece si acabamos con esto? Si no vuelves pronto tu novio te echará de menos. ¿Qué te parece si hoy lo haces con la boca?
No contesté, pero cuando su mano me acarició la cara y metió su pulgar en mi boca supe que iba a hacerlo. Me levanté y me puse de rodillas frente a él mientras él se bajaba un poco más los pantalones y calzoncillos para que no molestaran. Como os he dicho previamente nunca me gustó hacer mamadas, de hecho, le había hecho pocas a Carlos y no tenía mucha experiencia, pero al ver su miembro a escasos centímetros de mi boca, no sentí repugnancia alguna, si no deseo y un poco de reparo por si me iba a entrar en la boca. Me asombró a mí misma lo poco que había pensado antes de acceder a aquello que en principio odiaba.
Empecé con una lenta paja. Su miembro estaba húmedo, principalmente por su líquido y en parte por mis fluidos. Lo primero que hice fue probar tímidamente su glande con mi lengua, nada más que un pequeño lametón. Su sabor no era distinto del de Carlos, pero sí que tenía un regusto extraño, quizás por los fluidos mezclados. Comencé a pasar mi lengua por el enorme glande, recorriéndolo entero y mojándolo con mi saliva. Poco a poco empecé a usar mis labios para rodearlo, casi como si le estuviera dando un beso con lengua en vez de una mamada. Su mano reposaba en mi nuca, acariciándome y sujetando mi pelo.
Sentir su polla en mi boca me estaba volviendo loca. Lo sentía en lo más profundo de mí. Estaba disfrutando que no veas de chuparle la polla así, pero quería saber cuánto podía meterme en la boca. Le miré a los ojos y abrí la boca todo lo que pude para tragarme su miembro. Al principio me costó, pero poco a poco llegué a tener dentro algo más de la mitad. Ahí fue cuando comencé a chupársela de verdad. No creo que fuese la mejor mamada de su vida, pero de la mía ya lo creo que sí. Estaba tan excitada que no pude evitar llevar mi mano izquierda, la derecha sujetaba su miembro, a mi sexo para empezar a tocarme. No tardé en meterme dos dedos mientras se la chupaba mirándole a los ojos.
-¿Puedo?-me dijo sacando su móvil y apuntándolo a mi cabeza.
Yo asentí cuanto pude sin sacarme su miembro de la boca, entendiendo que se refería a si podía sacarme alguna foto. Se me complicaba la mamada con mi propio placer, ya que no era capaz de seguir chupando, así que saqué los dedos y llevé mi mano empapada hasta mis pezones y luego a su polla. Creció en mi boca un poco más hasta que llegué a pensar que no iba a salir. Su semen no tardó en brotar como una fuente. Traté de seguir chupando y tragarlo, pero me atraganté un poco y tuve que sacarla. Tragué una buena parte a pesar de que no me da más el sabor, el asco en ese momento no me importaba por la excitación, el resto cayó por mi barbilla hasta mis tetas y hasta el suelo. Viendo que aún la tenía un poco dura y que quedaban restos de semen, usé mi lengua para terminar de limpiarla.
Ahora sí que volví a llevar mi mano hasta mi agujero y me metí tres dedos como estaba de rodillas. Él seguía apuntándome con la cámara del móvil, por lo que supuse que era un vídeo, cosa que en ese momento no me importó. Estaba de rodillas, cubierta con su semen, completamente en celo y gimiendo con mis dedos dentro. La imagen debía de ser tremenda.
-Levanta-me dijo.
Me costó la vida parar tan cerca de correrme, pero me levanté como pude, obedeciendo. Le miré a los ojos, implorándole que me dejase acabar. Acarició mi cadera y mi culo y luego me bajó las bragas que aún llevaba puestas, aunque algo descolocadas. Por primera vez me quedé completamente desnuda frente a él, a excepción de los calcetines. Me aupó hasta el escritorio para que me sentase y me acarició suavemente los muslos, como indicándome que los abriera.
Yo los abrí, sin estar muy segura de qué quería hacer, pero demasiado excitada para plantearme ya nada. Llevó su mano hasta mi coñito desnudo y empapado y empezó a acariciarme. Me incliné hacia atrás y terminé de subir las piernas hasta el escritorio, quedando totalmente a su merced, incluso cerré los ojos para disfrutar. Me metió varios dedos dentro mientras su otra mano acariciaba mis tetas. Empezó a masturbarme bastante fuerte. Yo que estaba ya casi a punto de correrme desde hacía un rato, no podía evitar gemir de placer a unos volúmenes peligrosos.
Me llegó un orgasmo tremendo que hizo que tirase alguna cosa al suelo del placer, retorciéndome con sus dedos dentro de mí. Me quedé en blanco durante un par de minutos, recuperando la respiración y recuperándome yo del increíble orgasmo que había tenido. Él no paro de acariciar mi cuerpo suavemente. Cuando me recuperé me senté en el escritorio y le miré. Ya la volvía a tener dura y yo seguía excitada, aunque bastante más tranquila. Pensé en seguir con la fiesta un poco más.
-No te preocupes- dijo viendo que no le quitaba ojo a su miembro- si no te das prisa vas a perder el autobús.
-Vale-respondí yo tras debatirme entre el deseo y el deber- pensé que siendo el último día que nos vemos querrías estar más tiempo.
-Prefiero que tu novio no sospeche nada y podamos seguir viéndonos-respondió él justo como yo esperaba.
-¿Ah sí? ¿Y qué te hace pensar que yo voy a querer seguir viéndote?- dije con voz melosa mientras terminaba de limpiarme y me empezaba a vestir.
Su mirada se fue hasta el escritorio donde había bastantes fluidos fruto de mi orgasmo. Siempre he expulsado líquido al llegar al orgasmo, no como en las películas porno, si no pequeñas cantidades que salen durante el orgasmo, casi como agua caliente, pero en esta ocasión había bastante más líquido del habitual. No se si esto tiene que ver con el grado de excitación o con el placer recibido, pero lo cierto es que había dejado el escritorio perdido. Me puse un poco roja y le sonreí divertida.
-¿Y cómo propones que nos veamos?- le pregunté. Yo había pensado un poco sobre el tema, pero no veía una forma fácil de verle habitualmente.
-Creo que lo mejor es ir viéndolo sobre la marcha. Cuando podamos los dos quedamos y listo. Y entre semana podemos vernos aquí en el despacho cuando no tengas clase.
-Hm… Podría ser. Pero no utilices el móvil para hablar conmigo. Utiliza mi correo, que si le dejo el móvil a Carlos en algún momento no quiero tener que andar pendiente de si ve algo o no.
-Está bien-dijo acercándose a mí, que ya estaba poniéndome la chaqueta- y no te olvides de jugar con Marcos.
-¿Por qué esa obsesión con él?-pregunté yo acercándome también a él para despedirme.
-No es obsesión, es que sé que a ti te pone calentarle- no contesté porque sabía que no podía negarlo- Eso sí, tienes prohibido acostarte con él o besarle en la boca. Y nada de chupársela tampoco.
-Como si fuera a hacerlo igualmente- repliqué yo dándole un beso cariñoso en la mejilla de despedida- ya hablamos.
Salí con el tiempo justo para pasar por el baño y arreglarme un poco antes de coger el bus. Me arreglé como pude, pero no podía hacer nada con las bragas mojadas. En el bus no pude evitar sentirme culpable, por mucho que hubiera pretendido hablar con Carlos, finalmente no pude contarle lo más importante. También le dediqué un algún pensamiento en el cambio que había sufrido desde que empezó todo esto.
Cuando bajé del bus Carlos estaba esperando como habíamos quedado. Le dije que Ricardo había borrado el vídeo y que ya no tenía que seguir yendo. Se alegró mucho y me preguntó si me había pedido algo a cambio. Con mi mejor sonrisa le respondí que no me había pedido nada, que ni siquiera había tenido que amenazarle con denunciarle a la universidad. Nos fuimos hacia su casa cogidos de la mano. Aún notaba humedad en mi zona íntima cuando llegamos.