La lujuria de Montse (2: El sexo libre de Ibiza)

"...Eso, y su atractivo, le facilitaba contactos con casi todos los hombres y mujeres que aceptaran la bisexualidad, de la comunidad. Marcel pocas veces quiso copularla, pero durante una época, llegó a encantarle vaciarse en lo mas profundo de su garganta..."

A principios del año 2001, abandonamos Andalucía dirección a Baleares, a Ibiza concretamente, despues de una fugaz estancia en Palma de Mallorca.

Recalamos en Ibiza, un paraiso para ser pintado. Nos hicimos asiduos de los mercadillos y en ellos conocimos a otros artistas. Españoles y extranjeros, que vendían su mercancia a diario. Un grupo de ellos, vivía en comunidad, y pasados unos pocos dias, nos invitaron a visitarla. Estaban organizados democráticamente a la hora de tomar las decisiones que afectaran a la convivencia, y cada uno de los miembros mayores de 14 años tendría que aportar una cantidad de dinero, y la mitad aquellos que tuvieran menos de 14. Con ello, se pagaría el alquiler, la electricidad, el telefono (que lo había) y el gas, y se tendría derecho a desayuno y cena. Las dos comidas que se hacían en comunidad. Se establecian unas faenas comunes rotativas semanalmente. También nos avisaron que aparte de esto, todo Efectivamente en esa comunidad, vivían familias enteras. Tenian por bandera la convivencia, la solidaridad entre todos, y la responsabilidad común por los bienes de la casa, por la educación de los niños. Nos dijeron que por encima de todo, se respetaba la libertad individual, sobre los estereotipos establecidos...

Luego comprobé con mis propios ojos, que fundamentalmente se refería al sexo, al consumo de droga (marihuana, cannabis,...), a la vestimenta,... En definitiva, esa casa con sus gentes, era una "comuna" al más puro estilo hippie de principios de los 70. Al despedirnos, nos comunicaron que la gran mayoria, habia decidido invitarnos a formar parte de aquella comunidad. Les dijimos que lo pensariamos.

Lo pasamos bien ese día. Y a la noche, en nuestra pensíon lo hablamos Marcel y yo. A los dos nos apeteció convivir con más gente tras un largo periodo de soledad. Además la vida allí podía ser bastante más barata y cómoda que la que teniamos. Incluso los modelos, podrían ser gente conocida. ¿A fin de cuentas que eramos nosotros sino, otro tipo de errantes hippies? Decidimos probar.

Aquella casa era salir del s.XXI, para refugiarse en alguna época exenta de estereotipos sociales. Se vivía bien. Había pocos conflictos y aquellas personas nos trataron muy bien desde el principio. Al poco tiempo estabamos totalmente integrados. Y..., sí. Desde luego que supuso, vivir el sexo libremente. Ya habiamos visto, como muchas parejas, tenían más o menos uno o varios amantes preferidos, e incluso como en las cenas, festivas, no le hacían ascos a los demás. A veces eran uno de los dos o ambos, cada uno con su amantes. Habiamos visto como la homosexualidad o lesbianismo era respetado de igual forma que el resto, aunque lo normal para estos, era más bien la bisexualidad. Habiamos visto sexo en grupo y auténticas orgías. Habiamos visto como la desnudez, la excitación o los distintos actos sexuales, estaban desprovistos del pudor normal, expresandose a la vista de todos, a la vista de los niños, etc. Era dificil abstraerse de esa forma de vida, queriendo como queriamos seguir viviendo allí, así que, fuimos poco a poco participando de todo.

De todas formas esa vida, no era tan diferente a la que imaginé cuando sopesé vivir en esa casa. Si entendeis que por morbo o lujuria, o por medirme a mi misma, era lo que en fondo me atrajo a esa casa, no os lo voy a discutir. De todas formas, dos hechos se me escaparon en un principio, cuyo descubrimiento supuso una sorpresa para mi.

1.- Que en esa comunidad hubiera y se respetara de igual forma que al resto a dos chicas amantes de la zoofilia. Una polaca que se ganaba la vida con su música en la calles, que no tenía pareja excepto la que le proporcionaba un mastín enorme de aspecto aterrador. Todo el mundo sabía que ese perro era su único amante, nadie la desconsideraba por eso, pero ella siempre evitaba hacerlo a la vista de los demás, prefiriendo un lugar apartado del bosque, el páramo rocoso, o la playa. La otra, una argentina algo mayor de 30 años, emparejada con un hombre, pero que por vicio le daba a todo. Tenia dos dálmatas con los que se lo pasaba genial. A veces los llamaba en medio de una orgía. Aquella viciosa, cuanto más gente la viera más parecia excitarse. Yo la vi recibiendo de los dálmatas por delante y por detrás, uno por cada agujero. Chuparsela a uno mientras era penetrada por el otro. Recibir el semen en su boca, y luego ofrecersela a los propios dálmatas para que se la lamieran de sus labios. Esa argentina, ha sido la chica más viciosa y con menos escrupulos que jamás he conocido. Eso, y su atractivo, le facilitaba contactos con casi todos los hombres y mujeres que aceptaran la bisexualidad, de la comunidad. Marcel pocas veces quiso copularla, pero durante una época, llegó a encantarle vaciarse en lo mas profundo de su garganta.

2.- La otra sorpresa fué la "Celebración de los 14". Durante algunos meses Marcel y yo, oímos hablar de eso muchas veces, pero al interesarnos solo obteniamos como respuesta que para la comunidad la mayoria de edad, eran los 14. Consideraban que a esa edad, el adolescente, más parecido física y mentalmente, a un adulto que a un niño, ya era merecedor de obtener su "libertad", conmemorando el hecho con una gran comida y fiesta. Bien. Lo que no imaginé es que esa fiesta tenía tanta connotación sexual. De hecho, casi no había otra. El hijo mulato de una pareja boliviano-brasileña cumplió los 14 un dia de finales de mayo. Ese día tras el desayuno, iba a solicitar su D.N.I. o pasaporte. El mercadillo duraba algo menos que de costumbre, y ya en la casa se empezaban los preparativos.

Él eligió a un sequito de tres personas para que lo asearan lo más posible. Lo bañaron, lo perfumaron de esencias naturales, le hicieron una corona de buganvillas, y al reflejo de un fuego simbolico, en la cena, todos pasamos por su sitio para sentarse un ratito con él y charlar. Observé el juego con algunas mujeres de la casa, y como él, entre molesto y divertido disfrutaba de todo mientras aguardaba su gran momento. Los 14 años le daba derecho a consumir alucinógenos herbaceos. A beber todo el vino y alcohol que quisiera, y... al sexo con los demás. La ofrenda de la comunidad era permitirle y facilitarle lo que el demandara hasta que cayeramos rendidos al amanecer. Tras un baile, muy erótico, jaleado por todos, el chico, fue tocando y jugando con toda la que quiso se ofreciera más, o menos, divirtiera más o menos. Algunos hombres intentaron jugar con él, pero el mulatito rehusó. De mi solicitó lo que a la mayoria: me hizo poner a cuatro patas y follarme. Sentí su gran pene mulato y de hombre, duro como el que más, introducirse en mi vagina bien mojada. Hacia semanas que disfrutaba con otros hombres y mujeres, pero después me sorprendió, lo excitada que estaba aquel día. Era todo tan... erótico. Incluso me encantó la posibilidad de probar aquel miembro recien estrenado en mi. Solo que, no lo preveí. Salió todo simultaneamente. Un mes más tarde la "Celebración de los 14" se hizo sobre una adolescente de padres franceses.

Una preciosidad blanca como la porcelana y rubia como el oro, que me eligió como miembro de su séquito, junto a una Suiza algo mayor que yo, y un chico español de unos 16 años. La preparación de la chica, fue al atardecer en una playa muy adecuada para ello. Ese angelito de ojos verdes, no era virgen. Nos confesó como había follado con su padre desde antes de que menstruara, y como desde los 13 años, se veía tambien a escondidas con el chico de 16 invitado, a quién amaba. El único serio allí, era el chico que temía represalias al descubrirse que había estado haciendo sexo con una "menor". Yo más bien estaba sorprendida, mientras la chica suiza, muy amiga de sus padres, sonreía como si se imaginara todo lo que estaba contando la joven. Esta fué, la que como algo especial, propuso para la fiesta rasurar el sexo y el ano de la pequeña, para que pudiera ser presentanda como la divinidad bella y voluptuosa que ya era. Con jabón y agua salada de mar, abierta cara a las olas batientes, fue rasurada por la suiza, que aprovechaba para meterle los dedos en su vagina. La joven, no demostró euforia por ello, pero no lo rechazó tampoco. Todos afeitamos algo y en mi turno, también le introduje los dedos. Primero uno, luego otro, hasta tres. Los movía en redondo y comprobaba como su vagina se adaptaba a ellos.

Me dió un impulso irrefrenable de llevar a ese sexo, pequeño pero a la vez, ya educado desde tiempo atrás, a su maxima expresión y con la mano derecha, le froté con vigor su clitoris. Ella aumento su deseo, y solicitó la verga erecta de su amorcito, que se acercó, y se la puso en la boca. Como mamaba la cabrona! Imagine que ni una profesional, lo haría jamás, como se lo hacía a aquel chico. Me puse terriblemente caliente, la retire un poco de la playa, y se lo comí, con el animo de absorver todos aquellos fluidos vaginales que emanaba de aquel coño castaño semi-rasurado. Ella seguía a lo suyo hasta que de un movimiento me dejo descolocada, para encajar a su joven, en ella. Ufff, yo estaba tan caliente como unas brasas y empecé a masturbarme junto a la chica suiza mientras ambas veíamos la escena de los amantes. No podíamos más. Nos besamos, nos introducimos todo lo que podíamos introducirnos y nos rozamos hasta corrernos. Se le terminó de rasurar a una chica, completamente satisfecha de placer. Pero si ella lo estaba, yo no. No había catado polla, y estaba frita por hacerlo. Pasados casi una hora, y a punto de volver a la casa para la cena, me las compuse para que, jugando con todos y especialmente con el chico, la excitación que yo sentía, les envolviera a ellos, y provocara al joven tanto como para que deseara clavarmela. Y desde luego que lo hizo, pero tras follarme por delante logré que se vaciara, en el único hueco que había quedado intacto ese día. Mi ano. Poco después volvimos a la casa a terminar de prepararla para que esa niña de 14, lo celebrara con el resto de la casa.

Ese verano pasó volando. Y tengo más fresco en la memoria, los malos momentos, que se iniciaron con el frio de finales del 2000 y principios del 2001. El mal clima, nos encerró en la casa, por más tiempo del que Marcel y yo estabamos acostumbrados. El espiritu libre, aventurero, que teníamos, se evaporó en esa convivencia con tanta gente. Yo amaba a Marcel como siempre, pero ya no estabamos tanto tiempo juntos. La intimidad, compartir la soledad y ahuyentarla en mutua compañia, se difuminó entre todos los compañeros de la casa. Marcel, pasó de consumir marihuana ocasionalmente en verano, a estar todo el día colgado hacia finales de año. También consumía speed. Había dias que por entero preferia pasarlos con sus "amigo/as", que conmigo, aún estando ambos entre las mismas cuatro paredes. Lógicamente, pintaba menos, y nuestros ingresos bajaron de la linea de flotación. Debíamos incluso dinero, a algún miembro de la comunidad. Intenté hablar con él, pero fue inútil. tuve que echar de nuevo mano de la fotografía, para malvivir porque tampoco era suficiente para generar lo bastante para los gastos de la casa, la comida y los vicios de Marcel. Me prostituí con el dueño del laboratorio fotográfico, que me revelaba las fotos. No tuve más remedio. Cuando Marcel se enteró, y necesitado de droga, me golpeó duro. Fue la primera paliza de unas cuantas que me propinó en los siguientes 4 meses.

Prostituirme me asqueaba, y más hacerlo con aquel baboso de fotógrafo. También cuando él me proporcionó a otros hombres. Pero he de reconocer, que salvó mi vida, puesto que era lo que me dió los recursos suficientes para subsistir tanto yo como Marcel. Aparte, con algunos hombres disfruté. Ya no lo hacía con Marcel. Descuidó su higiene, y perdió la pasión. Me trataba como un chulo, no como un amante. Caí en una espiral autodestructiva, tanto, que el fotógrafo, que llegó a estimarme, me dió 80.000 pts para salir de la isla, rumbo a Barcelona. Abandoné a Marcel y todo en Ibiza en junio del 2002. Aún no sé que fue de él.