La llamada
Sin cejar en sus embestidas los cogió entre sus manos, chupando y mordisqueando los pezones. Esta vez la iba a partir por la mitad...
Aquella chica le volvía loco, nunca se cansaba de acariciar aquellos muslos cremosos, aquellos pechos turgentes y aquella cara de aspecto inocente y juvenil.
Y lo mejor era que, debajo de aquella fachada de inocencia, se escondía una loba hambrienta de sexo. En cuanto atravesaron el umbral, cerró la puerta con la misma violencia con la que le apartó la bragas y le metió la polla hasta el fondo. Margarita gimió y se abrazó a él desesperada, ciñendo una de sus piernas entorno a sus caderas y besándole con lascivia.
Aquel coño era cálido y delicioso, entraba en él una y otra vez con violencia haciendo que todo el cuerpo de la joven se conmoviera y la habitación se llenase de gemidos e insultos.
Margarita tiró del escote del fino vestido veraniego para dejar a la vista unos pechos pálidos y jugosos, con unos pezones grandes y rosados apuntando directamente hacia el cielo. Sin cejar en sus embestidas los cogió entre sus manos, chupando y mordisqueando los pezones. Esta vez la iba a partir por la mitad...
El sonido de un móvil hizo que la joven se pusiese inmediatamente tensa.
—Déjame. —dijo con un empujón— Tengo que cogerlo.
Sin decir nada más, se separó y se abalanzó sobre el móvil, poniendo el manos libres orgullosa para que su amante pudiera escuchar.
—Buenas tardes, ¿Margarita Trastos?
—Sí, soy yo. —respondió ella intentando ocultar su emoción.
—Soy el director de casting de Subrealitys Media. Le llamamos para notificarle que ha sido seleccionada para participar en nuestro nuevo concurso "Voy a Ser Monja".
La cara de satisfacción de Margarita fue tan intensa como la de estupefacción de su amante.
—¡Pero qué coños...!
—Chssst —dijo la joven poniendo el dedo en los labios de él mientras tomaba nota de las instrucciones que le estaba dando el ejecutivo.
No lo podía creer. Allí parado, con la polla aun erecta, escuchaba a su amante desnuda, con los flujos del sexo escurriendo entre sus muslos, agradecer al tipo la oportunidad y añadir lo ilusionada que estaba por tomar los hábitos y lo profunda que era su fe en Dios y en el destino que este le tenía preparado.
—¿Estás loca? ¿Se puede saber en qué coños estas pensando?
—Vamos, no seas tonto. —dijo ella jugueteando con su preciosa melena negra— Vamos a ser famosos.
—¿Y estas dispuesta a hacer cualquier cosa? —replicó él furioso— Me imagino muchas cosas de ti, pero no te veo pasando mas de día y medio sin echar un polvo.
—No tengo tiempo para discutir. Ya hablaremos cuando estés un poco más tranquilo —dijo ella recogiendo su ropa.
—¿Ni siquiera vamos a terminar? —preguntó él desesperado.
—Ahora soy una novicia...
—No me toques los cojones. —le interrumpió él cabreado.
—Está bien una mamada rápida, pero nada más. Tengo muchas cosas que hacer. —dijo empezando a enumerar con los dedos— Dejarle a Michu a mi hermana, ir a la peluquería, comprar un par de hábitos que me sienten bien, no esos sacos informes que llevan todas...