La línea del vampiro. 8. Sentimiento y vigilancia.

- Podré esperar, pacientemente. O si no saldré a buscarla yo mismo – y Evan dejó salir a flote una reluciente sonrisita de suficiencia.

Había huido como una miserable cobarde. Y espantada, bastante. No por Evan, sino por mí. Le había contado a ese desconocido lo que sólo sabía mi padre y yo misma. Ni siquiera el nido de donde me había escapado lo sabían.

“Bocazas”, me dije en mi fuero interno.

Pero la intriga me había vuelto a vencer esta vez, y descansé en la cima de un edificio, donde no podía ser vista fácilmente, ni por arriba ni por abajo, y como extra obtenía una buena vista periférica.

Esperé pacientemente a Evan hasta que salió de la discoteca; no había pasado apenas una hora, pero había salido con una sola persona, uno de los chicos, y fue calle abajo.

A pesar de que estaba bastante lejos físicamente, podía oírles como si estuviera a su lado.

  • Oye, Evan, ¿y esa chica que se fue del bar?

-Nada, que he metido la pata hasta el fondo, tío –dijo Evan.

  • ¿Y eso? – pregunta el chico que lo acompaña.

Ahí es donde yo sabría hasta qué punto sería necesaria mi intervención, pero… había algo más. Yo no quería que Evan me fallara o me defraudara.

Hizo un pequeño mohín antes de contestar.

  • Podía haber bajado alguien del cielo para haberme cortado la lengua.

  • Pero, a ver, Evan, ¿qué es lo que has hecho exactamente?

  • Nada malo en sí, una pregunta inocente para mí, pero bastante comprometedora para ella.

  • ¿El qué? ¿Pedirle la talla de sujetador? – preguntó el otro, divertido por su propio chiste tonto e hipócrita.

  • No exactamente.

Tuvieron un silencio bastante apacible, pero poco duradero. El otro chico se había puesto.

-La verdad es que era una chica hermosa.

  • ¿Me lo dices o me lo cuentas? – Replicó Evan – Pero no permitiré que sea un “era”, no con ella.

  • ¿Ya te has colado por ella únicamente por dos leves conversaciones sin importancia? Ya sabes, a ella también le llamaste la atención, se le notaba.

  • Eso creo. Pero no es su belleza lo que me ha cautivado por completo… fueron sus ojos.

  • ¿La típica cursilería de los “ojos”?

  • Ríete si quieres, Logan, pero aunque suene a tópico, es verdad. Sus ojos eran realmente cautivadores.

  • ¿Y qué vas a hacer ahora si crees que tanto has metido la pata? Sabiendo que nosotros vamos allí casi cada noche quizás ella no quiera aparecer por allí en una temporada… bien larga.

  • Podré esperar, pacientemente. O si no saldré a buscarla yo mismo – y Evan dejó salir a flote una reluciente sonrisita de suficiencia.

  • Pues que tengas suerte. Yo me voy, que he quedado con mi novia. Nos vemos luego en casa.

  • Claro, no hay problema.

Se despidieron con un leve gesto de la mano.

Observé desde mi posición que Evan entró en un portal en la misma calle en la que se habían despedido, y entonces cerré los ojos para agudizar más mi sentido del oído. Ciento cuarenta y siete pasos. Siete pisos en total, el último.

Le tenía en plena vista, y la luz se encendió en una de las habitaciones tras un fuerte golpe de una puerta cerrándose toscamente.

La habitación era, por pura chiripa, la que estaba más cerca de mi posición, y la silueta de su torso desnudo frente a mis ojos no hizo más que empeorar los latidos de mi corazón. Podía verlo perfectamente a través de la fina tela de su cortina…

Un golpe seco en el suelo hizo que me girara velozmente, mientras Básil aparecía ante mis ojos con una leve ira metálica que no había visto nunca. Los celos emanaban de él en todas las direcciones.

  • Hola, mi princesa – me saludó Básil con una leve inclinación, mientras yo retrocedí un paso sin darme cuenta.