La línea del vampiro. 5. Querer algo (Básil)

Las puertas de la gloria. Eso era ella.

Era demasiado valiosa. Como la perla que está en medio de un terremoto, como el diamante que se hunde bajo el mar. Ella no pertenece a ese mundo.

Mortales. Un mundo donde el tiempo es relativo y la vida efímera, donde cualquiera puede morir a la hora que sea donde sea.

En mi propio mundo muero cuando quiera.

Desprecio, eso es lo que consideraba. Era el sol un regalo, un farol que se enciende y apaga siempre. Nunca lo vería.

También la envidiaba a ella, que podía verlo que él no podía. Medio mortal.

¿Era mejor ella por tener lo mejor de ambos mundos?

La quería. Una belleza impresionante, una mirada sin fines, y una sabiduría y sentido de la justicia sublimes. Sí, la había visto crecer, y el amor que sentía era de un posesivo y necesidad de poseer increíbles.

Las puertas de la gloria. Eso era ella.

Encerrado, como una rata. Así me sentía ahora mismo.  Ocultándome de ellos, de mí mismo, y siempre de él. El sol.

Quedaba unas horas para el anochecer, y no era más fuerte la necesidad de encontrar sustento fácil que de encontrar a Sarah. Las dos cosas eran igual de necesarias en este momento.

Sabía dónde estaba. Siempre.

Ella y los demás que olían de forma diferente. Semihumanos. Semivampiros. Venía a ser lo mismo. Mitad mortal, mitad inmortal.

Y él era el único de rastrearla y de conseguir que volviera a su hogar y estuviera a salvo.

Deseaba su libertad, deseaba su aprisionamiento.

Tantos deseos, y tan poco tiempo…