La línea del vampiro. 2. Básil.

Mis pies me llevaron hasta mi habitación, donde sabía que se encontraba algo o alguien. Extendí mis colmillos y abrí la puerta lentamente. Una corriente de aire azotó mi pelo.

Todavía me estaba relamiendo de esta presa tan jugosa. Su sangre me había satisfecho totalmente. Bueno, no totalmente, pero sí lo suficiente para poder aguantar dos noches como mucho.

Mi sed no había sido aplacada totalmente, sólo era más llevadera para pasar el rato.

Arrastré al chico hasta un callejón oscuro. Su corazón latía débilmente, pero llevaba un ritmo regular. No estaba muerto; sólo inconsciente y débil por la pérdida de la sangre.

Cualquiera que pasara por allí pensaría que el pobre chico estaba borracho e intentado pasar la mona en algún lugar tranquilo.

Desaparecí del escenario del crimen a un paso poco regular, evitando a los extraños y a otros cuellos jugosos. “Por hoy es suficiente”, me dije a mí misma.

Fui calle arriba hasta el hotel Merrier, donde me estaba alojando. La recepcionista me saludó cordialmente, devolviéndole el saludo con un leve asentimiento de cabeza.

Fue en el ascensor cuando por segunda vez en esta noche algo captó mi atención. Era un efluvio irreconocible para los humanos: mezcla de lilas con azahar, y un ligero toque a sangre humana. No era humano lo que se encontraba en el hotel.

Abandoné el ascensor y dejé que mis sentidos persiguieran el olor. A cada paso era más perceptible y mucho más reconocible. Yo conocía ese olor, me era muy familiar.

Mis pies me llevaron hasta mi habitación, donde sabía que se encontraba algo o alguien.

Extendí mis colmillos y abrí la puerta lentamente. Una corriente de aire azotó mi pelo.

Observé la habitación tras cerrar la puerta a mis espaldas. Las ventanas estaban abiertas de par en par, y una figura estaba relajada en mi cama, sin respirar, y sin un corazón que identificar.

  • Hola, Bàsil- dije sin el menor esfuerzo en buscar un nombre mejor para el amigo de mi padre.

La figura no había movido ni un músculo, excepto el de sus labios, esbozando una amplia sonrisa. Sus colmillos también estaban extendidos.

  • Veo que tus sentidos se han perfeccionado con el paso de las décadas, Sarah.

“Y eso no es todo”, dije en mi fuero interno.

Esperé, intentando buscar un sentido a por qué estaba Bàsil aquí, en esta misma ciudad y en mi habitación privada. La única posibilidad sería…

  • Queremos que vuelvas al nido, Sarah. Éste no es tu lugar, y lo sabes.

Dejé escapar un bufido entre mis labios.

  • No podéis obligarme a quedarme allí, encerrada día y noche en un sucio agujero esperando que me traigan mis presas.

  • Ése es tu destino, Sarah.

  • ¡Jamás!

Se puso de pie, y con un leve balanceo de su cabeza mostraba su desagrado.

  • Esta vida no es para ti.

  • Tampoco es la otra que tenía en el castillo, fuera de todo contacto con la realidad. – repliqué.

  • ¡Tú no estás hecha para vivir en la sociedad humana, porque tú no eres humana!

  • ¡Tampoco intento serlo! ¡Sólo quiero vivir como soy y vivir como lo que soy! – concluí. Mis colmillos estaban llegando a sus extremos de longitud, demostrando que esto no era una simple advertencia en el punto de que esta conversación había concluido.

Bàsil se acercó a la ventana, marchándose de esta ciudad a un lugar al que yo no quería volver.

  • Por tus venas de vampiro corre sangre pura y noble, algún día comprenderás lo que significa y lo que ello conlleva. Nunca lo olvides.

En cuanto se fue cerré las ventanas para evitar que entrase el aire.