La limpiadora del trabajo
Un rápido encuentro entre la limpiadora del trabajo y yo. De forma fugaz y con ganas de más.
Recientemente habíamos cambiado de empresa de limpieza en mi trabajo. La anterior limpiadora dejaba mucho que desear.
Es una fábrica bastante grande y no siempre se coincide, por lo que solamente me había cruzado varias veces con esta nueva mujer. Siempre estoy hasta arriba de trabajo, ya sabéis, el típico jefe que no has acabado una tarea y te manda dos más, por lo que simplemente le había podido echar una mirada rápida de reojo al pasar por su lado.
Una mañana en la que coincidimos en la misma sala yo estaba un poco más desahogado que de costumbre, por lo que podía 'pararme', puesto que a veces estoy con alguien al lado. Así la miré bien por primera vez.
Es una mami de unos cuarenta y algo. Bien cuidada. No una modelo, quizá para mi gusto con un par de kilitos más en las caderas. ¿Cómo decirlo? No es una de esas mujeres que con sólo verla pasar por tu lado te cause una erección, pero si la miras detenidamente te la quieres follar sin ton ni son.
Es bonita en parte gracias a sus ojos claros. Por la limpieza suele trabajar con el pelo recogido en una coleta. Por la bata aún desconocía sus pechos y, su culo aunque un pelín grande para lo que son mis preferencias, es redondo con su buena cuva y MUY apretado por el uso de las mayas. No pude dejar de mirarla, siendo varias veces pillado y disimulando como buenamente pude.
Pero ese culo..pff. Cada vez que se agachaba, se ponía de puntillas a limpiar la estantería, ese culo tan marcado...
Mi mente voló hasta follarmela por atrás apoyándola en una mesa. Me pasé la mañana cachondo y deseando que viera el bulto que acumulaba.
Desde ese día no dejo de mirarla.
El siguiente día que vino, se quejó de que en los vestuarios había visto cucarachas, siendo incapaz de matarla por dale muchísimo pánico. Una compañera me dijo que yo fuese a matarla, pero no podía pararme. Eso sí, esos segundos tuve cara a cara a la limpiadora. Qué carita.
Mi último encuentro fue hace menos de una semana;
Yo estaba limpiando unas piezas del trabajo y esa mañana ya le había dado un buen repaso visual a su culo varias veces. Cuando de repente, se planta a mi lado, me mira y me dice:
-¿Tú eres el valiente de las cucarachas? Pues en vuestro vestuario también hay, que lo sepas. Si quiere te digo dónde está y la matas.
Casualmente mi jefe estaba cerca y la escuchó, y añadiendo que lo que yo hacía podía esperar, que fuese y así echabamos el 'fly-fly' para matarlas y acabar la plaga.
Y ahí estaba yo, persiguiendo su culo.
Entramos a los vestuarios y dos pasos después de cerar la puerta, ella iba a indicarme dónde la vio, y justo se le cruzó una cucaracha enorme, que se fue corriendo a los baños. La pobre limpiadora, entre acojonada y lo siguiente, paró en seco. Yo esto no lo esperaba y choqué contra ella. Instintivamente apreté mi paquete contra su culo y puse una mano en su cadera y otra en el costado.
-¿Estás bien? -Le dije sin separarme.-Tranquila, ha sido un susto. -Le tranquilizaba acariciando su costado ligeramente.
-Sí, sí. Estoy aceleradísima, mira.
Agarró la mano que acariciaba su costado y la guió sobre su corazón. Latía rapidísimo.
-Relájate, no pasa nada. -No sé por qué, pero le di un beso en la nuca. Ella apretó su cabeza y le di otro. Suspiró.
Seguí entre besos y la mano de su cintura acaiciaba una de sus nalgas. Con mi otra mano subí ligeramente palpando, ¡MENUDAS TETAS!, y apreté la izquierda. Me dediqué a lamer y besar su nuca con pequeños mordiscos. Ella movía su culo notando mi erección y yo guié una mano a su entrepierna bajo su tanga. Empezó a jadear, buscando y acariciando ahora con su mano mi polla.
Estábamos muy cachondos, en los vestuarios del trabajo.
Le empujé hasta el lavabo, con la clara intención de que se agarrase ahí. De un tirón bajé hasta sus tobillos su pantalón y su tanga e hice lo mismo con mi ropa. Con una mano agarré y separé su nalga dejando ver desde atrás sus labios brillantes de su propia humedad. Agarré mi rabo y la rocé sobre su coño.
-Siento que deba ser así, pero no tenemos mucho tiempo.
Dije esto a la vez que me hundía en ella y tapaba su boca con la mano, metiéndole los dedos para que los lamiera. Inicié un mete y saca rápido pero con fuerza. Se la metía hasta el fondo sin importarme el ruido de mis huevos contra su culo. Miraba su cara po el espejo, hice que se mirase y ambos buscamos en ese momento la penetración más fuerte.
-Me estás follando en un baño del trabajo, podría ser tu madre y me estás haciendo sentir una guarra. Joder, cómo me pone. Dame más duro, rómpeme con esa gorda polla.
-Eres muy cerda. Si tuvieramos tiempo te partiría el culazo.
La situación nos sobrepasaba y estábamos los dos a punto. Ella tenía una mano frotándose el clítoris y la otra se agarraba al lavabo. Yo sobaba y apretaba sus tetas con una mano, mientras la taladraba con rabia y la manejaba entre tirones de pelo. Aceleró sus dedos y empujaba su culo para atrás. De cara al espejo nos dimos un beso, muy guaro, y así ella llegó a su orgasmo.
Yo no pregunté. Le empujé hacia abajo, de rodillas y se la metí en la boca. Empujé hasta sentir su garganta dos veces y finalmente, pajeándome, me corrí sobre su cara. Estaba repleta. Rápidamente le hice una foto así con el móvil.
Se relamió y me dijo:
-Me has hecho sentir muy puta, y me ha encantado. Gracias por el polvo de mi vida. Si tienes tiempo, esta tarde limpio yo sola el colegio del centro... ¿Quieres mi culo?