La limpiadora de la facultad (2)
Me presento en casa de Marta, la guarra limpiadora de la facultad. Os cuento cómo ha ido avanzando mi relación con ella.
Hola de nuevo a todos,
La semana pasada os traje el primer relato (espero que esta serie dure varios capitulos más, será señal de que me sigo follando a esta señora) de cómo terminé follando con la limpiadora de mi facultad. Este nuevo relato, aunque sea una segunda parte, realmente va a ser mucho más breve que el anterior, y quiero contarlo desde una perspectiva diferente . Únicamente os voy a contar lo que ha pasado estos días, desde mi punto de vista, no entraré mucho en diálogos. Por supuesto que hemos follado, de hecho todo ha ido mejor que la primera vez (y mira que era difícil). Intentaré no dejarme ningún detalle, pero creo que avanzo mucho más en la historia para poneros al día si os lo cuento de esta manera, que si me centro en recordar cada diálogo que tuvimos.
NOTA IMPORTANTE: No nos hemos mandado fotos ni nada por Whatsapp, la razón es que le confesé después que realmente sí que tenía novia, pero que le mentí diciéndole que no tenía porque tenía muchas ganas de follarmela. No le importó, de hecho luego os lo contaré, pero para evitar problemas no nos mandamos fotos de ese estilo ni nada.
EL MISMO DÍA
La misma tarde después de follar, hablamos algo más por Whatsapp. La mayoría de la conversación fue en torno a que había estado todo de puta madre y que si nos lo montábamos bien podíamos pasar mucho tiempo disfrutando de esto. Fue aquí cuando mediante un audio de cerca de 2-3 minutos le confesé que tenía novia y demás, y que prefería llevarlo todo más en secreto. Cambié su nombre a "Prima Carmen", como si fuera una prima de mi madre o algo, y como tiene una foto de ella de perfil pues mi novia no sospecharía nada. Además, borraba frecuentemente la conversación por si había mensajes subidos de tono. No es que mi novia me espíe el móvil, pero creedme, toda medida es buena si queréis ocultar este tipo de cosas.
Marta me dijo esa noche que estaba muy, muy cachonda. Yo había quedado con mis amigos para cenar y ver el fútbol, y me pasé gran parte de la cena hablando con ella por el móvil. Nunca habría imaginado que esta mujer pudiera ser tan sumamente guarra. Imagino que se había soltado conmigo, sobre todo al saber que tenía novia ella imaginaba que yo no le iba a contar nada a nadie, ni enseñarle nuestra conversación, dado que eso me perjudicaría. Por tanto, no se cortaba a la hora de decirme las cosas que querría hacer conmigo. Podría tirarme diez minutos escribiendo solamente acerca del tipo de mensajes que intercambiamos esa noche, pero en definitiva, todo era de guarradas sexuales, cosas que estaría dispuesta a hacer, lo que más le gustaba, lo que menos, qué juguetes eróticos tenía, qué cosas tenía ganas de probar conmigo... En definitiva, tenía los huevos como piedras.
Estuve varias veces tentado de ir a hacerme una paja al baño de la casa de mi amigo, porque la verdad que iba a reventar, o simplemente dejar de hablar con ella un rato, pero es que no podía, era una puta adicción. Todavía recordaba el sabor de su coño, incluso la forma en que su lengua rozaba mis huevos mientras la tenía hasta el fondo de la garganta. Entre tanta excitación, tuve que decirles a mis amigos que me encontraba fatal, que me dolía muchísimo la cabeza y me piraba a acostarme a casa. Ellos lo entendieron y como el partido no estaba siendo gran cosa ellos mismos lo quitaron y se pusieron a ver una serie en Netflix.
Salí de esa casa dispuesto a ir a ver a Marta y reventarla. Tal cual, solo tenía ganas de matarla a polvos. Mi novia me preguntó si iba a ir con ella después del partido para tomar algo por ahí, pero le dije que nos veíamos al día siguiente, que me iba a mi casa ya porque me había sentado mal algo de la cena. No era mentira, las palabras de Marta habían hecho mella en mi, y tenía una muy mala sensación en mis huevos, en concreto necesitaba vaciarlos urgentemente.
Cual fue mi sorpresa cuando hablando con Marta y diciéndole que quería ir a verla, me dijo que justo ahora no podía, porque su hermana le había dejado a su sobrina pequeña en casa, ya que ella había ido al teatro. Tenía ganas de pegarme un puto tiro. Le dije que me había ido incluso de casa de mi amigo para ir a verla de lo cachondo que estaba, y ella pensó en un plan alternativo.
Me dijo que podía dejarle la niña a su vecina, media hora aproximadamente, poniendo alguna excusa. Entonces, yo subiría y entraría en su casa y podría reventarla bien. Había una cantidad de mentiras enorme toda esa noche, no me acuerdo siquiera de cuantas, pero estábamos los dos con muchas ganas de echar un polvo. Supongo que el hecho de haber follado esa misma mañana, y ser toda la situación tan nueva, hacía que hubiera fogosidad en todo. Cuando llegué a la dirección que Marta me pasó por Whatsapp (no estaba lejos, a unos 15 minutos andando de donde yo estaba en Murcia) llamé a su número de piso y me abrió la puerta del portal. Me tuve que quedar dentro un par de minutos mientras Marta le dejaba la niña (tenía 4 años) a su vecina. Según me dijo después, la excusa que le puso a las 22:30 de la noche para dejarle a la niña durante alrededor de 1 hora fue que tenía que ir a ver a su padre, que la había llamado urgentemente por temas de salud.
Cuando Marta me dio el visto bueno, subí por el ascensor. Tenía un bulto enorme en el pantalón, notaba como mi polla babeaba líquido preseminal solo de pensar en las burradas que iba a hacer en unos minutos. Cuando se abrió la puerta del ascensor, y ya estaba en el tercer piso, recibí un mensaje de Marta diciendo que aunque la luz estaba apagada que pasara, que la puerta estaba casi cerrada para que la vecina de enfrente no sospechara, y que no hiciera ruido.
Al cerrar suavemente la puerta, Marta me susurró y encendió la luz. Por poco se me cae el teléfono al suelo. Me la encontré apoyada en la pared cerca del interruptor, y estaba con un sujetador de encaje rojo y un tanguita muy fino. Lo primero que hice fue sonreír, y mientras me iba acercando, ella también sonreía y hacía pequeños movimientos como bailando suavemente. No hubo apenas conversación, me lancé a comerle la boca mientras con mis manos agarraba el pedazo de culo que tenía delante mio. Fuimos moviéndonos juntos a donde ella me iba llevando, dado que yo no me conocía la casa, todo esto sin dejar de morrearnos. Llegamos al salón y me sentó en el sofa, mientras que ella se quitaba el sujetador y dejaba al aire sus dos tetones.
Menos mal que antes de lanzarme a comermelas me di cuenta que la ventana estaba abierta y se lo dije, ni nos dimos cuenta, pero se nos veía perfectamente y más si teníamos la luz encendida. Tras cerrarla y echar las cortinas, encendió una pequeña lámpara y se terminó de echar encima mio. Empecé a masajearle las tetas y a chuparlas, succionaba como un cabrón mientras ella se retorcía de gusto con la cabeza hacia atrás.
Mis manos por supuesto no estaban quietas, la derecha había conseguido correr el hilo del tanga y empezar a acariciar su coñito. Le pedí que me escupiera en la mano y volví a llevarla detrás, echando toda la saliva en el chocho. Marta estaba realmente mojada, no paraba de emitir pequeños gemidos mientras nos besábamos, y yo no podía aguantar mucho más con los pantalones puestos. Le dije que se desnudara entera que quería pasar a la acción, y ambos lo hicimos.
Mientras tanto me dijo que, aunque no le había dicho cuanto iba a tardar a la vecina, su hermana llegaría sobre las 23:30 porque el teatro al que había ido acababa a las 23:00. Ya eran las 22:50 y no habíamos empezado a follar, así que prometimos vernos al día siguiente y que este polvo sería rápido. Estando ya desnudos volvió a subirse encima mio y seguimos comiéndonos la boca.
Marta me preguntó si quería degustar su culo esa noche, o si prefería esperar a mañana, mientras me susurraba al oido. Habíamos estado hablando todo el día de lo mucho que le gustaba el sexo anal, y yo no pude resistirme ante la propuesta. Comencé a acariciar su ojete suavemente y, junto a los flujos de su coño, lo fui lubricando. Uno de mis dedos empezó a presionar su pequeño agujero y se coló fácilmente. Ella no paraba de gemir y morderme la oreja y el cuello. Entre tanto calentón y olor a sexo, me di cuenta que lo mejor era dejar esta actividad para el día siguiente, porque quería disfrutarlo de verdad y solo imaginarme quedarme a medias me aterraba.
Siento si os voy cortando el rollo mientras leeis, pero ocurrió así, y prefiero explicarlo sin mentiras. Le dije que era mejor que lo hicierámos por delante, que íbamos mal de tiempo y en teoría habíamos quedado para "calmar el calentón", y lo entendió perfectamente. Lo que si le propuse era una sorpresa, que cuando descubrió solo pudo sonreir.
La levanté de encima mio y le dije que se pusiera a cuatro patas, con la barriga por encima de la parte alta del sofá. Básicamente, me dejó ante mi sus dos piernas abiertas a la altura de la cara. Como comprenderéis, le había dicho que le iba a hacer un beso negro. Sin perder el tiempo me acerqué a su culazo y abrí los dos cachetes. Me encontré con ese chochito depilado que me tenía loco, el cual acababa de tocar, y un precioso ojete también sin ningun pelo, que se abría y cerraba boqueante.
Acerqué mi cara con la lengua bien abierta y la pasé de arriba hacia abajo varias veces. Marta se agarraba al sofá con las uñas como una gata. Tras comerle algunos segundos el clítoris y el coño por completo, pasé mi cabeza un poco más hacia arriba, dado que esto en teoría iba a ser un beso negro. Me quedé mirando ese precioso agujero y puse mi lengua firme, lo acerqué directo hacia él y mi lengua se coló directamente. Marta gemía suavemente, por temor a que la oyeran, mientras yo la follaba con mi lengua. Esa mujer se había limpiado a conciencia porque sabía estupendamente, seguro que se acababa de duchar, y me centré en hacerle una comida de ojete como nunca le habrían hecho. Siento especial debilidad por esta zona, se el placer que se puede llegar a sentir, yo mismo lo he sentido, y comencé a lamerle, besarle, hasta follarle rápidamente el culito con mi boca.
Ella no paraba de decirme que le metiera la polla, que necesitaba que se lo partiera, que como no lo hiciese iba a tener que meterse un plug o un consolador esa noche. Sabía que me moría de ganas de que su ano abrazara mi polla, que estaba casi con vida propia, pero me encantaba la idea de dejarla con las ganas. Y efectivamente así lo hice, pero la engañé.
Le dije que me la chupara, que iba a abrirle el culo. Marta se giró y sentada ahora en el sofá comenzó a hacerme una buena mamada, salivada y hasta el fondo, como ella las hacía. Su mano derecha me apretaba los huevos y la izquierda me acariciaba la espalda y el culo. Yo estaba en la gloria, su potencia de succión era muy alta, parecía una puta aspiradora, yo tenía los ojos en blanco mirando al techo. Estuvimos así cerca de dos minutos, lo único que se oía en el pequeño salón eran los sonidos que su boca y garganta emitían mientras mi falo le follaba la garganta.
En un arrebato, la cogí y la volví a poner a cuatro patas. Metí uno de mis dedos por su ojete, y me acerqué a su oreja a decirle si quería que le rompiera el culo. Tras recibir la respuesta lógica, le pasé mi glande por el agujerito, y cuando vi que ella estaba con una sonrisa y totalmente preparada... se la metí de un golpe, pero en el coño. Marta se quedó helada, imagino que esperaba que empezase a apretar poco a poco en su culo, y en lugar de eso recibió una embestida que por poco hace que se coma el sofá.
No hubo tiempo para explicaciones, y me dediqué a percutirle su chochito durante varios minutos, mientras ella se agarraba y gemía como una auténtica perra en celo. Su coño tragaba mi polla como un guante, y de darle en esa postura tan preciosa, la mezcla de líquido preseminal, saliva y flujos, terminó formando una especie de crema blanca en todo su coño. Ella lo sabía y con los dedos se tocaba por debajo, cogía un poco de esa espuma y se la llevaba a la boca. Yo apenas tenía tiempo de decirle nada porque me faltaba el aire, pero joder, esa mujer era una auténtica zorra, una loba, una puta. Mi rabo estaba a punto de explotar dentro de ella, pero prefería que siguiera tragando fluidos, así que me senté rápido y llevé su cabeza a mi polla.
Lo entendió rápidamente, y se apartó los pelos de la cara mientras se llevaba mi polla hasta la garganta. Exploté como un bendito mientras cerca de 5 o 6 trallazos de semen chocaban con esófago, y ella solo podía tragar y tragar para no ahogarse. Yo me retorcía de gusto en el sofá mientras tenía las dos manos sobre su cabeza, haciendo fuerza hacia abajo, para que no se apartase.
Me había dejado seco, y para recompensarla y ayudarla a que se corriese, le dije que se subiera encima de mi cara mientras yo me iba acostando en el sofá. Se puso en cuclillas encima mio y me dejó su chochito+ojete a disposición, cosa que no desaproveché y mirando hacia ese cielo volví a darme un festín de sexualidad femenina, madura y sabrosa. No duró mucho, porque mientras yo con mis manos le abría bien sus cachetes del culo, mi lengua urgaba en todos sus agujeros, hacia dentro y hacia fuera, y de arriba hacia abajo. Una de esas lamidas que le estaba dando hizo que Marta, tras emitir un grito que quizá su vecina oyese, mojara toda mi cara y pecho con sus flujos más internos. Literalmente me había vaciado una botella de agua encima, se había corrido como una perra en celo...
El reloj digital de la pared marcaba las 23:15 y, para evitar problemas, nos vestimos y tras estar hablando unos minutos me despedí para irme. Volvimos a quedar para los próximos días, porque yo al día siguiente tenía que ir a comprar con mi novia y seguramente no iba a poder verla. Ella, mientras me acariciaba la cara, me dijo que lo entendía y me dió un nuevo morreo. Salí de su casa suavemente y ella se quedó peinándose en el espejo de la entrada para ir a recoger a la niña.
Me marché a casa y por el camino iba flotando. Esta mujer me estaba enseñando una cara del sexo que yo creía conocer, pero que era mucho más intensa que cualquier cosa que hubiera experimentado antes con mujeres. Era la primera vez que me sentía sobrepasado por una tía, sentía que si ella se lo proponía podía destrozarme sexualmente en menos de 5 minutos y eso me tenía muy interesado. Había terminado un día que quién sabe hasta qué punto marcará mis próximos meses o este año.
NOTA FINAL: La próxima vez que os escriba os contaré como al día siguiente por la noche (al volver de comprar y del cine con mi novia) terminé rompiendo el culo de Marta. Habéis leido bien, le follé el culo al día siguiente. Supongo que no os podré contar absolutamente todas las veces que quedemos porque no siempre tengo tiempo para escribir, y tengo cosas que hacer del TFG, estar con mi novia, amigos... Pero os contaré las mejores folladas que tenga con ella, o las que crea que merecen la pena.
Sin duda esa follada de culo merece un relato, porque tiene una sorpresa que no os podéis perder...