La licenciada Margareth

Margareth es una hermosa profesional responsable y su trabajo social la lleva a estar en contacto con tres hombres que le quieren dar una lección y saciar sus bajos instintos.

La licenciada Margareth

Margareth, es toda una mujer profesional, casada, con dos hijos. Tiene una cara muy bonita, ojos grandes y almendrados, nariz respingona y unos labios rojos, entreabiertos y muy provocativos que al hablar dejan oír una voz suave. Su rostro, lo adorna con un cabello ondulado, castaño con reflejos claros, que cae a los hombros. Su piel es blanca, cuerpo rellenito y firme, senos abultados y unas gruesas y torneadas piernas sostienen todo su ser. Es una hembra que atrae solo al verla y que provoca desde el principio que uno la detalla y la trata, bajos instintos. Viste de manera llamativa y elegante para ir a su oficina. Es una mujer que siempre está dispuesta para ayudar al que la necesita y eso le acarrea problemas con su esposo que siente un descuido en la casa, por su atención en la calle.

Una mañana, salió hacia su oficina, bien arreglada como siempre con un vestido negro, ceñido a su cuerpo, con un escote donde sus blancos senos se asomaban, el pelo suelto, cara bien maquillada, resaltando el color oscuro de su sombra de ojos y el rojo de sus labios. Su cuerpo bien perfumado, altivo donde sus gruesas piernas estaban sobre un par de sandalias de tacón alto, que le hacían levantar sus nalgas. Llegó como siempre, a la oficina de Bienestar Social que dirigía. Su perfume inundó la sala de espera atestada por gente humilde sudorosa y mal vestida. Ese día, tenía una cita con un grupo de obreros de una construcción para que los acompañara hacia el sitio donde se levantaba un pequeño ambulatorio médico para ver como se encontraba la obra. Debía acompañarla un chofer, pero ese día no pudo ir por encontrarse enfermo. Margareth, como mujer responsable decidió ir sola al sitio, al fin y al cabo conocía al capataz de la obra. Pero, aunque no estaba vestida para ir a un sitio como ese, salio para allá. Se montó en la camioneta que le asignaron y ella misma manejó y junto a ella el capataz de la obra que había ido a buscarla. La cabina del vehículo se llenó de un fuerte olor a sudor, que opacó el perfume de Margareth. Era un olor de obrero, de hombre sudoroso, de cigarro, de ropa sin lavar. Margareth, bajó de manera disimulada el vidrio del vehiculo y empezó hablar con el capataz sobre el destino de la obra y cuando terminarían de hacerla.

El trayecto fue relativamente corto. Ella, metió la camioneta en un estacionamiento con altas paredes que rodeaba el edificio en construcción y se bajó. En ese momento salieron dos obreros mas que se encontraban dentro de la construcción. Ambos altos y de contextura fuerte y llenos de músculos por el trabajo que desempeñaban. Uno de ellos, lo apodaban el "Oso". Era enorme, sus brazos gruesos y su sobrenombre se debía a que era muy peludo. Tenía una camisa que por el calor estaba abierta dejando ver su alta vellosidad y el otro era un negro al que llamaban "El burro", pero al parecer era porque trabajaba mucho y por otra cosa que lo asemejaba al jumento. Su color era brillante y tenia una franelilla rota que hacia notar su cuerpo.

Margareth, los saludó con miedo e impresión y recorrió el sitio para verificar en que estado se encontraba la obra. Pronto pudo constatar que estaba muy atrasada y le reclamó al capataz lo retardado de todo. Ramón, el capataz le dijo que lo acompañara para una especie de oficina donde le explicaría mejor, el porque del atraso de la obra y lo que faltaba para culminarla. Margareth dijo que no tenía mucho tiempo y que le pasara por escrito esa información. Ramón insistió y le dijo que no iban a tardar mucho tiempo, a lo que Margareth dijo que estaba bien. Ramón, en un descuido de Margareth, le hace una seña a los obreros y estos se dirigieron detrás de la supuesta oficina. Margareth y Ramón entraron en la "oficina": Era un cuarto a medio hacer, con un ventilador de techo, un desvencijado y chueco escritorio y dos sillas plásticas. Había dos pequeños e inmundos colchones enrollados con sábanas donde dormían los vigilantes de la construcción y un radio-reproductor con música de los arrabales. Tenía además, una puerta que daba al fondo. Ramón saco un plano y algunos recibos y los colocó sobre el escritorio y le informó a Margareth lo que pasaba en cuanto al retraso de la obra. Margareth, molesta y en tono serio le dijo que ella no entendía de eso y que no era su problema y que la contratista debía de entregar la obra a tiempo. Ramón quiso hablar y ella en tono airado le dijo que la conversación ya había culminado y no había nada mas que hablar y que se iba a retirar. El capataz se puso frente a la puerta y le dijo que no la iba a dejar salir porque era una grosera y que no tenía razón. Margareth, furiosa le dijo:

"Ramón, quítate de la puerta y déjame salir ya lo que venía a ver ya lo vi., lo que tenía que saber ya lo se y tu y todos lo que trabajaban aquí son unos vagos irresponsables, que tenían que terminar la obra. Voy a pasar un informe para que no les paguen nada, hasta que no terminen a tiempo el edificio.

Dicho esto, Margareth se fue hacia la puerta y Ramón la tomó de un brazo y ella se volteó y lo cacheteó. Ramón, sobándose la cara y con una sonrisa maliciosa le dijo:

"Con que esa tenemos licenciada, vamos a enseñarle a esta señorota elegantota lo que son buenos modales, le voy a presentar 2 "profesores" que se encargaran de la clase, junto a mi"

Dicho y hecho, abrió la puerta del fondo y entraron el "Oso" y el "Burro", con sus aspectos sucios y malolientes, y los ojos inyectados de lujuria, las bocas ensalivadas y frotándose las manos. Entraron y pasaron cerrojo a la puerta y Margareth, hizo otro intento para salir y Ramón cerró la puerta de entrada. Ella, nerviosa le dice a Ramón:

"Mira Ramón, no hagas tu y estos señores algo de lo que se puedan arrepentir, déjame salir y te llamo por teléfono para que vayas a mi oficina a solucionar esto". Ramón, dijo

"No, no, no, mi señorota licenciada, ya hablamos y usted ya dijo lo que iba a decir y hacer y nosotros vamos hacer algo que nos provoca hacer, asi que de usted depende hacerlo fácil o hacerlo difícil" Margareth preguntó en tono asustado

¿Que quieren hacer?

El capataz en un tono "informativo" burlón le detalló.

" Mire, señorota licenciada, mis compañeros y yo nunca hemos tenido una hembra tan elegante, fina, educada y sabrosota como usted. Siempre hemos tenido que cojernos putas viejas, sucias, mal vestidas y mal habladas o si no, agarrar nuestros huevos y hacernos una paja, pensando que nos culiamos a una zorra como usted. Hoy vamos hacer eso realidad y yo se que va a gozar con tres macho cargados de leche y con ganas de complacerla, porque yo se que mujeres como usted sueñan que se las cojan hombres como nosotros, brutos, medio animales que le den de la forma que siempre han querido. No se si con esto contesto, su pregunta"

Margareth, asustada y con lágrimas en los ojos y con tono suplicante y conciliador dijo:

"Por favor señor Ramón, déjeme ir, no me hagan daño, yo voy a decir que les bajen los recursos y que les den un poco mas de tiempo para terminar todo. Por favor señor Ramón, no haga cosas de las cuales se puede arrepentir, mejor hablamos en otro momento y no les interrumpo mas su trabaj…."

No había terminado de decir su frase, cuando el "Oso" no aguantó mas y de manera impulsiva le tapó la boca y la arrinconó. Ella sintió la fuerza de ese hombrón que con una de sus manos callosas le "sobaba" su cuerpo, mientras la otra le cerraba la boca. Margareth, lo miró suplicando, pero el "Oso" la apretujaba mas y mas, restregando su peludo y sudado cuerpo con la perfumada, blanca y limpia piel de ella. El capataz Ramón y el hombre negro apodado el "Burro", reían de placer pero le dijeron al "Oso" que no la maltratara que ella se iba a portar bien. Ramón se le acercó y le dijo en tono amenazante y llamándola por su nombre:

"Mira Margareth, es mejor que se porte cariñosa con nosotros y saldrá todo bien y si empieza a gritar, no la van a oír y si empieza a patalear y a llorar mucho, lo que hará es excitarnos mas y nos portaremos peor. Así que tranquila y se ira bien para su casa, solo un poquito desarreglada y con algunos recuerditos nuestros, entendió"

Ella, con los ojos llorosos movió de manera casi imperceptible su cabeza aceptando obligadamente estas "condiciones". El "Oso", la soltó, pero sin dejarla de mirar lascivamente. Ella quiso cerrar los ojos y Ramón le dijo, que los mantuviera bien abiertos para que los viera a ellos y lo que le iban hacer.

Margareth, como un conejo asustado con los ojos enrojecidos hizo caso. Entonces, los hombres empezaron a desnudarse y ella pudo observar esos cuerpos formados a punta del trabajo duro. Ramón era un tipo flaco, mas bien huesudo y quedó rápidamente desnudo del ansia que tenía. Su pene ya erecto, era como el, largo pero no muy grueso, de unos 18 cm. Le tocó el turno al "Oso", que se quitó su camisa raída, las botas y los pantalones. Tenía un bóxer estirado que se lo bajó de manera violenta. Luego agarró esta prenda sucia y maloliente a orines y sudor rancio y se la paso por la cara a Margareth. Esta, hizo un ademán para quitárselo de encima, pero el "Oso" la forzó para que la oliera y después se plantó frente a ella para que lo viera. Tenía un cuerpo enorme, casi tan ancho como una mesa de billar, extremadamente peludo y su pene era de un grueso descomunal y de unos 22centímetros de largo, con pelos casi hasta el glande. Margareth, quedó petrificada al ver ese descomunal animal que iba a tener encima y empezó a gemir.

Pero, faltaba el "Burro" negro. Este hombre, de un metro noventa de altura se empezó a desvestir y en su cuerpo fibroso sus músculos se marcaban bien. Al quitarse sus pantalones, tenía un pequeño interior en el cual se podía apreciar que su pene no estaba cómodo. Cuando se lo bajó, salio el porque de su apodo: un enorme pene largo y grueso como nunca antes había imaginado Margareth que tuviera un hombre en la faz de la tierra. Era de unos 6 centímetros de diámetro y unos 28 centímetros de largo Esta impresión casi la hace desmayar y el negro soltó una gran carcajada de burla, al ver la cara de Margareth. Estaba petrificada y los hombres aprovecharon su inmovilidad para tomarla entre los tres,

El "Oso" coloco los dos sucios colchones en el suelo, mientras el "Burro" y Ramón la desvestían. Ella anonadada y ellos en un lujurioso éxtasis que como pulpos le recorrían su cuerpo:

Le bajaron el cierre en su espalda y el vestido elegante y negro cayó, quedando en su ropa interior. Esta era negra, haciéndole ver mas blanca aun su piel. Un sostén de push up y un hilo dental que solo cubría el triangulo que formaba sus gruesos muslos donde se encontraba su intima femineidad. Las manos inquietas de Ramón soltaron el sostén y salieron un par de rosados pezones que adornaban los blancos senos. Pero, el "Burro" no tuvo mucho tacto ni paciencia y de un solo tirón le arrancó su hilo dental, quedando expuesta una raja solo cubierta por un pequeño y bien afeitado triangulo de pelos.

Los hombres se volvieron locos al ver ese voluptuoso cuerpo desnudo, casi virginal para ellos. Margareth, reaccionando y de manera instintiva cubrió lo poco que podía de su desguarnecido cuerpo con sus manos y brazos, pero ya era tarde. El "Oso" la agarró por un brazo y la tiró en los colchones. Ramón, en ese momento dijo autoritariamente:

"¡Ya va!, vamos a cojerla, pero vamos hacerlo de manera que podamos disfrutarla, por eso pido que hagamos una rifa. Somos tres y ella tiene tres sitios por donde podemos entrar y vaciarnos. Así, que vamos a rifarnos" Los hombres asintieron y Margareth sintió un escalofrió cuando Ramón menciono los "tres sitios". Ya estaba todo dicho, ya sabia lo que le esperaba. Los hombres se rifaron los tres sitios: Ramón le correspondió su raja, el "Oso" su boca y el "Burro" con aire triunfal, el orificio restante. Ramón, en tono solemne y con caradurismo le dijo:

"Señora Margareth, ya nos repartimos su cuerpo así que vamos hacerla nuestra hasta que quedemos exhaustos"

El "Oso" no espero mas, saltó y colocó sus muslos sobre el cuello de ella de manera que su grueso pene quedara directamente en los rojos labios de Margareth y en tono vandálico le dijo:

"Señorota, abre tu boquita que te voy a meter un verdadero huevo en tu boca, para que lo mames como una becerra hasta que te tragues toda mi leche, oíste, toda"

Y la agarró por su cabello y le metió el miembro en su pequeña boca que tuvo abrirla mas allá de lo común. El sabor acido, el olor fuerte, los pelos que lo cubrían y el tamaño del pene, hicieron que casi vomitara y en un movimiento de protección lo agarró con su mano para evitar que las embestidas de este animal humano la ahogaran. El "Oso" al ver esa blanca y delicada mano agarrándole su pene, no aguantó mucho y se derramó en chorros gruesos y abundantes de semen. Margareth, como pudo lo saco un poco de su boca porque era tal la cantidad que su garganta estaba casi cerrada y el "Oso" siguió lanzando su espesa leche que le bañó la cara, los ojos, el cabello y dejó sus rojos labios y su pequeña lengua cubiertos de este espeso liquido. El "Oso" al reaccionar de su éxtasis, la obligó bajo amenaza a que le lamiera los restos del semen que estaban empegostando su grueso pelo que cubría su pene y sus cojones, para finalmente agarrarla por el pelo y restregar sus rostro entre sus muslos. El rojo de sus labios se mezcló con el blanco del semen y su maquillaje se corrió. Lloró de impotencia y para alegría del "Oso" a cada gemido que ella hacia, tragaba saliva y con esta saliva tragaba semen. Después de haberse limpiado sus cojones y pene, con la hasta ahora limpia cara de Margareth, se levantó para observar lo que iban hacer sus compañeros, que se frotaban sus miembros mientras el animalote del "Oso" hacia de las suyas y así tenerlos preparados para su participación. Ya habían acordado que hacer. Margareth, resignada a su suerte y de manera casi autómata se dejó acomodar por Ramón. Este, separó los muslos de la hembra y pudo observar una hermosa raja rosada que se abría como una flor de cayena. Tragó la saliva que como baba le salía por la comisura de sus labios y metió su cabeza en esa hermosa y fresca rendija olorosa a sexo. Lamió, lamió y lamió y los hombres sintieron que Margareth se empezó a retorcer no precisamente de dolor, sino de una mezcla de rabia, vergüenza y placer escondido. Ramón bebió, el flujo que manaba abundantemente de esa húmeda y cálida raja, como si estuviera sediento y bebiendo de un manantial. Luego, el se acostó en la cama, mirando hacia el techo, mientras el "Burro" levantaba a Margareth, que se hallaba en un estado casi cataléptico. Ramón, con su largo pene como un asta, espero que el negro colocara la raja de Margareth directamente en este miembro, El negro la fue bajando y a medida que iba cayendo el pene del capataz se fue introduciendo en la mas profunda humedad de la cueva vaginal de Margareth. En ese momento ella reaccionó, pero ya se estaba consumando la penetración. Ramón con sus muslos la levantaba y la hacia caer sobre su erecto pene, hasta que a una señal del "Burro", atrajo con un abrazo el cuerpo de Margareth, dejando sus nalgas levantadas. Esta, comprendió lo que iba a pasar y forcejeó para soltarse del abrazo del capataz, pero mientras más se movía, este más la apretraba. Cansada, se dejo caer sobre el sudoroso cuerpo del hombre y en ese momento sintió como dos manos abrían sus nalgas y una cosquilla humedad invadía su estrecho orificio anal. Jadeaba de agotamiento y miedo. El negro, con su lengua y dedos humedecía y abría ese pequeño y ceñido hueco, que poco a poco se iba dilatando, pero al ver el tamaño de la bestia que colgaba entre sus piernas, se veía casi imposible que entrara ahí.

El "Oso" viendo esto e impaciente empezó aupar a su "socio":

"Anda "Burro", dale así, desgárrale ese culo a esa zorra señorona, para que cada vez que se siente, se acuerde del macho que la culió"

El negro entusiasmado se arrodilló y le levantó las nalgas a Margareth, y le colocó la enorme cabeza de su gran pene en la entrada de su culo y empezó a introducirlo lentamente. Cuando, su cabeza abrió el estrecho orificio, un grito de dolor dejó escapar Margareth y Ramón le colocó la sucia sábana dentro de su boca para ahogarle sus quejidos.

La mujer lloraba, el dolor era intenso, las lágrimas corrían por ese bello rostro mancillado de semen, sentía que desgarraban su interior. El negro siguió introduciendo centímetro a centímetro su miembro. Para Margareth era interminable el sufrimiento. El negro seguía, un poco mas, mas, mas, las venas de su pene estaban gruesas, hinchadas de sangre que lo hacían mas duro, mas grande. El orificio del culo de Margareth había cedido y mas y mas carne del negro entraban en las entrañas de ella. Ya faltaba poco, hasta que por fin, solo las enormes bolas colgantes, los cojones como enormes bolsas fue lo único que quedó afuera. Ahora si, empezó la rítmica follada, Ramón por la raja y el negro enchufándola literalmente por detrás. Empezaron, como empieza una locomotora despacio, un poco menos despacio, un poquito rápido, rápido, mas rápido y bien rápido. Margareth esta siendo penetrada por dos machos en celo, que de manera salvaje le introducían sus enormes falos en lo mas profundo de sus esfínteres. Su raja estaba mas húmeda que nunca, su culo se llenó de una baba que aliviaba las embestidas del enorme tubo de carne que rabiosamente la atornillaba por detrás. Ramón, no pudo aguantar mas y soltó su semen que inundo la hermosa raja de Margareth, quedando exhausto. Esto lo aprovechó el negro para despegarla de Ramón. Al levantarla, su vulva hinchada chorreaba de leche. El "Burro" empezó a seguir el solo culiando el sabroso y suculento cuerpo y como un animal cojiendose a su hembra en celo, la agarraba con sus manotas por la cintura y le estrujaba sus tetas y luego la abrazó bien fuerte, quedando pegado como un perro cuando coge una perra, por detrás de Margareth. Era como ver a un Gorila embistiendo con su furia animal a una pequeña, indefensa y frágil gatita. El negrón, sintiendo que su guevo iba a explotar como un volcán derramando su caliente lava blanca, empujo su enorme falo en lo mas profundo del hueco del culo de la mujer y vació sus cojones bien adentro y lo dejó hasta que la última gota quedara allí., Luego de una manera rápida saco su negro garrote y al salir, brotó por el dilatado hueco del culo, un hilo de semen y sangre que fue bajando por entre el cañón que forman las nalgas. El negro, al despegarse la tiró hacia un lado y quedó tembloroso porque parte de su virilidad se escapó por su pene y quedó dentro del cuerpo de Margareth.

Margareth, quedo tirada a los pies del "Oso", que ya repuesto de su "turno" ya tenía su pene enorme levantado y aprovechando la situación, empezó a masturbarse, regando de nuevo la cara de la indefensa mujer de semen, de esa leche viscosa que tanto había acumulado. Al terminar su eyaculación, limpió su peludo palo con el pequeño hilo dental que tenía Margareth.

Los tres hombres, se vistieron, salieron del cuarto. Ramón entró de nuevo y dejó un balde con agua y una toalla, que curiosamente, estaba limpia. Salió de nuevo. Ya reunidos afuera esperaron. Fue como una media hora mas o menos. Margareth salió, caminaba despacio, con pasos temblorosos y cada paso una mueca de dolor. Su cara, ya limpia no estaba pintada, pero a pesar de lo que paso, estaba bella. Sus gruesas y blancas piernas, se veían un tanto enrojecidas y abiertas, estaban calzadas por las altas sandalias que la daban el porte de la potranca elegante que era, a pesar de la situación. Su vestido, cubría sin arrugas su relleno y voluptuso cuerpo. Se recogió el cabello y su cuello se notaba un tanto encorvado. Caminó hacia la camioneta y Ramón se acercó, para abrirle la puerta. Ella lo miró y el le dijo:

"Licenciada Margareth, esta construcción estará a tiempo, cuando usted regrese de nuevo a verla, se lo prometo"

Ella subió al vehiculo y el le cerró la puerta. Al estar dentro de la seguridad del carro, de manera altiva miró a los tres y esos grandes ojos transmitieron algo, que ellos sintieron un tanto nerviosos en cada fibra de sus cuerpos. Encendió el vehiculo y arrancó, dejando en ese sitio, algo mas que el polvo que levantó al salir. La vida ocupada de Margareth, tendrá algo mas en que ocuparse a partir de ese momento.

Nota: Esta es mi primera experiencia como escritor de relatos eróticos. Cualquier comentario que deseen hacer, pueden enviarlo al siguiente correo: jarve74@hotmail.com