La licencia

Una tarde de calor alguien vino a mi despacho a por una licencia.Se la ganó con creces.

LA LICENCIA

Mi nombre es Carmen, tengo 27 años, buen tipo, he de reconocer, aunque no tengo ningún rostro de película. Mi mejor baza, físicamente hablando, quizás sea mi trasero y caderas, pues, cuando los luzco con ropa a propósito para ello, se me vuelven por la calle. Todo esto viene a que, parece ser, el primer paso en los relatos que suelo leer es empezar así, esto es, presentándose y describiéndose a uno mismo.

Lo de leer estos relatos empezó en mi caso a raíz del suceso que os contaré, pues antes no conocía siquiera la pagina web, si bien ahora soy asidua y la recomiendo por doquier a quien puedo contar estas cosas. A mi madre, como que no me la imagino, pero, será la única a quien no se lo he dicho.

A lo que iba. Este pasado mes de julio, a la espera de las vacaciones de verano, me encontraba trabajando una tarde, en mi despacho de Nuevos Ministerios en Madrid. Soy funcionaria, aunque como habréis supuesto el nombre que os di es falso, y no daré, por tanto, más datos por los que se me pueda relacionar con mi trabajo. Eran aproximadamente las 17.00 h. Y reinaba una tranquilidad absoluta en los pasillos, pues a esa hora solo estamos quienes tenemos horas extras por la tarde. Había pasado el turno de limpieza y no quedaba nadie en la planta(o eso creía yo).

Me había entrado un poco de sopor, y me levanté para sacar un documento de un archivador, dando la espalda a la puerta, cuando oigo una voz que, con acento argentino, dice " buenas tardes venía a por una licencia... (no daré más datos)". Yo contesté sin volverme: " pero a estas horas no hay atención al público " y al darme la vuelta: "¡serás payaso! ". No era otro que mi marido Luis, que tiene de argentino lo que yo.

-¿pero que haces aquí?

-ya sabes que estoy de vacaciones y decidí venir a por una licencia de... y de paso ver si estás necesitada de algo.

Yo, inocente de mí, no caía en la cuenta, todavía, de sus intenciones.

- Todavía me faltan dos horas de trabajo ¿ qué vas a hacer aquí tanto tiempo?

- Bueno algo se nos ocurrirá ¿no? Y además yo quería una licencia de... Señora Directora ( otra vez ¡que pesado!-pensé -).¿Usted cree que podría ganármela? .(Esto último con un tono morboso y por demás sospechoso).

Ahora sí, se me cayó la venda de los ojos. Haría falta ser gilipollas para no verlo: venía guapísimo, recién afeitado y cortado el pelo, con un polo rojo y unos Dockers que le quedan de miedo ¡la verdad!.Traía además colgando un pequeño bolso del cual no sabía el motivo, pero no iba a tardar en averiguarlo. He de reconocer que es mejor partido que yo, pues el sí que es un morenazo bien guapo y alto (181 CMS),lo que me convierte en envidia de muchas y algunas amigas me piden ¿en broma? Que se lo preste.

La hora vespertina en que nos encontrábamos, no sé a vosotras, pero a mí me pone la líbido por las alturas, y solo de pensar en las intenciones que traía, me dio un calentón irreprimible. Pero, la verdad sea dicha, soy muy poco atrevida en cuanto al sexo, al menos él es de los que le sorprenden a una, innovan y son creativos, yo sin embargo no llego a tanto y saqué todo mi arsenal de excusas.

-¿ Estás loco?¿Tú que quieres que nos pillen?, Menudo escándalo y que vergüenza pasaría.

- pero en que requisitos estás pensando tú para mi licencia ¡cochina! Yo no he dicho nada.

Se me acercó y abrazándome por la cintura me empezó a besar en la boca. Le separé.

Luis para!.

Pero sin hacerme caso me besó otra vez, siguió por el cuello poniéndome todo el vello de punta, e introduciendo sus manos por debajo de mi blusa, me acariciaba la espalda desde arriba hasta el inicio del culo (zona en mi caso muy sensible).

-Pero tú no te das cuenta de que hay más gente

- Me dijiste que hoy estarías sola en la planta .(El muy cabrito lo llevaba preparando tiempo ha).

- Pero puede venir la señora de la limpieza

- Yo he visto toda la planta como los chorros del oro .Ya ha pasado por aquí.

-Pero Luis...

- He venido a ganarme mi licencia y no me iré sin ella .(Ahí le di otro empujón, estaba sofocadísima, pues nunca había hecho algo así, como mucho en el garaje del edificio dentro del coche, y hacía años.)

-¡Luis para! El subdirector si que está aunque no sea en esta planta y Lucía también que es bien capaz de pasarse a verme. El subdirector también podría ...

-"Algún riesgo hay que correr"- dijo al tiempo que me abrazaba otra vez y me cogía las nalgas con las dos manos ,tras lo cual, empezó a deslizar los dedos entre medias masajeándome la vagina por encima del pantalón. Yo estaba toda húmeda, pues esto último me pone a cien y me corría una corriente eléctrica por toda la espalda de arriba abajo, cosa que solo me ocurre cuando estoy muy caliente y cercana al orgasmo. Y dicho esto me empujó hasta mi silla y me sentó. Siguió besándome al tiempo que metía sus dos manos por debajo de mi blusa y se posesionaba de mis pechos.

Ahora quise negociar.

- ¡Luis! Vamos al servicio y lo hacemos allí ¡anda! Te la chupo si estás tan caliente.

-pero allí no puedes extenderme el certificado que necesito-. Llegados a este punto "quemé las naves", pensando en echar un polvo rápido y acabar, antes de que apareciera alguien.

-¡Cierre la puerta anda!.

Eso hizo y entonces echo mano del bolso que traía. Nuevos sudores vinieron a mi frente al pensar en que habría tramado.

-quítate los pantalones y bájate el tanga-me ordenó-. Ahora el sudor, solo por haberme dicho esto, me corría en los labios (sobre los unos y entre los otros).Iba a protestar de nuevo, aunque sin ninguna gana, cuando sacó una botellita de agua y una toalla. Sabía lo que venía a continuación, pues somos muy escrupulosos con la higiene. Mojó un extremo de la toalla y se dispuso a lavarme.

-¡Vamos, vamos! Tanga fuera, ¡¡cochina!!¿ Que es eso de ponerte el tanga para venir a trabajar? ¿ A quien quieres calentar?. Eso en mi pueblo tiene un nombre.¿A cuantos te has tirado ya aquí?.

-a todo el que viene a por una licencia -le contesté ya puestos. Este era el tipo habitual de comentarios entre nosotros, con la intención de calentarnos, aunque a fe mía, que no me hacía ninguna falta. Tras quitarme el tanguita me senté y acto seguido me lavó con la toalla, mientras suspiraba por su contacto fresquito.

-levanta el culo, ábrete-. Me puso la toalla debajo del culo en previsión de mis flujos, que, de no haber sido así, hubieran perdido toda la tapicería de la silla. Y cantando añadió: "are you ready for a good time?"( Le gustan de sus tiempos más jóvenes los AC/DC).

-¡Calla macarra y chupa de una vez!-. No se hizo de rogar y me dio un lametón caliente y lento de abajo a arriba que quemaba. Me mojó todo el pubis tras repetir tres veces más y hacerme estremecer. Otra vez la corriente eléctrica por mi espalda, me eché hacia atrás en la silla y deje caer la cabeza derretida de gusto.

A Luis le encanta comer coños, lo cual es de agradecer porque no son tantos los tíos con esta pasión gastronómica, además lo hace muy bien, y las ganas que pone se aprecian en el resultado. Os aseguro que, si él quiere, no duráis en sus labios más de tres minutos. Y yo tenía intención de batir el record de tiempo. Con los dedos de una mano, me abría bien los labios y aplicaba los suyos, junto con su lengua, alrededor del clítoris pero sin tocármelo, (el contacto directo no lo aguanto de sensible que se me pone). Y así dando vueltas al clítoris, como el tío aquel a las murallas de Jericó me estaba haciendo estremecer de gusto y placer. Estaba ya al límite, pues la situación me era tan caliente que estaba encendida como una bombilla, sin necesidad de ningún preámbulo más. Fueron sonando una a una las trompetas al ritmo de mis latidos. Ya gemía sin parar y creo que había llegado al séptimo toque de trompeta y vuelta a la muralla dichosa, el colapso era inminente cuando, el muy capullo, sabiendo que me corría, levanta la cabeza y dice:

-¿Estoy rellenando bien el formulario?

-¡calla y chupa maricón que ya me iba a ir y se me corta idiota!. No hace falta decir que estaba salidísima y lo quería ya. No tenía ganas de que empezara a demorarlo, así que le empujé la cabeza contra mi concha. Empecé a gemir, creo que además en alto y entonces me dio un mal rollo inmenso pues me pareció oír tacones.

-¡Luis Luis!, Que creo que viene Lucia-. Y en ese momento se mete debajo del escritorio. Yo me iba a vestir, cosa que jamás hubiera hecho a tiempo, pero me agarro por los tobillos y tiró de mí, haciéndome rodar en la silla hacia la mesa, la cual estaba de costado a la puerta y quedé por tanto de frente a la entrada como si estuviera trabajando.

-¡Arréglate!-. Me dijo."Como si fuera tan fácil" pensé yo,"¿quién me quitaba a mí los sudores, el color, la calor, el olor y la cara de salida que se me pone, que es por demás?".Me arreglé como pude la blusa y el rostro y...

Entró Lucía.

-¿Ahora cierras la puerta? Creí que no estabas.

-¡¡¡eehh!!! (Vaya cara de boba debía de tener).

-¿ Chica, que te pasa? ¿Estás mal?

-¿Pues?- (Con cara de inocente, pero con lo mal que finjo).

-¡Hija! Parece que te acabaras de follar a un tío. (Es así de bruta).

-Sí claro lo tengo debajo de la mesa ¿no te jode?(no podía creer lo que había dicho, y encima Luis se estaba descojonando debajo de la mesa)

-¡Hija! Pues entonces va a ser que follas poco y por eso estas así de borde.

-Perdona Lucia estoy un poco nerviosa porque me dieron a última hora trabajo que no me esperaba y quiero terminarlo.

El cabronazo mientras, me abría las piernas y me daba ritmo con dos dedos en el punto G, yo le dejaba hacer para que no se notara, pero ¡claro! Es que yo me iba a correr de un momento a otro si continuaba. Una tortura más, ahora me acercaba la lengua, como podía, al clítoris pues la postura mía, sentada recta en la silla, no le permitía mucho más.

-¿Y para cuanto tienes?

-No sé. Yo diría que una hora. (¡Por Dios! Si con dos minutos más me bastaba).

-Bueno, pues te dejo y luego me llamas para tomar un café-. Antes de salir se paró en la puerta: -el trabajo que tú haces te sienta fenomenal, estás radiante. ¿ No será un trabajo digital debajo de la mesa el que hacías?-.

-Déjame en paz ¿ te crees que todas somos tan putillas como tú, Cariño?.

-Perdona Bonita, pero yo no soy una putilla, si no una guarrilla que es muy diferente, y aquí la fama la tenemos unas pero otras van de mosquita muertas y ya ya... En fin. Lo dicho, cuando acabes tu trabajito me llamas y nos tomamos un café. Y si no, pues me mandas al tío ese que dices tener debajo de la mesa para que me coma a mí el conejo.

Debí de poner cara de terror, pero ella ya se había marchado y el capullo de mi marido estaba riéndose de nuevo.

-Termina de una vez lo que has empezado que no puedo más-. Me volví a "repachingar" en el asiento y esta vez con la puerta abierta, pues, en verdad, oiría mejor el venir de alguien por el corredor.

-Tu amiga Lucía me necesita.

-Y una mierda. Tú sigue aquí con esto.

Empecé a degustar la merienda de Luis. En cuanto comenzó a meterme la lengua en la vagina inicié por mi parte una serie de jadeos sin ningún control y a tirarle del pelo a Luis. No sé ni lo que hacía. El orgasmo era inminente, estiré mas las piernas, gemía y en ese instante (como me conoce el cabrón, ni que estuviéramos casados) noto que me está penetrando algo grande, húmedo, caliente y vibrante.

-pero pero... - Balbuceaba yo, y como respuesta a mi pregunta me metió el dedo, también lubricado como el vibrador, en mi ano. Exploté, cayo Jericó..

-¡¡Cabrón que gusto me das ¡Aaahh!, No pares, sigue sigue!!

-¡eso es una canción!.

-"¿es que no te vas a callar nunca?". Pero sí que se calló. Y siguió con su lengua alrededor de mi clítoris, metiendo y sacando el dedo en mi culito y el dildo dale que te pego incansable en mi vagina. ¡ Aaaaahhh! –suspiraba-. Fueron dos seguidos y el segundo intensísimo, fenomenal y más largo que la caminata de Kung-Fu. Él quiso seguir, pero yo ya no pude más, su lengua me quemaba cada vez que rozaba mi clítoris. No soportaba el gusto de tan sensible que tenía la zona. Me quedé jadeante en la silla.

El se levanto muy tranquilo de la silla me dio un placentero beso con el que degusté mis mieles y dijo:

-¿ Todo conforme? ¿Tengo la licencia, o cree que tendré que volver mañana como Larra?.

-Espera que te voy a dar la licencia-. Me levanté, tras sacarme al "incansable" que seguía trabajando dentro de mi cueva y le pregunté con el vibrador en la mano : -¿y esto?.

-¿Pero no era necesario junto con el certificado de empadronamiento?. Lo he comprado esta mañana.

-Espera que te lo voy a sellar yo a ti por detrás, vicioso, guarro, esta te la guardo. ¿ Si nos llega a ver Lucía, que?.

Sin embargo, creo que hacía mucho tiempo que no disfrutaba tanto y todavía estaba salida como una perra en celo, así pues... Me puse de rodillas sobre la toalla, le desabroché el pantalón, que cayó al suelo, y le mordí el miembro que pugnaba por salir de su slip. Lo saqué sin mas y me lo metí en la boca, comencé a subir y bajar y a darle lengüetazos en la punta. Se sentó en la mesa, yo le acariciaba y pellizcaba los huevos al tiempo que la tragaba tan profundamente como podía, cosa que no se me da nada mal y les encanta a todos. Ya notaba que le faltaba poco cuando me retira y me dice que espere, que me quiere disfrutar un rato más.

-¿¡Disfrutar!, Desde cuando disfrutas tú con el papeleo de las licencias?.

Me tumbó boca abajo en la mesa y empezó a follarme desde atrás agarrándome las nalgas y dándome azotes de vez en cuando al tiempo que decía: " ¿te gusta este informe?". Esto me empezó a excitar de nuevo, pero el peligro era que, en esta postura, Luis es como la espumilla de la gaseosa, que se va enseguida.

-Tranquilo, no te corras que me viene otro. Sigue así, así. No me des azotes que se tiene que estar oyendo en todo el edificio ¡capullo!.

-Te gusta eh.. Pues espera a ver esto- Me acercó el vibrador al clítoris pasando la mano por debajo y vuelta el dedito a mi puerta trasera.

-¡¡¡Aaaahhh!!!. Me voy otra vez ¡¡Que guuusto!!.

Mis flujos empapaban la mesa. Me la sacó, pero me clavó el vibrador de nuevo. De repente se puso a quitar bandejas y papeles de la mesa.

-si que te ha dado fuerte lo de la licencia. ¿De verdad vas a rellenar informes?.

-Tú quieta ahí.

Cuando limpió un lado de la mesa, me hizo girar ligeramente, de manera que conformaba un triángulo rectángulo, con dos aristas de la mesa como catetos y yo misma como hipotenusa. Sabía cual era su intención, pues no era la primera vez. Mi coñito y mi boca quedaban en los bordes de la mesa a su disposición, para ser abordados fácilmente. Vuelta a sacarme el vibrador e insertarme el de verdad. Tras 4 u 8 embestidas, notaba su polla a punto de reventar. Me la sacó, me puso de nuevo el "tapón" vibrante y para terminar se acercó a mi boca donde me la metió y tras 2 vaivenes se vino en mi diciendo "¿ me das la licencia o no putilla?".

Cogí un sello del ministerio, lo mojé en el tampón y se lo estampé en el culo, tras escupir en la papelera, diciendo: "APROBADO".

¡Dios! ¡Que tarde!.Nos vestimos, nos lavamos en el baño, y me refresqué. La blusa estaba de pena. Me despedí con un profundo beso y agradeciéndole la tarde de trabajo que me había hecho pasar.

Ya más tranquila y relajada me acerqué a ver a Lucía a su despacho sin llamarla previamente. Somos muy buena amigas y confidentes. Ella es muy graciosa, directa y espontánea. A menudo nos cuenta a las compañeras sus aventuras(es soltera y disfruta a tope) en las cuales nos exagera tamaños, detalles y lo que haga falta para hacernos reír. Sin embargo no estaba en el despacho, me extrañó y me acerqué al baño de su planta. Cual sería mi sorpresa al escuchar gemidos ahogados en uno de los baños y acercarme para reconocer en ellos a Lucía. La puerta estaba solo entornada, y aun no sé como tuve la indiscreción de abrir la puerta. Pero el caso es que allí estaba la buena de Lucía en una imagen de película: sentada sobre la tapa del vater, los ojos cerrados, la cabeza hacia atrás, la braguita en el suelo, las piernas abiertas y la falda subida en la cintura. Los dedos volaban entre los gruesos labios brillantes por los jugos.

-Pero Lucía-. Dije yo toda azorada. Abrió los ojos.

-Déjame en paz mosquita muerta. La culpa es tuya. Mira como me has puesto tú y tu marido. ¡Que manera de follar! Y parecía tonta la muy guarra.

-¡¡¿Nos has visto?!!

-Lo he visto todo Bonita, y eres un pendón y una vergüenza para el orden público. ¡Vaya como te la tragas!.

-¿ Cómo te has atrevido?-. Encima no paraba y seguía dándose dedo.

-¡Guapa!. Aunque se escondiera debajo de la mesa se te notaba cachonda, y la próxima vez oculta el tanga porque estaba a la vista en el suelo.

-¿Pero como...?

-Yo creía que te estabas haciendo un dedo. Así que me acerque en silencio al despacho de Paco, me subí en la mesa y alcancé al tragaluz que da sobre tu despacho. ( Efectivamente hay unas comunicaciones en lo alto de los tabiques a manera de ventanitas con cristales).

-Lucía, esto no me lo esperaba de ti, me parece demasiado... ¿mi intimidad que...?

-¿ Pero que intimidad?.¡Pija hipócrita! Esto es un ministerio público y tú le estabas dando un certificado. Además eres tan viciosa como yo.

- Es que él vino con esto planeado por sorpresa y.... Ella seguía masturbándose de forma posesiva. Yo alucinaba con los ojos como platos.

-Y por eso después de correrte una vez se lo hiciste tú a él, para ponerle las pólizas al certificado ¿verdad?-. Me eche a reír. Tenía respuesta para todo y no podía enfadarme con ella por la forma que tiene de decir las cosas.

-¿ Quieres dejar de mirarme y cerrar la puerta tortillera?. Se te van los ojos. Así que por que no me mandas al solicitante de licencias o al vibrador o te bajas tú a mi fuente a beber ¡joder! Que estoy muy necesitada.

-Hasta luego. Te espero en la cafetería-. Salí corriendo toda agitada.

En fin y para concluir: nos reímos de lo lindo recordando lo ocurrido delante de un café. Nos reímos de lo lindo mi Bendito y yo cuando le conté que nos habían visto. Me contó de esta página web y de lo burro que se ponía con ella, lo cual le había llevado a idear su plan. Pero chicas, los días que me restaron hasta las vacaciones los pasé en carne viva deseando cepillarme a todo solicitante de algo, aunque fuera de un clip. Cuando me reincorpore en septiembre espero que se me haya pasado la calentura.

Pero hay dos ideas que no se me van de la cabeza estas vacaciones: una es la de Lucía masturbándose y pidiéndome que le comiera su coñito, (nunca me han atraído las mujeres, pero reconozco que ahora me da mucho morbo imaginarlo y ya no sé que pensar).Y la otra es la de Lucía pidiéndome ( como lo había hecho otras veces ¿en broma?) Que le prestara a mi marido para probar su pluma de rellenar formularios como lo llama ahora. Además, me añade que, ella no le haría ascos como yo, vaciando la tinta en la papelera. Pues :¿sabéis que me lo estoy pensando?.La verdad es que estoy desatada y a él seguro que le gusta la idea. Como regalo de cumpleaños para devolverle el favor no estaría mal.

Besos y buen sexo.

PD. : Si no queréis andar por ahí como gatas en celo, salir corriendo si vuestro marido os hace una visita al trabajo. Palabrita de una buena chica.