La liberación de Alma
Ni siquiera lo pensé, ya no era la Alma que entró a trabajar por la mañana, era otra Alma, la Alma lujuriosa y cachonda, la Alma puta que siempre llevé dentro.Ni siquiera pensé la respuesta, porque ya la sabía.
Hola, mi nombre es Alma, tengo 22 años, y me gustaría contaros mi historia.
Hace unos meses me despidieron del trabajo, y me quedé en la calle, con unos pocos meses de paro, y con una hipoteca que tenía que pagar sola, porque me compré el piso en un arrebato de independencia femenina.
Me puse a buscar trabajo inmediatamente, por supuesto. No soy muy exigente y tampoco necesitaba un sueldo excesivamente alto, no soy una persona muy derrochadora, mi único capricho extravagante ha sido el piso, ni siquiera tengo coche, y lo más caro que tengo es el amplio juego de vibradores y juguetes sexuales que guardo por la casa… así que un sueldo normal me basta. Una mañana, al salir de una entrevista de trabajo, me encontré en el ascensor con un antiguo compañero de trabajo. Sergio había trabajado en la misma empresa que yo hacía como un año, pero se marchó, y no volví a saber de él. Era un tío atractivo la verdad, y me había tirado los tejos un par de veces en la oficina, y la verdad es que hasta pensé echarle un polvo en el cuarto de la fotocopiadora… pero en mi empresa eran muy estrictos con esos temas, y yo no quería arriesgarme a que me descubrieran, así que lo dejé pasar.
Pues nos fuimos a tomar una caña los dos, para ponernos al día, y en la conversación dejó caer que en la empresa que estaba trabajando ahora estaban buscando secretarias, que no sabía si yo encajaría en el perfil que buscaban, pero que si estaba interesada podía conseguir meterme en el proceso de selección. Me sentó un poco mal la insinuación, pero le dije que sí, nos dimos los teléfonos y esas cosas, y nos despedimos. Una semana más tarde me llamaron de su empresa, para citarme para la entrevista previa para el puesto de secretaria de dirección. ¡Secretaria de dirección! Estuve allí casi cuatro horas. La psicóloga que me hizo la entrevista me preguntó de todo, rellené varios cuestionarios con las preguntas más personales que he contestado en mi vida, sobre todos los aspectos, trabajo, familia, amigos, mis gustos, mis aficiones, temas sexuales. Yo que sé, de todo, salí mareada y todo.
A los tres días me llamaron. Había pasado la primera entrevista. Me citaron para el día siguiente. Me pasé toda la tarde preparándome. Primero me fui de compras, me compré una falda tubo negra entallada por medio muslo, con la abertura por detrás, y una camisa blanca vaporosa que dejaba transparentarse mi sujetador de encaje blanco lo justo para insinuar pero sin llegar a ser provocadora. Y para completar el conjunto unos tacones negros de aguja de vértigo, de los que me gustan. Después me fui a la peluquería y a la esteticista, que me dejó sin un pelo en el cuerpo...
Por la mañana me levanté temprano y me puse todo el conjunto. La verdad es que estaba de vicio… siempre he sido una mujer guapa, tengo el pelo castaño con reflejos dorados, todo natural y bastante largo. Los ojos verde oscuro, con un toque marrón en el centro. Soy delgada pero tengo curvas, mis pechos son generosos, con esa camisa solo se me adivinaba el principio del canalillo, perfecto. La falda dejaba al descubierto mis piernas justo lo necesario, y resaltaba mi culito respingón, la joya de la corona… Me maquillé lo justo porque soy de esas mujeres que con mucho maquillaje parezco una puta. Cogí un taxi, que ese día era un día especial, y me planté allí con toda la intención de conseguir aquel trabajo.
Nada más llegar me informaron que el director directamente quería verme. Cuando pasé a la entrevista, lo primero que sentí fue calor. Ese hombre tendría algo más de cuarenta años, con el pelo negro ya canoso en las sienes, un cuerpo que o estaba muy bien trabajado en el gimnasio o le sentaba muy bien el traje, o las dos cosas, y sus ojos… unos ojos grises como el hielo que parecían ver a través de mí. Me estrecho la mano muy correcto, pero se me mojó todo el tanga, no había tenido una reacción así hacia mucho… y noté como él también me estudiaba detenidamente, y capté un brillo en su mirada y un leve asentimiento, con lo que supe que le gustaba lo que veía. Como a mi… ¡Dios, que calor hacía!...
La entrevista fue más o menos como la de la psicóloga, pero quizás con un poco más de tintes sexuales… supuse que el jefe quería algo más que trabajar conmigo, lo que, después de ver a aquel hombre, no me disgustó, y yo estaba totalmente cachonda ya con tantas preguntitas… Siempre me ha gustado mucho el sexo, soy una persona nada cohibida, me gusta experimentar, todo lo que puedo, con todo tipo de hombres, y este me gustaba especialmente. La decisión se tomaba esa mañana, asique me dejaron allí esperando dos horas, mientras esperaba noté un ambiente rarito en esa oficina, no sabía definir qué, pero algo raro había allí. Y por fin me llamaron. Me eligieron a mí!! Me llevaron a una oficina donde me enseñaron un contrato con miles de cláusulas de confidencialidad, una cosa súper blindada, con un mes de prueba, y luego indefinida! Lo leí todo lo mejor que pude y lo firmé! Tenía que hacerme unos análisis médicos súper completos, política de la empresa, y cuando estuvieran los resultados empezaría a trabajar.
El día después de recibir los resultados, todo perfecto por supuesto, me planté en el despacho de mi nuevo jefe toda emocionada, súper dispuesta… y súper cachonda solo de pensar en ese hombre. Me pidió que me sentara y me explicó con esa voz sensual que mi trabajo no consistiría solo en ser su secretaria, que había otras ciertas obligaciones que iban aparejadas al cargo, cosas de la política de la empresa para mejorar la productividad, que todos los empleados trabajaban bajo la misma política, y que por supuesto era libre de marcharme si no estaba de acuerdo, que el contrato se rompería. Yo asentí, sin ser capaz de decir nada, hipnotizada por esa boca que quería tener en mi coño… mi mente volaba libre cuando se puso de pie y se colocó delante de mí. Se desabrocho la chaqueta y se la quitó despacio, se abrió la bragueta y ¡oh! sorpresa! Se sacó un pollón enorme medio empalmado del pantalón. Me quedé de piedra… Alcé la vista flipando, y su expresión había cambiado por completo, era casi dura, pero podía ver que estaba tan cachondo como yo…
- Chúpame la polla Alma.
- ¿Perdón?
- Que me chupes la polla, ahora.
Oh joder! No sabía muy bien que estaba pasando, ni sabía qué coño me pasaba a mí, sabía que tenía que levantarme indignada, y salir de allí, pero no podía… ¿ese hombre quería que yo fuera su secretaria y su amante? Y ¿porque no me indignaba sino que me ponía más cachonda aún?
- No voy a repetirlo Alma.
No me estaba pidiendo que se la chupara, me lo estaba ordenando! No sé qué le pasó a mi cuerpo, o a mi mente, pero me incliné sin dejar de mirarle a los ojos, y me la metí en la boca. Ahí perdí la poca cordura que me quedaba. El tanga lo tenía empapado. Sabía a hombre, a fuerza, estaba como loca con esa polla en la boca, la recorría con la lengua, le mordisquee suavemente la cabeza en forma de seta, y volvía a la lengua, por arriba y por abajo, luego me metí las pesadas bolas en la boca, primero una y luego la otra, y las saboree. Pero volví a su verga, esa verga podía volverme loca, ya erecta podía medir veinte centímetros fácilmente, estaba a mil comiéndome esa polla y disfrutándola, cuando mi jefe se movió por primera vez.
- De rodillas Alma, las manos en los muslos.
Sin pensarlo siquiera me arrodillé y me coloqué como me había dicho. Estaba tan cachonda que ya no podía más, me dolían los pezones apretados contra el sujetador, totalmente erectos, y estaba tan mojada que mi coño podía chapotear…! Me dolía por dentro, necesitaba esa polla, y la necesitaba ya. Pero él me había ordenado otra cosa, y yo obedecí. Estaba obedeciendo los deseos sexuales de mi jefe sin rechistar, y estaba cachonda! Estaba siendo dominada por mi jefe y me estaba encantando!
Me agarró la cabeza con las dos manos, y de improviso me metió toda la polla en la boca, hasta la garganta. Y siguió haciéndolo, una y otra vez… me estaba follando la boca! Eso era algo que nunca había querido hacer, y aquí estaba, de rodillas en el suelo, con la boca abierta, y la polla de mi jefe en la garganta! No podía más, intenté levantarme la falda un poco para llegar a mi tanga y poder aplacar un poco el calor de mi coño yo misma, pero no me lo permitió.
- No creo haberte dicho que te toques Alma. No te correrás si yo no te doy permiso, solo te correrás cuando yo lo estime. ¿Entendido?
Con su polla en mi garganta, que él seguía follando, levanté la vista y conseguí asentir levemente. Volví a colocar las manos donde él las quería, y el empezó a aumentar el ritmo, siguió así unos minutos y de repente, sin avisar siquiera, se hundió hasta el fondo y se corrió, obligándome a tragar toda su corrida si no quería ahogarme.
Se retiró despacio, y me miró. Yo no podía ni moverme. No podía creerme lo que había hecho, y él se había corrido en mi boca sin preocuparse. Mi mirada de pánico debió entenderla.
- No tienes que preocuparte, aquí todos tenemos análisis completos cada mes, todos los empleados están totalmente limpios de cualquier enfermedad sexual o de cualquier otro tipo. No me gustan los condones, me gusta ver mi lefa chorreando del coño o el culo que me follo cuando termino, así que como no estás protegida contra el embarazo hazlo ya. Te daré el tiempo necesario para que lo soluciones.
- Gra… gracias… señor.
Estaba totalmente petrificada en el suelo, seguía allí, de rodillas, sin poder siquiera moverme. Sentía en la boca el gusto de su leche, y sorprendentemente después del numerito seguía totalmente cachonda!
Se dirigió a su mesa y llamó a alguien, al que pidió que subiera a su despacho. Al oír eso intenté ponerme de pie.
- No te muevas.
Y no lo hice. Estaba como en otro mundo. Su voz me enviaba descargas eléctricas directas al coño. La puerta se abrió y escuché una risa familiar detrás de mí. Giré la cabeza y allí estaba Sergio.
- Vaya, vaya, jefe, veo que la pequeña Alma ha sido una buena chica.
- No está mal, está un poco desentrenada pero tiene instinto. Creo que ahora está un poco cachonda, y yo acabo de correrme en su boca, así que porque no le das la bienvenida a la señorita a nuestra pequeña empresa…
- Será un placer jefe.
- Alma, desnúdate y al sofá.
Oh! Por dios! ¿Ahora iba a follarme Sergio? ¿Qué estaba pasando aquí?
- No quiero tener que volver a repetirte las cosas Alma, es la segunda vez, que no haya una tercera.
No sé por qué, quizás por el tono suave y peligroso con el que me dio la orden, o por la mirada de sus ojos, pero hice lo que me pidió de inmediato y otro chorro de crema salió de mi coño, estaba totalmente perdida en la lujuria…
Sergio se acercó a mí decididamente, me lanzó una sonrisa cómplice y sentándome en el sofá me inclinó hacia atrás y me separó las piernas. Sin vacilación se arrodilló delante del sofá, inclinó la cabeza, y me paso toda la lengua por mi lloroso coño. Casi me corro ahí mismo…
- Está totalmente mojada, totalmente cachonda jefe.
Empezó a comerme el coño con decisión, pero sin dejar que llegara al filo, cuando estaba llegando se separaba, me estaba matando, de puro placer y frustración.
- Prepárale el culo Sergio, esa va a ser tu comisión por haberla traído.
- Será un placer jefe, muchas gracias.
No podía hablar, las sensaciones corrían por mi cuerpo, estaba como loca, retorciéndome bajo aquella lengua, con las manos enterradas en su pelo atrayéndolo hacia mi coño dolorido y necesitado, gimiendo desesperada por la liberación…
Metió dos dedos en mi coño, ansioso y abierto para su polla, y bajó la lengua hasta la entrada de mi culo, y empezó a rodearme el ano, lamiendo y mordisqueando, yo no paraba de gemir.
- Por favor, por favor… ahhhh
- ¿Qué quieres preciosa? Ahh Alma, siempre he sabido que eres una pequeña puta, deseosa y ardiente… Sabía que ibas a encajar perfectamente aquí.
- Ohh si Sergio, soy una puta, soy tu puta…. Por favooor, fóllame ya por favooor!!
En ese momento mi jefe se levantó de su silla. Sergio se apartó de mí inmediatamente, y se quedó arrodillado delante de mi coño. Yo gemí de pura frustración, me quejé, y él se acercó a mí despacio, sin dejar de mirarme a los ojos, se inclinó despacio.
- Alma, tu eres MI puta, solo mía. Yo dejaré que te folle quien yo quiera y como yo quiera, pero eres mía. Y no volverás a pedirle a nadie que te folle, eso es decisión mía, ¿entendido?.
Otra vez esa voz…
- Sí señor.
- Bien, ahora dile a Sergio que es exactamente lo que quieres que te haga.
- Quiero… es decir, me gustaría que me follara ahora… señor, si le parece bien claro…
- Eso está mucho mejor, aprendes rápido Alma. Te voy a dar un premio por ser tan rápida.
Mientras se sacada de nuevo su polla medio erecta del pantalón le hizo una seña con la cabeza a Sergio, que seguía en el suelo mirándolo, y éste volvió inmediatamente a su tarea.
En el primer gemido que solté mi jefe volvió a meterme la polla en la boca, mientras Sergio empezaba a meterme la lengua en el ano.
Yo ya no sabía ni donde estaba, estaba fuera de mí, no era yo, era otra persona, una que tenía dentro desde siempre pero a la que nunca había dejado salir del todo. Solo había placer, una especie de torbellino que me recorría todo el cuerpo, como lava por todas mis venas.
Sergio sacó la lengua de mi culo, y me metió por fin un dedo. Un solo dedo. Volví a gemir de frustración.
- Vaya, vaya jefe, esta putita está deseosa, y creo que este culito no es virgen señor.
Me sacó la polla de la boca y me miró.
- ¿Quién te ha follado el culo Alma?
- Nadie señor.
Cambió su mirada otra vez, y le hizo un gesto a Sergio, que sacó el dedo que me penetraba el culo y se retiró.
- No puedes mentirme Alma, nunca. Si te hago una pregunta, respondes con la verdad. ¿Está claro?
Estaba allí abandonada, desnuda, caliente y mojada, con el fuego en las venas, ¿y no iban a tocarme?
- Nadie me ha follado el culo señor, he sido yo. Tengo algunos… ejem… juguetes…
El jefe sonrió ante mi sonrojo, y le hizo una seña a Sergio para que continuara, solo que esta vez regresó con dos dedos dentro de mi culo. Aullé de placer, hasta que se volvió a incrustar una polla en la garganta.
- ¿Lo ves Alma? Así es como hacemos las cosas aquí. Si tú haces las cosas como es debido, yo seré bueno contigo. Vas entendiendo. Me gusta Alma. Vas a ser una putita muy buena. De las mejores. Y tienes una boca perfecta.
Sergio cambió en ese momento de posición. Me sacó los dedos del culo, y miró a mi jefe, que asintió con la cabeza. Entonces se puso de pie. Mi jefe se salió de mi boca también.
- De rodillas alma, como la perra que estas empezando a ser. Enséñale a Sergio ese culito que se ha ganado.
Esta vez ni siquiera me paré a considerarlo. Inmediatamente me incorporé, y me puse de rodillas en la alfombra, con las manos apoyadas, levantando bien el culo pidiendo lo que era mío.
- Eso es. ¿Ves que fácil es Alma? Ahora tendrás lo que estás pidiendo.
Y volvieron a mí. Los dos. Mi jefe volvió a enterrarse en mi boca, y oí a Sergio escupir. Sin más, sentí la cabeza de su polla presionando mi agujero. Gemí.
- O siiiii, eso es pequeña puta… gime, quiero que gimas en mi polla. Adelante Sergio, rómpele el culo a esta perra, quiero sentir sus gritos en mi polla mientras le follo la boca.
Y me la clavó. Hasta el fondo. De un solo golpe. Creí que iba a desmayarme de puro placer. Un placer como no había conocido nunca. Un placer blanco, que me entro desde el culo y me recorrió todo el cuerpo, con unos tintes de dolor, excitante, poderoso. Grité, lo que hizo que mi jefe se estremeciera.
- Siiii, eso es Alma, grita, siéntelo en tu culo, gritaaa.
Empezó a follarme el culo lentamente, pero con embestidas largas y potentes. Empezó el juego de sacármela del todo, y entonces me la volvía a meter de golpe, entera, y volvía a sacármela.
Yo estaba loca, no quedaba ni un gramo de cordura en mí, podría haber suplicado, rogado, por esa polla, gritaba desesperada, haciendo vibrar la polla de mi jefe en mi boca. Los quería más dentro, más fuerte… Empecé a apretar las paredes de mi culo, y Sergio pareció enloquecer.
- Ohhh dios Alma, que culo tienes… eso es, aprieta mi polla, ordeña mi verga con tu culo putaaa. Te lo voy a romper zorraaa, siente como te lo rompo…
Noté como Sergio empezaba a perder el control detrás de mí, sus embestidas eran cada vez más fuertes, yo no podía más, necesitaba correrme ya, pero no iba a volver a intentar tocarme a mí misma otra vez, él no me había dado permiso para correrme todavía. Esta vez iba a ser lo que mi jefe quería que fuera. Sabía, en el fondo de mi ser, que él me daría lo que necesitaba. Pero lo necesitaba ya!
Sergio estaba follando mi culo con fuerza, pistoneaba dentro y fuera y me impulsaba contra la polla de jefe, que ya no tenía que moverse para follarme la boca, los impulsos de Sergio hacían el trabajo por él.
Entonces me liberó la boca, me sacó la polla de la garganta y se inclinó hacia mí, que lo miraba con los ojos perdidos, loca de lujuria. Me acarició dulcemente la mejilla y sonrió, una sonrisa peligrosa, casi autoritaria, y puramente sexual.
- Ahora pequeña Alma, vas a empezar la prueba final. Sergio te va a llenar el culo de leche, y luego lo haré yo. Y no quiero que ni una sola gota se escape de ese culo de puta que tienes. Ni una gota Alma, ¿entendido?
- Siii señoooor.
- Pero antes, como lo estás haciendo muy bien para ser el primer día, te voy a dar un “adelanto”. Sergio, deja que se corra.
- Ohhh siiii, gracias señoooor
Las embestidas de Sergio se hicieron más fuertes si cabe, y con una mano me rodeo la cintura y me agarró el clítoris, tan hinchado y solitario, con dos dedos, comenzando un movimiento de ordeñe, suavemente… No era suficiente, necesitaba más. Mis gemidos ahora eran gritos, de pura locura, lujuria, y placer.
Entonces apretó toda su verga dentro de mi culo, y me apretó más fuerte mi pequeño botón mientras se corría gritando dentro de mi culo.
Y salí volando, con un orgasmo terrible, de los que te dejan sin sentido, vi luces, y estrellas, y grité, como una loca, pidiendo más, mientras chorro tras chorro caliente me llenaba el culo.
Cuando me quedé un poco quieta para recuperar el aliento, Sergio soltó mi coño, y empezó salirse despacio.
- Recuerda Alma, ni una gota. Ahora túmbate boca abajo, con las piernas cerradas.
Esta voz peligrosa otra vez. No podía tumbarme porque los músculos de mi cuerpo parecían no querer moverse, así que apreté el culo para que no se me saliera la lefa de Sergio, y simplemente me dejé caer. Mi jefe no dijo nada, se sentó sobre mis piernas, con la punta de la polla sobre mis nalgas.
- Ábrete el culo Alma, con las dos manos, separa tus nalgas para que pueda ver ese culito de puta que tienes. Y por ser tan buena Alma, dime, ¿qué quieres que haga?
Levanté los brazos despacio, y los puse sobre mis nalgas, y las separé, para que él pudiera ver mi agujero enrojecido, apretando ligeramente para que no se saliera mi premio, y suspire satisfecha al sentir dentro la leche de Sergio.
- Lléname jefe, dame tu lefa, lléname el culo de leche. Quiero sentirme llena y que se me derrame porque no cabe más, quiero sentiros dentro, hazme tu puta jefeee, por favooor….
- Eso es puta, eso es justo lo que voy a hacer.
Me la clavó de golpe, como antes hizo Sergio, y yo volví a gritar. Quería más, quería sentirme llena con su leche. Casi ni se movió. Me la dejó dentro, y dio dos sacudidas profundas, dos estocadas fuertes, y lo sentí.
- Tomaa putaa, ahí la tienes, toda en tu culoooo. Siente mi leche, siente como te llenas de lefa putaaa.
- Siiiiiii, oh SIIIIIIIIIIIIIIIIIIII!!!!
No sé cuánto estuvo dentro de mi culo, no sé cómo pudo correrse tan abundantemente después de la mamada que le hice antes, y de todo lo que me tragué, pero sentía el culo rebosante, lleno de leche totalmente, y el ano abierto, palpitante, demandando más polla.
Cuando se salió tuve que hacer un esfuerzo para que no se me derramara todo. Y no podía moverme.
- Muy bien Alma, puedes levantarte.
- Pero señor, si me levanto se me saldrá toda la leche.
Se quedó callado un segundo, y temí haber hecho algo mal. Pero de repente lo oí reírse suavemente.
- Sí señor, aprendes rápido, pero que muy rápido pequeña Alma. Quédate ahí un segundo.
Le oí moverse, pero no me moví. Estaba allí petrificada, sintiendo el culo rebosante, y… disfrutándolo.
Entonces volvió, sentí algo frio primero en la entrada de mi culo, y luego estuvo dentro. Un tapón. Me había puesto un tapón de goma, de los que yo usaba para jugar, dentro del culo. Pero este era ligeramente más grande de los que yo solía usar. Y me gustó, me encantó, y se me escapó un gemido.
- Eso es pequeña puta, siéntelo en tu culo. ¿Te gusta verdad? Eres toda una adquisición… Ahora levántate y vístete, y te diré lo que tienes que hacer.
Despacio me puse de pie, sintiéndome llena, y me vestí. Me arreglé un poco el pelo con las manos, y me pasé los dedos por debajo de los ojos para controlar los desperfectos del rímel. Sentía como mi culo palpitaba, totalmente estirado, y lleno, lleno de leche, y lleno de polla, aunque fuera de goma. Estaba tan cachonda otra vez…
- Ahora Alma, vas a irte a casa. Mañana empezarás el trabajo de oficina y el papeleo, por hoy es bastante. Abajo hay un coche esperando. Quiero que te subas al coche, y le digas al chofer lo que llevas en el culo, y quien te lo ha puesto ahí. Cuando llegues a casa déjatelo puesto todo el tiempo que puedas. Después puedes quitártelo, y limpiarte, pero te lo vuelves a poner. Quiero que lo tengas puesto toda la noche. Tienes permiso para correrte todas las veces que quieras mientras no estés en la oficina, pero solo contigo misma, puedes masturbarte, usar todos los juguetes que quieras, pero ninguna polla, ni lengua, ni ninguna persona entrará en ti si yo no lo digo, ¿has entendido eso Alma?
- Sí señor, lo he entendido.
- Y mañana por la mañana, antes de venir a trabajar, quiero que te limpies bien, utiliza un enema, y vuelves a colocarte el tapón. Cuando llegues aquí quieto tu culo bien lleno, bien abierto, y dispuesto.
El coche te recogerá a las ocho. Cuando estés en el coche te llamaré para decirte que tienes que hacer a continuación.
¿Lo has entendido todo Alma?
- Si jefe
- Bien. Ah, una cosa importante. ¿Estás de acuerdo con los términos de tu contrato, con el trabajo que debes realizar aquí, y con las condiciones de la empresa?
Ni siquiera lo pensé, ya no era la Alma que entró a trabajar por la mañana, era otra Alma, la Alma lujuriosa y cachonda, la Alma puta que siempre llevé dentro. Y con el culo estirado, lleno de leche y taponado, los ojos brillantes y le cuerpo caliente y excitado, ni siquiera pensé la respuesta, porque ya la sabía.
- Sí señor, estoy de acuerdo. Soy suya, soy su puta hasta que usted disponga lo contrario señor.
Me sonrió. Una sonrisa perfecta y lujuriosa, que hizo que mi coño estuviera chorreando otra vez.
- Perfecto. Ah, cuando estemos aquí dentro, señor o jefe, cuando estemos fuera, Arturo. Hasta mañana Alma
- Sí señor. Hasta mañana señor.
Salí de allí siendo otra mujer. Una mujer cuya vida empezaba de nuevo.
Ese fue el primer día de mi nueva vida.
Os contaré más, Si Arturo me lo permite…