La Leyenda del Castigador (1)

El relato plantea un mundo hipotético desgajado de la galaxia en el que la colonización humana ha provocado, por algún extraño efecto, la aparición de una proporción 1/10 de Hombre / Mujer, creando una inversión total de nuestro concepto de rol social.

La Leyenda del Castigador 1

Un homenaje a El Hombre Estrella

Breve explicación introductoria: Este relato esta ambientado en la obra de Gabriel Bermudez Castillo / El Hombre Estrella, una de las perlas de la ciencia ficción en lengua española. El relato plantea un mundo hipotético desgajado de la galaxia en el que la colonización humana ha provocado, por algún extraño efecto, la aparición de una proporción 1/10 de Hombre / Mujer, creando una inversión total de nuestro concepto de rol social. Aquellos afortunados que ya conozcan la obra reconocerán detalles y guiños directamente, para los esforzados lectores que desconocen esta pieza intento introducir elementos explicativos de este mundo sin sobrecargar la lectura.

De pequeño solo recuerdo el olor a mar, son mis primeros recuerdos, ese olor salado que entraba por las ventanas. Cuando pude sostenerme lo primero que hice fue alzarme a la ventana. Una visión increíble se abrió ante mí, un infinito azul cubría toda mi visión, parecía quieto pero cuando lo mirabas percibías la constante vibración del movimiento y el sonido. Después mi atención se fijo en las aves, durante días y días no deje nunca de mirarlas, envidiaba su libertad, allá arriba viendo todo el mundo.

Memorias del Castigador, Editorial Asumta Vallona, San Cotaldo

Porque para Hal el mundo era solo las habitaciones cerradas de su casa. Su madre lo mantenía escondido y encerrado.

Creció encerrado entre cuatro paredes, mortalmente aburrido el aprendió a leer con la necesidad feroz de conocer más y de ocupar la ociosidad. Leyó con pasión, uno tras otro todos los libros que había en la casa. Una Yanki en la Corte de la Reina Ginebra, Las aventuras de Simbad la Marina, Las Tres Mosqueteras o la Condesa de Montecristo, esa novela le impacto especialmente, se sentía identificado con la joven condesa injustamente encerrada, como el, por sus perversas enemigas, que incluso llegaban a robarle el hombre de sus sueños!, menos mal que al final se vengaba de todas.

Su madre le traía todos los que podía encontrar, siempre editados en papel basto, con tipos de ordenador, algo borrosos y por la sempiterna editora Asumpta Vallona.

Otro de sus recuerdos juveniles más impactantes, tenía diez años cuando escucho gemidos en la habitación de su madre, se asomo en silencio a mirar. Allí encontró a su madre tumbada sobre la cama con las piernas abiertas, acariciando con fruicción la parte interior de sus piernas mientras con la otra mano sujetaba unos papeles con fotografías que Hal nunca había visto.

Cuando al día siguiente su madre se marcho dejándole encerrado en la casa, Hal registro cuidadosamente toda la habitación. Finalmente los encontró debajo del jergón que hacía de cama, esos papeles tenían fotografías de hombres desnudos, acariciando sus penes (Hal noto que eran mucho mas grandes que su miembro infantil y se sintió acomplejado). Era la primera vez que veía otros hombres, realmente la primera vez que veía a otro ser humano aparte de su madre. Sentía envidia de aquellos hombres que arrancaban gemidos a Sofia la Bianca

Estaba muy turbado y en los siguientes días no dejo de espiar las caricias nocturnas de su madre.

Ella era muy atenta, aparte de la estricta prohibición de salir de la casa, se empeñaba en bañarlo, lo vestía y lo perfumaba. "mi principito" llamaba a Hal, mientras le cubría de besos el rostro.

Pero Hal crecía y pronto las paredes de la casa se le venían encima, con 11 años ya era lo bastante alto para encaramarse al alfeizar de la ventana. Toda una infancia mirando al mar y nunca lo había pisado bajo la luz del sol. Alguna vez había dado un paseo nocturno cogido de la mano por su madre.

Ella siempre insistía en que si salía le secuestrarían y le llevarían a un lugar terrible donde lo devorarían todos los días unos monstruos. El miedo era grande, pero la tentación irrenunciable, el mar le llamaba, seductor, ansioso.

Hal salto desde la ventana al jardín, sintió la fresca hierba bajo sus pies descalzos, cruzo el campo y descendió por el camino de las rocas hasta la playa. Desde la arena distinguía el humo que salía de su solitaria casa, pero no llegaba a verla.

Cada mañana cuando su madre Sofía salía con el motocarro, el aprovechaba para salir a pasear por la arena, recoger conchas y piedrecitas de colores que escondía cuidadosamente en su habitación.

Las marineras

Una mañana Hal rebuscaba en el límite del arroyo que desaguaba en la playa, era un buen sitio para encontrar piedras de colores curiosos.

Una Voz atronó

Marietta, Gabriella venid corred, mirad lo que he encontrado aquí.

Una sombra se cernió sobre Hal, intento correr pero unas manos grandes y curtidas le agarraron de sus nervosos brazos, impidiéndole escapar.

Tranquilo patroncito, que no le va a pasar nada, pero si no le ven estas measmos dirán que miento.

Hal miro asustado la cara de la mujer, curtida por el sol y el aire del mar, toda ella transmitía dureza, sus formas eran robustas, obesas incluso si no fuera por lo marcado de sus músculos. Tendría unos veintitrés años y sin duda llevaba trabajando en el mar desde la adolescencia .

Dos rostros envejecidos y curtidos por el mar asomarón por la colina, venían sudorosas y congestionadas por la carrera.

La más robusta de las dos y que hablaba con más autoridad rugió:

Por los clavos de la Señora, ¿Qué demonios hace un patroncito como este en esta playa perdida del mundo?

Gabriella le miro con lujuria, su cara de mujer curtida superaba la cuarentena y el mar había marcado firmemente su rostro, cruzándolo de arrugas y confiriéndole un aspecto siniestro. Sonrio, pero su boca desdentada no resultaba muy tranquilizadora.

Porca Miseria! no me seas measmo Angellica, no todos los días encuentras un patroncito tan tierno como este. Seguro que es alguna pezzovante de la Administración, que lo tiene aquí para sus jueguecitos. A mi no me desbridaron ayer, no me voy de esta playa sin tirarme a este pimpollo.

Y Gabriella agarro con fuerza a Hal pegando sus labios resecos a los de Hal y empujando con la lengua en un beso forzado.

Hal sintió su intimidad invadida, agredida por aquellas bestias sudorosas y malolientes, que manoseaban su cuerpo, pellizcando sus pezones, agarrando sus muslos con ansiedad.

Con esto no creo que hagamos mucho- Dijo Marieta agarrando el flácido miembro de Hal, que el terror había encogido hasta convertir en una nuez.

Gabriella saco de una funda de cuero, que llevaba sujeta al cinturón, una botellita de cristal.

Siempre llevo enderezador encima, nunca sabes cuando puedes calzarte un patrón.—Sonreía con lujuria mirando a Hal.

Marietta sujeto la cabeza de Hal forzándole a abrir la boca mientras Gabriella vertía el bebedizo dentro de la boca de Hal. Este con la mandíbula forzada trataba de tragar y no axfisiarse. Los efectos de la sustancia no tardaron en hacerse visibles

Hal encomendo su alma a la diosa Dios y a la Señora, porque estaba seguro que aquellas bestias le iban a matar. Dándose manotazos entre ellas Marietta se colocó encima del miembro de Hal y empezó a cabalgar con ritmo homicida. Hal no entendía lo que pasaba, su pequeño aparato había despertado algunas noches con poluciones, pero era algo desagradable e incomodo, de o que le avergonzaba hablar con su madre.

(continuara)