La Leyenda de Terra (Parte 1): El comienzo

Comienza una nueva serie llena de magia, sexo e intriga. ¿Quien es el señor mayor? ¿Quien sera la extraña mujer?

¡Buenas a todos! Aquí vuelvo, con una serie nueva, llena de sexo, magia e intriga. Espero vuestros comentarios e ideas, para hacer de esta un buena serie. Os aviso desde ahora, que la historia está narrada desde dos puntos de vista, la de un hombre mayor y la de Alan. Ya los conoceréis, jeje...

-Y.. ¡ZAS! Su mano golpeo en el estomago del hombre derribándolo por completo.- Decía un hombre de unos cincuenta años, calvo y de ojos marrones y cansados. Seguía narrando, lo que parecía era una historia sobre algún héroe o alguna heroína mítica. Estaba rodeado de varios hombres y mujeres, que escuchaban atentamente al hombre hablar, sin ningún tipo de pudor. Explicaba todos los detalles, por mínimos que fueran, y el resto de personas lo escuchaban atentos.

-Así que al final lo mato, ¿No?- Preguntó una de las mujeres, con cierto aire de orgullo al escuchar la historia de la conocidísima Alessandra. Una heroína como pocas, que casi consiguió derrotar a Caelum, la diosa azul.

-Si, Trior no pudo hacer nada contra ella.- Asintió el hombre. -Pero, cuando se disponía a abandonarlo allí, medio muerto, Trior le pidió que acabara con el.- El hombre realizaba todo tipo de gestos, y cambiaba el tono de voz, para atraer a todos las personas posibles y que nadie se quisiera marchar. -Alessandra, se acercó a él, y tras amordazarlo para que no se pudiera mover, lo desnudo y le regaló una de sus mejores mamadas. Trior, lo disfrutó como nunca, pero justo cuando el primer chorro de esperma salió de su pene para llenar la boca de Alessandra, ella con un rápido movimientos le hizo un fino corte en el cuello, haciendo que se desangrara y muriera, a la vez que tenía el orgasmo.- Todos los presentes se agarraron el cuello, pero más de un hombre se excitó al imaginarse aquello, y más de una mujer se imagino haciéndoselo a un hombre. -Tras darle el honor de beberse su esperma, Alessandra, desató a Trior, lo volvió a vestir, y se marchó de allí para seguir su viaje.- El hombre dio por finalizada la historia y todos los presentes aplaudieron felicitándolo.

Al cabo de quince minutos, todo el bar se vació, dejando al hombre solo en su mesa bebiendo un vaso de cerveza. No era el dueño del local, pero como si lo fuera. Gracias a él, casi todos los días el bar estaba a reventar. Tras acabar su vaso, se despidió del camarero que estaba tras una barra de madera, y se marchó de allí, no sin antes volver a mirar el cartel que anuncia que dentro de dos días, él iba a contar una historia. La historia que cambio el mundo tal y como se conocía. La Leyenda de Terra.

Dos días después, tal y como estaba anunciado, el hombre volvió al bar, pidió una cerveza y esperó a que tuviera el suficiente público para comenzar. No tardó ni cinco minutos en estar el bar casi completamente lleno, y sin hacerse esperar más el hombre comenzó a hablar. Todos escuchaban atentos sin perderse ningún detalle.

-La leyenda de Terra se remonta a hace casi más de setecientos años. Donde las guerras, los reinos y la magia, se extendían por todos los lugares. Pero nuestra historia se centra en un joven, de familia pobre, y huérfano a temprana edad, tuvo que buscarse la vida para poder existir.


-¡Esclavo!- Un viejo y gordo hombre, de unos cuarenta años gritaba desde su cama. Yo raudo me acerque hasta la puerta, aunque llevaba allí desde que el hombre había entrado, y respire hondo antes de entrar en la habitación. Era una habitación grande, adornado con algún cuadro, unas ventanas enormes que dejaban entrar la luz del sol, un armario empotrado ocupaba uno de los laterales completamente y las puertas eran los suficientemente grandes como para que su dueño y señor de la mansión pudiera entrar y salir. En la cama el hombre jugaba con dos jovencitas, que por lo que sabía eran mujeres de compañía de un local muy lujoso.

Al verme entrar, con mi harapienta ropa, y tras las risitas de las dos jóvenes al verme allí, el hombre se enfado, tanto que casi retumbo toda la mansión cuando intento levantarse para ir a golpearme. Al ver que no podía, me hizo un gesto para que me acercara y le ayudase a levantarse, tras lo que me propino un severo puñetazo en un lateral de la cara, tumbándome al instante.

-Esto para que aprendas. Siempre que te presentes a mí, con compañía, debes de estar mejor vestido.- Refunfuño girándose hacia las jóvenes sonriéndoles. Estas rieron por lo bajo entre ellas.

-Si no fueras tan tacaño...- Le replique yo mientras me levantaba.

-Serás insolente...- Gritó el hombre girándose con un brazo estirado para barrerme. Pero conseguí agacharme rápidamente y este fallo el golpe, continuando con el giro. Se trastabillo y cayó al suelo de bruces. Las chicas se asustaron y se quedaron en silencio mirando al hombre como intentaba levantarse sin éxito. Yo lo miraba con asco. -Rápido, esclavo ayúdame.- Gritaba de rabia e impotencia.

-Estoy muy sucio para poder estar en tu presencia y la de esas dos jóvenes.- Le contesté con retintín mientras me giraba y me iba del cuarto.

-Como des un paso fuera de esta habitación te mandare a los guardias.- Me amenazó desde el suelo, mirándome como si pudiera matarme desde allí.

-Para eso tendrás que ir a buscarlos.- Le sonreí mientras cerraba la puerta, y escuchaba diferentes gritos e insultos contra mí, mientras que las dos jóvenes se reían por el espectáculo que acaba de montar.

Después de aquello no iba a poder trabajar mas allí, ni siquiera en aquel pueblo, por lo que antes de que nadie se diese cuenta agarre las pocas cosas que me pertenecían y salí de allí rápidamente por el camino de salida más cercano. No tenia rumbo fijo, pero sí que buscaba ir a una ciudad, y cuanto más grande mejor. Así mis posibilidades de salir de la pobreza aumentarían. Pero en esta vida no solo de dinero y joyas se vive, sino también de honor y reputación. Quizás seas pobre y vivas en una chabola, pero si alguna vez fuiste guerrero de Gaia, siempre se te recordara por ello. Vivía ilusionado por hacerme un famoso guerrero o mago, o ser bendecido por Gaia con uno de sus dones, y poder librar la última batalla contra Caelum. Pero como estaban las cosas, me resultaba imposible. No era más que un joven sin dinero, sin estudios y sin nadie, que viajaba de un lugar a otro buscándose la vida.

Al cabo de tres días de viaje, sin comida ni bebida, casi me arrastraba más que caminar, pero mis ganas de llegar a la próxima ciudad me daban ligeros empujones, para seguir el camino. Sobre todo sabiendo que mi próximo destino seria HollKing, la ciudad de Gaia. La ciudad más prospera y más poblada del mundo conocido. Aquí se realizan todos los años el torneo de la diosa Gaia para elegir la escuela de artes marciales que liderara a los guerreros de Gaia en la lucha final contra Caelum, su hermana malvada.

-Ven aquí zorrita…- La voz áspera un hombre me sobresalto. Lo escuchaba venir desde unos arbustos.

-Noo…- Intento gritar una joven, pero algo le tapo la boca impidiéndoselo.

-Shh… No grites, que alguien puede molestarnos.- Rio el hombre haciendo más ruido que lo que hacia la joven.

Sabía que podía pasar de largo, que aquello era normal, además de que el hombre podía matarme, pero sin saber porque me acerque hasta el arbusto y mire por detrás de él. Tal como suponía allí había un hombre mayor, feo y sucio, con ropa de pobre (unos pantalones sucios, camiseta sucia y algo rota y unas zapatillas desgastadísimas), con muy poco pelo y malos modales, con el pantalón a la altura de las rodillas, enseñando un más que sucio slip y unas piernas peludas, mientras agarraba con una mano a una joven morena de ojos castaños y llenos de lagrimas, con una especie de kimono rosa roto, dejando ver su vientre plano, su escote y una fina tela que le tapaba la entrepierna. No pude mirar más, ya que la chica me vio y sus vidriosos ojos se clavaron en mi, haciendo que el hombre se girara sorprendido.

-Vaya por dios, ahora tenemos compañía.- Refunfuño el hombre mirándome con desgana y enfado. -Es por tu culpa zorra.- Le grito a la joven a la vez que la lanzaba contra un árbol, dejándola inconsciente con el golpe. -Ven aquí cabroncete…- Intento reírse el hombre a la vez que se subía el pantalón, pero simplemente emitió un extraño ruido de su garganta.

Quería alejarme, correr, huir, pero mis piernas no se movían y el hombre estaba cada vez más cerca, cuando de pronto, tropezó con una piedra cayendo de bruces justo delante de mí, clavándose los arbustos que estaban delante de mí en la cara. La verdad es que nadie pensaría que fueran mortales, pero con la boca abierta, algunas ramas se habían internado demasiado adentro pinchando también sus ojos. Obviamente estaba borracho, pero su muerte fue muy penosa.

-Ya lo siento…- Susurré mientras pasaba a su lado, mientras me acercaba a la joven. Tenía un pequeño hilo de sangre que le cruzaba un lateral de la cara, por lo demás parecía que dormía. No sabía qué hacer, así simplemente tapone ligeramente la herida de su cabeza y le limpie la cara de sangre. Al cabo de quince minutos se despertó desorientada. Me separé de ella lentamente para no asustarla. Ella me miro, me reconoció y tras ver al hombre ensartado en el arbusto, se lanzo a mi cuello abrazándome.

-Gracias…- Masculló abrazándome.

-Tranquila…- Le susurré abrazándola también, para que se sintiera segura.

-¿Cómo podría pagártelo?- Me preguntó sin separarse de mí.

-No tienes nada que pagar, yo no hice nada. Él se cayó solo.- Le explique, pero para mi sorpresa ella no parecía muy convencida, por lo que se levanto lentamente con mi ayuda, y una vez de pie, se dejo caer el kimono completamente desnuda. No quería mirar pero mis ojos se movieron solos recorriendo su fino y delgado cuerpo, acompañado por unos pechos pequeños, pero con cierta voluptuosidad, unas piernas suaves, caderas de infarto y una vagina depilada. Era un poco más baja que yo, aunque parecía tener varios años menos. -Uau…- Parecía un completo imbécil. Ya había visto a varias mujeres desnudas, pero nunca una tan joven ni tan de cerca.

-No me mires así, que me da vergüenza…- Sonrió completamente roja, a la vez que agachaba la cabeza, completamente tímida, pero sin taparse el cuerpo.

-Perdona… Es que eres muy hermosa.- Fue lo único que pude decir, acto seguido la joven se lanzó sobre mí, besándome. Fue un beso muy torpe pero su boca y su lengua me guiaron para hacer de aquello algo mucho mejor. Antes de darme cuenta, la joven había deshecho el nudo de la cinta que utilizaba como cinturón y me había desnudado casi por completo. Sus manos acariciaron mi erecto pene. Pareció sorprenderse cuando noto su tamaño (No es que fuera muy grande, pero no era pequeño aunque si ancho.) y me sonrió pícaramente antes de agacharse y comenzar a masturbarme a buen ritmo. Segundos después mi pene desaparecía entre sus labios.

-Me encanta tu polla.- Me dijo en un momento de respiro antes de seguir a lo suyo.

-Como sigas así… Voy… A…- No pude acabar la frase, ya que alcancé mi primer orgasmo producido por una mujer, eyaculando dentro de la boca de la joven. Se detuvo un poco para tragarse mi semen y limpiarse la comisura de los labios, ya que se le había escapado un poco, mientras me masturbaba suavemente para mantener mi erección.

-¡Cuanta cantidad!- Dijo, mas en tono de alegría que de sorpresa.

Yo estaba en el cielo y sin darme cuenta caí al suelo, empujado por la joven, que rápidamente se puso sobre mí.

-Ahora vamos a disfrutar los dos.- Ronroneo en mi oreja, mientras movía las caderas para hacer rozar su suave y húmeda vagina contra mi pene. Justo cuando parecía que iba a descender sobre mí, empalándose en mi pene, algo hizo que se girará, pusiera mala cara y diese un salto alejándose de mi. -¿Que quieres?- Preguntó la joven levantándose.

-Que dejes de desperdiciar material joven, bruja.- Le contestó una mujer a mis espaldas.

-El está deseando follarme.- Se mofó la joven, moviendo sus caderas.

-Esto es entre tú y yo.- Lo último que pude ver fue un palo de madera golpearme en la cara, dejándome inconsciente.


-¿Ya está? ¿Así murió?- Preguntaba un hombre, al viejo.

-No, pero el bar va a cerrar. Si queréis mas, tendrás que venir mañana.- Rio el señor, a lo que el resto de la clientela también lo hizo.

Tanto el señor como el dueño del bar, sabían que mañana volvería a ver mucha gente, consumiendo y escuchando la Leyenda de Terra.

P.D.: Hola de nuevo, jeje... Me gustaría pediros un favor, y es que me dijeseis si preferís que continúe con la anterior serie, que continúe esta, o que siga con las dos. Espero vuestras respuestas.

Un saludo.