La Leyenda de isla Tabú. (7)

El viaje comienza a transformar a nuestros protagonistas

Elmer volvió a balbucear estirando sus bracitos en esa primera noche en el mar, los ruidos del resto de barcos en el puerto faenando se le antojaron angustiosos. El clipper zarpaba con las primeras luces del alba, recorriendo los últimos metros hacia el espigón con las velas aun plegadas.

Ernesto y Camila podían escuchar las maldiciones de los marineros encima de sus cabezas, en un barco la intimidad era casi nula. Durante esa primera noche, durmieron los tres arrebujados en el camastro, casi como si el temor les hubiera liberado de comportarse sin complejos.

No necesitaban hablar para conocer los pensamientos del otro y las prioridades en aquellas condiciones eran claras; pasar desapercibidos.

El sol de la primera mañana de libertad descubrió a Ernesto solo en el pequeño camastro, tenso sus sentidos se afinados en alerta, ¿ donde estaba Camila? – despacio acuno el capazo donde la rubia cabecita de Elmer permanecía emitiendo gorgoritos ajeno a todo los sucedido a su alrededor .

Era necesario encontrarla antes de...-- se apresuro a calzarse sus botas-- la puerta se abrió descubriendo una bandeja con alimentos y bebida aferrada en las manos de su hija, en precario equilibrio la deposito sobre la mesa atornillada con la evidente cara de esfuerzo.

  • Ese cocinero es un deslenguado... pero huele bien..., vamos..., no tienes hambre?-- sonrió sirviendo un humeante y oscuro brebaje negro. – Café..., aunque parece brea...-- Y mira también me ha puesto gachas de avena .. aquí parece que abunda...!
  • Me has dado un susto de muerte...- torció el gesto tragando el amargo mejunje-- Puajj..., supongo que nadie te ha parado ?-- mastico la galleta salada.
  • Uno de los grumetes queria saber si... iba a trasladarme con ellos o me quedaba con mi señor.-- Le he dicho que necesitas de mis servicios para todo...-- murmuro soltando un breve guiño -- no sabrías moverte sin la ayuda de este humilde servidor.-- Por lo visto aquí , todos tienen algo asignado...aunque no se si comprendí bien...-- El chico parecía querer algo mas... pero-- se encogió de hombros.
  • No salgas de las habitaciones salvo para buscar la comida y el desayuno... entendido?-- solo cuando llevemos unos meses en alta mar quizás pueda arreglar la situación con el capitán.-- Pero mientras... termino de morder el ultimo bocado disponiéndose a marchar-- Consigue que Elmer se tome la avena..., – se alejo por el pasillo maldiciendo ciertas libertades en alta mar.

Despacio avanzo hacia los camarotes de la capitanía, allí donde el terco capitán despachaba los asuntos del día, su mano alzada se elevo dispuesto a llamar su atención cuando ya se encontraba a las puertas de sus habitaciones. Pensaba aclarar algunos aspectos de la travesía respecto a su criado y a él. Y fue el murmullo de bufidos lo que le hizo ladear la cabeza hacia el lugar de donde provenían los ruidos.

Su instinto lo avisaba de retirarse pero el furtivo vistazo del capitán Rones lo clavo firmemente al suelo.

Unos de los jóvenes grumetes parecía ser el primer plato del desayuno del capitán, doblado encima de la mesa donde los mapas se extendían gemía al compás marcado por la polla del capitán .

Los dos parecían disfrutar del asalto matutino con igual deleite, el grumete aun con pelusilla sobre las mejillas jadeaba acelerando sus flacas caderas al ritmo marcado por su capitán, corriéndose imperdonablemente antes de su superior al mando.

El contundente charco de semen sobre los maderos del suelo acabo con la resistencia del capitán, empujando firmemente hasta permanecer inmóvil sobre el muchacho dejando que el culo de su grumete absorbiera glotonamente la prolífica eyaculación mañanera.

Se separaron cubriendo sus ropajes con la fluidez de años de practica, momento en el que Ernesto golpeo la puerta e hizo su entrada.

  • Es todo Sean..., dispón todo para el tónico reconstituyente del mediodía-- Puedes marcharte...-- despacho el capitán sin inmutarse. – Ah, querido amigo..., me alegro de verlo con nosotros. Todo bien en el camarote?
  • Perfectamente, capitán.!-- aunque por lo visto mi sirviente ha sido molestado por los grumetes.-- Vera... es un joven puesto a mi cargo por un viejo conocido! … y me desagrada pensar que puede llegar a preocuparme su seguridad en todo el trayecto.
  • Vamos, vamos..., sea comprensible..., ciertos apetitos no pueden ser mitigados..., no somos tan falsamente puritanos como para no disfrutar de ciertas ventajas...-- Fíjese!.-- se sirvió un licor tendiéndole otro-- Yo mismo, disfruto de los favores de Sean...,-- Comprenderá que en cinco meses de trayecto.., es perfectamente lógico un desahogo. – Otros tripulantes prefieren ciertos apetitos mas ...--agito la mano de manera desprocupada-- Salvajes...,, si eso es..., esos estúpidos animales mueren como moscas..., al menos darles una utilidad tranquilizadora con la tripulación. – Lo que los demás apañen en sus camarotes, queda entre ellos...-- – No tema por su tierno sirviente, extenderé el rumor que ya tiene un dueño, conforme?
  • Conforme!!! – sentencio Ernesto vaciando la copa de un trago-- Podremos disponer de horas fijadas para la cubierta? – tengo entendido que en unas jornadas llegaremos al puerto de abastecimiento.-- murmuro Ernesto señalo a la isla de Madagascar.
  • En efecto, Le parece... la ultima hora despues del alba..., el sol en estos lugares suele ser sumamente tórrido, y a lo sumo en unas 4 semanas llegaremos a Goa de ahí a nuestro destino Malaca , solo el tiempo lo sabe!-- deposito el compás sobre la superficie volviéndose-- , espero que antes del comienzo de los monzones.., – Repuso el capitán extendiendo la mano sobre la carta de navegación-- nos haremos con el ultimo cargamento justo en Singapur - paseo deteniéndose junto al portalón mas alejado-- lo siento no podemos perder tiempo bajándolos en Singapur...., – lo harán con nosotros en Macao nuestro puerto de origen. -- repuso observándolo..-
  • Justo en la ultima escala …, Singapur … , tardaremos cuanto? 4 o 5 semanas mas? Pregunto interesado Ernesto..., .
  • No haremos escala en Singapur, nos urge adelantar el temporal …, entiende? , nos aprovisionaremos en 12 horas, sin permisos para bajar a tierra … , solo abastecimiento básico.!

Con los auspicios esperanzadores de encontrar barcos en Macao en ruta hacia Da Nang, se despidio del capitán, una vez en el puerto su honorable amigo Mongkut le facilitaría un medio de transporte para llegar a Siam.

Asintio con la cabeza alejándose por el pasillo, el olor a comida se revolvía con el hedor de ganado dos cubiertas bajo ellos, no solo las ovejas, también cerdos, gallinas, algún que otro buey e incluso un tiro de caballos pateaban solo a unos metros bajo sus pies.

El repulsivo olor a excrementos aun seria peor según avanzaran las semanas , a pesar de ello prefirió no expresar sus temores en voz alta, al menos no hasta sobrellevar todo ese tiempo confinado con su preciosa Camila , cavilo cerrando la puerta tras él.

En la cubierta inferior...

Durante los primeros meses en el barco Camila consiguió encontrar arrojo suficiente para vestir sus ropas de sirviente , a plena luz , poda confiar en abandonar la seguridad del camarote y explorar sus nuevo hogar. Ya entonces poseía una inexplicable arrolladora energía de la que se beneficiaron en esas primeras jornadas a bordo. Toda ella descordaba vitalidad contagiosa . La interminables faenas a bordo eran duras para la servidumbre y aun así le resultaron una distracción necesaria para no agotar a un Ernesto encantado.

Sin las restricciones del corsé, de las enaguas y de las cientos de capas apretándose contra su cuerpo se veía capaz de respirar libremente. Poseía la libertad y el anonimato de manejarse con ropas de muchacho , invisible en ese primer mes a bordo, escuchaba expresiones y formas que hubieran escandalizado a una joven educada como ella, pero que regocijaban a Ernesto al susurrarlas a su oído mientras jodían apasionadamente. Todo en ella parecía transformarse, su rizada melena anaranjada desaparecida hacia ya meses la había convertido en ; Cam , el mozo para todo de un señor de las lanas . Durante esos primeros meses a bordo su apetito parecía haberse convertido en el de un marinero feroz, fue entonces cuando sus habilidades como sirviente emergieron.

Empezó a ser diestra en disponer de cada uno de los detalles de su adorado señor, aunque para ello procuraba ser invisible para el resto de la tripulación, ya fuera cuando los demás muchachos le dejaban los peores restos de la comida, el agua mas sucia o estiraban su pierna procurando que tropezara.

Aprendió a levantarse antes disponer de la primera bandeja , a dejar un penique de latón al pinche que se ocupaba de la repartición de agua , en definitiva a ser mas rápida.

A pesar de ello, cuando su espalda se posaba sobre el camastro no tardaba en acurrucarse contra el cuerpo del que un dia considero padre y restar unas ultimas horas de sexo a otra agotadora jornada.

Y luego estaban, los desagradables tufos. Puajjj..., el acre olor del estiércol subía entre las rendijas del suelo impregnándolo todo, si no hubiera sido por la escasa hora en cubierta... se hubiera vuelto loca....., suerte de su rapidez para zafarse de las sucias intenciones de los grumetes veteranos , escalar el mástil y permanecer en su atalaya divisando el mascaron de proa rompiendo las olas.

Para cuando descendía al interior de su camarote procuraba absorber la sal prendida en sus ropa y mitigar el hedor bajo cubierta. Solo así, podía avanzar hacia su hamaca, conservando el tímido recuerdo sobre la atmósfera irrespirable. El terrible recuerdo de las primeros semanas de trayecto acudió a su memoria, la cabeza echada sobre la popa vomitando cuanto alimento cayera en su estomago era un patético recordatorio de lo que habría de llegar mas adelante, empezó a acostumbrarse al balanceo en alta mar, no tuvo mas remedio. Aunque no pudo evitar el sol castigado su pálida piel cubriéndola de un tinte bronceado,e hiciera aparecer un millar de pecas oscuras alrededor de su rostro .

Las idas y venidas llevando cubos de agua, o trayendo recados del puente acabaron fortaleciendo su cuerpo, las largas jornadas de mutuo conocimiento carnal una vez cerrada la puerta de su camarote compartido, la esta transformando en una insaciable hembra, al que un mas que dispuesto Erntesto aleccionaba en las incontables horas encerrados en la intimidad del camarote . Ya fuera encima, tal como a ella le gustaba, debajo, de lado , contra la pared, o a cuatro patas sobre el suelo duro, no podía evitar abrirse de piernas encantada, fustigada mil y una veces por la deliciosa polla insaciable.

Evitaban jadear mas de lo habitual , algo casi del todo imposible en un espacio tan reducido. Ernesto con los faldones de su bluson marinero la desnudaba a trompicones , soltando a medias , deshaciendo lazadas para aun a medio vestir sentir piel contra piel. Incapaces de resistirse a no gozarse mutuamente eran excitantes copulas rápidas y urgentes .

El peso de este, sometiéndola a permanecer en precario equilibrio sobre la escuálida mesa. El aliento de este sobre el cuello , las bocas encontrándose tímidas ante la lenta exploración de las lenguas, las caderas moviéndose al compás ansiado al intentar soportar la inmensa erección meciéndose entre las contundentes nalgas.

  • Estoy muy caliente..., ohhhhhh, que buenooooo..., restregó la polla cuanto pudo.
  • Esperaaa que me acomode..., sostuvo una exhalación entreabriendo las piernas a una mejor sujeción.-- Siii... , mmmm...--

Ernesto coloco sus manos sobre su cintura, afianzandose elevo la sudorosa figura confiando en hincarse en el prieto coño antes de eyacular salvajemente. Con el fuego recorriendo cada palmo de la piel recorrió la sedosa cintura de Camila, amarrado a las caderas de esta para guiar el hinchadisimo cabezón rojizo de la polla al interior de la embadurnada funda .

Encajando las mandíbulas , la cabeza firmemente echada hacia atrás, notaba cada pulsación en el tronco de la verga al colocarse en la apertura de su coño y empujar hundiéndose en la suculenta vagina , al igual que todas las veces agradeció al cielo poseer ese estrecho y cálido coño para llenarlo cuantas veces deseara. Ernesto sostuvo las caderas algo mas ensanchadas disponiéndose a endosar otra serie de empujones liberadores , las endiabladas caderas de su hembra se menearon provocandolo, a pesar del incomodo lugar, de las estrecheces , soltó las cintas de la camisa de esta , peleando por soltar el pobre apaño de corsé improvisado, deseaba liberar el espectacular baile de las descomunales tetas asomando desvergonzadamente botando arriba y abajo al compás impreso por las envestidas de su polla.

Ya no le preocupaba las consecuencias, respiro endilgando acuosas riñonadas con endiablada fortaleza, su semilla había anidado en el fértil útero en aquella primera noche en la posada y crecía fortaleciéndose dentro de las amplios ropajes de muchacho.

El intimo conocimiento de la preñez de la que había considerado su hija confirió a Ernesto la osadía de cubrirla con su peso al agarrar su agrandadas tetas para empujar con lentitud, amoldando su empalmado rabo dentro de la acogedora carne , empalandola con el rotundo estribillo de las húmedas partes entrechocando en una succión lasciva.

Los crujidos del oleaje golpeando el casco los encubrían mientras él se retiraba para volverse a hincar hasta la empuñadura acunado por los gemidos de Camila.

Gozaba jodiendolo , apurado por la urgencia con la que se gemía a través del puño cerrado , sabiendo cuan cerca estaba de soltar otra larga y abundante lechada , se zambullo dentro y fuera de las incansables caderas, aporreando sin compasión una y otra vez, una y otra vez como si de una maza de asalto se tratase . Ahogo el largo gemido volviendo a morder los nudillos, apreciando el ligero regusto salobre de la sangre al percibir los golpes mas profundos y duros. Como si follarla se convirtiera en un premio incalculable en cada bamboleo de sus tetas . La explosión estallo en el apretado coño esparciendo el esperma según sus caderas desaceleraban bombeando profundamente. Dejándolos a ambos claramente satisfechos y conmovidos , aun las lenguas entrelazadas al caer rendidos con las partes pringosamente entrelazadas,

Ambos gemían en precario silencio disfrutando de los jugos entremezclándose , entre susurros y besos robados la polla de Ernesto resbalaba a regañadientes de la saturada vagina.

Complacido ante el aceitoso homenaje aun acoplado a su espalda, respiraba a duras penas mientras la esencia pastosa seguía goteando sobre el tronco de la polla.

Luego, al igual que cada jornada desde su partida, acunados en los brazos del otro posaba la mano protegiendo el incipiente abultamiento entre susurros .

Aun faltaban 4 meses para el nacimiento, pero podían considerarse seguros ?

Camila por el contrario disfruto como nunca de los balanceos de las olas al traspasar el Cabo de buena Esperanza, a pesar de las aguas picadas solía permanecer junto a la escalerilla con la sensación de volar cada vez que se elevaba la proa del barco . Soportaba los balanceos y sacudidas mejor de lo imaginado , el mar conseguia abrir su apetito a todo , al paso que iba su hijo seria un monstruo de la naturaleza , fantaseaba cada amanecer al estudiar su enfajada tripa. como una vaca. Hambrienta de sexo en las insaciables horas de oscuridad , follaban olvidados ya cualquier prejuicio. El hambre no solo se centraba en el alimento , no. Dar rienda suelta a sus sentimientos dotaba esas lascivas uniones en algo parecido a la intimidad de una pareja recién unida en matrimonio.

Arribar a Singapur se le antojo un paraíso despues de tantos meses bajo cubierta, pavo, cerdo o incluso ternera glaseada..., aun no las tenia todas con ella, pero estaba dispuesta a encontrar algo de ropas femeninas, odiaba el tacto áspero del pantalón, el odioso cordón atado a su cintura que cada vez debía atar mas corto, la incomoda tela enfajando a la criatura de 6 meses de su interior .

Añoraba sus crujientes enaguas, el tacto de la batista ciñendo sus partes, no el burdo algodón. Aunque reconocía que deshacerse del corsé resulto un alivio , aquello de respirar a pleno pulmón si era una buena novedad, ni la alegría de Ernesto al cumplimentar las gachas con un nutritivo desayuno de leche materna.

Al igual que el resto de la tripulación se enfureció con el capitán, nadie podía descender en Singapur, unicamente los encargados de realizar el re abastecimiento.

Solo al divisar la inconfundible figura de Ernesto agazapada en el bote de abastecimiento, supo de las artimañas que hubo de ingeniarse para bajar a tierra firme . Permaneció atenta a su llegada con las ultimas luces del atardecer, cargado de las vituallas y cientos de fardos cubiertos de arpillera.

Previsor ante la largas caminatas a través de la selva tropical había adquirido tanta equipación como le fue posible, herramientas , ropa cómoda y algo de equipo domestico básico. Cargados y sellados en el interior de los arcones de madera e izados a la cubierta del barco con ayuda de los otros dos marineros. Ya entonces, tres monedas tenían un valor incalculable.

En unas horas la actividad en el barco se convirtió en una frenética batalla al tiempo, marchaban con 13 días de retraso sobre la fecha estipulada , una tormenta tropical los había retenido fondeados en las islas de Andamán sin nada mas que jugar a los dados en la cubierta y follar sin descanso hasta quedar exhaustos.

Las prisas a la llegada a Singapur trajeron el descontento en una tripulación taciturna, el retraso los obligaba a jugarse algo mas que el cargamento..., quizás la vida...! – Había que hacer entonces casos de los malos augurios ?.

Debían llegar antes de una semana ,a la siguiente escala, o de lo contrario los temidos monzones impedirían arribar a las costas con el cargamento integro. Por ello, el velamen fue desplegado, aun a pesar de los riesgos, debían cubrir la máxima distancia en el menor tiempo posible. El navío crujía penosamente cortando las olas de varios metros , robar tiempo al temporal era uno de los riesgos de enriquecerse o perderlo todo. Cara o cruz, la tormenta jugaría a su favor adelantando su llegada o los hundiría en las profundidades para siempre.

La actividad frenética se desenvolvía en la cubierta entre maldiciones. El viento levantaba muros de agua que rompían sobre la cubierta, aun así... el temerario capitán Jones permanecía sobre la resbaladiza cubierta impartiendo ordenes a voz en grito, aferradando el timón ante los desatados elementos. El barco entero parecía soportar el duro castigo honorablemente , convirtiendo a la tripulación en individuos exhaustos que poco pudieron hacer ante las primeras voces de alarma; Los aullidos se volvieron una algarabía. Pronto los rugidos de la madera quebrada confirmaron el peor de los presagios.

Se detenían bruscamente...

El barco escorado hacia la derecha yacía sin mástil ni capacidad de maniobrar encallado sobre un rompiente . El golpe había barrido a parte de la tripulación de la cubierta, dejando al descubierto un boquete por donde las frías aguas se colaban .

Ernesto se apresuro a dirigirse hacia la cubierta , si un milagro no lo remediaba, el barco se hundiría en cuestión de minutos. Era el momento de abandonarlo o morir intentándolo -- se apresuro conduciendo a Camila por la desértica cubierta superior.

Aterrorizada se aferro con uñas y dientes a lo que quedaba de cubierta, sujetando el capazo , procuro equilibrarse ante la imposible inclinación en la que el barco flotaba milagrosamente , sin percatarse del vuelo de un cabo suelto sobre su cabeza golpeándola .

La tormenta seguía rugiendo , Ernesto podía ver las olas golpeando sin tregua al amasijo en el que los mástiles y velas habían quedado reducidos.

¿ Donde se encontraba la tripulación? Y el capitán ?, ojeo la desolada cubierta. Las lagrimas comenzaron a aflorar entremezclándose con la cortante lluvia, no tardarían en morir si no reaccionaba y salían de allí cuanto antes.

Agarrándose a una soga ciño la cintura hasta llegar hasta uno de los botes ladeados, secándose la cara Ernesto consiguió apartar los cadáveres con dificultad destramando las sogas bajo el peso de los cuerpos ya sin vida .

Maldiciendo entre dientes, volvió a tirar de nudos sin ningún resultado, con el agua lamiendo sus tobillos apreso uno de los cuchillos de uno de los cadáveres, nunca antes esos minutos el tiempo parecía transcurrir a un ritmo tan lento.

El llanto de Elmer era cada vez mas desesperado , tiritando consiguió hacer descender el bote a toda prisa , asegurando la soga de la cintura apenas le quedo el tiempo para hacer descender a su familia. – no aguantaría mas..., todo se acababa de esa manera?-- se negaba a aceptarlo, la adrenalina confirió las ultimas fuerza para volver a la inestable cubierta y sujetar anudada una soga al cuerpo inconsciente de Camila , cuyo débil pulso latía contra sus congelados dedos.

Con las ultimas fuerzas tomo el capazo descendiendo al interior del bote recuperado.

El rostro ensangrentado de Ernesto lucia un agotamiento cerca del desmayo, la sangre le entorpecía la visión cuando finalmente el bote se desprendió de la estela del barco encallado , d derrumbándose inconsciente junto al cuerpo de Camila.

El rugido de la tormenta los acompaño algunas horas mas, disolviéndose con la misma facilidad con la que había aparecido de la nada, convirtiéndose en un leve balanceo según las luces se aclaraban de un nuevo día. Pronto la barquichuela se deslizo apaciblemente sobre la superficie marina guiada por las corrientes submarinas, se dejo mecer a la deriva sin que ninguno de los ocupantes llegara a recobrar la conciencia.

Finalmente, en el segundo día , la travesía acabo golpeando algo solido y despertando a un sobresaltado a Ernesto.

Notaba la boca seca e hinchada , la lengua pegada por la necesidad de agua, la piel enrojecida por el despiadado sol . Parpadeando torpemente, se humedeció la cara con el agua salada, Camila seguía inconsciente , su rostro mostraba diferentes tonalidades moradas hinchando su bonito rostro.

El pulso latía bajo su cuello, estaba viva...., ambos lo estaban-- agradeció apoyando su frente sobre la de ella, a pesar de la escandaloso corte en su cabeza podía darse cuenta de otra terrible revelación.

El capazo con Elmer había desaparecido, oteo el horizonte buscando el pequeño bulto flotante sin ningún resultado, la sangre se le agolpo en la sienes mareandolo. Nada podía hacerse ya por Elmer, lo habían perdido para siempre...

La mejillas le ardieron secas por las lagrimas no derramadas, era demasiado tarde..., sollozo rezando una plegaria por el pequeño . Pero seguían vivos...., desfallecido y famélicos, atorados en un promontorio justo a las puertas de una sobrecogedora playa , con los restos del naufragio visibles entre la arena.

Si llegaban hasta tierra firme les esperarían retos interminables, quizás la muerte, pero por ello debían rendirse ? – Lucharían.....-- Se dijo Ernesto empujando la embarcación .