La leyenda de Amerik

Tener sexo en lugares distinto es excitante, pero cuando es una disco mas osado aun.

La leyenda de Amerik

Una historia corta he buscado en mi memoria y solo un encuentro fugaz e intenso con un chico que obviamente no vi nunca mas

Era un fin de semana que salimos a bailar con una amiga a un boliche donde esta la leyenda de que "todo esta permitido", mientras sea con buena onda y no moleste a nadie. Es un boliche donde van personas de los más variados gustos sexuales: gay, lesbianas, travestis y pakis (que vendrían a ser los heterosexuales). Obviamente las mujeres pakis son las mas buscadas, creo que es por el tipo de mujer hetero ya que son personas sin prejuicios ni tabúes sobre la sexualidad y como vivir o disfrutar el sexo.

El tema es que con la entrada tener derecho a canilla libre de tragos toda la noche y con mi amiga no nos privamos de disfrutar algunos daiquiris y otros tragos. La cuestión que en medio de la noche subiendo la escalera en un lugar del boliche me intercepta un joven que después me entere que solo tenía 21 años. Me toma la mano para ayudarme a subir el escalón como todo un caballero, pero no la suelta luego sino que la utiliza para arrastrarme hacia el, mientras se apoya contra la pared. Yo no me resistí ya que estaba cautiva del perfume que tenia. Cuando me tenia contra el, los dos cuerpos pegados se aseguro que no dejaran de estar así abrazándome con el otro brazo.

No hubo presentación ni nada solo una frase: vos sos para mí y yo soy todo para vos

Vi que mi amiga era capturada por el amigo de este chico y se alejaba a otro sector porque donde estaban ellos había mucha gente.

Yo seguí abrazada por este chico y cuando giro mi cara para hablarle me da un beso en la boca. Primero me pareció algo brusco pero enseguida se transformo en algo muy dulce e intenso como me gustan a mí. Adore cuando el beso fue una caricia entre los labios, cuando saco su lengua y la paso por mis labios y la comisura de mi boca, mientras fue bajando con sus manos hasta sujetarme de la cola y llevándome mas hacia el. Mis manos no se quedaron atrás, se escurrieron por debajo de la remera y ahí pasó algo fatal para mí… Ese chico que besaba como un dios tenía una de las pieles más suaves que había tocado en mi vida. Ahí me olvide donde estábamos y la gente que nos observaba esperando alguna clase de invitación a los besos. Comencé a besarle el cuello y desprender el cierre de su pantalón, sentí un suspiro suyo en mi oído como señal de que esperaba eso de mi. Metí mi mano dentro de su pantalón y sobre la tela de su slip percibí que si cosito estaba duro, muy duro y me excito mucho más. Me apreté contra el y mientras no dejábamos de besarnos, con mi pubis lo apretaba y me movía como si tuviera su cosito dentro de mi.

Estábamos muy calientes los dos y yo no iba a perder esa oportunidad; le di vuelta, yo me puse contra la pared y el de espalda a la gente, tome el suéter que traía en los hombros y se lo coloque en la cintura.

Yo tenía una pollerita corta que fue fácil levantar, le desprendí el pantalón y se lo baje junto con el slip hasta dejar su cosito al descubierto, lo abrace con mi pierna y corriendo mi tanguita introdujo su cosito en mi cosita. Ahí el suspiro fue mío en su odio porque era lo que yo esperaba que hiciera. El suéter tapaba donde supuestamente estaría el pantalón y mi pollera no dejaba ver lo que el me estaba haciendo. Empezó a penetrarme y cada vez mas rápido, aunque teníamos que contenernos porque la gente miraba pero sin llegar a sospechar que en realidad estábamos cogiendo ahí mismo frente a todos. La sacaba y la metía mientras me seguí besando, yo me movía para acompañar su movimiento y sin soltar el suéter.

Si nos dejamos de besar era solo para soltar uno que otro gemido o yo para acercarme a su oído y pedirle que me siga cogiendo así, que me estaba matando de placer. Estuvimos unos minutos y acabamos los dos, la adrenalina de que nos descubran y esa boca me dio uno de los encuentros mas recordados en ese boliche. Luego nos soltamos; el se acomodo la ropa, yo también y me tomo de la mano mientras me decía que me acompañaba a buscar a mi amiga.

Llegamos a donde estaba ella me dio un ultimo beso y se fue. Así sin saber el nombre, la edad ni nadad. Cuando le conté a mi amiga no lo podía creer y nos quedo la anécdota como tantas otras de ese boliche. Así contribuí a la leyenda de lo "todo permitido" en Amerik.