La ley cero de la Termodinámica (2)

Virginia se encuentra con su compañero para estudiar Termodinámica, sin imaginarse que iba a terminar haciendo un trato con él

El segundo relato que escribo, continuación de este: http://www.todorelatos.com/relato/123440/... Soy nueva en esto, así que se aceptan críticas y sugerencias!!!!


El despertador sonó, y rápidamente me levanté de la cama. La siesta había aliviado ese sentimiento de culpa que ayer me agobiaba y ahora podía notar con claridad que había estado exagerando, quizás producto del stress y la presión de los exámenes.

Desayuné, tomé una ducha, me vestí, guardé los libros y apuntes en mi mochila y me fui a la facultad. Había arreglado con Gerónimo para encontrarnos y estudiar Termodinámica ese día en el aula 102, que generalmente solía estar desocupada porque no se dictaban clases hasta entrada la tarde.

Cuando llegué, lo encontré acomodando unos pupitres de forma tal que nos fuese cómodo para apoyar los libros, apuntes, tablas y resúmenes.

-          ¡Buen día! -saludé, tratando de evitar recordar cómo me masturbé pensando en él anoche- ¿Cómo andas?

-          ¡Hey, hola! –dijo, levantando un poco la cabeza y clavándome esa mirada azul mientras esbozaba una sonrisa- Bien che, ¿vos? ¿qué hiciste anoche?

Creo que cambié de color ante esa pregunta. Era obvio que me estaba hablando de los ejercicios de la cátedra, pero todas las imágenes que estaba tratando de reprimir cayeron de golpe en mi cabeza.

-          La verdad que no pude hacer mucho… Es que me agarró un dolor de cabeza muy fuerte y me tuve que acostar para descansar un poco –mentí

-          Jajaja, eso te pasa por haber cursado la materia del Ingeniero García, ¡el viejo es aburridísimo!

-          Ja, sí, ¡puede ser por eso! De todas formas yo ya había estado resumiendo algo antes, así que por mi parte podemos empezar a resolver los ejercicios, que ya tengo una noción de cómo se pueden resolver

-          Dale, esperá que saco las cosas y me acomodo bien –dijo, mientras sacaba sus apuntes de una mochila gastada de una banda de rock que no pude reconocer-. Conseguí unos ejercicios que son parecidos a los que toma el sorete de Lopez, si querés estudiamos directamente de ahí.

Me molestaba un poco que insultara tanto, pero necesitaba a alguien con quien estudiar una materia tan larga en sólo una semana.

-          Dale, los vemos –dije, y agarré el cuadernillo para leer las consignas-. Uhhhh, pide que los resolvamos con los diagramas termodinámicos, y yo no le presté atención a eso… ¡Me quiero matar!

-          No seas pajera –dijo con una mezcla de dulzura y malicia que me resultó extraña-, sacá el diagrama del agua que te explico.

Abrí mi mochila y busqué entre mis libros. Me daba un poco de bronca no haber prestado atención a un método tan obvio de resolver esos ejercicios que en apariencia no eran difíciles, pero había otra sensación que iba creciendo dentro de mí: tener a Gero como “profesor” me daba mucho morbo, y empezaba a sentir ganas de saltarle encima como si fuese una adolescente en celo. Instantáneamente, una humedad comenzó a invadir mis partes íntimas, alimentando aun más mi deseo. Tenía a un macho hermoso enfrente mio, dispuesto a enseñarme sobre el intercambio de calor mientras yo me sabía excitada, y empezaba fantasear con sentir esos ojos mirándome al mismo tiempo que sus manos acariciaban mis pezones y me penetraba bien profundo con su endurecido miembro, que debía ser la pija más dura y gruesa que hubiese probado jamás.

-          ¿Encontraste el diagrama? Avisame así te explico cómo usarlo

Hice un esfuerzo por concentrarme, saqué el diagrama y lo abrí sobre la mesa. El papel, de unos 40 x 30 cm, estaba lleno de curvas y rectas que se cruzaban confusamente, y me costaba muchísimo entenderlo. En realidad tampoco quería entenderlo, lo único que ocupaba mi cabeza era el deseo por sentir sus huevos en mi boca.

De pronto la voz de Gero me interrumpió:

-          Che Virginia… Se te nota en la cara lo que estás pensando, cuando estemos en el examen tratá de disimularlo, jaja

-          ¿Eh? –me sobresalté- ¿Tanto se me nota?

-          ¡Sí!, jajajajaja… Mirá, yo tengo la teoría de que los profesores huelen el miedo, y si encima ponés esa cara de “no estudié y no entiendo un choto”, es obvio que te la van a hacer más difícil. Disimula, poné cara de “yo sé, yo estudié, entiendo todo” y vas a ver que tenés más chances de aprobar, aunque en realidad te parezca que esta mierda está escrita en chino.

O estaba jugando conmigo, o en serio no se había dado cuenta de mi excitación.

-          A ver, a lo mejor lo ves mejor si te voy mostrando los puntos, paso a paso –dijo, levantándose de su silla y colocándose detrás de mí-, vos seguime, y si no entendés algo decime.

Se me congeló la sangre cuando sentí su pecho contra mi espalda, y sus brazos cubrieron los míos, tomándome las manos.

-          Mirá, estas curvas marcan distintas presiones a las que puede estar el agua. Acá arriba también tenés el volumen específico, esto de acá son las entalpías, abajo están las entropías, y esto es la temperatura. ¿Me vas siguiendo?

Asentí con la cabeza. Era increíble como esa voz grave podía hacer que algo tan frío sonara tan caliente. Mientras tanto, mis pezones iban endureciéndose cada vez más, y mi vagina seguía emitiendo sus fluidos. Debía estar tan mojada que si me hubiese levantado se habría notado mi excitación, y tenía la respiración tan acelerada que rogaba que mi compañero no se diera cuenta. Gero siguió con la clase.

-          Siempre chequeá las unidades con las que trabajás, y si podés, hacé los pasajes de unidades en un borrador antes de empezar, así no te confundís. Bueno, si tenés agua líquida a esta temperatura y a esta presión, estás en este punto de acá. Si aumenta la temperatura pero mantengo la presión constante, me voy a mover por acá hasta este punto –dijo, moviendo su mano con la mía siguiendo una de las curvas impresas en el papel-, sino también puedo moverme de esta otra forma...

Subió su mano por mi brazo y apoyó suavemente sus labios en mi cuello. Yo ya no podía aguantar más, y me dejé llevar. Giré mi cara y sentí sus labios en los míos, su lengua invadiendo cada rincón de mi boca. Mi excitación estaba llegando a puntos que no había experimentado desde mi adolescencia, cuando sonó mi celular:

-          “Buen día corazón! Como amaneciste hoy? Preparate porque cuando te vea te voy a bañar en besos! Te amo gordi”

¡Mi novio! Me había olvidado del pobre Mauro. Y lo peor era que Gerónimo había leído el mensaje al mismo tiempo que yo, así que seguramente estaba pensando que era una puta, una basura. Y sí, ¡eso era! No encontraba otra forma de describirme a mí misma en ese momento.

-          ¡Ah, bueno! ¿No piensa responderle a su novio, señorita?

Me quedé muda, ¿estaba jugando conmigo? No sabía si estaba enojado, desilusionado o si se estaba divirtiendo, su cara era inescrutable. Me puse tan nerviosa que instintivamente saqué un cigarrillo y traté de encenderlo.

-          Ya te dije que no se puede fumar acá

Perdí la noción del tiempo. Al mismo instante que escuché esas palabras, sus manos apartaron el cigarrillo de mi boca y sus labios ocuparon el lugar con más fuerza que antes. Cuando se cansó de besarme, bajó por mi cuello dibujando pequeños remolinos con la lengua: me tenía a su merced. Metió su mano por debajo de mi blusa, y sin importarle que estuviéramos en la universidad y que cualquier persona podría asomarse al aula, desabrochó mi corpiño y se dedicó a pellizcar y lamer mis pezones, primero despacio y luego con más fuerza.

Dejó de besarme los pezones y volvió a subir por mi cuello para luego pasar a lamer y mordisquear mis orejas, ¡estaba en el cielo! No sé cuánto tiempo estuvimos así, yo trataba de contener mi respiración para que ningún curioso escuchara, hasta que él me susurró al oído:

-          No le respondiste a tu novio, putita

Y aterricé nuevamente. Era la primera vez que sentía esto. Nunca creí que le iba a meter los cuernos a mi novio y sentía una culpa enorme, pero ahora que tenía la respiración de mi macho en el cuello, esa culpa me excitaba como nunca.

-          Perdón… Tendría que habértelo dicho desde el principio, no puedo hacerle esto a mi novio, ¡lo amo!

-          Parece que tu cuerpo no dice lo mismo –dijo, mientras con una mano me acariciaba un pezón y la otra me corría la tanga debajo de mi falda, sintiendo toda la humedad que me delataba

Empezó a meter un dedo en mi vagina, después fueron dos. El placer era cada vez más grande, quería gemir y pedir a gritos que me cogiera de una vez, pero tenía que callarme para no levantar sospechas dentro de la universidad.

-          Si te molesta paro, nomás tenés que pedírmelo, jaja. Me calienta mucho verte a vos, Virginia Ledesma, la alumnita aplicada, estudiosa y siempre llena de libritos, retorciéndote de placer con un dedo mío, ¡imaginate si te agarro con ésta! –dijo mientras se acariciaba el bulto, que ya estaba muy marcado por la evidente calentura que tenía él también-. ¿Pero sabés qué cosa me calienta más que eso?

Se me escapó un gemido. No podía responder, estaba totalmente poseída por sus caricias

-          ¡Eso, me calienta que seas tan puta! Mirate, desparramada en la silla dejándote tocar por un tipo que casi ni conocés, mientras tu noviecito todavía espera una respuesta.

Otra vez ese escalofrío, ¡tenía razón! Era una puta, inundada por la culpa, pero puta de todas formas. Tomé fuerza para hablar:

-          Sí, estoy muy caliente con vos, pero eso no significa que no ame a Mauro, ni que quiera lastimarlo

Tomé aire, había sido sincera y podría parar todo en ese momento, pero a esa altura el deseo era muy fuerte, y decidí agregar algo más:

-          Pero… Si tengo la certeza de que esto no sale de nosotros, y además me ayudás a aprobar Termo, prometo ser tu puta por una noche entera.

Gerónimo se rió con una carcajada tan fuerte que me daba la sensación de que todo el edificio lo había escuchado

-          Mejor respondele a tu noviecito, jajajaja, encima de puta, ¡interesada! –siguió tocándome y metió su mano más a fondo, hasta encontrar el orificio de mi ano- ¡Epa! Y encima de interesada y puta, tenés el culito virgen, ¿no? Jajajajajaja, me parece entonces que voy a considerar tu propuesta… Yo no digo nada a nadie y te explico Termodinámica, si vos me entregás el orto

Sentí pánico, pero la posibilidad de aprobar esta materia junto con la idea de acostarme con Gerónimo fueron más fuertes que yo:

-          Hecho –respondí.

En ese momento escuchamos unos pasos acercándose, probablemente de algún alumno que ocasionalmente deambulaba por los pasillos. Me abroché el corpiño y acomodé mi ropa lo más rápido que pude. Él se separó de mí, sentándose en su sitio como si nada hubiese ocurrido. Efectivamente, un alumno joven que parecía de primer año, pasó recorriendo el pasillo, quizás buscando a algún profesor o compañero.

Después de eso, el día transcurrió con agilidad, con mi macho de ojos azules explicándome algunos temas. No sé cómo hice para concentrarme y llegar a entender muchos conceptos que tenía poco claros, aunque a pesar de todo, la tensión de la promesa que habíamos hecho horas antes seguía latente.

El cansancio nos ganó y decidimos que ya era mucho estudio por hoy, así que guardamos nuestras cosas y nos levantamos. El olor a mi sexo era muy notorio, pero traté de fingir que no me importaba. Acomodé mi falda, y miré hacia el piso, donde había quedado el cigarrillo que él no me había dejado encender. Entonces, como si me hubiese leído la mente, acarició mis nalgas y me dijo al oído

-          Hicimos un trato, así que yo no voy a decir nada. Me voy, fumá tranquila putita, nos vemos mañana

Levanté el cigarrillo y lo prendí como una autómata. ¿Qué estaba haciendo?

Estaba tan confundida que llegué a mi casa con hambre, sin darme cuenta de que eran las 5 de la tarde y yo ni siquiera había almorzado. Recién a esa hora revisé mi celular, que tenía otro Whatsapp de mi novio:

-          “Seguro estás estudiando asi que no molesto! Respondeme cuando puedas :)”

Le respondí tratando de simular que no había pasado nada, y continué con mi “piloto automático”. Esa noche no hubo fotos y me fui a dormir temprano, pero no sin antes tocarme pensando en las cosas que haría con mi macho de ojos color hielo.