La leche del Vigilante
En las solitarias noches de un vigilante, pueden suceder muchas cosas excitantes y deliciosas.
La leche del vigilante.
Hola, ¿Cómo están? Este relato lo quiero compartir con ustedes, puesto que es algo que viví recientemente, y lo cual simplemente me encantó.
Vivo en Caracas, en un conjunto de apartamentos en el este de la ciudad. Siempre he tenido un particular gusto por los hombres de uniforme (Léase: Policías, Guardias de Seguridad, Militares, Vigilantes, Transportistas de Valores, etc.) En mi conjunto he tenido la oportunidad de conocer a varios que me han llamado la atención, pero a pesar de tener experiencia con este tipo de hombres, nunca había querido tener algo con uno de ellos, ¿Quién sabe porqué?.
Pero Todo cambió hace poco, cuando vengo llegando a mi conjunto a eso de las 6 de la tarde, cuando me encuentro con que el vigilante que estaba en la noche renunció, y que en su lugar había uno nuevo, pero ¡Wow!, ¡Qué hombre! Nada más de verlo, un pase de corriente me recorrió el cuerpo entero: Más o menos alto, blanco, cabello castaño un poco largo, ojos marrones, y una figura que se denotaba por encima de su uniforme, sus brazos eran muy gruesos. Si no iba regularmente al gimnasio, hacía deporte o algo por el estilo, el caso es que este vigilante me encantó nada más verlo. Cuando pasé, lo saludé como a cualquier otro, y subí a mi apartamento.
No hacía otra cosa más que pensar en ese hombre, hasta que decidí que intentaría a ver si se me daba la oportunidad de poder hacer algo. Ya tarde, cerca de la 1 de la madrugada, bajé como con intenciones de salir a disfrutar un poco de la noche, pero cuando salí, pasé por la caseta y lo vi algo aburrido, algo me dijo "Esta es tu oportunidad" y me devolví. Me acerqué a él y le pregunté que si ahora iba a ser el vigilante fijo de la noche, bla bla bla En fin, empecé a hablarle de cualquier cosa para ver por dónde me le metía.
Me dijo que tenía algo de frío, y que estaba cansado de tener que estar despierto, le dije que si quería lo podía acompañar un rato, accedió sin problemas, y me senté junto a él, y comenzamos a hablar de cosas sin importancia, hasta que lo llevé al tema del sexo, le dije que tenía ganas de hacer algo, porque tenía días sin tener relaciones, él sonreía de manera pícara pero algo nerviosa, de pronto noto que su paquete estaba creciendo, le vi fijamente su entrepierna y luego lo vi a los ojos, él pareció entender el mensaje, puesto que se acomodó en su silla, poniéndose de manera que le viera el paquete en todo su esplendor, le dije que si quería, podía subir a buscar una botella y tomarnos algunos tragos mientras hablábamos. Dijo que estaba bien, y acto seguido, subí, busqué algo de beber, y me regresé rápido adonde estaba mi objetivo principal.
Cuando llego de nuevo, estaba sobándose el bulto suavemente, serví el primer trago para los dos y mientras él bebía le dije en aparente broma que su amigo no parecía estar cansado por andar despierto. Se vio la entrepierna y se río con esa misma sonrisa pícara pero un poco nerviosa. Siguió otro trago, y le dije que no se cortara por nada, que éramos hombres. Empecé a decirle cosas como que tenía ganas de hacer algo, pero que no encontré nada Cuando me pregunta ¿Qué quieres hacer?. Yo sólo me medio toqué el bulto y le vi el suyo de frente.
Apenas sucedió esto, trancó la caseta, y nos metimos en el baño que hay allí dentro. Me senté en el water y él quedó de pie frente a mí, se desabrochó el pantalón, se quitó el cinturón con sus armas de trabajo y me encuentro a un soberbio paquete, comencé a besarlo con deseo, el olor a macho, a varón, a hombre me puso a millón, cuando le bajé el interior, me golpeó la cara un buen trozo de carne: No exageradamente largo, pero sí bastante grueso, con una cabeza grande y roja como un capullo, abrí mi boca y comencé a chupar ese glorioso miembro, comiéndome esa cabeza con toda la paciencia del mundo, poco a poco me fui metiendo su trozo, hasta tenerlo todo alojado en mi boca, lo empujaba hacia adentro más y más, me lo sacaba y me lo empujaba con todas mis fuerzas, me lo restregué por toda la cara, lo chupé de lado, en cruz, de varias formas.
Él permanecía quieto mientras le estaba propinando una excelente mamada, recorrí con la punta de mi lengua desde el frenillo hasta sus bolas, me las metí juntas, las succionaba suavemente pero aumentando la intensidad, con gusto, con placer, igual hacía con su trozo, lo succionaba y le iba mordiendo de la forma más dulce, de pronto él pone sus enormes manos sobre mis hombros y comienza a metérmela con furia, me daba durísimo, me lo comía entero, cada embestida me hacía llegar al cielo y bajar en cuestión de segundos, juntó sus dos manos y las puso en mi nuca, me empujaba más y más duro, yo con mis manos acariciaba las suyas e iba subiendo hasta tocarle sus bíceps, era sin duda un tipo con fuerza.
Me detiene y me hace señas de que aguante un poco, se desabotona la camisa y veo un torso súper rico. No era un torso de modelo o algo parecido, pero se veían señales de hacer ejercicio (O de haberlo hecho antes). Lo que sí noté es que era completamente velludo, tenía todo el torso cubierto de un fino vello, a excepción de sus axilas y de su miembro, donde estaba bastante rebajado.
Comencé a saborearlo, besando y pasando la punta de mi lengua por su abdomen, hasta llegar a sus pezones, lo tenía abrazado mientras se los chupaba exquisitamente, tenía los pezones duros y bien puestos, qué delicia, todo él sabía a puro hombre, a hombre de verdad. Mientras estaba fajado chupándole los pezones, levantó su brazo y guió mi cara hacia su axila, me sorprendió un poco, pero no me importó mucho, mi lengua subía y bajaba. Tenía los ojos entrecerrados, su respiración estaba algo pesada, y su miembro estaba durísimo y rozando mi pierna mientras yo seguía en su axila, noté que lo excitaba mucho, así que para "castigarlo" aún más, bajé y rápidamente me metí de un solo golpe todo su delicioso miembro en mi boca, lo sentía en mi garganta, aquello era perfecto, era un momento único.
Él se entregó por completo al placer, me tomó la cabeza de nuevo por la nuca, y comenzó literalmente a destrozarme la boca, estaba en el éxtasis total, su cara parecía un auténtico poema. Sus embestidas esta vez eran brutales, yo estaba disfrutándolo al máximo, hasta que de pronto siento un disparo de leche que me entró a la garganta, rápidamente lo saqué y dejé que el resto de su semen cayera sobre mi cara.
Terminó, y quedó pegado a la pared, levantó su vista al techo, y sólo podía suspirar del placer que obtuvo. Yo le besé el pecho y me quedé junto a él hasta que se recuperó y se vistió de nuevo.
Salimos del baño de la caseta y su primera acción fue pedirme otro trago, me quedé con él hablando un rato más, me dijo que le encantó, que pocos hombres se la habían comido, pero que mi mamada le había gustado mucho. Quedamos como amigos, a veces me pongo a hablar con él un rato, y cuando se dan las condiciones, hemos repetido.
Sin duda, una experiencia que recordaré gratamente.
Espero sus comentarios, y que hayan disfrutado de la lectura de mi historia.
Marco._