La leche de mi mamá (4)

Historia real, me la enviaron usuarios de esta página para que contara su historia. Un joven y su madre comparten un gran vínculo, uno que muchos han compartido con su madre, pero que solo ellos se animaron a llevarlo a otro nivel.

La otra mañana luego de haber tenido sexo con mi madre, me desperté cerca del medio día, ella ya no estaba, y pensé por un segundo que tal vez lo había soñado, pero al sentarme sentí mi cuerpo sumamente relajado y entendí que todo lo de anoche, había sido real. Me quedé unos segundos, teniendo un debate conmigo mismo, todo se había salido de control, no sabía si lo que pasaba estaba bien, claramente sabía que estaba mal, pero a su vez, mi mamá quería hacerlo, y yo también, realmente lo deseaba y hacía meses que en lo único que podía pensar era en ella, mi madre me había quitado la virginidad, y era más de lo que jamás me habría imaginado, el solo recordarla con su bata abierta cabalgando sobre mi verga, su piel transpirada solo visible por una tenue luz que ingresaba por la ventana, sus enormes pechos rebosantes de leche moverse al ritmo, goteando con cada sentón. Sus tetas en mi cara, sus pezones hinchados y sobre todo el sabor de su leche en mi boca, la textura de sus tetas en mi lengua. Antes de darme cuenta, ya estaba erecto otra vez. Así que me levanté, me puse los pantalones que mi madre me había quitado en la noche, y fui directo al baño, entré sin pensar. Dentro estaba mi madre, en la bañera, su bata estaba tirada en el suelo, y ella estaba hasta el pecho hundida en agua, podía ver como sus tetas flotaban ligeramente, me petrifique, ya estaba excitado por recordar nuestra noche, pero verla ahí, tan sensual, noté que el no ver ciertas cosas lo hacían más interesantes, y el vapor que salía del agua caliente, nublaba ligeramente la vista.

_”Pasa, hijo, queres bañarte con mami?” - Me dijo mientras me miraba, podía notarlo, era mi madre, pero era ese lado de ella que desconocía, pero que quería conocer. Ese lado me excitaba, pero a la vez me ponía nervioso, incómodo, asentí con timidez, era como si mi madre cambiara completamente de personalidad, de ser una mujer sumisa, complaciente, maternal y atenta, pasaba a ser algo completamente distinto, hasta su mirada era diferente.- “Pasa mi cielo, vení, mami te hace espacio, pero sacate eso no quiero que mojes tu ropa…”

Me saqué los pantalones y tapé la entrepierna con las manos, seguía con timidez, pero cuando estuve lo suficientemente cerca para que ella me alcanzara, me quitó las manos, me sonrió, e hizo que entrara a la bañera, era una bañera bastante grande, como las antiguas, me vino un recuerdo de mis hermanos y yo llenándola de agua fría en verano, y jugar ahí. Metí un pié, el agua estaba muy caliente, y después el otro, mi madre me sentó contra el borde, y apoyé mi espalda contra la pared, empezó a mamarme, movía su lengua con mi verga dentro de su boca, y yo me estremecía. Paró de chuparmela, y poco a poco me fue metiendo en la bañera, una vez allí totalmente metido, ella se puso arriba mío, y de espaldas a mi, y la metió, creí que se iba a sentir distinto por estar en el agua, pero no, una vez dentro suyo, empecé a disfrutar como antes. Sus movimientos eran lentos, por el agua, podía sentir como se movía alrededor y salpicaba, me gustaba, pero quería otra cosa.

_”Quiero leche” -Fue lo único que tuve que decir, ella se recostó sobre el borde de la bañera, y se abrió de piernas y los brazos.

_ “Vení hijo, mami solo tiene lechita para vos”

Me acomodé como pude entre sus brazos y piernas, ella me rodeo, y con mis manos  agarre sus pechos, y los empecé a chupar, por mi contextura quedaba justo como si hubiera nacido para estar en esa posición, mamando las tetas de mi madre. Su leche como siempre, estaba riquísima, chupaba uno de sus pezones, lo soltaba y chupaba el otro, jugaba con mi lengua para evitar desperdiciar la valiosa leche. Ella empezó a gemir, y a retorcerse, nunca lo había hecho, empezó a hablar, “Si bebé, así” me decía, supuse que estaba haciéndolo bien, con una de sus manos, soltó el tapón de la bañera y el agua comenzó a bajar, la gravedad se hizo más presente y nuestros cuerpos se pegaron más el uno al otro, no las había chupado mucho, pero en un momento se quedó sin leche, me decepcioné, se ve que de ayer a hoy no había vuelto a llenarse. Cuando paré, ella me sonrió, se dió media vuelta, paró bien su cola y se quedó en esa posición.

_”Metemela hijo, ahora es tu turno de darle bien duro a mamí”

Me acerqué y ella me indicó dónde meterla, estábamos mojados, pero su vagina se sentía mojada de otra forma, como viscosa, la apoyé y poco a poco la fui metiendo, en esa posición era una sensación algo distinta, empecé a moverme como hacen en las porno pero ella me corrigió poco a poco, para que cada embestida fuera aún más placentera. Verla en esa posición me calentaba mucho, podía ver en primer plano su culo, era regordete, tenía unas pequeñas estrías al costado, podía ver sus lunares en la espalda, hasta llegar a su nuca, ella me miraba y sonreía lascivamente. Eso y el movimiento que hacía su culo con cada embestida fueron mi límite, acabé y ni siquiera pude avisar que lo haría, la saqué y me fui para atrás, me quería sentar, me sentí raro, así que me sequé un poco, y me fui a mi cama, desnudo, ni siquiera volteé a ver a mi mamá. Grave error. Cuando me recosté en la cama, ella me siguió.

_”Quién te dijo que podías irte?!” -Me dijo recriminando, seguía con esa personalidad, que me excitaba y a la vez me atemorizaba. “Yo aún no terminé, mami te va a enseñar que a una mujer nunca se la deja con ganas”

Se acercó a mí, como ya había dicho antes, no era difícil, por mi edad, que mis erecciones fueran frecuentes y con poca diferencia de tiempo entre una y otra, pero acababa de eyacular, y mi pene estaba blando.

_”No voy a poder… re-recién acabe, no podía hacerlo de nuevo”

_”Bebé, hay muchas formas de complacer a una mujer…” -Con esas palabras se acostó boca arriba, completamente desnuda, y algo mojada, se abrió de piernas. “No le harías lo mismo que le haces a mis tetas a mi conchita?”

Nunca había practicado sexo oral, pero era la parte del porno que más me excitaba, siempre había sentido curiosidad de saber que sabor tendría, que textura, estaba curioso, pero atemorizado, bajé algo tímido, miré, mi madre era una mujer de tez blanca, cabello castaños, cuando eramos chicos siempre nos decía que era colorada y algunas amistades le decían “la colo” o “la gringa” por ello, y ahora descrubría que realmente lo era, no tenía mucho vello, solo apenas un poco en el borde de los labios, ella con su mano los abrió y pude ver como se veía una vagina real, me indicó con los dedos donde chupar, y lo hice, como hacía con sus tetas, era distinto, y sabía distinto, un sabor dulce y una textura como jabonosa, me siguió dando indicaciones, y las cumplí, era la primera vez que lo hacía, y ella estaba muy atenta, poco a poco comenzó a gemir, había un punto que podía solo describirlo como un extraño pezón, mas tarde entendí que era el clitorís, pero lo chupaba como a un pezón, con fuerza, como si buscara que me diera algo, luego lo soltaba y con la lengua, como si fuera un chupetín o una paleta, ella me rodeó con sus piernas, y sentí como poco a poco se volvía a mojar, su flujo salía de mas abajo, y goteaba hasta sus nalgas, para terminar en la cama, me atreví a pasar mi legua por ahí, y noté que podía meter mi lengua ahí, me detuvo y me dijo “dejale ese agujero a tu verga, vos seguí como recién” seguí como antes y podía sentir como mi pene se iba endureciendo nuevamente, me gustaba hacerlo, ella, comenzaba a temblar, al ritmo de mi lengua, me puse duro enseguida, sus gemidos y sus movimientos ritmicos que seguían el de mi lengua me calentaban muchísimo, y volvió a hablar “si hijo, seguí así” ella comenzó a moverse “voy a acabar” dijo, y dió una especie de sacudón, yo seguí sin saber bien que pasaba y ella me apretó con sus piernas, luego me soltó y apartó.

_”No recuerdo cuando fue la última vez que me hicieron sexo oral, gracias hijo” -Me dijo, nunca le había hecho sexo oral a nadie, pero tenía experiencia chupando partes del cuerpo.

_”Ma, estoy duro otra vez” -Le dije, me daba algo de cosa, no sabía cómo funcionaban las mujeres después del orgasmo, pero yo soy bastante inútil después de uno. Pero ella me sonrió y se volvió a abrir de piernas.

_”Metela bebé”

Me sorprendí pero esta vez no dudé, ella estaba con las piernas bien abiertas y yo me acomodé apoyé mi verga, ahora sabía dónde tenía que meterla, y lo hice, seguro. Su vagina estaba más mojada que las otras veces, se sentía mucho más resbaloso, empecé a embestirla, podía ver sus tetas moverse con cada embestida, me tenían hipnotizado, el movimiento era totalmente enloquecedor. Empecé a gemir, me sentía cansado, hacía a penas minutos que había acabado, me sentía sensible, cada movimiento que hacia dentro suyo era agobiante, y completamente delicioso, ella también empezó a gemir, y me tomaba de la nuca, mi cabeza apenas si llegaba sobre sus tetas, así que me acerque y puse mi cara en ellas, solo quería sentirlas, estaba embelesado, mis movimientos se volvían torpes, ella me hizo parar, y saqué mi pene, me recosto sobre la cama, y ella me volvió a montar, como anoche, pero ahora podía verla a pleno sol, podía ver como sus tetas rebotaban cada vez que llegaba abajo, podía ver las gotas que caían de su cabello mojado y recorrían su cuerpo, su piel de gallina, la tomé de las caderas, y esta vez hable yo, “Me encanta ma” dije, ella me miró y sonrió “Es muy rico, muy rico” Intentaba escucharme sexy, pero no sabía qué decir. Ella se reclinó sobre mi, me puso las tetas en la cara, y volvía chuparlas, ella comenzó a gemir, yo me ahogaba en sus enormes tetas, aumentaba el ritmo, mientras gemía con fuerza y decía “Hijo, hijo, si” yo acabé con esas palabras, ella siguió montando unos segundos que parecieron eternos, esa sensación, una sobre estimulación, necesitaba que parara, pero supongo, no me iba a dejar hasta acabar, quería hablar pero no podía pedirle que pare, hasta que sentí como dentro suyo algo se contrae, y para. Sentí alivio cuando paro, pero no se movía había quedado en esa posición, sentía mi pene latir dentro suyo, y sentía su interior latir sobre mi pene. Finalmente luego de unos segundos, ella se bajó, y recostó a mi lado, me abrazó, y por primera vez en mi vida, me beso en los labios, podía sentir su suave lengua, y su mano tomando mi cara. Había perdido primero la virginidad antes de dar mi primer beso, y ambos pertenecían a mi madre.


Creo que este podría ser el último capítulo de esta historia, agradezco a quienes decidieron conosrtirla conmigo y confiaron en mi para escribirla, y me devolvieron las ganas de escribir gracias por su hermosa y caliente historia de amor entre una madre y su hijo.

Como siempre cualquier comentario u opinión pueden comentarla acá o por no mail urusai.sai@hotmail.com