La leche de mi mamá (1)
Historia real, me la enviaron usuarios de esta página para que contara su historia. Un joven y su madre comparten un gran vínculo, uno que muchos han compartido con su madre, pero que solo ellos se animaron a llevarlo a otro nivel.
Desde el comienzo, mi madre y yo hemos sido unidos, fui su primer hijo, y siempre su consentido, pero no fue hasta mi adolescencia que noté que tal vez había algo más.
Como ya conté fui su primer hijo, naci antes de tiempo, lo que hizo que ella se volviera muy protectora conmigo, ella me decía que ni bien nací era muy pequeño para amamantar, y que por eso, ella tenía que “ordeñarse” para darme su leche, que habían dicho que era muy necesaria para mi, y mi crecimiento. Cuando pude empezar a tomar directo del pecho, fue un alivio, ya que le producía muchisimo dolor el tener la leche “estancada'', y porque al comienzo rechazaba cualquier alimentación. Y fue ahí cuando comenzó, ella en su obsesión de tenerme sano, me dio pecho hasta los 5 años, venía del jardín y se sentaba en una silla y yo parado llegaba a su pecho, o antes de dormir, se acostaba junto a mi y me daba pecho, para mi era normal, lo habíamos hecho toda la vida. Y como yo no dejaba, ella seguía generando leche, a mis 5 años, nació mi hermana, en tiempo y termino, sana, lo que hizo que mi madre en vez de darle leche de pecho, le diera de fórmula, y me siguiera amamantando. Cuando cumplí 7 años nació mi tercer hermano, también sano y con el mismo trato que mi hermana, leche de fórmula. Todo para que yo pudiera seguir bebiendo su leche. Para cuando tenía 9 años, mi padre, el cual no estaba del todo presente ya que trabajaba como enfermero y podía estar días sin venir a casa, dió un fin a ese vínculo que mi madre y yo teníamos, mi madre estaba muy débil por tantos años de amamantar, y le prohibió que volviera a hacerlo, fue difícil, yo comía otras cosas, pero estaba acostumbrado a irme a dormir con el pecho de mi madre en la boca, pero la insistencia de mi padre, y un poco el darme cuenta que no era normal lo que hacía llevo a que terminara dejando.
Pasaron los años y crecí normal, aún siendo el favorito de mi madre, ella me consentía a cada rato, para nosotros era normal, hasta que vuelve a quedar embarazada, todo iba muy bien, hasta que en el mes 5 de embarazo, comienza lactar, empezó a generar una cantidad bastante excesiva de leche para el período del embarazo en el que se encontraba, pero nadie sabía nada, un día llegué temprano a casa mientras mis hermanos estaban en la escuela, y la veo llorando mientras intentaba extraer la leche con unos aparatos. Me acerqué preocupado, y me contó que le dolía mucho, que no le gustaba hacerlo así. Nos quedamos en un silencio largo, supongo, ambos con la formulando la misma idea, y me preguntó:
_”Te molestaría mucho ayudarme? De verdad me duele mucho.. “ -Dudé, claramente sabía que era raro, que no era apropiado, pero había algo, una especie de nostalgia que no me dejaba negarme, una especie de compromiso con ella, el verla vulnerable… No me pude negar, y al ver mi reacción vi el alivio, y felicidad en su cara.
Me dijo de ir al estar, así podíamos estar cómodos. Se sentó en el sillón, puso una almohada en sus piernas y me hizo recostarme posando mi cabeza allí, dejando mi cara justo sobre sus pechos, siempre había tenido pechos grandes, antes no lo notaba, o no de esa forma. Por alguna razón estaba nervioso, me decía a mi mismo que era por mi mamá, que la amo, y que solo era para ayudarla, pero estaba ansioso, quería volver a tomar su leche. Se subió la blusa, dejando al descubierto sus dos pechos enormes, metidos en un sostén igual de enorme, podía verlos venosos en su piel clara, podía ver como rebalsaban en parte el sostén, era uno maternal estaba mojado donde daban sus pezones, desabrochó la parte de arriba, y dejó salir el pecho, podía desde mi perspectiva era gigantesco, me tomó la mano para que yo lo agarrara a gusto, estaba duro, lo agarré y lo empecé a mamar, al principio no salía nada, no quería hacer mucha fuerza, no quería lastimarla, mame como lo había hecho casi por diez años, y finalmente salió, su dulce leche tibia me empapaba las papilas, era como volver a la infancia. Al poco tiempo la dejé seca, se sentía más suave, no tan firme, rápidamente se desabrocho el otro y me hizo mamarlo también fue más fácil, al poco tiempo, también lo había terminado.
Al terminar, acomodó su ropa, me agradeció contenta, y aliviada, y me preguntó si podía volver a pedirmelo de necesitarlo. Yo acepté, y rápidamente fui a mi habitación, estaba acalorado, algo confundido, me sentía mal en parte, pero extremadamente bien con todo lo demás, una vez más calmado, noté mi erección y me asusté, me sentí enfermo, me sentí asqueroso, pero no podía dejar de pensar en el pecho de mi madre, y su leche, sentía que mi verga iba a explotar, creí que bañarme con agua fría funcionaría, y lo hizo. Una vez recuperado, me jure a mi mismo no volver a hacerlo, estaba definitivamente mal, y no quería fallarle así a mi madre. No lo iba a hacer. En la noche, mis hermanos y mi madre cenaron, dije que estaba lleno, aunque moría de hambre, estaba incomodo con estar con ellos en la misma habitación luego de lo que había ocurrido, y decidí intentar dormir.
A mitad de la noche, siento que alguien abre mi puerta, no había podido dormirme, así que voltee y vi a mi madre, me preguntó si estaba bien, y si era su culpa que no bajara a cenar. Le contesté que no, solo que estaba lleno y no quería comer, se acercó a mi cama, me sentí un poco ansioso, y me preguntó otra vez:
_”Si no te molestó ayudarme… Te molestaría hacerlo otra vez?” -Lo dijo con timidez, casi sin mirarme.- “Es que… Se volvieron a llenar, y no puedo dormir, me duelen mucho”
Quise decir que no, fue mi primer intención, me lo había jurado a mi mismo. Pero no hubo caso, no hubo forma, en cuanto me di cuenta, mi madre estaba acostada en mi cama y yo colgado de uno de sus pechos, hasta que los vacié, me miro contenta de limpió los restos de leche con una toalla que había traído, me dio un beso en la frente y se fue a dormir. Y yo estaba ahí, con la verga erecta, y un sentimiento agridulce que no podía explicar… Qué podía hacer? Bañarme otra vez, hacía frío, y era de noche, estuve debatiendo conmigo mismo que hacer, si esperar a que baje, o solo dejarlo ahí, ver si podía dormirme, pero me latía, la podía sentir, era un calor incontenible, la tomé con mi mano, para ver si eso la calmaba, pero fue peor, el solo sentir el roce de algo, fue suficiente, y no pude parar, comencé a masturbarme, no hacía falta mas que el sabor de las tetas de mi madre para encenderme como pólvora, me había masturbado muchas veces, pero ninguna estaba siendo mas satisfactoria que esta, cuando estaba a punto de acabar, note que la toalla con la que se había limpiado mi madre estaba ahí, así que la agarre y acabe sobre ella. La paja mas placentera que había tenido en toda mi existencia. Jamás ni siquiera cuando tuve internet por primera vez y pude ver porno real, me había sentido tan excitado como esa vez. Seguía caliente, así que me mastubé una vez más antes de irme a dormir, sin antes esconder esa toalla, y sentirme horrendo por lo que había hecho. Estaba perdido, no había salvación para mi. Tome la confianza y amor de mi madre, y me mastubé sobre él...
Como cuento en la descripción, una pareja incestuosa de madre e hijo me contactaron por mail para que cuente su historia ya que leyeron mis relatos y les gusto como las contaba. Así que despues de escucharla decidí volver a escribir, hacía mucho que no lo hacía, espero que les haya agradado, subiré las siguientes partes, esto recien empieza.
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