La leche de la vida.
Mi marido me entregó a una secta de matrimonios viciosos.
LA LECHE DE LA VIDA.
Si bien el relato puede leerse de forma independiente, para su mejor comprensión se recomienda leer : “Eva y Escarlata” y “Perversiones conyugales” de esta autora y “Eva y Escarlata: fiesta de disfraces” de fchain.
Estaba muy nerviosa. La luz de la luna llena a través de un agujero cenital caía sobre mí. Era toda la iluminación de una sala que adivinaba enorme. Iba prácticamente desnuda. Una túnica de seda blanca transparente atada a mi cuello que sólo me cubría el vientre y las nalgas. Abierta por los costados dejaba al aire todo mi cuerpo.
El pelo lo tenía recogido en un moño, no llevaba ninguna joya, sólo el anillo de casada.
Estaba en un círculo de madera rodeado de agua que corría mansamente, sin ruido. Sólo un pequeño istmo me unía a la zona oscura del salón.
Dije las palabras del rito:
-“ Yo, Lara de Valcárcel, solicito entrar en el Club de la Vida que Fluye.”
Así se hacían llamar el grupo de parejas al que había pertenecido mi marido con su difunta esposa y en el que ahora me iba a integrar yo. Federico salió de la oscuridad y por el pequeño puente se acercó a mí. Vestido con un esmoquin negro , traía una caja de madera en las manos. Al llegar a mi lado, la abrió y sacó un puñal. Me dio un poco de miedo, pensé que iba a hacerme un corte para que hubiera sangre en el rito de iniciación, pero lo único que cortó fue el cuello de mi túnica para que quedara totalmente desnuda.
-“ Yo , Federico Valcárcel autorizo a mi esposa Lara a ser parte del Círculo de la Vida y la ofrezco a mis compañeros.”-
- “ La aceptamos y la tomaremos como nuestra.”- Un coro de voces respondió desde la zona oscura.
- “Túmbate novicia y abre tus piernas”- me ordenó mi marido.
Le obedecí, me tumbé y él sacó de la caja un vibrador extraño con forma de L, cuando me lo metió me di cuenta que tenía una doble misión, llenarme la vagina y actuar sobre mi clítoris.
Vinieron 22 personas, iban cubiertas con unas capas rojas que impedían ver como eran. Mi marido se retiró. El grupo se colocó a mi alrededor, se abrieron las capas y me di cuenta que eran once mujeres y once hombres. Alguno tenía la polla dura, la mayoría morcillotas. Cada mujer agarró la verga que tenía a su izquierda.
-“ Recibe la leche de vida.”- Y las mujeres comenzaron a masturbar a los hombres y al mismo tiempo el vibrador empezó a funcionar, repitiendo una y otra vez la frase del ritual.
El cosquilleo en mi vagina y mi clítoris me iba poniendo cachonda. El ver aquellas pijas que aumentaban de tamaño y grosor en las manos femeninas era una ayuda sensual que me calentaba más y más. Sin perder de vista el homenaje que aquellas personas hacían a mi feminidad, comparaba los tamaños con la polla de Paco, el marido de Mónica y todas me parecían pequeñas.
Desde que descubrí la pasión de Federico por la pornografía, y acepté participar con él, mi vida había dado un vuelco. La primero nuestra relación en la cama. El disfraz, la sumisión , el sadismo sofá, junto al uso de la puerta oscura , se habían convertido en un quehacer cotidiano. Pero no siempre era yo la sodomizada ni la atada y azotada, también yo tenía un rol activo y debo reconocer que me encantaba.
Ataba a mi marido en piecero de la cama, le bajaba los pantalones y los calzoncillos y le pegaba duro. Usaba una regla de madera o un látigo de siete colas cortas, cuando probé con uno largo casi rompo un jarrón. A él le gustaba, se lo ponía gorda y dura la verga cuando le atizaba. Después usaba el doble consolador y se lo metía por el culo. Me gustaba dominarle, hacerle mío, mientras lo poseía, le rozaba la pija con mi mano, hasta que su leche se derramaba.
Mis únicos problemas llegaron cuando comenzamos a hacer películas porno con Mónica y su marido. Eran argumentos sencillos: polvo en la cocina, ladrón que encuentra mujer durmiendo, hombre que espía a mujer masturbándose y él la imita y otros temas similares. Rodábamos tres historias por sesión. Federico llevaba la cámara , yo le ayudaba y les indicaba como ponerse para que todo se viera mejor.
Lo que me volvía loca era la polla de Paco, era enorme, majestuosa, grandiosa, hermosa. El verla entrar en el coño de Mónica era un espectáculo. La dilatación de su boca sexual para engullir aquel pedazo de carne pétrea, la entrada y salida en el túnel vaginal de semejante ariete., el derrame del semen sobre la piel maravillosa de mi amiga, me excitaba como nunca pensé pudiera ocurrirme.
Y esa verga se convirtió en mi obsesión. Cada vez usaba consoladores y vibradores más grandes y al hacerlo era aquella pija la que me llenaba en mi imaginación.
Mónica se dio cuenta, y una tarde en que estábamos solas, disfrutando del dulce roce de su sexo en el mío, cuando nuestros flujos eran uno, demorándonos en el placer preorgásmico, haciéndolo infinito, me susurró al oído:
- “ Te gusta la polla de mi marido, ¿ verdad?. Si quieres él puede follarte. A mí me parece bien. Podemos compartirlo.”-
-“Me conoces muy bien. Es verdad que me parece una maravilla de la naturaleza y que me encantaría probarla, pero necesito ser fiel a Federico. Por nada del mundo querría que se divorciara de mí. Sólo hago lo que él quiere.”-
- “La pasta manda, te entiendo. No se puede perder un chollo así. Voy a ponerme el consolador más grande para que por lo menos tengas una aproximación de lo que es que te folle mi chico”-
Y lo hizo, me poseyó con un pene de látex enorme y me dejé llevar por el placer.
Tumbada, oyendo el rítmico “recibe la leche de la vida”, con las hembras masturbando a los machos que me rodeaban, me daba cuenta que no había ningún pollón como el del marido de Mónica pero el vibrador en mi interior y acariciándome el clítoris y la vista de aquellas once vergas que me rendían tributo me estaban llevando a un orgasmo majestuoso.
De pronto todo aumentó de velocidad, las voces del ritual, las manos que manejaban las pichas y la vibración del aparato. Yo exploté y prácticamente a la vez los chorros de semen cayeron sobre mí.
No tuve tiempo ni de respirar, los hombres se retiraron y las mujeres se abalanzaron sobre mi cuerpo como buitres ante un cadáver. Lamieron la leche, me chuparon, me mordisquearon, me acariciaron, me pellizcaron. Y lo sabían hacer, sin relajarme del orgasmo, entré una meseta de placer en que los picos del irme eran continuados. No me di cuenta, cuando ni como, me retiraron el vibrador sustituyéndolo por sus lenguas voraces. Sus dedos buscaban mi punto G y la meseta se convirtió en una cordillera donde los estallidos de placer eran tan salvajes que me quedé semiinconsciente.
Me quedé sola, mi marido se acercó a recogerme y salí del pequeño círculo rodeado de agua apoyada en él, apenas me podían sostener las piernas.
Se encendieron las luces y pude ver al resto de los miembros de la secta, pues una secta me parecía. Estaban todos desnudos, tenían buenos cuerpos pero consecuencia del gimnasio y la cirugía. Todos pasaban de los 50, y con mis 26 era un capullito de alelí para aquellos viciosos. Pero era lo que quería mi marido, que se pavoneaba orgulloso de mi juventud y belleza.
- “ Ya eres de los nuestros. Ven que te ponga nuestros símbolos.”- me dijo un hombre próximo a los 60, desnudo, con la poronga morcillona.
Me acerqué y con gran parsimonia me puso dos pendientes de aro y de oro, después una pulsera del mismo metal con unas pequeñas esmeraldas.
- “¡ Qué empiece la cena!. Hoy invito yo.”- soltó con voz potente y orgullosa.
El lugar era una inmensa sala redonda, donde la isleta rodeada de agua en la que me habían iniciado, estaba en el medio. El resto eran tres sectores circulares, en uno había una mesa alargada con silloncitos de cuero, otro era una superficie con suelo de látex blanco y el último una serie de camas redondas y grandes donde cabían mas de cinco personas.
Llevando la comida entraron una jovencita oriental, de piel aceitunada, pechos pequeños pero con pezones enormes , totalmente depilada y un muchacho negro que apenas tendría 18 años, guapísimo, con una polla en alto, excitado al ver tantos desnudos.
- “Ostras, jamón, quesos, espárragos, melón, brevas, sandía y unos pollos de corral recién asados. Para beber: un blanco del Rhin, un rosado de Rueda, un tinto de la Rioja y champagne francés. Como se puede ver, esta presentación de Lara, la mujer de nuestro cofrade Federico está bien alimentada y regada.”-
Los sirvientes dejaron los fuentes sobre las mesas, no había cubiertos y todos comenzaron a comer usando las manos. Les imité, el única que estaba vestido era mi marido.
- “ Federico, creo necesitas un desahogue. “- dijo el anfitrión dando una palmada. La muchacha se acercó, y le bajó los pantalones y los calzoncillos, su miembro erecto indicaba su excitación.
Se sentó en uno de los silloncitos y la joven se arrodilló ante él y se metió la polla en la boca. Le iba a hacer una mamada. Lo que yo no imaginaba era lo que vi a continuación. El negro se paró ante mi marido con la verga en alto y Federico se inclinó y empezó a chuparla.
Se me atragantó el espárrago. Una mezcla de asco y desprecio me recorrió. Era una cuadrilla de degenerados millonarios, sin ningún escrúpulo, e hipócritas luego hacían declaraciones obre la moral y el orden. Por lo menos dos de ellos, que me resultaban conocidos por los noticieros. Pero yo quería ser rica, no podía echarme atrás, mi marido era mi seguro de vida, mi financiero, el que me había sacado de una clase media a un mundo de lujo. ….Y además estaba cachonda. Me había puesto a mil la situación.
Me encantan las ostras, así que comí una docena y media, un poco de jamón y un muslito de pollo y bebiendo champagne para que la mezcla no se me subiera. Estaba sentada muy seriecita en mi sillón, de vez en cuando se acercaba un hombre o una mujer , me tocaba las tetas y/o me daba un beso. Llevábamos comiendo casi una hora cuando el anfitrión abrió un cofre que yo no había visto. Extendió su contenido sobre la mesa.
-“ Niños y niñas, aquí tenéis coca y unas pastillitas que os van a poner como motos.”-
Yo seguí comiendo, me di al melón y a las brevas, pero los demás se acercaron a la mesa a consumir las drogas como si fuera un juego.
Se me acercó una rubia, andaba en los primeros cincuenta, tenía un buen cuerpo, hecho con esfuerzo y dinero, me besó, metiéndome la lengua hasta casi la campañilla. En la nariz le quedaban restos del polvo blanco.
-“Te voy a tomar bajo mi tutela. Me llamo María, ahora viene lo mejor, la orgía pura y dura. Se puede hacer todo lo que quieras con quien quieras. Aunque me parece que vas a estar muy solicitada al ser la nueva. Anda acompáñame a prepararnos.”-
Me tomó de la mano y me llevó a la zona donde estaban las camas, sobre ellas había unas pequeñas franjas de seda roja.
-“ Mira , estos taparrabos se sujetan con estas cadenas. Nos las ganamos cuando hemos follado con todos los hombres del grupo. Y esta esclava en el tobillo cuando lo hemos hecho con todas las mujeres.”- me dijo mientras se ponía ambas joyas, pues joyas eran de oro la cadena de la cintura y de oro y esmeraldas la que se colocó en el tobillo.
- “Tú ¿ has estado con muchos hombres y mujeres?”-
Me hice la inocente al contestar: - “No, Federico es mi primer y único hombre. Y nunca he estado con otra mujer.”-
Había decidido seguir mi papel de inocente hasta el fina. María me puso un cordel dorado a la cintura donde colgó la tela que apenas me cubría el sexo y el culo.
-“ Pues para ser tan inocente, tienes afición. No hay mas que ver como te corrías. Tienes alma de puta. Vamos hacia la pista”
Me volvió llevar, esta vez hacia la zona con suelo de látex donde se iban acercando el resto , excepto mi marido que seguía atendido por los sirvientes y le daba a la coca y las pastillas totalmente cegado.
Comenzó la música y comenzó el baile, éramos 23 personas , 11 hombre , 11 mujeres y yo. Puedo decir que era el centro de toda la tención. Y me dejé llevar por el ritmo, mi cuerpo ondulaba, saltaba , se movía cargado de erotismo. Iban cambiando mis parejas, hombres , mujeres, creo que todo el mundo me tuvo en sus brazos y pudo acariciarme ligeramente.
- “Creo que me toca a mí dar la bienvenida a Lara.”- largó con voz potente nuestro anfitrión y me agarró de la muñeca acercándome a él, hasta que chocamos. Sus labios se unieron a los míos y su lengua como una serpiente se introdujo en mi boca, me sobaba sin miramientos como si fuera de su posesión.
El sentirme un objeto, una cosa para el placer me excitaba , estaba mojada y cuando me hizo tumbarme, abrí mis muslos para recibirle. Me la metió bien metida, jadeaba sobre mí incansable en su mete y saca.
Una mujer me besó en la boca, no podía ver qué manos me acariciaban los pechos jugando con ellos ni que dientes mordisqueaban mis pezones. Sólo sé que me corrí mientras el semen se llegaba al fondo del útero.
Cuando el hombre se retiró ,una mano tiró de mí haciendo que me incorporara. Al ponerme de pié, sonó un aplauso y me empujaron hacia un hombre que estaba en el suelo con la verga en alto. Sabía lo que tenía que hacer, puse un pie a cada lado de sus caderas y fui bajando hasta que el arma se fue introduciendo en mi coño.
Apenas empecé a cabalgarlo, una mano se posó en mi cuello y me hizo inclinarme, mis nalgas se separaron del vientre del hombre con el que estaba follando y noté como me embadurnaban el ojete.
Me hizo inclinarme más, mi oscuro orificio quedaba al alcance de cualquier ataque , y me atacó, sentí la ciruela del glande tanteando mi esfínter y después fue metiendo toda su polla por mi puerta trasera. No podía apenas moverme, estaba a disposición de los dos machos que me poseían.
No era suficiente, una verga me golpeaba la cara, la agarré y me la metí en la boca, la lamía, la chupaba, mientras me sujetaba a sus caderas. Pero me retiraron las manos de mi asidero y tuve que asir las dos pollas. El traqueteo al que me sometían las pichas que me jodían y me enculaban era casi el único movimiento que podía hacer y ese ritmo lo llevaba a la mamada y a las pajas que estaba haciendo.
Estaba llena, usada, me sentía sucia, guarra , pero me gustaba, como me gustó cuando dos bocas se hicieron cargo de mis pezones.
El polvo duró una eternidad, cuando acabó, me levanté como pude , mi marido me estaba mirando mientras el criado negro lo masturbaba.
- “Llevas tres hombres. Las mamadas y las pajas no cuentan . ¿ Quieres seguir para ganarte la cadena de oro?”- oí que me preguntaban,
- “ Sí, sigue. Quiero que todos vean como me obedece mi niña, siendo la más puta de todas.”- casi gritó mi marido.
Y lo hicieron me follaron los otros ocho, de uno en uno, o de dos en dos, por el coño o por el culo. Las mujeres me tocaban en los pechos , en el clítoris si quedaba libre. No sé los orgasmos que tuve, muchos, y cuando acabé con todos, el estúpido de mi marido se acercó con una cadena grande de oro, me la puso en la cintura, me besó en los labios y con una sonrisa se le ocurrió decir.
- “ No os decía que mi niña es una maravilla y era virgen cuando me casé con ella. Es mía y hace lo que yo le mando. ¿Verdad, Lara?”-
- “ Si, mi amor.”- le contesté pensando en lo cretino que era. Se había creído mi virgo rehecho y que era mi pasión. Mi autentica locura era Mónica y mi deseo no realizado: su marido.
- “ Anda, ven a descansar que te lo has ganado.”- me propuso María llevándome de la mano hacia la zona de camas.
Estaba rota, me tumbé en una de aquellos enormes lechos. María se quedó a mi lado, me acercó a ella de modo que mi cabeza descansara en su brazo. Me encontraba a gusto con aquella mujer. Mi componente lesbiana, mayor que la hetero comenzó a salir. Ante mis ojos su pezón derecho, erecto, como una pequeña fresa en el monte de su seno. Me sentía como una niña que va a hacer picardías.
- “ ¿ Nunca has estado con una mujer?”- me volvió a preguntar.
-“ No, nunca.”- mentí miándola a los ojos- “ Pero me gustaría. Tú¿ podrías enseñarme?”-
Me besó con mimo, despacio al principio y con pasión a medida que se dio cuenta de mi respuesta ardorosa.
- “ Déjame hacer a mí y luego me haces los que yo te haga.”-
-“Puedo repetir tus caricias cuando me las hagas, no sé como me saldrá y así me puedes ayudar.”- la verdad es que lo estaba deseando, pero el número de la jovencita inocente me hacía reír por dentro.
Y empezamos….
Cuando acabamos, nos habíamos suministrado tres orgasmos la una a la otra y teníamos varias espectadoras.
-“ Lara, ¿por qué no intentas ganar la cadenita para el tobillo?. Creo que tienes buena disposición para el sexo y las chicas somos más descansadas.”- me preguntó una morena con un cuerpo cuidado y una cara de golfa de mucho cuidado.
-“ No sé, pero como tenemos tiempo y yo no me meto nada, puedo intentarlo, por lo menos contigo. ¿ Te importa que me fume un cigarrillo?”- le contesté.
-“ En absoluto. Te espero.”- me sonrió la mujer.
Encendí un Camel con un inmenso placer, cuando acabé me tumbé esperando a la morena.
En aquel día gané la esclava de esmeralda y todavía me dio tiempo a hacer alguna chupada de pija de algún caballero que estaba con ganas.
Habían sido 12 horas de vicio, cada pareja se puso un chándal y salió para su casa. María al despedirme con un beso , me susurró al oído:
-“ ¡ Qué puta y qué falsa eres!. Pero Federico se lo merece. Es un gilipollas.”
Cuando íbamos en el coche pensaba lo mismo. Mi marido era un gilipollas, un cabrón, un vicioso degenerado, un ser repulsivo…pero inmensamente rico. No me había tocado en todo el día , sólo miraba y se entretenía con el negro y la china, mientras le daba a la coca, las pastillas y el güisqui.
Llegamos a casa, apenas entramos, me miró con hambre lujuriosa, y me ordenó , mientras se desnudaba a la carrera y me ordenaba:
-“ ¡Quítate la ropa y ponte a cuatro y vas a saber lo que es un hombre!. Soy tu macho y tu dueño.”
Le obedecí y me ensartó de un golpe su verga. Se movía como un poseso, rapidísimo, taladrándome. De pronto se quedó parado y sentí como se desplomaba sobre mi espalda. Estaba quieto, yo no me atrevía a hacer nada, con su polla dura dentro. Pasó casi un minuto hasta que decidí moverme e intentar sacármelo. Cayó redondo, picha en alto.
Me di cuenta que le había dado un infarto.
El negro me sienta bien. Tras el entierro he pasado dos semanas analizando los negocios de mi difunto marido, ahora míos. La verdad es que Federico era un poco tonto en el tema del sexo, pero para la pasta era un lince. Creo que con seguir al tran tran los proyectos en cursos la cosa ira bien.
Es gracioso pero en los consejos de administración de los diferentes emprendimientos, me he encontrado con los once compañeros de orgía. Les he pedido ayuda, serán viciosos pero hábiles para ganar dinero. Se han quedado encantados.
Ahora tengo menos tiempo, la vida de mujer ejecutiva y empresaria me ocupa el día pero la noche es mía.
Mónica viene a dormir y algo más dos días a la semana y su marido , al que he puesto a llevar la parte técnica de algunos proyectos otros dos. Follar con él es como imaginaba : una gozada.
He logrado lo que me propuse al casarme con Federico, ser rica, poderosa y me gusta.