La lapicera de olga
Un amigo me recomendó a un escribano. En nuestra tercera entrevista terminamos en la cama. Pensé que el tipo era impotente porque no se le paraba, pero con la lapicera de Olga metida en el orto se le paró y como!
LA LAPICERA DE OLGA Hace unos diez años yo necesitaba el asesoramiento de un escribano para que me hiciese unos papeles para presentar en una oficina pública. Un amigo de esos que nunca faltan me recomendó a uno llamado Serafín que viviía en un departamento en el barrio del Buceo. Lo llamé por teléfono para concretar una cita en la cual le plantearía el asesoramiento y los papeles que necesitaba. Me dijo que su estudio era en el mismo depto. donde vivía, me propuso algunos horarios en los cuales estaba libre, consulté con mi agenda y finalmente concretamos en que yo concurriría a su estudio a las 17 horas de un día viernes. Toqué el timbre, aparecó un tipo de unos 35 años, castaño, delgado y con un bigotito muy bien recortado a lo Errol Flynn. Se presentó como Serafín, me hizo pasar a un escritorio muy bien instalado, me indicó que me sentara en una poltrona de tercipelo rojo, dio la vuelta y se sentò en otra poltrona similar, también roja. Le expliqué como era el certificado que necesitaba, lo comprendió inmediatamente, me hizo algunas preguntas. tomó nota de mis respuestas y me preguntó si lo necesitaba con urgencia. -Un poco..., unos días puedo esperar... -Bien, bien, venga el lunes a retirarlo. Eso fue todo lo que sucedió en nuestra primera entrevista. El tal Serafín era un tipo parco creo que esa no es la palabra para describirlo pero no se me ocurre otra. O sea que no se excedía en atenciones para sus clientes, yo había ido a eso y me atendió muy concentrado en su trabajo, un poco ausente, diría yo. Una seriedad que no era seriedad más bien dicho su cuerpo estaba en esa habitación. pero su mente quien sabe a cuántos miles de kilómetros se encontraría de ese sitio. Pasé el fin de semana ocupado con mis asuntos, pero también mis pensamientos estaban ocupados por la intriga que esa actitud tan rara de Serafín había despertado en mi ser. El lunes siguiente concurrí a la hora fijada para retirar el documento. Me recibió con la misma actitud ausente y misteriosa de la primera vez. Me hizo pasar a su escritorio, me facilitó el documento para que comprobase que no tuviese errores. Después de leerlo y no poner objeciones se lo dí para que lo firmase, le pagué el precio que me había dicho y al despedirme en la puerta de su depto., su actitud cambió un poco, pero no mucho. Extendiéndome la mano me dijo: -Espero que le vaya bien, llámeme para avisarme como le fue con ese trámite y se viene a tomar una copa conmigo. Le agradecí y me fui más perplejo que la primera vez que había cruzado el umbral de su puerta. Hice todos los trámites necesarios, presenté ese papel sin consencuencias negativas y una vez finalizado todo, llamé a Serafín para avisarle que todo estaba bien encaminado. Muy contento recibió la buena noticia, si es que cabía en su vida ponerse contento o feliz por algo o por alguna insignificancia como esa, ya que él habría hecho tantos papeleos a lo largo de su vida y de su carrera... Que podría importarle si al fin y al cabo era un papel más.!! -Bien, bien, vengase a las 19 horas y tomaremos una copa. Iba a decirle que no se molestara o algo similar, pero percibí a travé del tubo teléfonico la firmeza de sus palabras por lo cual no me atreví a poner objeciones. Recuerdo muy bien que era un día muy frío, fue el primer viernes después de las vacaciones de julio, por un día de huelga no tenía clases y pude aceptar su invitación. Imagínense ir hasta el Buceo a esa hora en invierno, el frío y el viento son muy crueles y fuertes ya que es una zona de playa y el Río de la Plata hace sentir sus furia en esos lugares. Llegué helado y todo despeinado. El me abrió la puerta y al verme en ese estado tan calamitoso me invitó a pasar diciéndome: -Como se ha puesto!! Pase, pase y sientese que la loza radiante en pocos minutos lo calentará. Así lo hice, mientras mi anfitrión desapareció por una puerta y casi al instante volvió con una bandeja con dos cafés. La cual depositó en la mesa del living y me dijo si quería agregarle whisky o cognac. -Cognac está bien. Fue hasta un rincón y volvió con una botella de Príncipe de Polignac con dos copas. Sirvió el cognac, levantó su copa: -Por su éxito en sus asuntos particulares. Brindamos, yo sonriendo un poco de nervios y por ese brindis tan extraño. El siguió con su cara adusta, rozó mi copa con un choque casi impercetible, bebió un sorbo depositó la copa sobre la mesa y se dedicó a beber su café. Ni idea tenía de que tema se podí hablar con este tipo, me turbaba su presencia y su seriedad. -Miré Omar, Puedo llamarlo así? -Claro, si ese es mi nombre. -Tengo 38 años y me cuesta mucho entablar relación con la gente, tanto tiempo compenetrado en mis libros de leyes, en mis asuntos familiares no me han permitido disponer de tiempo extra para las relaciones públicas. Yo escuchaba tratando de ser cortés, el tipo se había portado bien conmigo, como cualquier otro había cumplido con su trabajo y nada más, pero... Ese pero significa, que no me desagradaba del todo, más bien me atraía, me intrigaba cual sería la causa o el secreto que lo habían formado de esa manera? Me contó cosas de sus tiempos de estudiante, hasta que finalmente me confesó que vivía solo allí porque sus padres habían muerto y su única hermana fue atropellada por un auto cuando tenía diez años de edad, sus padres y él nunca se repusieron de esa pérdida. Habló casi una hora y en ese tiempo se tomó como cuatro copas de cognac, yo solamente le acepté tres. Miré el reloj y le dije: -Disculpe, no quisiera interrumpirlo pero son más de las ocho y treinta y me tengo que retirar. -Ah!! Perdone, no me di cuenta de la hora. Me acompañó hasta la puerta, estiré la mano para despedirme él me la agarró entre las suyas y sentó que esas manos me transmitían de alguna manera que su dueño tenía una gran desesperación porque yo no se la soltara. Miré su rostro y sus ojos miraban hacia abajo depositados en las manos que no se soltaban. Sentí algo extraño que me impulsó a abrazarlo, él no me rechazó, me apretó muy fuerte contra su cuerpo y escondió su cabeza en mi hombro. No me demostró deseo pero tampco rechazo. Me dijo que allí no, que mejor fuésemos al dormitorio donde estaríamos más cómodos. Con nuestros brazos rodeando la cintura, me dejé llevar hasta ese lugar de su casa que aun no conocía. Esa habitación era muy amplia y con una cama matrimonial en la cual nos tiramos mientras nos besáabamos muuy apasionadamente. Se notaba una gran desesperación en la forma de besar de Serafín ponía mucho empeño y esfuerzo, tenía una necesidad extrema en besar y ser besado pero pude sentir a traves de esa lengua deseperada que su cuerpo lo pedía pero su mente no le permitía gozar de lo que estaba haciendo y de lo él quería que yo le hiciese. Sus manos trataban de sacarme la ropa, querían meterse dentro de mi pantalón y lo consiguieron, ya que él tironeó tanto de mis ropas hasta quue logró aflojar el cinturón y las metió por el estrecho paso que logró abrir entre la cintura de mi pantalón y el cinturón. Sentí como se abrió paso entre el slip y mi carne hasta que logró apoderarse de mi verga que estaba tratando de levantar cabeza entre las ropas apretadas y la presión de su mano. -Esperá, será mejor sacarnos toda la ropa. Se retiró hacia un lado, se puso de pie y comenzó a quitarse las ropas costosas que vestía, mientras yo lo observaba muy absorto. Tenía un cuerpo muy bonito, no muy trabajado pero muy excitante, cuando finalmente se quitó el slip, pude apeciar una verga gorda pero totalmente caída mirando hacia el piso. Pensé "será bueno verla en acción!!", por lo que me acerqué la tomé con mi mano, le corrí el forro que cubría el glande y pude apreciar una hermosa cabeza de pija que en esos momentos sería toda para mi!! La besé con rozamientos de mis labios sobre ese pedazo de carne rosado y mustio. Serafín posó sus manos en mi nuca, apretó mi cabeza contra su cuerpo, su verga entró toda dentro de mi boca. Me puse a mamar con todas las ganas que disponía en ese momento, pero esa verga no respondió a ninguno de mis excitantes juegos. Eso que la mordí, la apreté, la succioné con fuerza, pero lamentablemente nada le hizo efecto, ni un milímetro había crecido, ni siquiera se había puesto pesada ya que ni siquiera hizo ningun movimiento de que algun momento se iba a endurecer y menos levantarse. "Será impotente?" fue lo que pasó por mi mente. Se notaba que él estaba ansioso por una buena cogida o mamada pero algo le pasaba estaba bloqueado o por alguna razón no lograba excitarse?? Dejé de agasajar a ese órgano que no respondía, me levanté, me quité la ropa ante su atenta mirada mientras el trataba de pajearse con la intención de lograr una erección que no llegaba. Desnudo totalmente y con mi pija bastante dura porque con los agasajos que le había hecho a su verga muerta la mía si había respondido, me tiré en la cama al lado suyo. El me la empezó a chupar con la misma vehemencia con la que minutos antes buscó entre mis ropas para apoderarse del órgano que necesitaba para su placer. Estábamos de costado, intenté un 69, mi pija se perdió en su boca con las chupadas increíblemente delicadas que le prodigaba a mi verga, pero la suya por nada se endurecía dentro de mi boca a pesar de masajearle los huevos y de meterle mis dedos en su ano, nada hacía reaccionar a ese pedazo de carne sin vida. Estuvimos un rato así hasta que finalmente se detuvo y me habló. -Pérdoname, pensé que contigo sería diferente... Tengo unas ganas bárbaras, desesperadas por hacerlo contigo pero no logro excitarme... Hay un solo metódo que lo logra.... creí que contigo no iba a ser necesario por que me gustas mucho pero... -Bueno, si es la única forma, decime cual es y lo hacemos.... -Abrí ese cajón y sacá una lapicera que hay allí. Me señaló el cajón donde estaba esa lapicera y mientras la buscaba me imaginé que habría que escribirle algo con ella sobre su cuerpo o algo parecido pero nunca se me cruzó por la mente el poder que tenía ese pedazo de plástico para excitar a una persona!!! Era una lapicera común en esa época, una Bic pero no transparente como son ahora, era de esas amarillo mostaza que no dejaban ver la tinta en el interior, la agarré y se la di. -No!, tocame la pija con ella!! y ponela bajo el prepucio. Dijo desesperado, a lo cual yo obedecí. Fue como una varita mágica, con solo tocarle la cabeza, está se empezó a mover hasta que finalmente la puse dentro de su pija y la tapé con el prepucio como me había indicado. Asombrosamente esa pija que estaba muerta a la cual intenté darle vida de muchas formas estaba cobrando una buen tamaño y una dureza excepcional!!! Sí, esa lapicera vieja y gastada tenía el poder de excitarlo de una manera increíblemente desesperante. La ansiedad que tenía antes y no lograba excitarlo se transformó en una desesperada necesitad de chuparme gozando. Se acomodó sobre mí, acercó a mi boca esa pija totalemente parada y gruesa en extremo mientras me decía que le le pusiera la lapicera en el orto para que de esa manera no se le fuese la excitación. Yo obedecí todo, porque me encantó esa verga, quería chuparla ahora que tenía vida, ya que antes no fue grato hacerlo porque esa carne muerta no me daba ningun placer. Abrió las piernas mostrádome un culo peludo, bastante apretado hasta que introduje más de media lapicera por ahí. El empezó a bajar y subir, a tragarse mi pija hasta el final, sin protestar y eso que le llegaba hasta la garganta. Su pija era incómoda por el grosor, pero traté de hacer todo lo que mi lengua y boca pudiesen hacerle. Estuvimos un buen rato en ese 69 mientras mis manos movían la lapicera dentro de su orto el cual con cada movimiento respondía con unos gemidos ahogados porque su garganta estaba llena por mi pija que el se afanaba en no perder ni un centímentro, tal era su necesidad y deseperación que la chupaba y la lamía en todos los lugares de su extensión. Mi cuerpo no resistió mucho más tanta excitación hasta que sentí que mi propia verga aceleraba sus latidos y una explosión de leche caliente salió justo dentro de su garganta. El al sentir que ese líquido se deslizaba por su garganta empezó a cogemre la boca con su pija cada vez más dura y palpitante hasta que sentí que su esfínter anal apretaba la lapicera y sus chorros de leche pegaron en mi paladar hasta que segundos después su ano se aflojó totalmente y pude sacar la lapicera con toda facilidad. Quedamos unos instantes uno sobre el otro. Su pija se fue contrayendo dentro de mi boca hasta lograr el mismo tamaño y la misma flacidez que tenía antes de que la tocase con la lapicera. Mi verga se contrajo dentro de su boca pero no llegó a el extremo de la suya, quedó grande y pesada pero sin la dureza que tenía antes de la eyaculación. -Gracias Omar!! Lo disfruté muchoooooo!! Hacía años que no tenía una gozada como esta..... Descansamos un rato mientras la tormenta de viento se había transformado en una granizada espectacular, como golpeaban esos pedazos de hielo contra los ventanales!!! Finalmente me invitó a cenar, porque con esa tormenta no me podría ir. Mientras el se bañaba, avisé a casa que no iría. Nos vestímos como para una fiesta en un restaurant!! El se puso un traje azul y corbata roja mientras yo me puse toda la ropa que había llevado puesta cuando llegué a su depto. Esa cena fue toda una ceremonia. Y eso que la cena consistió en una empanada gallega que le había dejado su cocinera en el horno y que él se dispuso a calentar, mientras brindamos con vino blanco comimos algunos trozos de queso y aceitunas, haciendo tiempo que la cena se calentase. A pesar de ser invierno y de esa tormenta que se estaba desarrollando comímos un helado de chocolate con crema, nueces y fruta abrillantada bañados en licor de cerezas. Entre la sesión de sexo y la opípara cena habían pasado varias horas, él recogió todos los platos y los dejó en la cocina para que a la mañana siguiente los lavase su empleada. Eran cerca de las once de la noche cuando encendió la televisión. Nos sentamos en el living en un sillón grande los dos muy juntitos y abrazados mirando una película que estaban dando. Al finalizar la película me invitó a "dormir" por lo que fuímos nuevamente a su dormitorio pero esta vez sin los temores anteriores nos desvestímos muy rapidamente y nos metímos dentro de la cama. Debido a la loza radiante que habíaÿen ese departamento allí no había frío, el ambiente estaba muy cálido por lo que empecé a besarlo en las mejillas para ir acercándome a sus labios mientras mis manos la apretaban los omóplatos. El se dejaba hacer, siempre con su aire desganado, pero con la desesperada necesidad de besar y ser besado, de acariciar y ser acariciado. Mi verga estaba sobre la suya, mis piernas a los lados de las suyas lo apretaban mientras mis manos acariciaban su espalda y mi pija dura trataba de reavivar a la suya. -Omar, sabes que necesito y quiero desesperadamente corresponderte al placer que tratas de proporcionarme pero no puedo, no logro excitarme con todas las caricias que me haces... -Qué te pasa, tenés verguenza, si ya lo hicimos antes, no tenés confianza en mi? -No.... soy yo... agarrá la lapicera y ponemela en la boca.... Nuevamente fue como si un resorte saltase, esa mágica lapicera era el único elemento que lograba que a Serafín se le pusiese la verga dura y lograse su excitación. Me tenía intrigado, pero ya que había logrado mi objetivo, ni me puse a analizar nada, simplemente me ocupé de placer mutuo de esos momentos. Serafí tenía un lindo culo para ser penetrado, lo puse de rodillas, boca abajo, mordiendo la lapicera con su cabeza apoyadao sobre una almohada y procedí a separarle las piernas. Así podía admirar la pilosidad de sus nalgas, no podía ver su agujero anal por tanto pelo que lo cubría, me metí el dedo índice en la boca, lo chupé, lo ensalivé para luego acercarlo a ese matorral de pelos que ansiosamente lo estaba esperando, fui tocando hasta que finalemtne encontré el lugar donde se encontraba mi objetivo, apreté y fui metiendo el dedo en ese agujero apretado y cálido a la vez. Podía oir los ahogados gemidos de Serafín a través de la lapicera que tenía entre sus labios. Mi dedo entró casi en su totalidad, lo saqué para lubricarlo un poco más con mi saliva y nuevamente fue culo adentro sin que mi anfitrión dejase de gemir y de apretarlo con su esfínter hasta que el lugar se aflojó y pude meter otro dedo. Separé las nalgas un poco más, le tomé las manos y se las coloqué allí para que no volviesen a juntarse, yo quería ver como ese canal peludo se abría ante las embestidas de mis dedos, hasta que finalmente logré mi objetivo y pude ver hacia adentro un pedazo de carne rosada, palpitante y muy caliente al tacto. Miré mi verga que se mantenía dura, palpitante y todavía estaba húumeda por la saliva de Serafín que minutos antes la había tenido dentro de su boca, pero esa humedad no era suficiente para una penetración y menos en ese culo tan apretado, por lo que tuve que escupir sobre el glande de mi pija y el resto de saliva que no cayó allí la recogí con mis dedos y la pliqué en la salida del aparato digestivo de mi "amigo". Apoyé el glande empapado en saliva en esa abertura y presioné empujando mi verga contra el interior de ese canal estrecho y peludo, Serafín se quejó un poco pero como tenía la lapicera entre sus dientes sus sonidos guturales eran incomprensibeles. Empujé otro poco y la cabeza de mi órgano amigo se perdió dentro del túnel de Serafín, pude sentir los movimientos de su cuerpo hacia atrás, en vez de rechazo por el dolor que le podujo mi pija al entrar su cuerpo respondió en el otro sentido, por lo que mi pija entró casi hasta la mitad mientras mis manos buscaban su verga que estaba dura y completamnte empapapda de un líquido pegajoso que no era semen, sino precum. Yo creí que se había acabado, pero no, se excitó tanto que se puso a temblar y a gemir mientras mi pija hizo el recorrido que faltaba y se instaló comódamente en ese lugar oscuro, caliente y placentero que le daba cobijo. Una vez que su recto se acostumbró al tamaño de su visitante me animé a sacar la mitad, pude apreciar que estaba enrojecida por el calor que reinaba allí adentro, pero como era muy agradable la metí nuevamente y comencé los movimientos de ir y venir mientras por debajo de nuestros cuerpos pajeaba la pija de Serafín, que este no podía tocársela siquiera porque tenía ocpadas sus manos abriendo sus nalgas para que yo viese como mi verga entraba y salía de sus entrañas. En un momento que sus gemido aumentaron, se la saqué totalmente para ver en que estado estaba la cabeza porque sentía que me quemaba mucho. Efectivamente estaba muy enrojecida y afiebrada la mojé con saliva, la poyé otra vez en ese agujero de donde había salido y de un solo empujón la mandé otra vez a las profundidades de donde había salido. Serafín dio un grito y al abrir la boca se la cayó la lapicera, soltó las nalgas porque sus manos fueron a buscarla para colocarla nuevamente entre sus dientes, ya no pude ver más como entraba y salía mi órgano de su interior, ni falta quw hacía con ese último y único empellón llegué a golpear su próstata por dentro, y acto seguido de su pija empezó a fluir una gran cantidad de leche que mojó mis manos las cuales siguieron pajeándolo hasta que de su pija no salió ni una gota más de semen. Mi verga se mantenía en lo más profundo de su ser, a pesar de que su esfínter pugnaba por expulsarla hacia afuera mi cuerpo presionaba hacia adentro para que no lograse su propósito hasta que mi leche quedase incrustada en sus entrañas. -Omar, gocé mcuhísimooooo...!!! Pero sacámela yaaaa...me molesta mucho no aguantoooo..!! Serafín había dejado la lapicera y quería que acabase de una buena vez. Apreté sus nalgas con mis dedos y uñas, empujé otra vez lo poco de verga que se había salido de su interior con sus intenetos de expulsión y me dediqué a lograr mi objetivo de llenarle lo más profundo de ese canal oscuro y caliente con mi semen. Cosa que logré con esa última metida y con los pellizcones que recibieron sus nalgas con mis uñas. El se desplomó sobre la cama y me arrastró con su caída, mi pija siguió dentro suyo hasta que se marchitó allí dentro y ante tantas contracciones de su esfínter finalmente fue expulsada de ese recinto tan placentero. Nos besamos y no dormimos abrazados frente a frente. A la madrugada me desperté con mucha sed, a lo mejor fue esa empanada gallega el vino y el cognac que produjeron esa sed tan grande que me hizo despertar, fui a tomar algo a la cocina y de paso fui a orinar dado que mi cuerpo tení acumulados todos esso líquidos que habíamos bebido en la cena. Las luces de la calle iluminaban el escritorio por lo qué me tenté y fui a ver como era lo que allí había. Entré al escritorio y me puse a mirar las hermosas encuadernaciones en cuero que llenaban las estanterías me llamó la atención un libro verde con letras doradas, lo agarré y me puse a ojearlo sin mucha atención, hasta que en un a página decía que extrañaba mucho las felaciones que le hacía Olga. Al leer esto presté más atención, para saber de que se trataba ese libro. Ese libro era una especie de diario de la vida de Serafín, lo escribía como si estubiese hablando con su hermana muerta, a ella le contaba que desde que la había atropellado ese automóvil, su vida era un infierno, que nunca más había encontrado a nadie que hiciese las felaciones tan bien como ella, que la extrañaba cada día más y que lo único que le daba fuerzas para seguir luchando era esa lapicera que fue lo último que sus manos habían tocado. En otra hoja le agradecía al policía que la sacó de la mano de Olga, porque según decía en esas hojas cuando Olga fue a cruzar la calle llevaba esa lapicera en su mano, y quedó apretada entre sus dedos. No quise seguir leyendo, mejor dicho no me atreví porque si se despertaba Serafín ibamos a tener un momento desgradable después del gran placer que su culo le había proporcionado a mi verga no tenía ganas de pasar un mal momento. Volví a la cama donde plácidamente dormía él, agotado y satisfecho por el placer que había recibido su cuerpo y su mente aunque fuese momentáneo pero lo habían recibido; me acosté a su lado y me dormí nuevamente. A las siente a. m. sonó el despertador, Serafín que se despertó primero me llamó diciendo que había que levantarse porque a las ocho vendría su empleada y tenía que irme. Nos bañamos juntos, pero su cuerpo seguía sin los efectos de la lapicera por lo que fue un baño sin sexo, ni desayunar me dejó y me despidió diciendo que lo disculpase pero estaba por llegar la mujer de la limpieza. A los pocos días me encontré con el amigo que me lo recomendó y le pregunté quien era esa Olga, aunque ya sabía parte de la historia. Este amigo no amplió mucho la información de Olga, solamente sabía que era hermana de Serafín, que la atropelló un auto cuando tenía diez años. Cuando le pregunté por la lapicera me dijo que sí, que tenía una lapicera en su mano, pero no sabía nada más. No quise preguntarle si sabía algo de las felaciones que Olga le hacía a su hermano porque a lo mejor el lo ignoraba y yo no tenía derecho a ventilar esos asuntos fraternos. El viernes siguiente me llamó Serafín otra vez, pero en esa oportunidad fue más directo y me invitó a "repetirlo". Siempre con la lapicera de Olga entre los dos, lograba su excitación, lo penetré otra vez y logramos unos orgasmos muy fuertes. La semana siguiente esperé su llamado, se produjo muy tarde de la noche, me dijo que llamaba para despedirse porque se iba por seis meses a Europa, que al regreso me llamaría nuevamente para seguir viéndonos como hasta ahora. Pasaron los seis meses en los cuales ocurrieron muchas cosas en mi vida, en la de mi hermano Leo y en la vida de nuestra familia, pero el llamado de Serafín no se produjo. Como al año de nuestro primer encuentro lo llamé a su casa, pero el teléfono no existía más. Intrigado busqué en el directorio telefónico el número de algun vecino, disqué uno cualquiera de los que aparecían en esa dirección y por suerte me atendió una señora muy amable que me dio toda la información que yo quería. Le dije a esa señora que él me había hecho un certificado y que quería ubicarlo nuevamente para que me hiciese otro. La señora muy amablemente me dijo que el teléfono había sido cortado después que encontraron el cadaver de Serafín con una bala en la cabeza. Esa señora tmabién me dijo que era una muy buena persona, un experto en leyes pero desde que había muerto su hermana tenía unos ataques depresivos tremendos y en el último de ellos había quemado un libro verde y se había disparado un tiro en la cabeza. OMAR Como siempre recibo los comentarios en omarkiwi@yahoo.com