La Lámpara mágica, 3ª Temporada (1: el duende)

Sombrero queda perplejo cuando reconoce al jabalí educadamente quieto y mirándole agradecido.

¡Despedido! Más de 10 años dejándome la piel en el trabajo y ahora porque a mi jefe le sale de los cojones ¡despedido! Vas a ver, vas a ver como trabajador tan bueno como yo no se encuentran o como mínimo no se encuentran con los más de diez años de experiencia que tengo yo... pero en fin, a buenas horas.

Sombrero despotrica los odios que lleva dentro después de un que considera improcedente despido. Camina por la calle con los puños apretados de rabia y pobre del que se le ocurriera en este momento hacerle una broma o pedirle dinero. Después de recibir la noticia se dirige sin rumbo alguno pensando en qué va a hacer por un tiempo porque la economía nacional/mundial no está ahora mismo para bollos. Podría buscar trabajo pero ahora mismo no es lo que más le apetece después de tantos años partiéndose la espalda, y si lo buscara teniendo en cuenta cómo está el mundo, lo más probable es que no lo encontrara y perdiera más el tiempo de lo que sirve.

-Sombrero: mira, sabes qué, voy a tomarme una temporada de vacaciones y aprovecharé para hacer todas esas cosas que en estos años nunca tenía tiempo de hacer. Iré a correrme toda la montaña, enseñaré a mi perrita a orientarse en 100 kilómetros a la redonda, bricolajearé como un poseso... mi más barato y por ello adictivo vicio; el bricolaje.

-Foto escurreplatos-

Bueno que no me voy a aburrir y dinero no es ahora mismo lo que me hace falta. Y quizá hay suerte y me vuelvo a encontrar una de esas lámparas mágicas con un genio encantado dentro.... no sería la primera vez, la verdad sería la tercera.

-Sombrero: ¡bueno al grano!

Nada más llegar a su casa y recibir la bienvenida enamorada de su perrita, deja los trastos y se encamina hacia la montaña a:

A: descargar la mala leche.

B: pasear la can.

C: ¡igual encuentro algún espárrago!

Una vez llegado empieza la fiesta personal de tranquilidad y soledad de Sombrero. Localizado el paraje apropiado se deja caer en el suelo a gozar del terapéutico masaje pro-hierba. Elvira; la perrita, no necesita de sugerencias y sin esperar la señal se va de un lado a otro husmeando y persiguiendo quien sabe qué. Sombrero contempla relajado el enramado cielo

-----foto cielo enramado----

pensando en el futuro, el pasado, el presente, esa faravillosa (fantástica+maravillosa) olor que recuerda a quien sea, sea sordo o sea ciego que está en medio de la naturaleza y no hay quien pudiera interrumpir su descanso, como mínimo de forma artificial relacionada con el ser humano.

-Sombrero: cuanto me gusta... el cielo, la tierra, las hojas, los pájaros, las hormigas... que seguro que alguna ya me estará escalando... pero en fin, no creo que sea grave que venga conmigo a casa.

[]GUAU[] GUAU[]

Oye Sombrero ladrar a su perrita. Algo habrá encontrado, o oído un ruido lejano, o simplemente por vicio ladrará la perrita... qué más da... el olor a pinaza húmeda saca importancia a esas cosas. Se olvida Sombrero del alarmado ladrido de la perrita y trata de ensimismarse de nuevo, pero le resulta imposible porque la perrita vuelve a ladrar con ira.

[]GUAU[]GUAU[]

-Sombrero: qué le pasará, un ladrido vale, dos pasa, tres no hay problema pero que lleva ya como medio minuto ladrando, a ver si hay alguna persona.

Sombrero se pone en pie de un salto y se dirige a de donde proceden los ladridos, a ver si como mínimo merece cierta importancia el hallazgo. A medida que se acerca va reconociendo que la perrita tiene algo acorralado. Será un gato o cualquier cosa que se ha escondido tras esas matas. Cuando llega la verdad salta a la luz; acorralado contra las matas hay lo que menos se esperaba Sombrero, un pequeño jabalí.

-Sombrero: ¡qué has cazado Elvira! si este de un empeñón te tira al suelo!

El jabalí peró, no ha atacado porque es una cría. Por muy fiero que sean estos animales, si es pequeño y aún no ha desarrollado su comportamiento natural, es normal que se sienta asustado con una amenaza como esta.

-Sombrero: va Elvira déjalo pobrecito que es un niño, un niño Jabalí pero un niño al fin y al cabo.

Como es evidente la perrita hace caso omiso a las sugerencias de Sombrero por lo que este tiene que, al final, dar un manotazo a la perrita para que se rinda. La perrita salta a un lado del cariñoso golpe de Sombrero y el jabalitito se ve por fin libre del terror.

-Sombrero: venga vamos, vámonos a dar una vuelta por otro lado.

Se disponen ambos a continuar su vagar campestre cuando una palabra emerge en una situación inesperada.

-Gracias-

-De nada-

Contesta Sombrero en su automático proceso de responder de forma genérica a un agradecimiento. Pero -un momento- piensa Sombrero; ¿quien me habla, si estoy aquí con mi perrita nada más, quien me dice gracias? Sombrero mira de un lado a otro tratando de atisbar quien se siente tan agradecido pero no ve a nadie. Permanece unos segundos dudoso antes de dar el «gracias» como una casualidad de sonidos naturales que han hecho parecerles una voz humana cuando de pronto;

-Es aquí-aquí abajo-

Sombrero mira hacia donde le es indicado y queda perplejo cuando reconoce al jabalí educadamente quieto y mirándole agradecido.

-Sombrero: ¡pero qué!

-Cerdito: no soy un jabalí, soy un duende del bosque.

-Sombrero: anda ya.

-Cerdito: que sí, soy un duende del bosque de toda la vida, te extrañará mi aspecto pero los duendes del bosque hemos sido siempre así. La gente cree que tenemos aspecto humano por los cuentos que se leen, o los dibujos animados, pero los duendes del bosque hemos tenido siempre este aspecto.

-Sombrero: ah sí???... uhmmm, un momento, no me lo creo, porque la verdad es que me he encontrado otras veces con duendes del bosque y tenían aspecto humano.

El cerdito mira a un lado y a otro como sintiéndose cazado y responde;

-Cerdito: bueno.... hay otro tipo de duendes del bosque que si tienen aspecto humano, pero son peores! son los llamados nogmos y no hacen las cosas que hacemos nosotros. Nosotros tenemos poderes mágicos y extrasensoriales, ellos solo tienen poderes mágicos.

-Sombrero: uhmm, no sé de qué me hablas, para mi que estáis todos un poco locos.

-Cerdito: ¡oye un respeto que te convierto en nogmo!

-Sombrero: ¡cuidado con lo que haces! que hoy no estoy para bollos.

-Cerdito: disculpa, en el fondo te estoy agradecido, me has salvado de ese monstruo y siento un intenso agradecimiento de ti.

-Sombrero: pues na, un día pa mi y otro pa ti. Este... ya nos veremos... me voy a rondar por ahí que hoy tengo el alma un poco dolorida y quiero recrearme.

-Cerdito: pídeme lo que quieras y te lo concederé.

Sombrero (que ya se iba) se detiene y piensa si es cierto lo que oye. Se lo ha dicho la misma voz del cerdito con que hace un rato que habla y esta vez no parece ser una coincidencia de sonidos naturales que háganle parecer una frase emitida con un lenguaje humano. Sombrero se gira.

-Sombrero: ¿es cierto lo que dices?

-Cerdito: claro, si para mi es lo más fácil del mundo, es más, de vez en cuando tengo que hacerlo para no perder la práctica. Si te digo la verdad hace más de 300 años que no lo hago con nadie.

[cita requerida] piensa Sombrero recordando la tan repetida frase de wikipedia.

-Sombrero: o sea.... tomémonoslo con calma, me dices que te puedo pedir una cosa, por macabra que sea y me lo concederás.

-Cerdito: sí claro, aunque siempre que sea éticamente correcto y no haga daño a nadie... bueno, hay un seguido de normas pero la síntesis es esta: sin pasarse.

-Sombrero: bien, me interesa tu oferta. Si te digo la verdad...... se obnubila unos instantes Sombrero, pensando en el pasado, como una vez tras otra ya se había encontrado en situaciones magicamente similares. Una vez se encontró una lámpara mágica a la que pidió una cosa similar y otra vez se lo pidió a un duende del bosque. Si las cuentas no le fallan esta será la tercera....

-Cerdito: estoy esperando, que no tengo todo el día jeje.

-Sombrero: disculpa, me había despistado, pero es que es muy grande lo que me dices.

-Cerdito: si bueno, a mi no me parece tan grande porque como llevo tanto tiempo, uno se acostumbra.

-Sombrero: si claro, a la fin hasta yo me voy a acostumbrar encontrándome tantos duendes del bosque. Aunque tú ya serías la tercera y ...... la vencida.... no sé si me voy a encontrar nunca más con alguien similar.... habrá que hacer bien las cosas esta vez.

Se rasca la barbilla Sombrero señal de que está pensando.

-Sombrero: he pensado en esto muchas veces, conocer a alguien como tú que me diera la oportunidad de hacer la cosa que quiero hacer. En el fondo ya sé lo que quiero.

-Cerdito: ah bien, pues adelante que, je je, como decía el conejo de Alicia en el país de las maravillas; tarde, tarde, llego tarde.

-Sombrero: quiero el poder de meterme en el cuerpo de quien quiera, o sea, meterme en el cuerpo de la mujer que quiera y .... apropiarme de su voluntad, hacer con su persona lo que quiera, durante un tiempo limitado claro, mientras permanece mi cuerpo real en un trance existencial que existe pero no existe en ningún sitio.

-Cerdito: uhmm, a ver, eso es un poco difícil. Tú qué quieres, de una forma mágica apropiarte de esa tal persona y vivir en su cuerpo uno o dos días.... pero eso tiene ciertos limites.... a ver.. déjame consultar mi manual.

El cerdito se saca un viejo libro de quien sabe donde, de una forma mágica evidentemente, y parece leer. Sombrero se sienta en el suelo y acaricia su impaciente perrita que parece ya se ha recorrido el lugar lo suficiente para pedirle cambiar de lugar.

-Sombrero: tranquila Elvira, tranquila.

-Cerdito: ya lo tengo! he encontrado un conjuro que nos puede servir.

-Sombrero: a ver a ver.

-Cerdito: mira ese este (dicta  el cerdito) una vez hayas elegido a la persona, tendrás que tan sólo pensar en ella, esconderte en un sitio seguro y pronunciar estas palabras: bolobedria, pisipasurraca, ebitorretruanemielo.

-Sombrero: uhmm me lo puedo apuntar.

-Cerdito: no, tómalo que aquí tengo una ficha con las palabras. Ya sabes, como el número de la tarjeta, memorízalo y destruye toda copia.

-Sombrero: ok, haré lo que pueda.

-Cerdito: pues adelante, cierra los ojos que te hecho el conjuro.

Sombrero cierra unos pesadamente cargados de ilusión ojos, lo que veía como un sueño se va a producir, no tendrá un cuerpo de mujer durante una semana o 15 días, tendrá el poder mágico de apropiarse del cuerpo de quien quiera durante un tiempo limitado. Dando por supuesto no pasarse ni ejercer en ese cuerpo robado ningún tipo de perjuicio grave. En lo que había soñado siempre está a punto de producirse y va a serle otorgado por un duende del bosque del tipo que se parecen a los jabalíes.

Sombrero parece sentir una especie de cascada de ruido y luz que lo inunda por todos lados. Un fuerte escalofrío lo recorre de arriba a abajo como si le hicieran una radiografía. Tanto la sensación de cascada como el escalofrío terminan alejándose, la naturaleza parece volver a su alrededor y es un piar de pájaro que le indica que quizá ya ha terminado todo. Sombrero abre los ojos y todo parece como antes. Su perrita lo mira de un lado como esperando marchar, sin notar por supuesto ninguna diferencia en su amo.

-Sombrero: vamos!

Sombrero & company se dirigen a su casa ¿qué llevará planeando?