La lámpara mágica 2ªT (9: cine porno)
Hacerme actriz porno me llevaría mucho tiempo. ¿Y si hiciera una película rollo amateur?
-Sombrera: ¡ja ja ja ja ja!
Me parto el culo de risa mientras miro el set fotográfico que le hice ayer al alcalde. Bueno, nos hicimos, porque la relación sexual que aparentemente de improviso mantuvimos en su despacho traerá cola. Sólo tengo que mandar una copia de todo el carrete al periódico que me dé más rabia. Con que no sea un periódico de izquierdas como el alcalde, hará lo que deseo y publicará/creará un escándalo político nunca visto. En fin... señor alcalde.. son las reglas del juego. O más bien la política es un juego sin reglas. A veces ganas y a veces pierdes, y esta vez te ha tocado perder. Pienso mientras miro satisfecha las fotos.
El set se ve maravilloso, la bella mujer de 20 años que soy ahora mismo queda requetebién follada por el sujeto de aspecto honorable, aún con la corbata puesta, que me tiene espatarrada cogida de la mesa. Mmmm, que buena que estoy, hay que reconocerlo. Tengo unas tetillas de las que encantaría mamar a cualquier bebé. Un culo de espanto al que todo especimen con un mínimo de hombría se lanzaría con los ojos cerrados. Y esa carita de juguete inspira el pecado de la carne al mismísimo papa de Roma.
Que lástima que esta belleza sólo va a durar 15 días, porque me encantaría seguir viéndola mucho tiempo. De momento tengo las fotos sí, algo es, pero... que bueno sería tener una película entera, como esas porno que a veces veo. Pero eso... hacerme actriz porno me llevaría mucho tiempo. Que si encontrar la productora adecuada, cásting, desfiles, algúno de ellos me "cataría", promoción, preparar el rodaje... no. Con 15 días no tengo ni para empezar. Pero yo quiero hacer una película, eso no puede ser tan difícil. ¿Y si la hiciera rollo amateur? con un hombre y una cámara tengo suficiente. Mmm, a ver, déjame pensar. El hombre lo tengo, porque tengo el teléfono del hombre que me cogió en el probador del centro comercial, el sábado. La cámara, ayer me fije en un cartel que había en la tienda fotográfica donde compre la cámara de fotos, que anunciaba el alquiler de cámaras de vídeo. Entonces ese punto también lo tengo, sólo me falta... empuje, je je, atreverme. Y de eso me sobra, o sea que, voy a llamar.
Tomo el teléfono y marco los 9 dígitos, no tardan en descolgar.
-Teléfono: diga.
-Sombrera: hola...mm.. ¿eres Pablo?
-Teléfono: sí, soy yo, ¿quien eres?
-Sombrera: soy Sombrera, la chica de este sábado ¿te acuerdas? en el centro.
-Teléfono: mmmm, ¡oh sí! ya, ya. Ahora sé quien eres. Hola Sombrera, ¿qué tal?
-Sombrera: pues bien, esto... es que no sé como decírtelo... mmm, ¿puedo verte?
-Teléfono: pues.. sí, podemos vernos. ¿Quieres que quedemos en algún sitio?
-Sombrera: sí, ¿qué te parece si quedamos dentro de media hora ante el centro comercial?
-Teléfono: de acuerdo. Ahí estaré.
Colgamos. 1er paso realizado, la misión ya ha empezado, a ver si rula. Por la mañana que estoy cojo a Rata y me encamino con él hacia el centro, donde hemos quedado yo y Pablo. Llego antes de lo que la puntualidad me exije, por lo que los dos o tres minutos que me quedo esperando ante la puerta se me hacen eternos. Al fin llega.
-Pablo: hola Sombrera, hola chucho. ¿Como estás, ¿bien?
-Sombrera: sí bien, más o menos.
-Pablo: dímelo sin miedo, ¿qué te ocurre?
-Sombrera: pues mira, se trata de que, me gustaría terminar esa relación sexual que se nos vio truncada el sábado aquí dentro.
-Pablo: vale, no hay problema. Si quieres hacerlo en tu casa estoy en tus manos, y si en tu casa no puede ser nos procuramos una habitación en un hotel o algo así.
-Sombrera: mmm, a ver, como te lo digo.. Me gustaría hacerlo en... podemos hacerlo en mi casa, no hay problema, pero me gustaría hacerlo... ante una cámara. Filmar nuestra relación para después conservarla, venderla, compartirla con quien sea, ¿me comprendes?
-Pablo: mmm ya, es esta una proposición arriesgada, como la relación que mantuvimos en el probador tal cual. Mmm, pero... debes entenderme que... estoy dispuesto a hacerlo, pero, si mi cara no sale. Nos los montamos en la película pero que en ningún momento se me reconozca.
-Sombrera: sí vale, no creo que nos sea difícil eso. Podríamos guardar sólo los trozos en que no se vea tu cara, o incluso usar una careta o capucha.
-Pablo: pues sí, estoy dispuesto. ¿Cuando te gustaría hacerlo?
-Sombrera: pues... no veo por qué perder el tiempo. ¿Tú podrías hoy?
-Pablo: sí podría, esta tarde la tengo libre.
-Sombrera: pues así quedamos, esta tarde, te contaré donde vivo y te acercas ¿vale?
-Pablo: vale.
-Sombrera: pues entonces sólo me falta la cámara. La alquilaré en una tienda de fotografía en que la vi ayer.
-Pablo: mmm creo que no nos hace falta, yo tengo una con apenas un año, super digital y super moderna.
-Sombrera: oh ¡fabuloso! nos irá de maravilla. Mira, aquí tienes mi dirección y pásate pues, por la tarde, pero antes de las 4, porque necesitaremos tiempo.
Pablo y yo nos despedimos y yo estoy eufórica. Tengo las dos cosas que necesitaba por el precio de una, un Pablo y una cámara totalmente gratis! je je. Esto lo debo compensar y me pondré guapa.
De camino a mi casa voy pensando; a ver, vamos a hacer una pequeña película amateur, pero quiero hacerla bien. No me voy a vestir, me voy a disfrazar, de... a ver qué se me ocurre... ¡ya lo tengo! de Pippi Calzaslargas. Esa serie de televisión antendiluviana que cuando nací yo ya era vieja. Que trata de una niña muy astuta, sí, perfecto. Me pasaré por una tienda de ropa infantil y tomaré lo que más se parezca a ese batín a cuadros que llevava. Así es que de regreso a casa me paro en una tienda de esas, no tardo en encontrar justo lo que busco y por un precio módico me lo llevo. En el camino voy pensando otras cosas, pues de momento el plan de hoy ya lo tengo, pero me queda aún casi una semana Sombrera, y voy a gozarlo como es debido.
Llego a casa repleta de ilusiones. Nada más entrar tiro mi ropa al suelo y en la misma entrada me calzo el vestido. Estoy requetebien, con la faldita corta, los pololos asomando y el extrecho busto del vestido que deja apretadísimo mi verdadero busto. Ahora sólo me faltan las coletas. Pippi llevava unas coletas monstuosamente largas y enhiestas, yo me figuro que por dentro debían estar aguantadas con alambres. No me voy a romper el pelo con una cosa así, me haré las recias coletas que me dé mi pelo y eso ya creará la sensación para el público que vea mi película de que soy la reencarnación de Pippi. Encuentro las gomas para hacerme las coletas en un viejo cajón y con ellas puestas me miro al espejo. Al verme una rápida imágen traspasa mi mente y me da la sensación de ver a la mismísima Pippi, en mi.
-Sombrera: ¡ya estoy lista! je je.
Le he dicho a Pablo que viniera temprano, a las 16, porque necesitaríamos tiempo. No necesitaremos tanto tiempo, se lo he dicho porque quiero contar cuantos menos segundos posibles esperando que aparezca :D . No me queda ahora pues ningún punto a preparar, Pablo vendrá las 4 con la cámara y a mi me quedan unas cuantas horas de ocio. Me saco el disfraz y me vuelvo a vestir civilizadamente.
-Sombrera: ¡vamos Rata!
Él comprende unas pocas palabras mías; siéntate, salta, ven, quieto, toma, pero la que más le gusta es esta, -vamos-, y nada más oírla se endereza como si tuviera un muelle y acude a mi para marchar. En este segundo paseo con mi mascota me dirijo al parque, el mismo parque en que conocí hace más de una semana al hombre que desvirgó a esta nueva Sombrera. Vuelvo a pasear por los mismos senderos, veo los mismos árboles, y milagrosamente, o no tan milagrosamente, encuentro al mismo hombre, en el mismo banco, con la misma pandilla de críos delante, entre los cuales seguramente estará la misma chavalita que nos acompañó ese día.
-Sombrera: ¡hola señor Didac!
-Didac: hola Sombrera, ¿qué tal? te he extrañado mucho porque no nos hemos vuelto a ver.
-Sombrera: uy verá, es que estoy de vacaciones. Y yo creía que estando de vacaciones iba a tener tiempo para todo pero todo al contrario, me falta tiempo para todo, ja ja.
-Didac: ja ja, yo estoy jubilado y... con una semana de vacaciones te falta tiempo, pero con... una vida... de vacaciones, es por eso que le gustan a uno cosas como la que estoy haciendo ahora, acompañar a Beta al parque.
-Sombrera: uy, ¡y Beta! ¿donde está?
-Didac: ahí, ¡Beta! ven, ven!
Una de las crías que está jugando se separa del resto para aproximarse, es Beta la que reconozco.
-Sombrera: ¡hola Beta! qué tal guapa! ¿Se ha probado ya tu tía el vestido de boda?
-Beta: ¡sí! je je, le ha gustado mucho!
-Sombrera: claro que le tenía que gustar mucho. Y a ti de grande también te va a gustar mucho, porque usarás un vestido igual o más bonito que ese.
-Beta: ¡oh que bien! ¿puedo marchar?
-Didac: sí vete.
La cría retorna saltando a su tropa.
-Sombrera: que bonita que se la ve. Quien pudiera volver a esos años.
-Didac: todos los años tienen cosas buenas y cosas malas. Pero piensa que, a Beta, aún le quedan muchos años para poder jugar a lo que jugamos el martes pasado.
-Sombrera: sí, sin duda. Pero con la alegría que se le ve en la cara jugará tanto o más que nosotros.
Didac y yo restamos unos minutos sentados uno junto al otro en silencio, mirando los niños, hasta que por fin lo rompe.
-Didac: esto, me has dicho que tienes unos días de vacaciones, ¿te gustaría en estos días que nos encontrásemos? porque, me gustaría hacerte un regalo.
-Sombrera: ups ¿un regalo? puedo saber de qué se trata?
-Didac: no sin duda. Te estropearía la sorpresa. Ese regalo te gustará 3 veces más si no lo sabes hasta que te lo dé.
-Sombrera: pardiez pues, estaré encantada de recibir tal sorpresa, si usted me dice que me gustará tanto.
-Didac: pues mira, yo suelo estar aquí cada día a la misma hora. El día que quieras te pasas por aquí y nos iremos a que te lo entregue.
-Sombrera: no me da usted ninguna pista me lo inmagino. Pero no fallaré, me tendrá aquí a lo más una semana.
Didac y yo seguimos charlando de trivialidades y cosas no tan triviales un buen rato. En que en todo momento observo a Rata que pasea bajo su propia responsabilidad por el parque. Cuando mi reloj me indica que es momento de ir a encontrarme con "otra" persona, llamo al perro y nos volvemos.
-Sombrera: adiós señor Didac, hasta pronto.
-Didac: adiós hija, adiós.
Perro y yo nos tomamos el camino con mucha calma, he precavido el tiempo necesario para no volver con prisas. Por el camino me fijo en millares de cosas, pero una de las que más me llama la atención es la llamada de la jungla que me inspira algunos paletas, obreros de la construcción. Se los ve sucios, gordos, malcuidados, viciosos. Uno de ellos debe caer en mis redes, no tardará, concluyo.
Llego a casa que faltan apenas diez minutos para nuestra cita. En el tiempo que queda me disfrazo con el vestido nuevo y me dispongo bien las coletas, una a cada lado.
-ning-nang-
Sólo puede ser él. Vestida de Pippi miro por la mirilla de la puerta antes de abrir, es él.
-Sombrera: hola Pablo.
-Pablo: hola mujercita, ¿este vestido que llevas es lo normal en tu casa?
-Sombrera: no, verás, es que he pensado disfrazarme de Pippi Calzaslargas para hacer la película. Porque quiero ser un poco más original que la típica película americana en que siempre sale lo mismo.
-Pablo: sí sí, me parece muy acertada la idea.
Entre tal conversación hemos entrado y situado en el salón. Él se descuelga el maletin que cargaba y de él saca una bonita cámara. Como todas las modernas digitales cuenta con la mitad del tamaño de las viejas. Pablo parece ajustarle unas pocas cosas más hasta que le llamo a su deber.
-Sombrera: vamos a mi habitación.
Los dos nos desplazamos hacia dicho y allí le cuento mi plan.
-Sombrera: Dispone la cámara aquí, en esta silla, acercamos la silla a la cama y lo verá todo en primer plano.
-Pablo: vale, tomaré algunos de estos libros para sostenerla y apuntarla con precisión a lo que tiene que filmar.
-Sombrera: pues ahora vamos a empezar el juego. Yo soy Pippi, pero tú no eres otro actor de la serie, de hecho no estamos ni en la tele. Eres el mismo director, que me haces chantaje de despedirme si no me lo hago contigo. En el fondo lo que montaremos es la fantasía llevada a la realidad de la fantasía.
-Pablo: mmm, creo que te entiendo, aunque no del todo. Pero bueno, tú pones que yo soy el director de la serie y tú la actriz que encarnas a la virtual Pippi, yo te hago chantaje y abuso de ti a cambio de no echarte?
-Sombrera: ni yo lo hubiera dicho mejor.
Así que, entendidos, los dos entablamos la fantasía. Para comenzar entablamos una hosca conversación en que él, poniéndose bien en el papel, me amenaza de echarme y cerrar la serie si no le mamo la polla. Yo simulo llorar desolada pero aún con la virtual lágrima en los ojos me agacho y le mamo la polla. Graciosamente él sigue interpretando su papel y me insulta y echa amenazas sobre obligarme a en un episodio tener que follar con un perro y yo grito.
-Pippi: ¡no, no! gorbl, gorbl.
Y le sigo mamándosela. En este que vuelve a ejercer su puesto de dominador y me ordena que lo monte.
-Director: ¡móntame puerca, móntame!
Él está tumbado en la cama y yo me monto encima suyo mirando a la misma dirección en que mira él, hacia la cámara. Esta peró no lo capta a él, pues lo que queremos es enconder su identidad, sino a mi en primer plano. Cuando me le meto la polla dentro, mi actuación de niña desolada se pervierte en el grado más bajo del séptimo arte, el cine. Lo boto pareciéndome humillada por el abuso de un mayor, algo que vete a saber si en realidad sucedió.
-Sombrera: oooh, oooh, oooh, señor directooor, oooh, oooh.
El oir mis gritos impulsa su propia cintura hacia arriba en los momentos que me calo en él, y eso me parte el corazón.
-Sombrera: aaaaooohhhhh, oooohhhh, aaaaahhhh, señor director por favor, aaaaaah, aaaaaahhh, no me eche, aaaoooh.
La cogida tiene una fuerza tremenda. Yo me viene el llamado orgasmo continuo mientras mi aullido ha perdido el ritmo de los empeñones. Apenas me estoy dando cuenta de lo que pasa cuando Pablo me descarga y me tumba en la cama de lado. De nuevo peró me sitúa en la posición adecuada para que la cámara me coja sólo a mi. Lo extraño tan sólo durante los 5 segundos que tarda en efectuar tal operación, pero por fin se me vuelve a meter dentro.
-Sombrera: ooooh señor director, no nos deje por favooooor, ooooh, ooooh.
----imagen 3----
Pablo me sigue cogiendo un buen rato. En él me recreo mirando la cámara con la boca abierta, viviendo lo que espero verá dentro de unos meses miles de personas. Trato de hacer despegar mi mente para que se meta en la mente de cualquiera de esas personas que me verán ser cogida, pero al mismo tiempo siento la gruesa polla de Pablo que me posee. La conjunción de ambos pensamientos dobla la potencia de la cogida y mi voz parece la de una llorona. No lloro lágrimas, pero sí es mi voz la típica del sollozo de una niña.
-Sombrera: uh uuuuhh, uuuuh, huh uuuh, uhuhhh, uuh.
Al cabo de un rato de desenfreno Pablo llama a mi acción
-Pablo: me corro nena, hazlo bonito.
-Sombrera: ¡sí, sí!
Ambos nos incorporamos y conmigo mirando a la cámara se me corre en la cara. Creamos para nuestro futuro público una corrida típica hardcore. Yo le ordeño bien la polla cascándola puercamente con la mano mientras la apunto a mi cara y pechos, quedando hecha una desgracia.
-Pablo: mmmmm, que bien me lo haces niña, mmmm, ooooh, qué biennnn.
Quiero trabajar bien y acabar la película con un bravo, y para ello se la dejo brillante repasándosela con la boca. En acabado parezco haberle chupado toda la fuerza a Pablo, que exhausto se desploma en la cama. Pero curiosamente yo no estoy tan fatigada, por lo que me dirijo a la cocina para preparale mi tentenpie personal de yogur, leche, fruta y nata. Me tomo mi tiempo y cuando regreso lo encuentro con los ojos abiertos, pero aún descansando.
-Sombrera: toma come, que te repondrás.
-Pablo: oh gracias, me hace falta.
Pablo se lo come todo de la misma manera que me comí yo mis espaguetis el lunes recién despertar, con desesperación. Y cuando está.
-Pablo: fu, me comería otro.
-Sombrera: no seas tan chulo. Verás, túmbate y digiere un poco y quizá damos otro asalto.
Lo abandono a su siesta y me extiendo en la butaca delante la tele. Pasa no sé cuanto tiempo o películas porque voy haciendo zaping, pero resulta ser él quien me saca del aburrimiento de la caja tonta. Lo noto que pone una mano en mi hombro y me acaricia la carita. Yo le voy siguiendo el juego y se lo acabo comiendo. Le mamo el dedo creyéndolo su polla, y parece tener el mismo efecto, porque no tarda esta en substituir erecta el lugar del dedo. El resto... os lo podéis inmaginar...