La lámpara mágica 2ªT (4: autoestopista)

Me alejo un poco de la ciudad y cuando lo creo suficiente me detengo y levanto el dedo.

Tercer día en mi fémino cuerpo, hoy hace exactamente dos días que estoy al control de un cuerpo muy diferente al que me dotó la madre naturaleza hace casi 30 años. Hace casi 30 nací macho, o almenos así lo indicava la inspección ocular del médico :D . No es que estuviera equivocado el ginecólogo o matrona o quien quiera que fuese lo que me viera nacer. Lo que pasa es que hace también exactamente dos días, paseando mi perro por el bosque como acostumbro, encontró él un indefenso duende mágico, que como es costumbre en mi perro, se le lanzó encima. Yo sentí piedad por el mágico ser y le salvé la vida, más por curiosidad que por otra cosa. Y quien lo iba a esperar que me concedió, como me concedió hace medio año un hechizero de una lámpara encantada, un deseo mágico. La anterior vez le pedí un deseo muy parecido a este último, sólo se diferencian ambos deseos en la edad de la fémina, y en el tiempo de duración del hechizo.

Bueno, tengo que reconocer que estoy un poco dolorida, ayer cogí nada más que tres veces. Primero con un loco que rapté del patio del manicomio, y después fui "brutalmente" violada por un bruto en el suburbio norte, dos veces. Esto de brutalmente lo digo un poco en broma porque, si bien a él sí que se lo parecería porque era mi violador, yo llevava el control de la situación en todo momento. Llevava mi fiel cuchillo de caza en el bolsillo y si no lo saqué es porque no quise, porque a decir verdad me lo pasé fenomenal. Fenomenal sí, pero sumando las experiencias de todo el día fue un poco duro la verdad. El primer loco fue como jugar con un osito de peluche, pues yo tuve las riendas de la relación todo el rato. Pero el segundo violador... pa qué contarte. No me maltrató ni nada, pero era un grueso y vigoroso ex-boxeador que cogía cual dragón. Primero temblando encima una centenaria lavadora, y después afianzada de la barandilla de la terraza y mirando el urbano paisaje de la calle, a la vez que aullava como loba   :o

En fin, que hoy no estoy para dar mucha guerra. Ya a primeros del día decido que dedicaré el día a descanso y reposo, pues aunque sólo dispondré de este cuerpo 15 días, sigue teniendo este cuerpo las limitaciones naturales de una mujer de 20 años. Decidido, a pasar el día de campo y playa.

Paso el resto del día en gregarias actividades. Me voy a comprar unas cuantas cosas al super, paseo mi perro unas horas, limpio bien mi casa por si vienen visitas, y también medito pausadamente qué voy a hacer mañana. Analizo y desecho diversas opciones, y al final sólo me quedan dos ideas. Una hacer autoestop y ser cogida por el generoso conductor que me recoja de la vía, y la otra ser cogida en los probadores de ropa de un centro comercial. Mmmm, las dos pintan sabrosas, mañana por la mañana decidiré cual va a ser la primera. Y es así que me voy a dormir con dos sueños, a ver cual gana.


Me despierto el viernes por la mañana con una sonrisa en el rostro. Esta noche he aclarado bien cual va a ser mi sueño hoy. Durante todo ayer me recuperé del activo miércoles en que tuve tanta actividad, por lo tanto hoy estoy en pie de guerra capaz de todo. Mi romance hoy va a ser un inocente conductor que me tomará de la vía mientras hago autoestop. Una costumbre ya poco común en España, pero siempre queda alguien en algún punto del país que levanta el dedo para que lo lleven, y hoy yo voy a ser una de esos sujetos.

Primero me encargo de las tareas domésticas como sacar al perro, poner a lavar lo que deba y comer un poco. Cuando estoy lista me visto bonita con uno de mis vestidos formales, no se trata de parecer una prostituta que trabaja en la carretera, sino una buena mujer que ha sufrido un percance en el coche y se ha visto obligada a levantar el dedo. Así, con todos los planes en mi cabeza me dirijo hacia las afueras de la ciudad para empezar a hacer autoestop. Cuando creo estar suficientemente lejos me detengo al lado de un coche que hay estacionado en el campo y levanto el dedo. No tarda en parar un coche, me acerco a la ventanilla y cual es mi sorpresa al no tratarse de un conductor, sino una conductora, una mujer de mediana edad y como su gesto de parar indica, una buena mujer. Ya me había prevenido de una cosa así y tengo en la cabeza el papel oportuno a interpretar por si en una ocasión no me gustara el conductor que se detuviera.

-Mujer: ¿qué te ha pasado hija, se te ha estropeado el coche?

-Sombrera: sí señora, no arranca. ¿Por casualidad no tendría usted un kit de cables para arrancar el coche con la ayuda de la batería del suyo?

-Mujer: uy no hija, lo siento pero yo no tengo de esas cosas. ¿Puedo hacer alguna cosa para ayudarte?

-Sombrera: ridiez pues, pues creo que no señora. Discúlpeme que la haya hecho detener pero no puedo hacer más que esperar que alguien se pare y disponga de esos cables para arrancar mi coche.

-Mujer: lo siento pues querida, te deseo buena suerte.

Así nos despedimos amablemente y la mujer parte de nuevo. Yo me vuelvo a poner al lado de "mi" coche levantando el dedo y no tarda mucho en detenerse otro coche. Ya antes de pararse me he fijado que se trata de lo que busco, un hombre. Cuando me abre la ventanilla lo analizo bien y me viene que ni pintado por mi misma. Un hombre maduro tirando a viejo, no está flacucho sino que tiene la barriga que le corresponde, y lo más bonito es la sonrisa con que me recibe, que a la vez me indica que como mínimo hoy está de buen humor.

-Sombrera: discúlpeme señor, pero mi coche se ha averiado y no tengo con qué volver a casa. ¿Sería usted tan amable de llevarme con usted?

-Hombre: claro hija, por eso he parado, para ofrecerte mi ayuda, va sube.

Me subo a su lado y le pego otro pequeño engañito diciéndole que mi ciudad es la que está en dirección a su misma ruta, a unos 40 minutos.

Poco a poco establecemos una amical conversación. A mi petición me dice que se llama Franco y yo también le digo mi nombre y nos hablamos cordialmente como amigos todo el rato.

-Franco: ¿y estás casada Sombrera?

-Sombrera: ¡uy no! je je, si tan sólo tengo 20 años.

-Franco: yo a tu edad ya estaba casado.

-Sombrera: mmm, sí claro, pero tenga en cuenta que las cosas han cambiado mucho. Ahora la gente se casa incluso con 30 años en primeras nupcias, el mundo es otro.

-Franco: por dios que es cierto lo que dices, hemos avanzado en exploración espacial y chorradas pero en otras cosas hemos retrocedido. Y discúlpame si me entrometo en cosas que no me importan, pero, estás tan sólo prometida con alguien.

-Sombrera: pues sí, mi pololo y yo llevamos juntos desde hace tiempo. Nos queremos mucho y deseamos casarnos de aquí un tiempo. Pero ahora mismo él está en la universidad y yo trabajo, por lo que esperaremos a que acabe la carrera dentro de unos años. Y allí le voy a pillar, porque como usted ha dicho, hemos avanzado en algunas cosas pero en otras hemos retrocedido; mi pololo y yo ya hemos mantenido relaciones sexuales, cosa que en su época creo que no se realizaba hasta concedido el matrimonio ¿verdad?

-Franco: sí que me has pillado sí. Mi mujer y yo lo hicimos por primera vez la noche de bodas. Y actualmente los chavales y chavalas mantienen relaciones aún siendo chavales.

-Sombrera: mmm, sí bueno pero, no nos engañemos porque los chavales y chavalas han mantenido relaciones de toda la vida.

-Franco: también tienes razón. Es la diferente manera de ver desde diferentes perspectivas, pero las cosas tampoco han cambiado tanto.

Permanecemos en silencio un instante, en el cual yo miro el reloj y veo que ya han pasado 20 minutos de camino. La cosa pinta bien pero hay que empezar a ir al grano. De pronto Franco inicia una plática que me huele bien.

-Franco: y dime Sombrera, no creo molestarte en una cosa así después del buen clima que ha adoptado nuestra conversación pero ¿a qué edad lo hiciste por primera vez?

-Sombrera: a los 15, no se preocupe por tal pregunta. Si quiere incluso le explico la cirscunstancia exacta en que pasó.

-Franco: oh pues, si no te incomoda adelante, soy todo oídos.

-Sombrera: pues fue con, cójase fuerte al volante Franco, con mi cuñado, el ya marido de mi hermana mayor, que tenía por aquel entonces 30 años.

Nada más decir esto don Franco se queda callado, la confesión ha resultado una pequeña bofetada para su veterana mente. Le cuesta un poco pero al final responde.

-Franco: mmm, una relación muy particular que tuviste. Aunque a decir verdad, y como has dicho antes, no es la primera vez que pasa esto en el mundo.

-Sombrera: pues se va a caer de rodillas cuando le cuente que, además, fue el mismo día de la boda.

-Franco: sí, sigue sigue.

-Sombrera: pues estábamos todas posando para las fotografías, por turnos delante de la cámara. En esto que nos tocaron hacer una foto conmigo, mi hermana y él. Y mientras posábamos para la foto, él me metía la rodilla entre mis piernas y me rozaba la pucha.

-Franco: oh dios mío, sigue sigue.

-Sombrera: pues durante todo el posar para esa foto me estuvo pasando la rodilla y yo me puse candente. Después nos separamos y cada cual se fue por su lado, él con sus invitados y yo con mis primos y primas. Más tarde durante la comida me fui al lavabo un momento, y cual fue la casualidad, o quizá es que me buscó, que me lo encontré en la entrada de los diferentes servicios.

No le he dado importancia pero en el transcurso de la narración don Franco ha detenido el coche ante un almacén de la carretera ya cerrado, y atento sigue mi explicación.

-Sombrera: pues me tomó de la mano, entramos en uno de los lavabos, nos encerramos en uno de los retretes y ahí me cogío por primera vez. Por primera vez en mi vida y por primera vez él, porque lo hicimos unas cuantas veces más en mi casa, y en casa de mi hermana.

-Franco: mmm, esto que me has contado es delicioso. De hecho me has excitado bastante.

-Sombrera: ja ja, yo también me he excitado un poco. El hecho de estar aquí parada, con usted y explicándole esta cosa tan personal, la verdad es que le hacen a una subir los humos.

-Franco: ¿donde tienes esos humos?

Me dice tomándome de la mano y cazando mi esquiva mirada.

-Sombrera: pues... esto... pues....en en

Mi palabra se ve truncada por su propia boca. Se adelanta a mi timidez y acercándoseme con seguridad me toma de ambas manos para besarme en la boca. Ambos gozamos alargando con romanticismo este primer beso entre Franco y yo. Unas pocas luces de carretera y del almacén iluminan la situación, pero es suficiente para que Franco sepa por donde meter la mano para elevar mi excitación al límite de lo llevable. Primero, tímida, la mano de Franco me desabrocha el escote del vestido. Cuando tiene mis tetas al alcanze pierde la timidez y las soba con perversión, que le confieso en los suspiros que escapan de mi boca para meterse en la suya.

Yo también trato de ser valiente y le desabrocho el pantalón. Aún besados cercanamente tengo una pequeña sorpresa al cazar mi mano, saliendo de su entrepierna, un gran bastón que sin duda en el pene. Mientras le masturbo el cipote me dejo dominar al sentirme pequeña. Él me arranca las que llevaba puestas bragas y me mete un par de dedos en la panocha. A medida que mi fuerza es robada por su masturbación, me abrazo a su espalda y le dejo hacer a sus anchas en el centro de mi femineidad.

-Sombrera: aaaaaah, aaaaaaah.

Franco me masturba un rato durante el cual lo único que quiero es que mi cuerpo se pegue a él, como se pega una loncha de queso fundido a una rebanada de pan. Hasta que decide cambiar de táctica.

-Franco: sal, va, vamos a salir.

-Sombrera: pero ¿fuera? pero, y si nos ve alguien?

-Franco: qué más da, está oscuro y la gente mira hacia la carretera, no hacia el patio de un almacén cerrado.

Yo sigo con las mismas dudas, pero recuerdo que me le he entregado y que soy suya, por tanto manda y salgo deshabillada del coche. Me toma del trasero y me acerca al capó del coche. Cuando estoy sujeta de él me apunta la verga a la concha y me la mete paso a paso. Yo gimo a cada una de sus introducciones, y cuando la tiene toda dentro, empuja aún más, repetidamente y a gran velocidad como si atacara.

-Sombrera: ah, ah, ah, ah, ah.

Yo no noto el sentir que he sentido otras veces en el aro de entrada, sino muy adentro de mi pucha hay un sitio que me vuelve loca cuando el pene de Franco lo toca.

-Sombrera: ah, ah, hay cosas, ah, ah, que deberían seguir, ah, ah, a la antigua, ah, ah, ah.

Franco peró se acaba calmando y establece un ritmo de cogida más normal. Ahora me da la vuelta y me extiende encima del capó para seguirme cogiendo cara a cara.

Se sigue metiendo peró lo más hondo posible y me sigue tocando ese punto mágico que me hace llorar de alegría encima del coche. Durante la cogida oímos algúna que otra bocina de coche que se sorprenden al vernos en tal plan, pero por suerte ninguno pierde el control y no hay que lamentar consecuencias. Franco me sigue cogiendo encima del coche un rato que a mi me empieza a dar miedo que no pase un coche de policía. Por fortuna su pene se acaba decidiendo y me avisa que se va a correr. Yo me descargo de su penetración y me arrodillo ante él para recibir mi trofeo, la leche. A diferencia de otras veces no me la trago sino que me la extiendo cual crema hidratante por toda la cara y los pechos, me quedo hecha un desastre, pero es lo que quería.

Cuando la relación sexual se ve funesta nos volvemos a vestir y arrancamos el coche de nuevo. La conversación sigue agradable hasta mi ficticio punto de destino en que me despido cariñosamente de él. Una vez ahí, busco la parada de taxis pues no me veo con fuerzas de volver a hacer autoestop.