La lámpara mágica 2ªT (16: la botella)
No voy a comprarme un consolador, voy a procurarme algo más casero y discreto, a ver qué encuentro por casa.
Son las 6 de la mañana y estoy despierta, me asalta una ansiedad similar a los nervios que tenía de pequeña despertándome también super temprano la mañana vigilia a ir de excursión con el colegio. Y es que hoy es el día.. del juicio final podría decir, porque este mediodía si el conjuro del duende del bosque no falla recobraré mi varonil cuerpo llamado Sombrero, y la Sombrera que encarno tumbada en mi cama con un femenino camisón de dormir
quedará tan sólo en mi recuerdo y en el recuerdo de todas las personas que he conocido en su variante más íntima estos 15 días. Una experiencia realmente fabulosa la que he tenido, quizá un día cuando sea más grande y calmada escribo un libro acerca de ella.
No me ponga romántica ahora porque quiero aprovechar estas últimas horas con sus pechos, pandero y parrús como merece este lindo cuerpo que poseo, quizá el más lindo cuerpo que pudiera pasar por mi cabeza, por eso adquirí su forma al pedir mi deseo al duende. ¿Ahora me tengo que ir a cazar varón de nuevo? no hay muchas ganas la verdad, podría hacerlo y sin duda encontraría un hombre asequible a cogerme antes de las 13:00, pero no, creo que de experiencias con hombres ya las he tenido todas o el equivalente a todas. Hoy voy a hacerlo conmigo misma, me masturbaré, nunca me he masturbado como mujer y sí, no podría hacer nada mejor.
Para empezar voy a buscar un artilugio preciso para masturbarme, no voy ahora a ir a un sexshop a comprarme un consolador porque ya tuve mi dosis de pene de latex anteayer, cuando me cogieron Didac y su muñeco a la vez. Voy a procurarme algo más casero y discreto, vamos a recorrer la casa a ver qué encuentro. Aún con el camisón puesto me levanto y empiezo a inspeccionar todos los objetos que veo en mi casa. Examino lo típico; la escoba, no, no tiene volumen en absoluto y para nada quiero algo tan largo; la nevera, en ella hay algún plátano y algún pepino que tienen formas sugerentes, pero no, el plátano se va a fundir dentro mío y el pepino parece un cactus de granos que tiene; sigo examinando la cocina y una cosa insospechada me llama la atención, una botella de cava que lleva escondida en un rincón quizá lustros.
Tiene un cuello más o menos estrecho, de la gordura de un pene, pero se va ensanchando progresivamente hasta alcanzar la total gordura de la botella, y la longitud del cuello, y la progresividad del ensanchamiento de este parece creado para lo que quiero, metérmelo.
-Sombrera: ¡sí, ya lo tengo!
Sonriendo triunfante tomo la botella, la descorcho apuntando al fregadero y vacío todo el etílico contenido pues es para otra cosa que la quiero. Busco también en mi baul de los recuerdos viejas revistas porno de cuando era chavala, se las ve polvorientas y el papel amarillento, pero nada más abrir una de ellas y ver como un regio varón mete dentro otra regina mujer me empiezo a poner tibia. Esperando no tropezárme con imprevistos le doy una coz al perro y le hecho de casa, para que no me moleste en el momento menos apropiado.
-Sombrera: mea, caga y huele todo lo que quieras pues es un derecho constitucional que te pertenece.
Cierro la puerta y voy al grano, me encierro en mi habitación y me tumbo en la cama con la botella y la revista como compañeros. Empiezo a hojear la revista y mi temperatura sube grado a grado por segundos, observo imágenes que conocí hace lustros, pero me siguen pareciendo conocidas como si ayer mismo hubiera comprado la revista. Me tumbo de lado y mientras con una mano hojeo con la otra me voy pasando el extremo de la botella por la rajita, mmm, sabe delicioso pues soy yo misma que me masturbo y nunca lo había hecho.
A medida que paso páginas mi botella se va atreviendo a entrar más hondo, primero me meto el delgado cuello sin forzar nada y lo siento como una ascua que se quiere meter dentro de mi. A medida que pasa el rato mi mano va tomando vida propia, tan sólo miro la revista y fantaseo en ser la mujer en ella follada pero mi mano no necesita casi atención y continua su rítmico movimiento como si bailara.
-Sombrera: aah, mmm, aaah, mmm.
Mi mano ha tomado ya una fuerza considerable, me la entro y saco casi lo que da de sí mi vagina. Entra centímetro a centímetro desde el hetéreo cuello hasta que la anchura del cuello hace tope en mis entrañas y no puede entrar más. Me olvido de la revista y la dejo caer al suelo, cierro los ojos y ahora con las dos manos me sigo follando. Me hace suspirar a un grado de volúmen parecido a los vividos estos pasados días con la ayuda de verdaderos hombres, mujeres, animales... o robots je je.
-Sombrera: oooh sí, sigue, ooooh, sigue, sigue!
Pierdo total consciencia de que me estoy masturbando y al adquirir mis manos vida propia me creo estar siendo follada como una de las mujeres de las últimas fotos vistas de la revista. Al cabo de no sé cuanto rato me recupero y me reconozco otra vez como Sombrera masturbada, me levanto y dispongo la botella encima la cama, derecha, como suelen estar. Me siento con cuidado encima de ella y empiezo a calarme lentamente. Mis caderas se vuelven a sentir en la fantasía de estar follando a un hombre y toman energía. Al ser mis sentadas en ella impulsadas por mi peso, entra aún más vigorosamente dentro de mi haciendo tope con el ancho cuello y abriéndome la vagina como nunca ha estado. Me pongo a temblar de pasión u de miedo por lo que sea capaz de hacer con mi amante personal. Ceso mis gemidos y oigo quedamente mis dientes que vibran entre ellos mientras todo mi cuerpo tiembla.
-Sombrera: kkkkkkkkk,m,kkkkkk,mm,kkkk.
Estoy en ese temblar cuando mi mente pierde control sobre mi cuerpo y caigo a la cama perdida toda fuerza. Lo único vital en mi es mi boca que sigue gimiendo, revelando a las paredes de mi habitación, a la revista y a la botella que estoy viviendo un orgasmo, quizá el último de la vida de esta Sombrera de 20 años.
-Sombrera: oooooh, ssss, sssss, ssssss.
Oigo que la botella cae al suelo, yo quedo también caída un buen rato. Sueño muchas cosas bonitas pues acabo de pasar las mejores vacaciones de mi vida, el mundo me parece rosa y los containers me aparecen llenos de flores. Todo el mundo sonríe, hasta los animales sonríen, y yo estoy, en el sueño, llorando, llorando de alegría. Caigo en la arena en medio de una gran playa y el sol me ve desnuda bajo él. El sol se me posa encima y, me ama.
Hasta aquí es lo que recuerdo del sueño cuando me despierto, miro el reloj y son las 11, aún me quedan un par de horitas. Me visto con un chándal y haciendo footing me voy hacia el bosque encantado. Allí miro de un lado a otro pero no se ve ningún duende mágico.
-Sombrera: ¡duende! duende! ¡donde estás! te necesito! una última vez duende!
Mis gritos peró no parecen tener efecto. Lo doy todo por perdido, me resigno a volver a ser Sombrero y me tumbo bajo una acacia esperando que se haga la voluntad del señor. No me duermo pues quiero ver como se da el retroconjuro y permanezco atenta a cualquier señal. Mirando mi reloj veo como la señal llega a las 13:00:00 en punto. Mis pechos se desinflan, al igual que mis caderas retoman una anchura normal de hombre, los cabellos son también absorvidos por mi propia cabeza y me queda sólo esa coleta trasera que llevo hace años. Noto un cosquilleo en la cara y palpándomela descubro que me ha vuelto a salir el bigote y la barba mal afeitada que llevaba a esta misma hora hace 15 días.
Vuelvo a ser un hombre, ha terminado el segundo episodio femenino en mi vida. Y ahora, pa casa. Por el camino me detengo en una farmacia y compro un test de embarazo. Una vez llego a mi morada entro con Rata que me esperaba en la puerta y uso el kit de embarazo. Lo dejo en la mesita pues hay que dejarlo reposar unas horas que me tomo de ocio a base de zapping.
Al cabo de estas horas miro el recipiente del test y no me sorprende el color que lo veo, estoy embarazad0, de nuevo.