La lámpara mágica 2ªT (15: la tropa)
Hoy quiero hacerlo con el número máximo impuesto por la naturaleza que puede resistir mi cuerpo.
Me despierto hoy martes con mala cara, pero por fortuna me despierto sola y no hay nadie para decírmelo y aumentar aún más mi mal humor. Ayer viví una experiencia tremenda en los dos sentidos. Tremendamente visceral mientras era cogida a la vez por Didac y un muñeco sexual que debió conseguir que algún sexshop perdido. Pero tremendamente deprimente cuando, haciéndome despegar el colosal gozo a soñar cosas desde otras dimensiones, pensé en mi y en Didac. En lo que nos unía y en si había alguna cosa que pudiera mantenernos unidos eternamente. Pasaron por mi cabeza los hechos prácticos; mañana miércoles volveré a convertirme en Sombrero y de Sombrera nunca más (creo) se sabrá. Así lo traté con el duende del bosque que me embrujó hace casi 15 días y dispusimos las cosas bien como un contrato legal. 15 días convertida en bella mujer de 20 años, y pasado ese tiempo recuperaré mi cuerpo de siempre de hombre de actualmente 30 años. Por lo tanto si las cosas siguen su curso invariable me quedan poco más de 24h para mañana al mediodía volverme Sombrero de nuevo. Pero volvamos al tema, amo a Didac, es amor verdadero lo que siento por él y daría dos dedos por.
Pero si mañana vuelvo a convertirme en hombre, ¿qué seríamos? un matrimonio homosexual? No, no quiero eso, él lo comprendería y me seguiría amando como yo a él, y seguiríamos haciendo el amor con la misma pasión y quizá ¿seríamos felices? no, no creo eso. Sería feliz él, pero yo aún soy joven y acabaría amargándome una relación estrictamente basada en el amor, porque las verdades encima la mesa, no me gustan los hombres.
Entonces digamos que esta noche separa dos épocas en mi vida, bueno quizá no tanto, porque debo reconocer que he dejado atrás como una dozena de épocas, pero esta separa una sí, hoy soy un poco más maduro y un poco más diferente que la Sombrera que nació hace quinze días. Hoy sé que me queda poco tiempo y voy a aprovecharlo con la máxima precisión. Sé lo que perversamente me gusta y lo que féminamente está en mis manos, practicamente todo. Con este bonito cuerpo puedo conseguir que entre en mi cama practicamente cualquier hombre que me tiente, y la verdad hay muchos muchos que me tientan en diferentes aspectos. No me corta un pelo hacer ninguna guarrada porque esta honorable mujer que soy hoy, mañana desaparecerá, y su virtualmente perdida virtud quedará en nada, ni bueno ni malo. Entonces no debo tener miedo, ni de desnudarme en medio de una plaza y llamar a todo varón activo para que me posea. Sí, voy a hacer eso, no lo llamaré a gritos en medio de una plaza, pero algo similar haré, porque hoy no estoy para romanticismos.
Vamos a ver, hoy no quiero un sólo hombre, ni a dos porque ayer los tuve a dos. Hoy quiero hacerlo con el número máximo impuesto por la naturaleza que puede resistir mi cuerpo, además un número mágico. El tres, ese va a ser el número de amantes que conquistaré hoy, para que a la vez me amen. Vamos a ver, lo primero es vestirse bonita. Después de ducharme me pongo un bonito vestido que aún no había estrenado esta semana, me peino elegante, me pinto un poquitín, apenas apreciable alguna invisible sombra. Y abriéndonos la puerta doy el día libre a Rata.
-Sombrera: ¡te quiero por la noche aquí!
Con mi equipo de batalla en el bolso emprendo la que espero memorable jornada. Vamos a ver, donde puedo conseguir tres hombres con ganas de meter y sin prejuicio alguno. Una vez conseguí esos dos perfiles en la puerta de un puticlub, pero no me veo con ganas de esperar a la noche para eso y no tengo un segundo que perder. Voy a ir pues a un bareto que tenga mal aspecto, una tasca sucia y maloliente suele estar habitada por similares individuos, que no tendrán reproche alguno en cometer tan impuro acto de coger los tres a la vez una mujer.
Mientras hago mis planes voy paseando y algún que otro chaval o adulto posa su mirada en mi busto o mi trasero, lo noto. Pero no quiero un vulgar y honesto ejemplar que a mirar es a lo único que se atreve, sino uno, o unos capazes de realizar unos de los pecados más prohibidos que existen, la orgía. Entonces continuo mi camino impasible y voy observando la pinta que tienen los bares con que me cruzo. Practicamente todos tienen aspecto ejemplar; limpios, adornados, presentables... no es eso lo que busco. Lo que busco yo es un bareto de mala muerte lleno de perversos piratas.
Una estrella atraviesa mi mente, ¡ya lo sé! Ya sé donde está el bareto que busco! el mismo bareto del que al pasar por delante hace días salió un hombre dispuesto a violarme, y materializó el delito con gran vileza. Eso es, está en el suburbio norte, allí está mi destino, ese oscuro rincón de la ciudad donde sólo es bien recibido el que no trae la ley consigo.
Tardo media horita en llegar a él, de lejos lo celebro porque veo la puerta abierta,
eso es que están en día laborable y estará sinó lleno, tres personas no deben faltar. Antes de abrir la puerta doy un repaso al interior, hay 5 personas. Simulando la misma inocencia y honradez que llevo simulando desde hace 15 días entro y me siento en la barra.
-Sombrera: póngame un té por favor.
El posadero que estaba entablando una conversación con uno de los tocayos se gira a mi y disimulando un leve asombro al observar tan bonita mujer en su tasca maneja su menage para prepararme lo pedido. Mientras me lo prepara voy observando de reojo y usando el espejo tras la barra a los otros clientes. Los cuatro tienen un aspecto reprochable, el posadero y uno de los clientes lleva un pediente, uno de los que lleva pediente tiene también una larga cicatriz que le atraviesa la cara de lado a lado. A otro cliente se lo ve gordo y sedentario, el tercer cliente es un aparentemente pacífico marroquí, y el cuarto ¡oh! sorpresa, es el bruto que me violó hace más de diez días. Que sonriente me mira descubriéndo mi insana intención.
-Bruto: hola guapa, cuanto tiempo sin verte.
Como llevo todo el día pensando en ello, estoy lejos de los humanos prejuicios a los que he obedecido estos días, y sin tan sólo ponerme roja me giro hacia él.
-Sombrera: hola señor, ¿qué tal?
-Bruto: pues encantado de volverte a ver, quien lo iba a decir después del último día, se ve que no cogiste miedo.
-Sombrera: no, claro que no. A mi no se me asusta con sensiblerías.
El hombre se levanta y se sienta en el taburete a mi lado, me posa una mano en el muslo y mientras lo acaricia me dice.
-Bruto: y qué tal.. te gustaría volver a... repetirlo? si quieres puedo usar la fuerza y que te sientas violada otra vez.
Yo tomo un largo sorbo de mi té caliente mientras el bruto espera mi respuesta. Tardo un poquito en soltarla para que se llegue a creer la animalada que le diré.
-Sombrera: pues... algo parecido me gustaría hacer. Me gustaría hacerlo con tres hombres, a la vez.
Dejo la taza encima de la barra.
-Bruto: mmm, fuiste valiente el último día en buscarte lo que te di... pero más valiente pareces hoy, te voy a dar lo que me pides, y más.
-Bruto: ¡Maki, Pirata, Moromierda, Popeye! oíd lo que dice esta furcia, quiere que la cojamos todos a la vez.
Todos ellos menos el gordo de aspecto sedentario se giran y me miran con cara de no creer lo que oyen.
-Sombrera: uy, por favor, un poco de discreción..
-Bruto: ¡cállate puerca!
El bruto me toma del brazo y me lleva con él, yo hago como que me resisto pero en el fondo estoy inmersa en mi propio juego. Me hace entrar en la que supongo residencia privada del amo del bar y me entra en una habitación en que hay una cama de matrimonio. Allí me desnuda con similar vigor al que me desnudó el último día en que me violó, yo sigo resistiéndome un poco, pero todo es sombra. Sin esperar muchas indicaciones me la mete con la misma fiereza de mi primer miércoles en cuerpo de mujer.
-Sombrera: oooh, oooh, ooooh, oooh.
-Bruto: mmm, ves que bien, mm, sigues teniendo la pucha prieta, mmm, que bien me la siente mi polla, mmm.
Me folla durante 20 minutos aproximadamente, durante todo el rato yo interpreto la misma muchacha inocente que violó el otro día, pues todo él me está encima y yo estoy debajo suyo con... las piernas abiertas... mmmm, que bien se siente la polla de este asqueroso que me entra, mmmm.
-Sombrera: oooh, maldito pordiosero, oooh, oooh, más, más, máás!
Al cabo del rato se me corre dentro, sus últimos empeñones descubren profundidades en mi vagina aún inexploradas y yo no puedo más que arañarle la espalda mientras supongo que en todo el bar se me escucha.
-Sombrera: ooooooh, ooooooooh, ooooooooh.
Después del polvo me quedo dormida. Noto que él se levanta, se viste y sale de la habitación, pero yo no tengo ni fuerzas ni ganas de levantarme. Pasan diez minutos en que regreso a la vida. Pero lo único que hago es abrir los ojos para mirar el agrietado techo. Estoy curioseando los caminos que toman las grietas del techo cuando la puerta se abre. Entran ahora el hombre con la cicatriz en la cara, el barman y el marroquí. Yo no muestro ninguna alarma sino que me limito a observar inmovil como se desnudan los tres.
El primero a tomar contacto conmigo es el de la cicatriz que se agacha en la cama y me empieza a mamar un pecho. El segundo, el barman, se arrodilla encima mío y me va masturbando primero con el dedo y después me come la almeja. El tercero, el marroquí, se saca la minga, por cierto larga como el brazo de un niño, y me la mete en la boca para que desayune. Se pasan un rato así intercambiando puestos entre ellos. En uno de los momentos son dos de las pollas que tengo en la boca, y yo las chupo sumisa pues no me están violando sino que es de verdad lo que les he pedido. El primero en animarse a penetrar es el marroquí, se me pone entrepiernas y me apunta la verga en la pucha. Me la mete de golpe y empieza su follar animado por mis aullidos.
Durante su cogida me toma el hombre de la cicatriz y me levanta la espalda, para empujándome hacia delante poder disponer de mi ano para penetrarme doblemente, lo hace. Me falta sólo una cosa para sentirme mujer del todo, y es el barman que se levanta en la cama y bajándose los pantalones me ofrece su polla a ser comida, a la vez que me follan por todos lados. Pero mientras gimo desbocada mi mente aún tiene neuronas para pensar con madurez, se lo digo.
-Sombrera: aaah, aaah, por favor, señores, aaah, por qué no llaman, a esos otros dos?
El barman que me estaba metiendo la polla en la boca me la saca y se va solícito hacia lo que espero haga. Oigo un -rassss- de persianas que bajan y aparece en un minuto con los otros, mi Bruto violador y el sujeto gordito con pinta sedentaria que se lo ve enajenado manejando algo en su celular que lleva entre manos. El barman se vuelve a bajar los pantalones derecho ante mi y yo tengo el honor de volver a ser cogido por todos los agujeros de mi cuerpo. Pero aún tengo un par de manos libres. El bruto sabe bien lo que quiero y se baja los pantalones a mi lado, me cuesta apenas un par de manchadas volvérsela a poner tiesa, y mientras se la casco hago el mismo gesto con la otra mano. Mi amigo bruto lo entiende y recrimina.
-Bruto: ¡Popeye! peazo maricón! sácate el pajarito o te capamos!
El llamado Popeye se baja los pantalones a regañadientes y se acerca a la mano que tengo libre. Yo lo ignoro cuando lo veo inmerso en la electrónica de su celular, pero tengo su verga a tiro y se la cojo para jugar mi repoker de vergas.
5 vergas tengo ahora a mi servicio, la del marroquí en la chona, la del de la cicatriz en mi culo, la del barman que como su oficio indica me almuerza, la de mi violador en la mano derecha y la del tontolaba en la izquierda. En este momento siento que mi cometido en la vida llega a meta y estoy en la entrada del cielo. Me viene un orgasmo tremendo que me hace tensar todos los músculos del cuerpo, desde los del glúteo hasta los de la vagina, la lengua, las piernas, los brazos... me siento morir.
-Sombrera: ¡aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah, aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah, dioooooooooooooooos, te veooooooooooooooooooooooo, estoyy, en el cieloooooooooooooooooooo!
Me desmayo, dejo de ser consciente de mi cuerpo y pierdo toda sensiblidad del amarre terrenal. Pero sé que ellos continuan follando, no tengo ninguna prueba de ello pero lo sé, que entre los 5 me aguantan y me siguen automasturbándose con mis manos y usando mis tres agujeros para complacerse.
Despierto como me indica un despertador en la mesa mucho más tarde. Estoy sola y lo único que me acompaña es mi fría ropa en el suelo. Me despejo y me visto parando un poco la oreja a ver qué oigo. Se oyen voces en el bar, eso es que ahora hay mucha más gente. Una vez lista me dirijo a la estancia hostelera, abro dos dedos la puerta para mirar a hurtadillas quien hay. Se ve diferente gente, veo tanto desconocidos como algún que otro conocido íntimo. Entre ellos el violador que maldita sea está al lado de la puerta de salida. Abro silenciosa cual espía y sin cerrar me dirijo planeando hacia la entrada. Estoy abriéndo cuando el Bruto repara en mi y detiene la conversación que tenía con un desconocido, me palpa el que tiene muy conocido mío trasero y me dice.
-Bruto: venga guapa, pa casa.