La lámpara mágica, 2ª temporada (1:desvirgamiento)
Fueron las vacaciones más colosales de mi vida. Durante una semana me vi convertida en chica y jugué a mamás y papás todo el tiempo. Cómo me gustaría volver a repetirlo...
(deliro silencioso tumbado en mi cama) oooooh, fue la semanita de vacaciones más colosal de mi vida. Durante una semana y gracias a ese genio de la lámpara que encontré perdido en el bosque, me vi convertida en chica durante una semana y pude cumplir un montón de mis morbosas fantasías sexuales. Fue maravilloso (sigo delirando y por mi mente no dejan de sucederse repetidas y alternadas imágenes de cada una las experiencias que tuve en esos 8 días). Desde mi técnico desvirgamiento en un ático frente a la playa, hasta mis experiencias en un yate, un autobús, la iglesia, en mi propia casa... fuuuu, fue tremendo. Cómo me gustaría volver a repetirlo todo una vez trás de otra el resto de la eternidad. Pero ua, seamos realistas, eso no volverá a sucederse. ¿De verdad que no? ¿Y por qué no? Si sucedió una vez una cosa increíble, por qué no tendría que volver a sucederse otra cosa más increíble aún? Me vienen todas estas paranoias a la cabeza debido a que hoy martes, día de la constitución española, por lo tanto festivo, estoy tumbado en mi cama supurando energía por cada uno de mis poros. Mi cuerpo pide acción y una de dos, o me levanto y me visto y me muevo un poco, o me fundiré cual cubito de hielo en mi propia cama. ¡Vamos a ello!
Me levanto de un salto, me calzo los pantalones al volver al suelo y me dispongo a hacer algo positivo en el día de hoy. Me almuerzo con un par de tostadas con paté y tan sólo cojo mis llaves para con Rata (mi perro), salir de mi casa retándolo a ver quien se cansa antes de correr.
-Sombrero: venga gusano, que vamos a dar un paseo por ese bosque que te gusta tanto.
En unas pocas cuadras salimos de la zona urbanizada de la ciudad y empezamos a correr por la campiña alegres como niños. El bosque para Rata es como una droga, en la cual digamos que sus patas se adueñan de su mente y lo lanzan a cazar como si le fuese la vida en ello. Ja ja, que feliz se lo ve mientras salta cual canguro entre las matas.
-Rata: ¡guaiu, guaiu, guaiu!
-Sombrero: mm, ese ladrido lo conozco, eso es que ha encontrado algo, vamos a ver si pilla la pieza.
Poniendo en riesgo su propia cabeza, Rata salta de un lado a otro tratando de atrapar algo que, a juzgar por el empeño que pone en ello, se mueve muy deprisa. Finalmente resuelvo que ha cogido algo, porque veo que mueve la cabeza de un lado a otro tratando de desnucar la presa que debe tener entre dientes. Pero ante mi sorpresa oigo algo más que el rugido de batalla de mi perro, oigo gritos humanos (o eso me parece) en una aguda voz propia de película para niños.
-Sombrero: ¡Rata, qué tienes! suéltalo, suéltalo!
Le cojo la cabeza a mi perro y se la levanto situándola a mi altura, tratando de detener su forcejeo. Cuando lo tengo así se detiene y consigo ver la presa que parecía gritar cual lunni. Aún se queja y mueve por lo tanto está vivo, y es la misma imágen del David el nogmo que daban en la tele hace años. Es un hombrecito pequeño, barbudo, con una caperuza roja que le sirve de sombrero, e intenta decirme algo en mi lenguaje, por lo que le escucho.
-Nogmo: ¡ayuda! ¡ayuda por favor! este monstruo se me quiere comer!
Le ordeno a Rata que lo suelte y da la casualidad que me obedece. Una vez lo tengo en mis manos lo examino bien y me da la misma impresión televisiva que la primera vez que lo oí y la segunda que lo vi.
-Sombrero: ¿quien eres tú, de donde has salido?
-Nogmo: oh gracias, eres mi salvador. Ese monstruoso troll se me quería comer y tu lo has vencido con una sola órden, te debo la vida.
-Sombrero: mmm tanto como troll... es tan solo un perro, y vale que es feo pero no peligroso, o eso pensaba yo antes de conocer que hay personas tan pequeñas como tú. ¿De donde has salido?
-Nogmo: oh, es que yo no soy una persona, soy un duende mágico del bosque. ¿No has oído hablar de nosotros?
-Sombrero: sí claro, quien no ha oído hablar de los duendes mágicos. Pero esos salen de las películas, no del bosque de al lado mi casa, no puede ser cierto esto que me dices.
-Duende-mágico: ¿que no? vas a ver como te lo demuestro.
Aún conmigo dudando de tener un nogmo en mis manos, ese levanta su bracito, señala un árbol y le sale un azulado trueno de la palma de la mano. El azulado trueno colisiona contra el árbol y con la velocidad que uno cambia de cadena, este se transforma en una gran fuente de piedra digna del más lujoso palacio.
-Sombrero: ¡diossss! esto es magia!
-Duende: ya ves como te lo dije. Yo no hablo nunca en broma.
-Sombrero: pero, pero, pero... bien, bien, tampoco eres la primera cosa increíble que veo en mi vida. O sea que eres el típico duende mágico de los que salen en las películas de elfos y dragones y capaz de hacer lo que quieras?
-Duende: pues sí, esa no es exactamente la definición de mi currículum pero se acerca lo suficiente, soy un duende mágico, ni más ni menos.
-Sombrera: mmm interesante, precisamente andaba buscando a uno como tú, ja ja ja. Bien, bromas aparte, te he salvado la vida de las fauces del dragón, ¿por casualidad merezco una recompensa?
-Duende: pues....mmm..... sí ¿por qué no? Sin ti ahora formaría parte de una masa visceral en el estómago del dragón. Sí, voy a concederte un deseo.
-Sombrero: ¡fabuloso! de hecho no es la primera vez que me pasa, pero esta vez lo aprovecharé mejor, ¡ya tengo el deseo pensado en mi mente!
-Duende: pues adelante, pídeme lo que quieras y si está en mi mano te lo concederé.
-Sombrero: quiero convertirme en una mujer durante dos semanas, 15 días. Pero la última vez fui una chavalita de 14 años, ahora quiero ser un poco más grande. Quiero ser una bonita y jóven mujer de 20 años exactos. La misma configuración genética que tengo ahora pero en XX en vez de XY, mujer. Y la última vez sólo lo fui durante una semana, esta vez pillaré unas vacaciones más largas y quiero ser eso que te he dicho durante 15 días ¡este es mi deseo!
-Duende: mmm, no te quedas corto en tu deseo, pero no hay problema, concedido. Cierra los ojos y espérate un rato, cuando los abras serás esa mujer que quieres.
Obediente cierro los ojos esperando la concesión de mi sueño por segunda vez en mi vida. Empiezo a oir un ruido de tormenta pero que no procede de ningún sitio. Mis cerrados ojos ven primero los flashes de relámpagos y estes como de costumbre, tardan un instante en oirse.
-¡Kaboooooooooooooomm!-
Me parece que la virtual tormenta se ha tranformado en verdadera porque siento una extraña sensación como si mi cuerpo fuera remojado de arriba a abajo con la humedad de un cubo de agua volcado sobre mi cabeza. Los sonidos se van haciendo progresivamente más débiles hasta que los truenos parecen los de una lejana tormena. Al final el ruido cesa completamente. Yo sé que ha llegado el momento de abrir los ojos pero me cuesta, no me atrevo. Tratando de notar el hechizo sin abrir los ojos alzo mis manos y me toco los pechos. ¡Divino! no son mis habituales prietos músculos pectorales, sinó una tierna y abultada carne sin duda femenina que me proyecta un par de lujosas mamas ahí donde le corresponden estar. Con una sonrisa de oreja a oreja abro mis ojos y contemplo casi llorando de alegría el mágico cuerpo femenino que el duende mágico del bosque me ha concedido. Tengo la altura de siempre, pero ahora tengo un buen par de pechos, mi cabellera se despliega por mi espalda, y palpo también que mis caderas se han hecho mucho más anchas, para albergar como es preciso el buen pandero que exibo ahora en mi retaguardia.
-Sombrera: ¡vuelvo a ser Sombrera! y esta vez lo seré por dos semanas, 15 días, medio mes!
Una vez ha vuelto Rata de sus correrías conejeras, este me reconoce sin notar ninguna diferencia pues debo soltar el mismo olor. Ya convertido en mujer levanto campamento y regresamos a casa. Por el camino voy pensando en cualas van a ser mis experiencias sexuales; cuala mi primera, cuala la segunda... pero no me sale nada. Al final me decido que todo saldrá sobre la marcha, sin prisas va a ser lo mejor. Una vez en casa me cambio de ropa y me visto de verdad de mujer, con un largo vestido que tenía escondido desde hace tiempo. Mientras al salir paseo, voy advirtiendo sin duda que el mundo es diferente a mi alrededor. Ya no son las chavalas las que giran su mirada a mi pasar, sino los chavales. Que como cualquier otro varón, ven en mi una mujer soldado en pie de guerra. Al rato de paseo me decido a sentarme en un banco de un parque con que tropiezo. Hay diversa gente, entre niños que juegan a niñerías, a madres y padres que hoy festivo también pasean. Yo me acomodo y relajo esperando que haya algún atrevido preparado a darme mi primera experiencia en este segundo embrujo como fémina.
Al cabo de un rato se sientan a mi lado un hombre y una niña. La niña, de unos 5 añitos, es la que hace un rato veía jugar enmedio de la plaza con sus amiguitos, y no cesa de mirarme.
-Hombre: mira Beta, esta señora (dice el hombre señalándome) es una mujer bonita. Tú tienes que trabajar en clase y correr en el recreo para de mayor ser como ella.
-Beta: ¡uuuh, bieeen!
Yo agraciada le sonrío a la niña y al hombre con simpatía.
-Sombrera: ¿cuantos años tienes bonita?
-Beta: ¡5!
-Sombrera: ¿y este señor, qué es tu papá?
-Beta: ¡no, mi abuelo!
-Sombrera: es una niña preciosa (digo mirando al hombre) señor...puedo llamarle ¿abuelo?
-Hombre: Didac llámame, así me llamo, y usted doncella ¿como se llama?
-Sombrera: llámeme Sombrera, todos me llaman así.
Una vez nos hemos presentado, la pareja vuelve a sus jugares y susurros. La niña parece decirle algo a la oreja a su abuelo a la vez que me mira. De pronto este se vuelve a dirijir a mi.
-Didac: perdóneme señorita Sombrera.
-Sombrera: no me trate de señorita por favor, tan solo usted tiene el grado para ser tratado de tal modo, señor Didac.
-Didac: pues verá que mi nieta parece haberse enamorado de usted, cosa que por otra parte no me parece rara, pero el tema es que yo tengo tres hijas. Una, la mayor, madre de Beta se casó hace 5 años. La segunda recién se ha casado este pasado verano. Y la tercera, la menor, es casadera y proximamente se va a casar con el que va a ser su marido. La cuestión es que entre la familia y yo le hemos preparado el vestido de bodas, pero no se lo hemos enseñado porque queremos que sea una sorpresa. Yo, en persona de mi nieta, y de mi hija si es necesario, le pido que, si dispone usted de tiempo, se preste al deseo de mi nieta y se pruebe el vestido para ver si le queda bien. Porque aparte de esto, tiene usted las dimensiones corporales justas de mi tercera hija.
-Sombrera: mmm, no hacía falta que desplegase usted tanta cortesía en su petición. Estaré encantada de probarme un vestido de bodas.
-Didac: ¡sí quiere Beta!
-Beta: ¡bieeeeeeeen!
-Didac: pues, gracias por adelantado por concedernos tal capricho. Cuando usted quiera nos podemos dirigir a nuestra casa que está aquí cerca.
-Sombrera: pues ahora mismo, no veo el porqué perder el tiempo, vamos ya.
Así los tres nos dirijimos a la casa familiar, que, aún por el camino no paran de venirme dudas a la cabeza de si será una repleta casa familiar, o si estará vacía, o de si será con don Didac mi primera experiencia en esta 2ª época de fémina. No tardamos en llegar, y para obseqio mío, no parece haber nadie en la casa. Didac se retira un instante no sé donde y reaparece inmediatamente con un largo vestido blanco.
-Didac: es este.
Yo lo cojo y admiro boquiabierta.
-Sombrera: ohhh, es precioso, yo también sueño como Beta a usar un día uno como este.
-Didac: pues cuando quieras, allí está la habitación y no te molestaremos.
-Sombrera: ven Beta, que me ayudarás.
Las dos nos metemos en la habitación y en diez minutos estoy lista. Ambas salimos para pasar el examen del tutor de Beta. Cual modelo me paseo delante de Didac escuchando sus elogios.
-Didac: mmm, hermosísima, te pareces a mi hija en todo aspecto, mmm sí, te queda fenomenal, si le queda igual a mi hija va a desmayar la mitad de la parroquia el día de la boda.
-Sombrera: gracias señor Didac, no había recibido nunca tantos enaltecedores comentarios en una sola tarde.
-Didac: y te lo mereces hija, esto y más. A ver, déjame ver más de cerca.
Didac se aproxima a mi y tomándome de la cintura me va dando vueltas y pasando revisión al regio vestido. Yo, sin perder el tiempo en chucherías, poso mi mano encima de la suya que él tiene encima de mi, para transmitirle un mensaje. Mensaje que capta a la primera. Didac me da un par más de vueltas, aumentando la bravura con que me elogia, y dejando ir su mano más de lo que permite el decoro entre dos casi desconocidos. Hasta que dice lo que quiere él.
-Didac: Beta, se ha hecho muy tarde, creo que sería hora que te fueras a dormir.
-Beta: ¿sí? bueno pues, me voy a la cama.
Apenas ha cerrado Beta la puerta del reservado, que Didac, tras de mi, me toma com ambas manos de la cintura y empieza a besarme el cuello por detrás. Yo cierro los ojos para que ninguna luz enturbie el sentir de las manos de Didac, que tras acariciarme la cintura, suben por mi torso y se apoderan de mis frondosos pechos.
La boca de Didac ha pasado de besarme a morderme con medida. Sus manos no dejan de sobarme los pechos y ahora soy yo que retraso mis brazos y trato de palparle el paquete. Pero me es imposible, porque sus manos me aprietan las mamas con tanta fuerza como me es retirada a mi por los suspiros que suelto.
-Sombrera: mmmmm,mmmmm, señor Didacmmmm.
Son sus manos que liberan mis pechos del casto escote del vestido nupcial, y ofrezco generosa mis mamas a lo que desee el comensal. Didac no duda ni un momento a girarme y lanzarse hambriento a comer de los dos platos. Mientras me chupa uno de los pechos, yo voy tanteando en su paquete y lo descubro endurecido dentro del pantalón. Le desabrocho la bragueta y extraigo de ella un recio miembro en posición de combate. Le desabrocho totalmente los pantalones y cuando noto que estos han caído al suelo, me agacho también. Me meto el imberbe pene el la boca y le doy apenas un par de lenguetazos para notar que no cabe entero en mi boca. Cuando me doy por vencida, me levanto y me doy con Didac el primer beso que me doy en estos que se preparan 15 días de desenfreno. Mientras nos besamos él me levanta la falda y deja que mis bragas caigan al suelo. Ambos nos masturbamos mutuamente. Yo abrazo bien mis piernas a su dedo, y él mantiene erguida su cintura para que pueda manejar yo, su aún embadurnada de saliva y que va siendo a cada momento más recia, verga. Nos pasanos un rato así, recreándonos en la mutua masturbación, hasta que es él que decide cogerme ya.
Me da la vuelta y me levanta la falda diciéndome.
-Didac: ¿estás casada hija?
Yo me cojo de la mesa y respondo.
-Sombrera: no, pero cuando lo haga espero que sea así.
-Didac: prepárate que noches de bodas vas a tener muchas con este cuerpecito que tienes.
-Sombrera: eso espero, de verdad, eso espero.
Durante este conversar me ha ido pasando la punta del pene por la rajita que ofrezco tras de mi. Noto que me mete la puntita lentamente, yo de hecho no sé si soy virgen o no, porque este es un aspecto que no concretamos con el duende. Pero por si acaso le digo.
-Sombrera: con cuidado, por favor.
-Didac: tranquila muñeca, que no eres la primera doncella que desvirgo.
No sé cuanta verdad hay en las fanfarronadas que dice pero se va metiendo muy lentamente dentro de mi. Yo noto muy prieta mi vagina y quizá es que de verdad soy virgen. Finalmente llega a un sitio no muy profundo en que hace tope, eso es el himen, entonces sí, soy virgen.
-Didac: bien muñeca, cuenta hasta tres.
-Sombrera: uno....dos.....oooooooooh!
Pego un desesperado alarido al no tener tiempo de decir tres, que Didac me la ha metido hasta el fondo. Mi primer gemido no se queda sólo siendo continuado por muchos más, pues él no se detiene ni un instante y continua follándome y a cada metida grito más fuerte.
-Sombrera: oooooh, oooooh, oooooooh!
Estar así entregada a la amatoria con el vestido de nupcias de su hija, me parece requetepervertido, y se lo digo en delirios.
-Sombrera: ooooooh, oooooh, papaítoooh, ooooooh.
Este cachondeo parece dotarle de sobrenatural fuerza, pues el que comenzó suyo cauto meter, se ha transformado y me folla con rudeza. Ya no tan solo nos acompaña el ruido de mis gemidos, sino también el palmear de su cintura contra mis gluteos.
-Sombrera: aaaaaah, plas, aaaaaaaaah, plas, hazme tuyaah, aaaaaaah, plas, aaaaaaah, plas.
El vigoroso follar se prolonga un buen rato, no conozco de nada a este hombre pero lo amo a más cada segundo. Cuando me dice que se va a correr, recuerdo todo lo sucedido la etapa anterior, pero eso no me frena y me aprieto bien contra él para sentir duro las que serán sus últimas acometidas.
-Didac: mmf, mmf, mmmf.
-Sombrera: aaaaah, aaaaaah, aaaaah, ¡papá! aaaaaah, aaaaaaaah.
El fin del orgasmo va llegando de la misma manera que llego su punto álgido, lentamente. Yo me desplomo encima la mesa, exausta, con Didac también deshecho encima mío. A ambos nos cuesta un poco recuperarnos pero finalmente nos deshacemos. Didac se retira a la cocina contigua y se sirve un vaso leche, y yo me vuelvo a la habitación en que me cambié donde esperan mis ropas. Ahí encuentro a Beta dormida. Sin despertarla me cambio, y antes de marcharme le doy un besito en la frente.