La lámpara mágica (03: un paseo en yate)
Hoy voy a ir a la playa a exibirme un poco.
La luz me despierta, el sol del martes apenas ha lanzado sus primeros rayos y yo ya estoy con los ojos abiertos de par en par en mi cama. Esperando a que haya luz suficiente para poder empezar el que será tercer día de mi sueño platónico, ser una fémina. Por los que no estéis al loro, casualmente este domingo me encontré una de esas comunes lámparas mágicas que abundan en todos los cuentos. Yo, tentando la fantasía, la froté con mi habitual comportamiento irónico como para demostrarle al que la había encontrado, mi perro, que los genios de las lámparas no existen. Pero mira por donde el chucho no iba errado pues salió lo que menos me esperaba yo, un genio mágico. Que después de unas aclaraciones me informó de que la costumbre de los tres deseos ya estaba obsoleta, y ahora él y los de su tropa solo concedían un único deseo. "Bueno" le dije yo "ya es suficiente para lo que quiero". Le pedí el sueño que llevo arrastrando desde no sé cuantos años hace.
Que me convirtiese en una hembra, para ser más precisos me convirtió en una chavala de exactamente 14 años, con mi misma cara pero en fémina, mi mismo pelo castaño ondulado pero largo como lo llevan las féminas y una complexión que le especifiqué bien al genio; unas buenas tetas y un buen culo, nada de las flacuchas que corren por los desfiles de modelos, "tampoco quiero un camión" le dije, pero una chavala como es debido que esté una buena chavala, si no se dedica a la danza clásica jeje. Y aquí estoy, no tengo que ir muy lejos para tocar esa chavala, tan solo tengo que bajar mis manos y puedo tocar cada uno de los puntos que me componen. Unas juguetonas tetas con las que jugué un poco ayer mismo, saltando ante el espejo. Un buen culo que puedo usar como arma para "matar de infarto" a alguien enseñándoselo. En fin, una mujer como la creó dios de la costilla de Adam, natural.
Me pregunto qué voy a hacer hoy. El primer día, domingo, me desvirgué con el primer viejo pervertidó que me tiró la caña, estando yo sentada sola en una terraza. El segundo día lunes, lo planeé un poco mejor y me cogió otro tatarabuelo que olió mi excitación sentado a mi lado en el autobús. Me manoseó cuanto quiso en el coche y después me llevó a su caserío y allí me cogió en la misma pocilga de sus puercos. Lo más asqueroso peró, fue la ligereza con que me largó después del kiki, una palmada en el trasero y "venga lárgate". Yo me fui cabreadísima, pero tanto da, tengo solo una semana de fémina y tengo que aprovecharla al máximo. ¡Ah! ¿no os lo he dicho? Quedé de acuerdo con el genio que el próximo domingo a la misma hora, recuperaré mi cuerpo de siempre y esta fémina se fundirá como un soplo de humo (literal).
Bueno, no os incho más la cabeza con las particularidades del trato que hize con el genio y me voy a lo mío. Mientras almuerzo me voy pensando qué hacer hoy. Me fascinan todos los aspectos de la vida personal de las féminas, por eso le pedi ello al genio. Tienen una forma de llevar la vida totalmente diferente a los hombres, en cada uno de sus aspectos. Como hacer amig@s, enemig@s, como estudiar, trabajar, jugar, hacer deporte, salir de día, de noche, incluso caminar por la calle es totalmente diferente para mi ahora que soy una chica. Tengo que hacerlo con tacto, sin parecer ni una mojigata ni un putón, dar cada uno de mis pasos con maestría dejando ver lo justo que quiero que se vea de mi. Mmmmm no se me va a escapar nada, hoy voy a ser un poco exibicionista. Ya ves, siempre recordaré aquella guirufa que veía en la playa cada día cuando tenía unos 15 años. Debía tener mi misma edad y era alucinante la energía con que se exibía. Iba sola con su amiguita en la playa y tan solo ella se sacaba la parte superior del bikini. Y yo y todos mis amigos nos quedábamos babeando de lo rica que estaba. ¡Y difícil! porque unos cuantos de nosotros tratamos de ligárnosla y no había manera. Jaja, siempre recordaré el bestial planchazo que me dio diciéndome que era lesbiana, fuuuu. Pero los papeles han cambiado, hoy seré soy yo la chavala exibicionista. Ya lo dicen que la venganza es un plato que se come frío, bueno, pues yo me lo comeré ardiendo.
Abro mi cajón secreto de travestido y saco el único bikini que tengo. Tomo las dos partes, "la parte de arriba será la que usaré menos" pienso, pero bien, todo irá por pasos. Saco a mi perro para hacer 4 pises y una vez todo listo emprendo la verdadera jornada. Tomo lo típico que tiene que llevar una chavala como yo a la playa; la toalla, un bolso, el bikini ya puesto bajo mi vestido y no me deje la crema bronceadora! ¿Qué sería de una chavala en la playa sin crema solar? ja ja. Le doy un fuerte achuchón de los que solo sé dar yo a Rata (mi perro) y me despido de él con un bofetón.
-Sombrera: ¡ahí estás Rata, todo esto te lo debo a ti!
Una vez en la calle lo primero que hago es sonreirle al sol.
-Sombrera: no me falles hoy bonito.
Emprendo mi paseo hacia la playa durante el cual voy jugando un poco con esto de exibirme como chava. Cada uno de mis movimientos está calculado al milímetro. Un paso derecho hacia adelante, el brazo izquierdo también avanza, avanza el pie izquierdo, el brazo ahora se va para atrás y el brazo derecho en ningún momento se separa del bolso. Mmm esto lo tengo bien estudiado, de admirar mujeres caminando, pero no hace falta esforzarse mucho, todo sale solo. En 10 minutos llego a la playa, mmm hermosa playa, y tú solecito mío no me has fallado y brillas cual flash.
Extiendo mi toalla a media distancia entre el agua y el paseo y empiezo a desnudarme. "De momento no me sacaré el sostén" pienso, hay tiempo para todo. Sentada en mi toalla doy un par de vistazos a mi alrededor y al verlo todo en regla me dispongo a tomar mi baño solar. Me tumbo un rato y cuando creo encontrarme lo suficiéntemente acalorada me levanto para tomarme un baño. Mmmm el agua sienta de maravilla después de media horita tostándome. Pego 4 chapoteos rápidos y cuando estoy satisfecha me vuelvo hacia mi toalla. "Ahora es el momento" pienso, con toda la naturalidad del mundo me saco el sostén y disimuladamente advierto como centenares de ojos se posan en mis mamas. Bien bien bien, el cebo está en el anzuelo varones, a ver quien pica.
Una vez tumbada analizo más concienzudamente la foto mental que he tomado cuando estaba sentada. Me rodea mucha gente, pero la mayoría son padres de familia con sus esposas, hijos, etc.. A mi izquierda hay también una tropa de chavales juguetones, pero me apuesto que de esos no picará ninguno, porque es el primer día que me ven, y recuerdo que tardamos unos cuantos días en atrevernos yo y mis amigos a asaltar a la guirufa rubita hace tantos años. Después tras de mi hay una panda de viejos y viejas, pero esos parecen de la vieja escuela y no creo que estén para juegos. "En fin" pienso, "sea lo que dios quiera".
Pasa un largo rato durante el cual voy descubriendo cosas sorprendentes, aún tumbada y con los ojos cerrados noto cada uno de los ojos que recorren mi silueta. Noto que a veces me mira alguien como jugando a ver la tía buena, en otros momentos noto miradas inquisidoras como tachando el espectáculo que doy con mis mamas al aire (seguro que serán las viejas tras de mi) y en otros momentos noto miradas de gente que veo que solo le falta un empujón para abordarme. Pero hay una mirada que no había notado pues de pronto.
-Voz: hola guapa.
-Sombrera: uh, mm, ho.
Abro mis ojos y me cuesta un poco despejarme para aclarar si alguien me está hablando de verdad o lo he soñado. Veo un hombre arrodillado a mi lado. Es grande, de complexión ancha y negramente peludo, tiene incluso una poblada barba y creo que es lo que en vocablo X se donomina -oso-.
-Sombrera: hola.
-Hombre: eres la chica más guapa de toda la playa, 100 hombres se deben estar muriendo de envidia viéndome hablar contigo.
-Sombrera: uy gracias por el cumplido, pero no creo que sea tanto.
-Bartolomé: mi nombre es Bartolomé, soy asiduo a esta playa y es la primera vez que te veo, ¿eres de la ciudad?
-Sombrera: sí, soy de aquí, pero hasta ahora iba a la playa en otro sitio más hacia el puerto, con Alicia mi mejor amiga. Pero ella se ha ido de vacaciones con su familia y es por eso que he decidido venir sola.
-Bartolomé: mmm no está bien que una niña tan bonita esté sola. Te debes aburrir mucho parando en sol como si fueses una vieja. ¿Te gustaría venirte a dar una vuelta commigo en mi barca? No llega a ser un yate pero podemos darnos un bonito paseo por la costa. Di que sí y verás como no te arrepientes.
-Sombrera: uy pues, no sé, ¿hacia donde iríamos? estar en medio del mar me da como un poco de miedo, como si estuviera en medio del desierto.
-Bartolomé: uy no, tranquila, no iríamos pas hasta Mallorca. Podemos dar un paseo por la costa y te enseñaré unos acantilados, también llamadas Calas, que son de ensueño.
-Sombrera: pues sí, porqué no, vamos.
-Bartolomé: entonces recoge trastos que tengo la barca aquí mismo.
Me visto en un momento y con todo mi equipaje acompaño a Bartolomé al que espero sea un bonito viaje. Una vez llegamos al puerto contemplo el que será nuestro coche marino. Es un bote de recreo más bien pequeño, tiene su palo mayor por si se quiere usar vela pero sé que no se usa practicamente nunca, y si se hace ello mismo es un recreo.
Yo, como ingenua que soy, me cojo a la barandilla y tan solo contemplo como Bartolomé conlleva todas las tareas de zarpar. Incluso en eso noto que me he convertido en una chica, pues apenas entiendo el lío de cuerdas y amarres y ostias que maneja Bartolomé. Al fin peró, zarpamos. Lo hacemos como predecí, impulsados a motor. La barca tarda apenas 5 minutos en salir del puerto.
-Bartolomé: ha habido suerte, a veces si hay mucho tránsito puedo tardar media hora en salir del muelle.
Vamos navegando por trechos y Bartolomé me va indicando cada uno de los puntos por que pasamos.
-Bartolomé: esa roca se llama la morena, y dice la leyenda que era un gran castillo de un duque, pero que se quemó y quedó así.
-Sombrera: oh, que bonito.
Así entre pláticas y clases acabamos llegando a una cala en que Bartolomé echa el ancla.
-Bartolomé: aquí estaremos bien, nos podemos pegar un chapuzón e incluso podemos tomar el sol en la barca, que nadie nos molestará.
Muy divertida con el regalo que me ha echo Bartolomé, yo me lanzo repetidas veces desde la proa de la barca al agua. Hago multitud de trechos a nado e incluso llega un momento que Bartolomé y yo jugamos a pilla pilla nadando alrededor de la barca. Al rato pero me siento cansada y subo de nuevo al bote. Llevo el bikini entero pues no he creído correcto destaparme ante un desconocido en su propia casa.
-Sombrera: voy a tumbarme un rato al sol.
-Bartolomé: bien, yo haré lo mismo.
Extiendo bien mi toalla en la proa y saco ahora mi crema solar para protegerme un poco. Aún me estoy extendiendo la crema cuando Bartolomé me la saca de las manos y me dice.
-Bartolomé: túmbate, que te la extiendo yo.
Me tumbo del todo, cierro los ojos y me dispongo a fantasear con las manos de Bartolomé que sienta sobre mi. Este inicia su baño de crema por mis hombros que cubre cuidadosamente, sigue con mis brazos y cuando tiene estos echos se dispone a hacer mi torax.
-Bartolomé: ¿te importa que te saque el sostén?
-Sombrera: no, claro.
Él mismo me lo desabrocha bajo mi y me lo saca con cuidado. Ahora tiene ante él el anzuelo que le llamó a conocerme en la playa. Con cautela pero sin ninguna timidez me cubre de crema mis pechos, la batalla ha empezado.
Se entretiene con lujuria a bañar y rebañar esas extremidades de crema, que los hace más resbalosos y siento cada uno de los diez dedos que los palpan. Pienso yo que "si los maneja tanto al final no quedará crema" pero Bartolomé sustituye la crema por su propia saliva. No abro los ojos pero sé que es su boca la que me está sorbiendo el pezón. Aquí yo pierdo también todo cautela y empiezo a gemir.
Bartolomé pasa de un pezón a otro haciéndome volar en mi femenina mente. Su boca va jugando a subir y bajar de mis pechos a mi cuello, hacia mi barriga y hasta mete su lengua en mi ombligo, cosa que me hace incluso reir. Sus manos tampoco han parado quietas y han sabido liberarme del calzón del bikini. Un dedo se ha metido ya dentro de mi rajita y en eso que yo me alarmo cuando pienso que estamos en una barca casi al lado de la costa.
-Sombrera: ¡Bartolomé! ¿no nos puede ver nadie?
-Bartolomé: no, tranquila, he escojido esta cala porque es totalmente inaccesible desde tierra, nadie nos puede ver a menos que se lanze del acantilado.
-Sombrera: oh bueno, perdona.
Después del diálogo Bartolomé me besa en la boca a la francesa. En mi sobresalto he podido advertir que él está también desnudo. Le sobresale un cipotón del 15(dicho popular en mi tierra para decir que algo es muy grande) entrepiernas que intento cubrir lo que puedo con mi mano. Nos masturbamos mutuamente durante un rato, pero yo acabo teniendo que abandonar pues que me meta el dedaco se apropia del 60% de mis fuerzas/destreza. Bartolomé se separa de mi y se tumba en mi toalla y me dice.
-Bartolomé: venga putita, móntame.
Haciendo caso omiso de su blasfemia, me pongo de rodillas encima de él y me apunto el pene a la concha. Me lo trago todo de un sentar y gimo con primeriza pasión.
-Sombrera: aaaaaaaaah.
Él me coge de las caderas y empezamos a amarnos con lujuria. Yo boto y reboto encima de él y mis gemidos se mezclan con el latir de las olas, que a la vez mueven el barco y nos mueven al ritmo del mar. Yo lo boto con la fuerza que me dan mis muslos, pero a ello hay que sumarle la fuerza con que el me clava encima de él, que me mete el cipotón los más hondo técnicamente posible dentro de mi. Me parece sorprendente que el pene no se salga de su agujero, pues subo y me siento encima de él casi dos palmos. De pronto Bartolomé me descarga y me saca de encima de él.
-Bartolomé: ¿quieres fiesta cochina? tirémonos al agua que te voy a enseñar una cosa.
Cogidos de la mano nos tiramos a la vez al agua. Él me toma y me acerca a la quilla del barco, me fija contra ella y noto como de debajo el agua vuelve a introducirme el pene en la concha.
Me la mete entera y esta vez es él mismo que me folla y lo hace con furia. Con el furor del follar el agua chapotea entorno a nosotros, y en algunos momentos tengo que cerrar la boca para que no se me llene de agua.
-Sombrera: ooooh dios!!! oooooh ooooh.
Tengo la sensación de que bajo el agua la polla se le incha aún más, porque me está abriendo en canal y siento que todo el Bartolomé se está metiendo dentro de mi. De pronto noto que se va a correr, y me preparo a resistirlo porque sé que me va a meter la polla lo más hondo que pueda y así es. Todo el entra dentro de mi "tengo la sensación" de que todo él (polla, torso, barriga, cabeza, brazos) sale y vuelve a entrar completamente diversas veces. La sensación es bastísima, y aún así, después de haber visto peligrar mi vida, no quiero que me la saque. Él se ha detenido ya pero yo no dejo de gemir abrazada a él durante un buen rato.
Durante el cual irremediablemente noto que su poronga se desinfla y con un último espasmo acaba saliendo de mi.
Con ciertas dificultades subimos a la barca y esta vez sí, nos tumbamos a parar el sol desnudos. Ambos nos tomamos una buena siesta y cuando el sol deja de quemar me despierto.
-Sombrera: ¡uy! creo que el sol me ha quemado!
-Bartolomé: no pasa nada, simplemente esta noche la pasarás un poco mal pero mañana ya te encontrarás bien.
Y así es, por la noche en mi cama me pica toda la parte que me ha quedado rojo/gamba del sol. Pero "fuuuu" pienso "ha valido la pena".