La Kiosquera

Es una rubia explosiva, con un cuerpo escandaloso y sobre todo unas tetas y un culo que ¡¡buf!!! para ponerse malo.

LA KIOSQUERA

Hoy voy a contaros lo que me sucedió con la kiosquera donde suelo ir a comprar la prensa habitualmente.

Es una rubia explosiva, con un cuerpo escandaloso y sobre todo unas tetas y un culo que ¡¡buf!!! para ponerse malo. Ella tiene su negocio en el mismo barrio donde viven unos amigos míos y éste verano aprovechando que fui a visitar a uno de ellos le comenté que la conocía y que no descartaba en intentar algo con ella. Él por supuesto no se lo tomó muy en serio, pero bueno, yo a lo mío, me dije para mí.

Comenzaré comentando como la conocí. Una mañana que pasaba por delante de su kiosco, salió a saludarme una amiga, para preguntarme unas cosas sobre el próximo partido que iba a disputar el equipo de balonmano de la ciudad, de la que ella era socia. Como estábamos en la puerta del kiosco, pasamos para adentro y ella me presentó a Nieves (no es su nombre real, que lo omitiré claro está) y de paso me comentó que a ella también le gustaba el balonmano. Hablamos unos 15 minutos de temas deportivos y después de eso yo me dirigí hacia mi trabajo. He de decir que ya de antemano se comentaba lo buena que estaba la kiosquera de esa zona, y claro, yo había pasado por allí en un par de ocasiones para comprobarlo. El caso es que ya la había visto de arriba abajo y claro que estaba buena, muy buena.

Casi todos los días que compraba la prensa lo hacía en su kiosco y de paso charlaba con ella para ir conociéndonos un poco más. La relación se fue haciendo cada vez más cordial hasta que nos dimos los números de móvil y seguimos en contacto vía sms en numerosas ocasiones debido a mis desplazamientos por motivos profesionales. En alguna ocasión hubo incluso llamadas telefónicas, aunque las menos.

En vista del cariz que estaba tomando el asunto y envalentonado por la situación de mantener contacto vía móvil, en algunos de mis mensajes insinuaba la posibilidad de quedar para salir algún días a tomar unas cañas, o para ir a cenar o de copas. Ella no podía impedimento, sólo tenía un problema, no cierra ningún día el kiosco excepto el día de Año Nuevo. El resto de los días abre puntualmente por las mañana a las 9.

Tras sondear la posibilidad de que ella tuviera novio o similar y en vista de su contestación negando cualquier relación sentimental, me armé de valor y concerté una cita un sábado por la noche para ir a cenar.

Justo fue un sábado que acababa de llegar a media tarde de Austria por motivos laborales. Pasé a buscarla a las 22 hrs. Estaba espectacular con un abrigo blanco de ante con los cuellos como con plumas, muy de moda ahora, unos pantalones ajustadísimos negros y una camiseta verde con tonos dorados en brillantina y una pequeña leyenda en el pecho que resaltaba mucho más entre aquellos dos colosos de carne que tiene por pechos.

Nos dirigimos a la Bodega donde íbamos a cenar, que esta a las afueras de León. No había mucha gente que digamos para ser sábado. Mejor, tampoco quería compartirla con nadie, la quería solo para mí y esperaba disfrutar toda la noche de todo aquello que quisiera ofrecerme.

Nos pasamos la noche comentando mogollón de cosas acerca de nuestras vidas, parejas, aficiones, sueños, en fin, de nuestros pasados. Así fue como me enteré que tenía 36 años, que había tenido un novio hasta hacía 1 año, que era motero y que lo único bueno que tenía era su moto. Ese comentario me dejó entre anonadado y perplejo. Menudo gilipollas debía de ser aquel tío por dejar escapar semejante monumento. Mis comentarios giraron en torno a lo tonto que había sido él por dejarla, pero que quizás fuera mejor porque así ella aún podía disfrutar las cosas buenas que tenía la vida. En fin, la conversación fue desviándose hacia temas más personales y el efecto del vino que habíamos pedido estaba empezando a hacer los efectos que todos conocemos.

Una vez concluida la cena, nos dirigimos de nuevo hacia León donde nos esperaba una noche de copas por los locales del Cid y por supuesto los locales del Barrio Húmedo.

En el primer local donde entramos y tras quitarse ella su abrigo fue el centro de atención de todos los hombres del lugar. No la quitaban ojo de encima, no se muy bien si por su culo, pos sus tremendísimas tetas o por todo en general. Yo me sentía el Rey del local. Tenía conmigo a la mujer seguramente más deseada de cuantas estaban allí. Tomamos un par de copas y nos dirigimos a otro. En todos pasaba más o menos lo mismo. Incluso algunas chicas también la miraban y comentaban entre ellas.

Transcurrida la noche y en vista de que yo tampoco quería que estuviera toda la noche sin pegar ojo, ya que tenía que trabajar al día siguiente me ofrecí a llevarla a casa. Llegamos a su casa, nos bajamos del coche y la acompañé hasta su portal, abrió la puerta y fuimos hasta el ascensor. Éste llegó, nos dimos las buenas noches agradeciendo la compañía y la diversión y nos dimos un beso en la mejilla. Yo ahí no pude controlarme más y la agarré de la cintura acercándola hacia mí. La besé con una furia y pasión descontrolada. Llevaba toda la noche deseando probar esos labios, mis manos se volvieron locas. De su cintura bajaron hasta su culo. ¡Dios mío qué culo!. ¡Simplemente perfecto!, esos pantalones eran como guantes, que perfección de formas. Abrí el abrigó y me tiré en busca de sus pechos, que grandes y redondos, que blandos. Tenía que verlos, que tenerlos en mis manos sin tela de por medio. Subí su camiseta, subí el sujetador y por fin aparecieron esas dos montañas de carne. ¡Que ansia por devorarlos, sus gemidos eran terribles!. Estábamos en su portal a las 6 de la mañana, yo comiéndole las tetas y ella magreando mi polla a través del pantalón. En vista de cómo se estaban poniendo la situación me hizo una proposición que llevaba esperando oír desde que fui a buscarla aunque para ser sinceros, era algo que deseaba oír desde el día que la conocí: "Subamos a mi casa". Creo que no tardamos ni 2 minutos en estar en su casa. Ni que decir tiene que la velocidad en quitarnos la ropa fue algo increíble.

Me llevó a su dormitorio y me tiró en la cama. Ella se quedó de pie sólo con su tanga puesto, ¡¡un tanga de leopardo!!. Se veía como esas actrices americanas de cine porno tan espectaculares que de verdad crees que no existen. Pues esta no, esta existe y es de carne y hueso y estaba dispuesta a devorarme, no si antes lo hacía yo claro. Se fue acercando a mí diciéndome que llevaba mucho tiempo esperando a hincarme el diente, que mis mensajes la traían mosca, que tanto vacile de cenar y eso.....que ya iba siendo hora de ver a donde quería llegar. A mi todo eso me estaba poniendo la polla como una roca. Ella lo vio, se puso de rodillas delante de mí. Me echó mano al paquete y me bajó lentamente la ropa interior.

Apareció esbelta ante sus ojos mi polla, ella la miró, la cogió entre sus dedos y comenzó a masturbarla lentamente mientras que con la otra mano me cogía los huevos. De repente la engulló hasta el fondo, creí que se ahogaba. La dejó inmóvil en su boca. Casi podía sentir la campanilla en mi glande. Acto seguido comenzó un bombeo con su boca que a poco me pone en pié. Dios mío que manera de mamar un rabo!!! No hay cosa que más placer me de que te chupe la polla una chica que de verdad sepa lo que hay que hacer, como y en cada momento. Ella era la Maestra Mamadora. Controlaba todo, la cadencia, los lametones, cuando chupar, como utilizar la mano a la vez que se chupa, como aplicar el masaje a los huevos. Era el sueño de cualquier enamorado de las felaciones. Yo sólo podía disfrutar el momento. Ella me tenía en trance.

Tras varios minutos de trabajo oral la advertí que si seguía iba a conseguir que me corriera y que de momento no creía conveniente hacerlo, me apetecía probarla a ella también. Como no parecía estar por la labor de soltarme la polla, nos colocamos en la posición del 69 y comencé a comerle su vulva. Era un coño muy bien arreglado, con un poco de vello encima de los labios solamente, con un clítoris apetitoso y que sugería el comérselo a lengüetazos. Así lo hice. Ambos nos estábamos devorando sin piedad. Ambos gemíamos deseando estallar el uno en la boca del otro, pero no, yo quería más y ella también. La di la vuelta y se acomodó sobre mi polla bien tiesa por su felación. Me montó como una vaquera encima de ese potro desbocado. Me estaba cabalgando con una maestría que es una de las cosas que más me gustan de las maduras. Esa maestría en cuanto al sexo se refiere, esa experiencia…Ella sabía lo que quería y como conseguirlo. Yo era carne joven con una vitalidad que quizás hacía mucho que no sentía en su interior. Yo no quería defraudarla y estaba concentrado en hacerla gozar y en correrme lo más tarde posible. Por ahora lo estaba consiguiendo, por lo menos lo segundo.

Ante mis preguntas ella sólo contestaba: "¡fóllame, vamos fóllame!. ¡¡Quiero que me folles y que me dejes destrozada!!". Yo estaba cada vez más cachondo, su cara era puro delirio, sus ojos tenían un brillo libidinoso que me estaba poniendo a 100. La dije que estaba apunto de correrme, ella me avisó que quería que me corriera en su boca, que la gustaba mucho comer pollas y que quería ver como me corría.

Creo que eso hizo que se me adelantara la eyaculación, saltó de encima de mí, cogió mi polla con las dos manos y la tragó como si el mundo se fuera a acabar en ese momento. Yo comencé a correrme con una fuerza increíble en su boca, no se los espasmos que tuve pero fueron muchos más de los habituales, no se 10, 12, 14 daba igual, aquello no paraba de manar semen y nada salía de su boca: sus ojos clavados en los míos, sus tetas bamboleándose enfrente de m텡Mis gritos debieron de ser escuchados en todo el edificio!!.

¡¡Dios mío, había sido el orgasmo más prolongado de cuantos había tenido nunca!!. Qué manera de correrme, que espasmos, que sacudidas, que manera de salir semen. Se lo tragó todo, no quedó ni una gota en mi glande y por supuesto ni una gota dentro de mis huevos. Me había dejado seco, había sido ordeñado completamente como una vaca por su ternero. Y lo mejor es que ella tenía esa cara de no querer conformarse sólo con eso. Eran las 7.30 de la mañana. Aún teníamos una hora antes de que ella tuviera que abrir. ¿Iba a dejar pasar esa ocasión?. ¿Vosotros que creéis?.