La juventud es una joya: Apuestas
Historia de cómo empecé a mezclar, junto a mi novia, las guarradas del sexo con las apuestas.
Aprovechando el anonimato y a sabiendas de la poca probabilidad de que mi novia se entere, pasaré a relatar como, en nuestros años mozos, las pasábamos guarreando.
Antes de empezar y para poneros en situación, me gustaría aclarar que tanto mi novia como yo somos amantes empedernidos del sexo y el erotismo y que fácilmente se nos podría confundir con ninfómanos.
Una vez dicho esto me gustaría contar como en 2002 con 21 añitos ambos y llevando poco más de 6 meses juntos, "cansados" del sexo común, nos vimos envueltos en un continuo I+D del folleteo. Es más o menos por aquella época cuando se nos ocurrió mezclar las apuestas con las guarradas y fuimos descubriendo la verdadera pasión que nos unía.
Si mal no recuerdo, por Semana Santa aquí en España, tuvimos unos días libres en la universidad en los que pudimos dejar de estudiar los libros para estudiarnos a nosotros mismos. Aclarar, que nos ponía extremadamente cachondos jugar con nuestras bocas, lamernos los labios, los dientes, la lengua, el cuello, las tetas, todo el cuerpo en general, básicamente todo lo que fuese jugar con nuestra boca y saliva. Así pues, cuando nos quedábamos minutos solamente comiéndonos las bocas generábamos mucha saliva que, una vez cachondos perdidos, usábamos como lubricante, ya sea para follar o para hacernos pajas ya que era especialmente espesa, suave y deslizante.
Fue entonces cuando en esas semanas de vacaciones decidimos en vez de escupírnosla en nuestras partes, mantenerla en la boca y, por ejemplo, en su caso, hacerme una mamada sin derramar ni una pizca de saliva hasta correrme o, comerle yo el coño, también, sin derramar una pizca de saliva, lo importante realmente era mantener el mayor tiempo posible nuestros genitales los más lubricados que pudiéramos. Una vez acabábamos la faena, claro está, simplemente terminábamos al otro y nos quedábamos descansando pegados, sucios de semen, saliva y fluidos varios, el simple hecho de sentir que al juntarnos sonaban los fluidos y nos resbalábamos por nosotros mismos nos excitaba muchísimo.
Un día que estábamos hablando por Telegram sobre las guarradas que hacíamos nosotros mismos, a mi novia se le ocurrió que podíamos intentar, cuando hayamos acabado y estemos guarreados, usar nuestras bocas para recoger cualquier milímetro de fluido que haya quedado sobre el cuerpo del otro para hacer otra ronda tras descansar. Mientras lo explicaba nos íbamos poniendo cada vez más y más cachondos y deseábamos cada vez más y más que llegara la tarde, momento en el que yo me podía escapar de la mala compañía de mis colegas y podía pasar a disposición novicial. Justo en esa misma tarde, a las pocas horas de hablar de nuestro nuevo jueguecito, tuvimos una discrepancia sobre un tema en el que no eramos capaces de ponernos de acuerdo ya que ella creía una cosa y yo otra sobre un mismo hecho, fue entonces cuando entró en nuestros juegos sexuales las apuestas. Propuse que, el que no llevara razón y se hubiese equivocado y haciendo referencia al juego que ella mismo propuso, tendría que tragarse todos los fluidos recuperados por nuestras bocas, a lo que ella, viéndose tan convencida de llevar la razón, aceptó sin miramientos. Al llegar la tarde pudimos comprobar que finalmente yo llevaba razón y por lo tanto ella tendría que asumir su culpabilidad y tragárselo absolutamente todo, pero con un cambio de última hora que añadí...
Empezamos como siempre, nos besamos, nos magreamos,volvemos a besarnos, nos vamos quitando la ropa, nos seguimos besando, quedamos completamente desnudos, empezamos como siempre a chuparnos el cuello, los labios, nos comemos las bocas, al cabo de unos minutos de perdernos en nuestros paladares y comernos enteros antes de escupirme en la polla como de costumbre, le digo que me de toda la saliva que ella tuviera, y así fue, me la da, me lleno la boquita de suave y pastosa saliva, la tumbo, la abro de piernas, le acaricio los muslos, el estómago, jugueteo un poco por la zona, más arriba, más abajo, escucho sus pequeños gemidos, le empiezo a comer el clítoris, ella se estremece, aprieta las piernas, me atrapa la cabeza, mientras, voy soltando poco a poco la saliva que guardaba en el interior de mi boca hasta esparcirla bien por todo su coño, por sus labios vaginales, por su clítoris, por dentro de ella, por su ojete, ella ya en el séptimo cielo gritando de gusto, entre escalofríos y sofocos, la llevo al orgasmo, se calma, pide más, sigo comiéndoselo mientras sigo dejando más saliva y le sigo llevando a más orgasmos... Una vez termina, se incorpora, ella creyendo que iba a volver a comerle la boca para volver a generar saliva y hacer lo apostado, le digo que espere, es ahí cuando le vuelvo a abrir las piernas y empiezo a absorber de sus muslos, cintura, ano y coño, por fuera y por dentro, todo lo que habíamos dejado en ella hasta dejarla sequita, posteriormente, me incorporo y con un gesto con el dedo índice le indico que podía proceder a comerme la boca, y así fue, nos empezamos a morrear y esta vez con una cantidad de saliva superior o lo que estábamos acostumbrados, después de unos segundos le paso toda mi saliva y es entonces cuando ella me deja tumbarme en la cama, me ve cachondo, y conmigo mi polla dura y venosa, a reventar. Comienza su felación, una de las que mejor recuerdo, había tanta saliva que casi ni notaba su lengua. Después de varios minutos de mamada salivada es cuando con mis correspondientes gestos involuntarios ella sabe que me voy a correr y así fue, como un caballo, por su boca y cara, por mi estómago y mis piernas, todo lleno de lefa calentita que ella tenía que recoger con sus carnosos labios junto a nuestra pastosa saliva, meado, sudor y sus fluidos vaginales. Una vez terminada la labor, se me acerca con la boca cerrada, me da un beso, me mira a la cara y se lo traga.
Y así es como acabó nuestra primera "fantasía" que dio comienzo a nuestra larga y viciosa travesía por el mundo del sexo apasionado, fetichista y ninfómano.
Espero que os haya gustado.
Un saludo, ElPrepus.