La juez del placer (n.o)

Yo soy la juez del placer. Juzgo y condeno. Mis sentencias son orgásmicas. Él es mi ayudante, don Orgasmo, mi mano ejecutora.

Tatiana y Rubén llegaron a la aldea en un flamante Renault rojo. Preguntando dieron con la casa de los abuelos de Estrella. Una vecina los envió a una huerta donde vieron a Estrella ayudando a cargar un carro de hierba a su prima y a sus abuelos. La primera que los vio fue la abuela, y le preguntó a Estrella:

-¿Conoces a esos dos?

Estrella vio a su amiga Tatiana, 22 años, 50 kilos de peso, 1.70 de estatura. Rubia, de ojos azules, buenas tetas y un culo perfecto. Lucía una  minifalda gris y un top blanco y a su amigo Rubén, 24 años. 1.90 de estatura, 90 kilos de peso, rubio, de ojos castaños y musculado. Levaba unos vaqueros apretados marcando paquete y una camisa azul.  Los saludó con la mano.

-Son amigos míos, abuela.

-Llévalos a casa, dales pan, chorizo y vino y que se larguen antes de que tu prima, tu abuelo y yo  lleguemos a casa. Si no se van atente a las consecuencias.

A llegar Estrella junto a sus amigos, le dijo  Tatiana:

-¡Vaya pintas! ¿De dónde sacaste ese pantalón y esa camisa?

-Son de mi abuelo. Tengo muchas cosas que contaros. Vamos a casa.

Cuando llegaron a casa, Marta, Lucas y Amalia, ya Estrella había puesto al día a Tatiana y a Rubén de lo puta que era su abuela y de lo cabronazo que era su abuelo. Los estaban esperando. Tatiana vestía de cuero negro ajustado al cuerpo y con antifaz y botas altas del mismo color. Tenía una fusta en la mano derecha. Rubén estaba a torso descubierto, con antifaz rojo y pantalón y botas negras. Tenía una pistola de aturdimiento en la mano izquierda. Al verlos, Marta, exclamó:

-¡Cooooooñooooooo! ¡¿Quién os creeis que sois?!

Le respondió Tatiana.

-Yo soy la juez del placer. Juzgo y condeno. Mis sentencias son orgásmicas. Él es mi ayudante, don Orgasmo, mi mano ejecutora.

-En mi casa sois dos intrusos.

Tatiana, con voz autoritaría, dijo:

-Siéntense, abusadores. Van a ser juzgados.

Lucas, se quiso imponer.

-¡Voy a ir por la escopeta y vais a salir de aquí cagando ostias!

-Desacato, don Orgasmo. Proceda.

Rubén le dio una descarga a Lucas, que lo hizo gritar.

-¡¿Me quieres freír, hijo puta?!

Tatiana le dio fuerte con la fusta en en el culo.

-¡Siéntense!

Marta y Lucas se sentaron en dos sillas, sin rechistar.

-Siéntense todas las  partes afectadas.

Lucas le dijo:

-Yo ya  las tengo sentadas.

-Señoría. Tráteme de Señoría.

-Putona, diría yo.

-Desacato, don Orgasmo.

Lucas, se acojonó.

-¡Señoría, señoría!

-Bien. Veamos. Siéntense señorita Estrella y señorita Amalia. -se sentaron en otras dos sillas- Señorita Amalia. ¿Es cierto que doña Marta las azotó a usted y a su prima sin que ninguna de las dos le diera su consentimiento?

Amalia se puso en pie.

-Yo no se lo di.

-¿Y usted, señorita Estrella?

Se sentó Amalia y se levantó Estrella

-Yo tampoco se lo di.

Estrella se volvió a sentar.

-¿Qué tiene que decir a esa acusación, doña Marta?

-Lo de doña suena bien.

-Responda a mi pregunta.

-La respuesta es que se corrieron como dos perras.

-¿Les preguntó si querían ser azotadas?

-Yo no pregunto. Hago lo que me sale del coño.

-Condeno a la señora Marta a 50 nalgadas y a muerte orgásmica por medio de pluma y garrote vil.

Marta se asustó.

-¡¿Muerte? ¡¿Garrote vil?!

-Sí, muerte orgásmica causada por pluma y Grarrote vil. Levántese la condenada.

Marta se levantó. Estrella le susurró algo al oído a Amalia, que al oírla sonrió.

-Proceda, don Orgasmo.

Rubén, posó la pistola en el suelo. Besó a Marta en los labios. La mujer se hacía la dificil, pero su coño se mojaba al sentir la lengua de aquel bombón en su boca, aunque lo que más la aceleró fue ver que a don Orgasmo  le aumentó el paquete. ¡Le gustaba a aquel moceton! Le quitó el vestido y  quedaron al descubierto las tetas de Marta, que como no tuviera hijos y tenía las tetas pequeñas no las tenía decaídas. Se las acarició, chupó, lamió y jugó con sus pezones...

El cabrón de Lucas se estaba empalmando viendo como le metían los cuernos.

Le bajó las bragas. No se la comió. A Marta le encantaría que lo hiciera. Ya estaba desnuda. Rubén fue a por la mesa de la cocina. Echó a Marta sobre ella. Le pasó la lengua por el coño. Marta, agarrándose a la mesa, hizo un arco con su cuerpo, y exclamó.

-¡¡¡Oooooooooooooooooooooooooh!!

La dejó con la miel en la boca. Le dio la vuelta. Tatiana, le dijo a Estrella:

-Déale 40 azotes con la palma de la mano, señorita Estrella.

Estrella fue a por su abuela.

-¡¡Plaaaaaas, plaaaaaaaaaas, plaaaaaas, plaaaaaaas, plaaaaaaaas plaaaaaaaas plaaaaaaas, plaaaaaaaas  ¡¡¡Plaaaaaaaas.plaaaaaaaaas!!! ¡Plaaaaaas, plaaaasas, plaaaaaas...!

Después de darle los 40 azotes en las nalgas de su gran culo. Tatiana le djo a Amalia:

-Vaya a la habitación de la condenada y vuelva con una zapatilla.

Amalia volvió con una zapatilla marrón con piso de goma amarillo, y le preguntó a Tatiana:

-¿Le doy, jefa?

-Señoría.

-¿Le doy, señoría?

-Diez veces, cinco en cada nalga.

-Amalia, que estaba excitada, (ella, Estrella, Tatiana, Lucas, Rubén, y mas que nadie, Marta) le dio con ganas.

-¡¡Zas, zas, zas, zas, zas, zas, zas, zas, zas, zas!!

Al acabar, las nalgas de Marta quedaron como tomates maduros.... don Orgasmo, le dio la velta a Marta. De su coño siguió cayendo flujo vaginal sobre la mesa. Don Orgasmo abrió un maletín, que dejara juto a la pared,  y sacó una pluma de faisán, después sacó su garrote, un garrote (verga)  el doble de gordo que la verga de Lucas. Comenzó a pasarle la pluma por el clítoris... Poco después, Rubén hizo el amago de penetrar a Amalia tocando con la punta del garrote los labios y la entrada de la vagina. Al retirarlo, el coño y el ojete de Amalia se abrieron y se cerraron varias veces intentando atrapar la punta del garrote. Rubén, mientras pasaba la pluma por el clítoris,  repitió la operación una docena de veces... Cada vez que acercaba y retiraba el garrote, el coño, abriéndose y cerrándose, no paraba de echar flujo. Al final, cuando Rubén sintió los gemidos pre orgasmo de Marta, le metió el garrote hasta que sus huevos chocaron con el ojete de Marta.... Un par de docenas de chupinazos y Marta se corrió, gritando:

-¡¡¡¡Dioooooooooooooooooooooooooooooossssssssssssssssssssss!!!!

Al acabar de correrse, le dijo Tatiana.

-Cumplido su castigo, queda usted en libertad.

Marta, estaba tan feliz, que dijo:

-Voy a volver a azotarlas. ¿Eso no es reincidencia?

Hasta que no se consume el delito, no. Nos tomaremos un descanso para comer.

Lucas, el cornudo empalmado, le dijo a Tatiana:

-Comer la comería yo a usted, señoría.

-Y comerá don Lucas, comerá, tan seguro como que  las señoritas Estrella y Amalia se comerán lo que deseen.

Amalia miró para el paquete de Rubén y para la abultada pelvis de Tatiana.

Se agradecen los comentarios buenos y malos.