La joven venezolana

El maduro asintió con la cabeza y sacó la lengua. La joven venezolana le puso el coño en la boca y movió el culo hacia delante y hacia atrás y de atrás hacia delante mientras tres de sus dedos acariciaban su clítoris. Estaba demasiado caliente cómo para hacerlo durar. En nada le preguntó:

La joven venezolana

Él tenía muchos años, ella solo 28. No tenían nada en común. Eran cómo la noche y el día, cómo el aceite y el agua. Él estaba casado, ella estaba soltera. Ella era una preciosidad morena y él era feo de cojones, y de cara. Por azares del destino, y sin haberse conocido en persona, él, falto de cariño y sumido en la rutina, después de incontables conversaciones, se había prendado de ella, y ella falta de sexo, le fuera cogiendo cariño.

Ese mediodía se escribían por whatsapp. Le decía ella:

-... No tengo un cuerpo de escándalo, es un cuerpo normal.

-Sí que lo tienes. A ver. Mándame la foto de una teta para ver las imperfecciones que tiene.

Le mandó la foto.

-Ya ves que es normal.

-Es grande, con un pezón gordo, con una areola marrón y preciosa. Es una teta perfecta. ¿La otra es igual?

Le mandó la foto de la otra teta.

-Es un poquito más grande. ¿Ves cómo no son perfectas?

-Lo son, lo que pasa que es que esta se hinchó para fastidiar a la otra. ¿No ves que están separadas?

-jejejeje. ¡Qué bobito eres!

-Oye, la polla me está latiendo.

-¿Mucho?

-Cómo el corazón de un caballo desbocado.

-¡¿Se te puso dura solo con ver mis tetas?!

-Puso. Son unas tetazas.

-Mi amiga y yo tenemos ganas de conocerte.

-¿Qué amiga?

Apareció en la pantalla su coño. Dos dedos salían de él y tras ellos un hilillo de jugos espesos. Oyó su sensual voz.

-Esta.

La joven venezolana se había estado tocando mientras hablaban. El maduro sacó la polla. Aquella visión lo había puesto a mil.

-¿Vas a seguir hasta el final, preciosa?

-Voy. ¿Y tú?

-¡Hasta llenarte el coño de leche!

De repente se jodió el invento.

-Acaba de llegar mi satélite. Lo siento.

-Más lo siento yo.

Sin tiempo a ver su linda cara, la imagen desapareció de la pantalla del celular. Se cagó en lo que no hay, ya que caliente cómo estaba su muñequita linda le iba a echar un polvo a su satélite que le acabarían temblando hasta las orejas. Se dijo a si mismo:

-¡Joder con la suerte que tengo!

No podía quedar así, empalmado y con la polla en la mano, cerró los ojos y vio a la pareja de su sueño erótico entrar en la habitación. Vio cómo él se desnudaba al verla desnuda y masturbándose. Vio cómo le comía el coño. Ella estaba tan caliente que en nada le dio de beber el jugo de una inmensa corrida. Pero ya no era su satélite quien que bebía de ella, era él. Un chorro de leche salió de su polla y casi llega al techo, luego cantidad de leche bajó hasta su mano, leche que al acabar de correrse lamió imaginando que eran los jugos de su muñeqita.

Media hora más tarde, al maduro, le volvía a sonar la musiquilla del whatsapp. En el mensaje que le llegó, leyó:

-Mis disculpas.

-¿Echaste un buen polvo?

-Sí, lo necesitaba. ¿Y tú acabaste?

-Acabé, acabé pensando en ti.

-Yo también acabé pensando en ti.

-¿He oído bien? ¿Te corriste pensando que tu novio era yo?

-Sí. Tenemos que conocernos en persona.

-Si llega ese día lleva una caja de condones.

-¿De cuántos?

-De doce.

-¡Exagerado!

Meses después en la habitación de un hotel...

La joven venezolana y el maduro estaban desnudos sobre la cama. Ella desprendía un fresco aroma a flores recién cogidas. Él besaba su oreja izquierda sobre los dos pendientes superiores, luego besaba los dos inferiores, le mordía el lóbulo suavemente... Hizo lo mismo con la oreja derecha, luego besó su cuello, después su boca buscó la de la joven venezolana. La besó y sintió que había llegado al cielo. La dulzura y frescura de sus labios lo elevaron a un plano superior. De sus labios bajó a sus tetas, eran cómo había imaginado, entre esponjosas y duras. Acariciando la derecha lamió el pezón izquierdo, hizo círculos con la punta de la lengua sobre él y acto seguido lo aplastó para mamar la areola marrón de la deliciosa teta... Sin chupar fuerte, con delicadeza. Chupó y volvió a chupar y a lamer una y otra y otra vez, hasta que el grueso pezón se puso duro y en erección. El otro pezón ya estaba duro cuando pasó la lengua sobre él... El maduro mamaba bien. La joven venezolana le acariciaba el cabello y lo miraba con ternura. Besó y lamió su ombligo, de ahí paso a besar y a lamer el interior de sus muslos. La joven abrió las piernas de par en par y luego flexionó sus rodillas. El maduro lamió la raja del coño. La punta de la lengua se le cubrió de jugos. Metió la lengua entre sus labios vaginales y le limpió el coño de babas. Las saboreó. Tenían un sabor agradable, un sabor agridulce. Luego pasó su lengua por su clítoris, un clítoris que ya tenía su gordo glande fuera del capuchón. La muchacha comenzó a gemir. Cómo se mojaba mucho fue bebiendo de ella con ganas atrasadas. Los gemidos de la joven venezolana eran fuertes y sensuales, tremendamente sensuales. La polla del maduro latía una cosa mala y se había puesto dura cómo un hierro. La joven, le dijo:

-Métemela. Quiero sentirte dentro de mí.

El maduro acercó su polla al coño empapado y se la metió despacito y hasta el fondo. La polla había entrado apretada pero sin dificultad. El maduro sintió un placer inmenso al penetrar en aquella cueva tan fresca, tan deliciosamente joven. Su polla sintió el hormigueo. No podía aguantar. La tenia que sacar o podría producir una avería. La joven venezolana lo notó, y le dijo:

-Lléname el sexo de semen.

-¿Y si...?

La joven venezolana le agarró el culo con las dos manos, lo apretó contra ella, y le dijo:

-Córrete dentro. No va a pasar nada

Lo besó, movió su culo alrededor debajo de él, apretó sus nalgas contra ella, y el maduro, cómo si fuera un pajarito se derritió dentro de su joven coño.

Con la polla metida hasta el fondo y el coño lleno de leche, lo miró a los ojos, lo besó, y después le dijo:

-Ahorita acaba el cunnilingus.

El maduro sacó la polla empapada de jugos vaginales. Volvió a meter su cabeza entre las morenas piernas, y le lamió el coño desde el ojete al clítoris. Al apretar la lengua contra los labios vaginales se le iba llenando de su propio semen y de jugos... Al llegar al clítoris se lo lamía y se lo chupaba. Ni cinco minutos tardó la joven venezolana en correrse en la boca del maduro, diciendo:

-¡Qué rico, qué rico, qué rico, qué rico! -echó la pelvis hacia delante- ¡¡¡Me corrroooooo!!!

El maduro bebió hasta la última gota de aquel elixir de hembra. Las piernas de la joven venezolana temblaba y sus gritos de placer ponían cachondas y empalmaban a los clientes de las habitaciones cercanas. Luego besó su clítoris, sus muslos, su ombligo, sus pezones y acabó besando sus sensuales labios y echándose a su lado. La joven venezolana, sin tomarse un respiro, le iba a hacer todas y cada una de las cosas que le había hecho él a ella, pero con mucha más arte... Le hizo una deliciosa mamada, una mamada inolvidable. Mamaba su glande, lamía y chupaba sus bolas, lamía su frenillo... Lo masturbaba despacito. El maduro veía su polla entrar y salir de su boca, de aquella boca con labios carnosos, sensuales, la lengua lamiendo su glande... Al final no pudo más, su polla explotó en la boca de la joven venezolana. La preciosidad se tragó toda su leche, luego besó la cabeza de la polla y volvió cómo el maduro había hecho, besando el ombligo, el vientre sus tetillas, besó su boca, se echó a su lado, puso su cabeza sobre su pecho, y le dijo:

-Me hacía falta estar con una persona que me valora en mi justa medida cómo persona y cómo mujer.

-Si no te valoran en la justa medida es porque no tienen ni idea de lo que vales. Los dos sabemos que por vicisitudes de la vida ahora eres yunque, pero que algún día serás martillo.

Lo besó de nuevo. Le iba a dar cariño, cariño y sexo a raudales, pues ya estaba harta de darle caricias virtuales. Cogió encima de la mesita de noche sus medias negras y le vendó los ojos con una media y le ató las manos a la espalda con la otra. Luego, le dijo:

-Quiero que seas mío y solo mío. Durante un hora quiero ser tu esposa, tu amiga y tu amante.

Le puso la punta de la lengua entre los labios. Se la chupó un segundo, ya que se la quitó sin darle tiempo a más. Luego le puso un pezón entre los labios. Lo lamió y lo chupó. Le quitó el pezón y le volvió a poner la lengua entre los labios. Se la chupó. Luego le puso en la boca la palma de la mano derecha. Se la lamió. Con esa mano le agarró la polla erecta y la movió de arriba a abajo y de abajo a arriba con la lentitud de un caracol. Le puso el otro pezón entre los labios. Lo chupó, lo besó y lo lamió. Le dio la teta izquierdaa mamar y después la derecha. La polla del maduro iba humedecindo con la aguadilla que soltaba la mano de la joven venezolana. Subió encima de él, le puso el clítoris en los labios y dejó que lo lamiera y lo chupara durante dos o tres minutos, luego le puso la raja en los labios y dejó que lamiese sus deliciosos jugos y metiese la lengua dentro de su vagina. Tiempo después le puso el culo en la boca. El maduro lamía su periné y su ojete, más no alcanzaba para poder follárselo con su lengua. La joven venezolano lo hizo sufrir, pero al final separó las nalgas con las dos manos y entonces sí, entonces le folló el ojete con ganas. La joven, cachonda cómo una perrita, le preguntó:

-¿Quieres que me corra en tu boca?

El maduro asintió con la cabeza y sacó la lengua. La joven venezolana le puso el coño en la boca y movió el culo hacia delante y hacia atrás mientras tres de sus dedos acariciaban el clítoris. Estaba demasiado caliente cómo para hacerlo durar. En nada, le preguntó:

-¿Preparado?

El maduro, volvió a asentir.

-¡Ohhhhhh! ¡¡Bebeeeeee!!

La joven venezolana comenzó a temblar, a jadear, y a reírse. El maduro, con la lengua dentro de su coño, se hartó de tragar,

Al final, cuando acabó de correrse, se sentó sobre la polla y frotándola con sus labios vaginales le sacó una corrida brutal.

Después de recuperarse, le preguntó:

-¿Bajamos al comedor a cenar?

-Bajamos. ¿Me ducho yo primero?

-Ducha.

Tenían toda una noche por delante.

¡Qué bonito sería jugar contigo así! Sí, contigo, y mirándote a los ojos decirte: ¡Cachonda! ¡¡Tía buena!! ¡¡¡Te voy a comer viva, bellezón!!!, pero me late que nunca te lo podré decir.

Quique