La JOVEN MAMÁ LACTANTE y el INFORMÁTICO INVÁLIDO

Juan ha visitado a Amanda para solventarle sus problemas informáticos. Esa madre primeriza es amiga de Sonia y de Jésica, y esta al tanto del altercado carnal que protagonizó aquella peculiar tripleta durante su fiesta de cumpleaños. Desde que tubo al bebé, Mandi se ha portado bien, pero ahora...

-RESUMEN PREVIO-

JUAN es un aplicado estudiante de informática que sufre una severa distrofia muscular que le obliga a andar siempre con muletas.

Se trata de un tipo bajito, escualido y feo que, paradogicamente, tiene un pollón de aquí te espero.

MANDI era la zorra más cachonda de la pandilla, pero, en cuanto se casó con Nestor y se quedó en estado, intento dejar atrás a la moza calenturienta que era.

Es una hermosa joven de grandes tetas que todavía parece más tetona ahora que es una madre lactante.

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-domingo 12 julio-

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Juan ha tenido que emplearse a fondo para solucionar los problemas que presentaba el ordenador de Amanda. Ha llegado a pensar que no lograría salir victorioso de esa ardua contienda informática, pero, en estos momentos, ya está haciendo las últimas comprobaciones.

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-¿Cómo andas?-   pregunta Amanda apareciendo en el estudio con el bebé en brazos.

-B.bien, bien-   contesta Juan un poco asustado   -Creo que he podido solucionarlo todo-

-Qué alivio, tío. Mira que Néstor creyó que podría arreglarlo él, pero no se aclara-

-Era difícil. Me ha co.costado mucho. No me extraña que él no diera co.con la solución-

-Menudo crack estás hecho-   dice con gran admiración   -Tenía razón Noa-

-Siempre me ha apa.pasionado la informática; es mi voc.cación-   aún mirando monitor.

-Pues no te faltará trabajo. Todo el mundo se desespera con estas cosas-   dice Amanda mientras toma asiento en el sillón secundario.

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Uno de los programas que ha traído Juan, en uno de sus lápices de memoria, se está ejecutando llenando la pantalla con varios gráficos y estadísticas. El técnico se permite mirar a la chica por primera vez desde que ella ha entrado en la habitación. Ambos sintonizan sus ojos sin decir nada durante unos instantes.

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AMANDA :  ¿Qué?

JUAN :        Se me hace raro ve.verte con el bebé.

AMANDA :  Tu vocación es la informática, ¿no? La mía es ser madre.

JUAN :        ¿De v.verdad?

AMANDA :  No, ni por asomo, pero no sé. Cuando supe que estaba embarazada…

JUAN :        No tienes pi.pinta de ser muy re.religiosa.

AMANDA :  Nooh. Qué va. Fue una decisión impropia de mí. Nadie se lo esperaba.

JUAN :        ¿Y Néstor?

AMANDA: Él fue la principal razón de que lo tuviera, aunque debo confesar que una parte de mí también quería tenerlo; quizás una parte pequeña, pero chillona.

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La clausura de la puerta principal se escucha a lo lejos. El hombre de la casa no tarda en aparecer en la escena.

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AMANDA :  Hablando del Papa de Roma.

NÉSTOR :    Hola, cariño. Hola, Juan. ¿Cómo tienes la cara?

JUAN :        Cu.curándose. No creo q.que me queden ma.marcas.

NÉSTOR :    Menuda proeza la del sábado, ¿eh? Eres mi héroe, tío.

AMANDA :  Pero ¿qué dices, vida?

NÉSTOR :    Míralo, amor. Su enfermedad no le impide ser un tremendo fuker.

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Juan no puede evitar esbozar una sonrisa satisfecha. La admiración que le procesa aquel intimidante hombretón le halaga, pues nadie pensaría que un tipo tan guapo, alto, deportista y elegante pudiera tener nada que envidiarle a ese ser escuchimizado que ni siquiera puede andar por su propio pie.

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AMANDA :  Enséñale el video, cosi. Seguro que no lo ha visto.

NÉSTOR :    No0h. No te creerás lo que me ha pasado. He perdido el móvil.

AMANDA :  No puede ser. Donde lo viste por última vez.

NÉSTOR :    Ayer, cuando salimos con Isabel y con Ainhoa.

AMANDA :  A ver si aparece. De todos modos: tengo el video en el ordenador.

JUAN :       No, no. Po.por favor. Tenéis que pe.pensar que no era mi primera vez c.con ellas.

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Amanda queda boquiabierta y Néstor se pone las manos en la cabeza. Ambos se hacen cruces del testimonio de su invitado.

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-¿Con las dos?-   pregunta ese arquitecto cada vez más fascinado   -¿A la vez?-

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Juan asiente en silencio sin dejar de sonreír, pero destilando, ahora, cierto nerviosismo. Aunque Ainhoa no haya conseguido hacer entrar en razón a Amanda, quizás él si pueda:

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JUAN :         Creo q.que jamás deberías pu.pblicar ese video.

AMANDA :  ¿Te ha dicho Ainhoa que lo pienso publicar?

JUAN :         Puede ser. Ate.tentarías contra la intimidad de mis amigas, y c.contra la mía.

AMANDA :  Se te olvida el hecho de que estabais en mi cuarto, sin mi permiso.

JUAN :         Sí, lo sé. Los tres merecemos un ca.castigo por ello, p.pero… en cierto modo: ellas ya lo han tenido. Fernando y Jaime han cortado con ellas y…

AMANDA :  Mira, Juan. Entiendo que defiendas a tus amigas, pero… … se lo merecen.

NÉSTOR :     Además, tío, en el peor de los casos, tú te convertirás en una leyenda viva.

AMANDA :  Te digo. ¿Sabes lo que te dije cuando nos presentaron?

JUAN :         Q.que no me habías invita.tado tú, realmente.

AMANDA :  No, que para mí solo eras "el de las muletas". Eres "el de las muletas" para mucha gente, pero, en cuanto esto corra por las redes, te convertirás en el tío de las tres piernas.

JUAN :         Aun así, y aunque estu.tuviéramos en tu habita.tación…

AMANDA :  Te pagaremos la reparación, Juan, pero no me pidas nada más.

NÉSTOR :     A propósito de esto, tío. Tendría que haberte venido a buscar yo, pero tenía que atender unos asuntos familiares a primera hora, y…

JUAN :         No te preocu.cupes. Mi madre está enca.cantada de llevarme a los sitios.

NÉSTOR :     Te llevo a casa cuando termines, ¿vale?

JUAN :         Sí, c.claro. Gracias.

NÉSTOR :     Por cierto: ¿cómo va? ¿Has conseguido algo?

JUAN :         Sí, ya es.tatá arreglado, pero te.tengo que hacer algunas comprobaciones.

NÉSTOR :     ¿Hay algo que no se te dé bien?… … ¿A parte de caminar?

JUAN :         Las pe.peleas no son mi fuert.te.

AMANDA :  No, pero encajas bien los golpes. De eso no hay duda.

NÉSTOR :     Es verdad, cuando te subiste a mi coche, el día del cumple, tenías la cara ensangrentada, y ahora apenas tienes marcas.

JUAN :         Co.como dice tu mujer: tengo la ca.cara muy dura.

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Los tres se ríen con distintas intensidades. Juan pensaba que había dejado atrás el tema del video que protagonizó el sábado, pero Amanda no tarda en volver a tensar su frágil serenidad.

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AMANDA :  Tráeme el móvil, cariño. Está en el dormitorio.

NÉSTOR :     Vale. Yo me pondré a trabajar un rato con el portátil, ¿vale?

AMANDA :  ¿En domingo?

NÉSTOR .     Tengo muchos correos que contestar. Hemos tenido un boom de contrataciones con la fusión de las agencias.

AMANDA :  Bueno, por lo menos tengo a Juan para hacerme compañía.

JUAN :         Y a Leo, ¿no?

AMANDA :  Leo está durmiendo, ahora, ¿no le ves?

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El bebé hace rato que no llora. Se ha quedado dormido en los brazos de su madre, quien viste una camisa blanca y unas mallas negras. Anda descalza, pues le encanta el tacto de ese rústico parqué bajo sus pies. Se trata de una chica realmente hermosa y femenina. Cuesta creer que debajo de esa apariencia angelical de voz inocente se esconda una de las peores zorras de Fuerte Castillo.

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-Aquí lo tienes, mi vida-   dice Néstor tras su breve ausencia.

-Gracias. Voy a enseñarte el video, Juan, quieras o no quieras-   anuncia con maldad.

-N.no, no. De verdad que…-   avistando la tragedia.

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Mientras Amanda hace acrobacias para manejarse con aquella pantalla táctil sin soltar al bebé, Juan usa el icono del escritorio para vaciar dicha papelera.

Como si de su ángel de la guardia se tratara, el pequeño Leo se despierta y empieza a protestar contra los incómodos gestos de su madre. La chica se desentiende de su móvil y atiende al bebé.

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AMANDA :  Jo0oh. Con lo que me había costado que se sobara.

JUAN :        ¿Os deja do.dormir por las noches?

AMANDA :  Pues, más o menos. He oído de casos mucho peores. Pero durante el día…

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La joven, aún sentada sobre ese sillón giratorio de piel marrón, tiene el pie derecho bajo su muslo izquierdo. Con la única de las extremidades que toca el suelo, se impulsa levemente para rotar sobre sí misma en una breve basculación repetitiva.

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AMANDA :  Duerme te niño, duerme te ya, que viene el coco y te comerá.

JUAN :        Qué mala leche esta c.canción. A mí me quitaría el sueño semejante amenaza.

AMANDA :  Hablando de leche… … xt… … Joder, ya se me vuelve a salir.

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Juan se sofoca al percibir la sutil transparencia que pinta los pezones de Amanda en la fina blancura de su camisa. La chica, molesta, se pellizca el tejido para separárselo del cuerpo, pero su maniobra instintiva resulta completamente estéril. Mientras el pequeño no deja de llorar, su madre le da los detalles de su peculiar dolencia al informático:

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AMANDA :  Te dije que había ido al médico, ¿no?

JUAN :        ¿Sí?

AMANDA :  Fui porque me parece que me sale demasiada leche de las tetas.

JUAN :        ¿Sí?

AMANDA :  Ahora mismo, solo por escuchar el llanto de Leo, ya empiezo a rezumar.

JUAN :        ¿Sí?

AMANDA :  Jo0h. Suerte que no está el novio de tu amiga. Se pondría como una moto.

JUAN :        ¿Sí?

AMANDA :  Tío, ¿estás bien? No serás tú también uno de esos.

JUAN :        … … ¿Ja.jaime?

AMANDA :  Claro. ¿Te acuerdas de lo que dijo? Tú estabas ahí.

JUAN :        Sí, sí. Cu.cuando Jess se enfadó.

AMANDA :  Menudo morro tu amiga. Monta el pollo por un comentario y, luego, ella…

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Juan abre la boca con intención de defender a Jésica, pero, después de haber revelado lo reiterado de su adulterio con él, no es capaz de hallar buenos argumentos que la justifiquen.

“Sí. Sí soy de esos. Me amorraría a tus tetas hasta dejártelas secas”

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JUAN :        ¿Qué te.te dijo el me.médico?

AMANDA :  Nada concluyente. Que cada mujer es distinta. Que lo preocupante sería que no diera leche. Se ve que, con el embarazo, el cuerpo de la mujer se desbarata y algunas cosas pueden salirse de madre; y nunca mejor dicho.

JUAN :        Como la depresión postpa.parto, por ejemplo, o los anto.tojos.

AMANDA :  Sí. No sé. Hay mujeres que se ponen superfocas cuando se preñan.

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Juan intenta mantener la compostura, pero su tartamudeo se ha agudizado preocupantemente. El hecho de que una chica tan guapa tenga que ir al médico porque de sus grandes pechos emana demasiada leche le parece propio del guion de una película pornográfica.

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AMANDA :  ¿Te importa darte la vuelta? Voy a darle de comer a Leo.

JUAN :         Sí, cla.claro. ¿Cómo no?

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El técnico se enfoca en la pantalla, y clava sus ojos en los gráficos de aquel programa que está a punto de finiquitar su análisis informático. Parece que todo está en orden. A su espalda, el bebé ha parado de llorar.

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AMANDA :  Yo era como tus amigas, ¿sabes? Pero más lista.

JUAN :         ¿A q.qué te refieres?

AMANDA :  También eché mis canitas al aire antes de casarme, pero nunca me pillaron.

JUAN :         ¿Y luego ya no?

AMANDA :  Cuando di con el hombre de mi vida y me dejó embarazada, todo cambió.

JUAN :         Vaya. Co.con apenas dieciocho y ya senta.taste la cabeza.

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Juan ha oído hablar del pasado promiscuo de Amanda. Sospecha que el recién nacido no es hijo de Néstor; no obstante, está muy lejos de verbalizar sus dudas, pues no quiere enturbiar aquel ambiente tan plácido.

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AMANDA :  Se podría decir que soy precoz en todo. Fui la primera en desarrollarme, en perder la virginidad, en casarme, en emanciparme, en parir…

JUAN :        Pu.puede que seas la primera en morir, ta.también.

AMANDA :  ¿Me estás amenazando, Juaniko?

JUAN :         No. No seré yo quien t.te mate, pero tengo entendido q.que sueles buscarte pr.problemas con la gente. Con Sonia y con Jésica, pero también con Ainhoa. Me co.contaron que le robaste el no.novio.

AMANDA :  No le robé nada. Era una cita doble y a Néstor le gusté más yo. Ainhoa se emborrachó, esa noche. Y de eso hace más de dos años, ya.

JUAN :         P.por el chat, me has dicho que te.tenías tema de abogados, ta.también, ¿no?

AMANDA :  Bueno, sí. Puede que sea una mujer de armas tomar, pero no creo que nadie me mate por ello.

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Juan siente una gran curiosidad por observar como aquel pequeño bastardo se pone las botas, pero hace uso de una gran disciplina por seguir dándole la espalda a su interlocutora.

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JUAN :         ¿Qué opi.pinas de las mamis que amamantan en pu.público?

AMANDA :  Me parece perfecto. Yo no puedo hacerlo porque estoy demasiado buena.

JUAN :         ¿Ti.tienes miedo d que se te acerque algún Jaime y te grabe co.con el móvil?

AMANDA :  Las peores son las propias mujeres; sobre todo, las envidiosas.

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Juan comprende que esa muchacha pueda suscitar mucha envidia. Es muy joven, muy hermosa y sexy, adinerada, tiene el que aparenta ser el mejor de los maridos, un bebé muy mono… La casa en la que vive, en un barrio tranquilo, tiene un jardín muy frondoso, césped, piscina… Es de nueva construcción y se ve realmente bien edificada; no en vano, Néstor es arquitecto, y la diseñó el mismo.

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-Bueno, est.to ya está-   dice Juan mientras se voltea   -Ay, no, lo si.siento. Yo no…-

-Ja, ja. Jah. No te preocupes-   contesta ella   -No eres un Jaime ni una envidiosa, ¿no?-

-No. Claro que no. Si.siempre he pensado q.que una mujer que ama.mamantan a su hijo

da mucha serenidad. Es c.como una obra de arte-   todavía esquivándola con la mirada.

-Vaya. Qué bonito. De ser así, si quieres te dejo mirar-   susurra amablemente.

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El sentido de los ojos de Juan se redirecciona, lentamente, hasta encontrarse con la estampa de ese amamantamiento. Amanda se ha desabrochado la camisa y no deja de abastecer a ese suertudo glotón neonato.

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JUAN :         ¿Cu.cuatro meses?

AMANDA :  Cuatro y medio.

JUAN :         Pa.pareces su hermana mayor.

AMANDA :  Hoy en día las mujeres paren muy tarde, antes era diferente. Dime, ¿qué te debo por el desplazamiento, el arreglo y tu tiempo?

JUAN :         Nada. Es mi manera de co.compensarte por lo que hice en tu habita.tación. No tengo excusa. Tú no te metes en mi cu.cuarto para follar con tus amigos.

AMANDA :  Ya estabas perdonado cuando has llegado, en serio. Tengo que darte algo.

JUAN :         No, no. De verdad. Aunque me co.conformaría con un poco de… … No, nada.

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Juan cree haber cerrado la boca a tiempo, pero su broma impertinente se completa sola en la perspicaz mente de Amanda.

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-¿Vas a pedir lo mismo que Leo?-   pregunta ella con un tono enigmático.

-Lo siento-   contesta él avergonzado   -Era una broma estu.túpida-

-¿La has probado alguna vez?-   sin síntomas de enfado.

-Sí, pe.pero hace tanto tiempo ya q.que no me acu.cuerdo-

-¿En serio?-   pregunta extrañada sin atar cabos   -¿Cuánto tiempo?-

-Unos ve.veinte años-   admite Juan bajando la mirada.

- A aaahahah-

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La risotada de Amanda levanta su cabeza a la vez que Leo, en uno de sus gestos aleatorios, usa su manita para descubrir la otra teta de su madre. Las pupilas de Juan se dilatan al vislumbrar, por vez primera, uno de los pezones mojados de su anfitriona.

“!Dios! Ya está. Se me está poniendo bien dura”

El informático disimula en cuanto la joven vuelve a mirarle.

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AMANDA :  Dicen que un niño puede quedar traumatizado si no lo amamantan.

JUAN :         Pu.puede que eso sea lo q.que le ocurrió a Jaime.

AMANDA :  ¿Me vas a decir que tú no piensas lo que él se atrevió a decir?

JUAN :         ¿Qué? ¿A qué t.te refieres? Yo no…

AMANDA :  Apuesto a que a Fernando y a ti os encantaría beber de mí.

JUAN :         Eso no… Permite que me acoja al derecho de no declarar co.contra mí mismo.

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La joven vuelve a sonreír, ahora, más tenuemente. Parece no haberse percatado de que uno de sus pezones se asoma, furtivamente, por la abertura de su camisa desabrochada.

Juan se deleita con la visión del goteo lácteo que no deja de emanar de ese gran pecho hinchado y repleto de vida.

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-Te la podría servir en un vaso-   susurra ella con tono pícaro.

-¿Y si ci.cierro los ojos?-   sugiere Juan   -Podrías derramármela directamente en la boca-

-No creo que a Néstor le haga mucha gracia tu petición-   dice mirando hacia la puerta.

-No te to.tocaría… … Ni siqui.quiera te vería-   reflexiona él, tendenciosamente.

-Si te corrieras encima de mí, como lo hiciste con tus amigas, tampoco nos tocaríamos, pero te juro que mi marido no sería tan considerado contigo como lo fue Fernando-

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Ahora es Juan quien sonríe. Puede que las ocurrentes alegaciones de esa mamá primeriza no sean desacertadas.

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JUAN :        No ti.tiene nada que ver.

AMANDA :  Son blancos.

JUAN :        Una co.cosa es un caldo repleto de espermatozoides que ansían fecundarte de n.nuevo, y otra es una leche nutritiva que solo tienen la función de alimentar.

AMANDA :  Si quieres alimento, tengo leche Pascual en la envera.

JUAN :        Solo es cu.curiosidad. ¿Q.qué más da si es en un va.vaso o a través del aire?

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Amanda guarda silencio mientras levanta la mirada, pensativa. El razonamiento de su técnico no le parece tan descabellado. Quizás puedan cometer juntos esa pequeña travesura en nombre de la curiosidad de él, y de la gratitud de ella.

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-No sé, no sé-   dice la muchacha justo antes de morderse el labio inferior.

-No t.te hagas de rogar-   contesta Juan   -Hace rato que t.te veo el otro pecho-

-Haph-   reacciona ella, súbitamente, mientras recompone su decoro.

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Amanda se hace la sorprendida, pero había descuidado su compostura a propósito.

A pesar de que ha sido una niña buena desde el día en el que concibió a Leo, su ardiente perversión sigue latente en ella. Cuando mira a Juan, no puede eludir la evocación de aquel enorme pollón salpicando lácteos a diestro y sinestro a la vez que regaba las tetas de Sonia y la cara de Jésica.

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AMANDA :  Deberías haberme avisado, malo.

JUAN :         ¿Malo yo?

AMANDA :  Ahá. ¿Cómo quieres que confíe en ti, ahora?

JUAN :         He sido sincero co.contigo, ¿no? Te lo he dicho.

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La joven a destetado a su bebé en cuanto Juan le ha dado el aviso de su indiscreción mamaria. No obstante, el pequeño no protesta. Parece saciado y tranquilo. De pronto, Néstor aparece en el estudio de nuevo:

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-Una cosa, si el ordenador ya funciona, necesito usarlo urgentemente, si puede ser. Tengo que acabar un proyecto y entregarlo lo antes posible. Llevo retraso acumulado y mi cliente está muy irritable-

-Perfecto, amor-   responde Amanda   -Me voy a acostar a Leo, que parece soñoliento-

-Sí, sí-   dice Néstor al tiempo que toma asiento en la plaza que ha liberado Mandi-

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Juan ha empujado la mesa para desplazarse él mismo hacia atrás gracias a los ruedines de la silla que ocupa. Néstor se sitúa frente a la pantalla y empieza a utilizar el ratón. No tarda en abrir los distintos programas que usa para trabajar.

El técnico se asegura de que no surja ninguna incidencia informática hasta que Amanda, habiendo traspasado ya el umbral de la puerta, se dirige a él.

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AMANDA :  ¿Vienes, Juan?

JUAN :         Sí, sisí. Ahora voy.

NÉSTOR :    ¿Te importa quedarte un ratito, crack? Quisiera acabar esto antes de llevarte a casa. No me llevará ni una hora.

JUAN :         No te.tengo prisa. Tú trabaja tra.tranquilo. Así nos ase.seguramos de que no haya ningún fa.fallo.

NÉSTOR :    Perfecto, tío. Eres el mejor.

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A Juan le ha sentado especialmente bien que Amanda requiriera su presencia. Suponía que la chica volvería junto a ellos en cuanto hubiera acostado al bebé, pero no hay duda de que prefiere reunirse con ella lejos de su marido.

La cuna de Leo está en el dormitorio principal, pues el nene todavía es demasiado pequeño para habitar en la suya propia. Todas las paredes de la casa son de un color crema que se alterna con algunas superficies rocosas algo más irregulares. Los muebles son negros y hay algunas piezas de arte, de tonos ocres, decorando las distintas estancias.

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-Tenéis una ca.casa muy bonita, Mandi-   dice Juan mientras articula sus muletas.

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Amanda no responde, pero le agradece ese sincero cumplido con una sonrisa silenciosa al tiempo que arropa a su bebé.

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AMANDA :  No hay sillas aquí, pero puedes tumbarte en la cama.

JUAN :        Vale, vale. Ahí voy. U uuhg.

AMANDA :  ¿Te ayudo?

JUAN :        No, no. Pu.puede que, para levantarme, que colchón está mu.muy bajo.

AMANDA :  Perfecto… … Ay, me he dejado el móvil en el despacho.

JUAN :        No, espe.pera. ¿No ibas a darme lo mío?

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El tono susurrado de Juan pervierte su petición. Amanda queda desconcertada por unos segundos.

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AMANDA :  Hablaba en broma, tío. ¿De verdad te has creído que…?

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Juan queda sin palabras. No sabe si la chica le toma el pelo ahora, o se lo estaba tomando antes.

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AMANDA :  Menuda cara se te ha quedado, ja, ja, jah.

JUAN :        ¿Te pa.parece bien burlarte de un mi.minusválido?

AMANDA :  Minusválido para algunas cosas, superdotado para otras.

JUAN :        ¿Te refieres a mi tre.tremendo pollón?

AMANDA : N O, cerdo. Hablo de tus dotes informáticas, pero que guarro eres. Ahora mismo voy a contarle a mi marido que me estás pidiendo mi leche a la vez que haces referencia a… … ¿cómo lo has dicho? … … tu enorme pollón.

JUAN :         No, Mandi. Espe.pera no…

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La chica abandona el dormitorio dando verosimilitud a su amenaza. Juan intenta recuperar la verticalidad, pero tiene serias dificultades para levantarse de un reposo tan poco elevado. Cuando ya empieza a temer por la integridad de su cara magullada, advierte el regreso del artífice de su preocupación.

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-¿Qué haces?-   pregunta la joven sorprendida ante los arduos intentos del tullido.

-Inte.tento esca.capar-   contesta él con la pronuncia muy afectada.

-Pero qué tonto-   replica ella   -¿En serio te has creído que…?-

-No te conozco ta.tanto, Madi, pe.pero me han dicho que eres muy p.problemática-

-Síh, ja, ja, jah, será eso-   responde entre risas   -Anda, relájate y descansa-

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Con cierto alivio, Juan observa como Amanda enfoca su atención hacia la pantalla del iPad que acaba de recuperar. Su tranquilidad dura poco.

“NO. ¿Estará buscando el clip? La cosa puede ponerse fea. Si está loca se cabrea conmigo, su broma puede tornarse real”

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AMANDA :  Ja, ja, jah. No veas. Mi amiga Mónica se lo está pasando en grande.

JUAN :        A esa no la co.conozco.

AMANDA :  Lleva dos semanas de viaje en Indonesia, con su familia.

JUAN :        Puede que me la pre.presentes, algún día.

AMANDA :  Si te van las negras culonas, te gustará Moni.

JUAN :        Ui, sí. Has da.dado con mi fetiche. Me p.ponen mucho las…

AMANDA :  ¿Más que la leche materna?

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Amanda ha vuelto a coger a Juan a contrapié. El chico no sabe a qué atenerse. Tiene los codos apoyados en el colchón, y su relajada pose tendida bocarriba eleva un poco su torso facilitándole el encaramiento con su interlocutora.

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JUAN :        Ya te he dicho q.que no se trata de un tema sexual. Es cu.curiosidad científica.

AMANDA :  Ya. Científica, sobre todo.

JUAN :        Claro que sí. ¿Aca.caso dudas de mi pa.palabra?

AMANDA :  Eres un mentiroso, y puedo demostrarlo.

JUAN :        ¿Y co.cómo vas a hacer eso?

AMANDA :  Estás a punto de darme la razón tú mismo. ¿Preparado?

JUAN :        No t.te voy a dar la razón, po.porque no la tienes.

AMANDA :  Vas a cerrar los ojos y te voy a derramar la leche de mi teta en la boca.

JUAN :        Vale. ¿Y eso crees q.que te da la razón?

AMANDA :  Lo haré con una condición: si se te pone dura, le iré a contar a mi marido que me has hablado de lo grande que tienes la polla justo después de pedirme que te amamante con la leche de nuestro hijito.

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Juan se encuentra en una encrucijada. Puede darle la razón a Amanda y renunciar a sus ansiados lácteos, o puede mantenerse firme pese a los riesgos que eso conlleva.

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JUAN :         ¿Y co.cómo sabrás si me empa.palmo o no?

AMANDA :  La tela de tus pantalones es fina, y tu postura muy reveladora. Conociendo tu anatomía como la conozco, apuesto a que sabré verlo.

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Amanda, todavía de pie, cruza los brazos de un modo chulesco.

“Saga de ahí, soldado. Mandi es una follonera. Capaz es de cumplir su palabra y meterme en problemas”

Como si su pensamiento no acabara de dictarle el camino correcto, Juan asiente con la cabeza para aceptar el reto.

“No me voy de aquí sin probar la leche de Mandi. Me da igual si salgo de esta casa en la camilla de una ambulancia”

Se tumba sobre esa amplia cama de matrimonio y cierra los ojos a la vez que deja su mandíbula floja. El negro de su súbita invidencia le permite agudizar su oído, y escuchar cómo Néstor teclea mientras trabaja en su proyecto; distingue el canto de algún pájaro, las esporádicas burbujas del acuario de peces de colores que hay en la cabecera de la cama, y, finalmente se empapa de la sonrisa de Amanda mientras la muchacha se encarama sobre la cama, muy cerca de él.

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-Cómo abras los ojos, te crujo. ¿Estamos?-   le susurra amenazadoramente.

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Juan asiente cerrando sus párpados todavía con más fuerza. No tarda en abrir la boca para facilitarle el blanco a Amanda.

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-Ahí va-   dice Amanda mientras estruja una de sus tetas.

-Oux-   protesta Juan sintiendo su cara mojada, pero su boca seca.

-No tengo un punto de mira, ¿vale? Esto es peor que una escopeta de feria-

-No pa.pasa nada. No se te va acabar la munición-   dice él quitándole hierro al asunto.

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La chica se acerca para asegurar su diana, y se aplica, ahora, una presión mamaria más razonable para que tener un mayor control sobre la dirección de su fino chorro.

Juan nota, por fin, el nutritivo sabor del néctar de Amanda. Aquella maniobra se dilata en el tiempo, generosamente, hasta el punto en que ese bebé veinteañero tiene que tragar barias veces para que su boca no termine de llenarse.

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-¿Lo ves?-   susurra Amanda sonriente   -Soy como una regadera-

-Glc… … glp… … glup…-

-Pero bueno: dice el médico que no tengo que preocuparme-

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La joven advierte el inequívoco bulto genital que no deja de inflamarse debajo de la tela de aquellos pantalones kaki. Antes de que verbalice su hallazgo, oye la voz de Néstor a lo lejos. Se trata de una conversación telefónica. Amanda ha girado la cabeza, instintivamente, aun a sabiendas de que no verá a su marido. Antes de que pueda regresar su atención al sediento informático que tiene debajo, nota como este se amorra a su pezón succionándolo con fuerza.

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-!Oye!-   protesta ella en voz baja pero sin apartarse de él   -¿Qué te has creído?-

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Juan hace oídos sordos a ese interrogante recriminatorio, y sigue chupando con fuerza, ya con los ojos abiertos, esclavizado por unos impulsos irracionales de lo más imprudentes. Amanda deja de oprimirse el pecho y se limita a notar cómo su leche fluye caudalosamente a través de un pezón ya empitonado.

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AMANDA :  Has  perdidoh, Juan. La te n ías  dura ya antes de a m orrarte a mi c ántaro.

JUAN :        Mmmh… … mhgmwmbsw… … Mmmhmm…

AMANDA :  Eres un degenerado. Verás cuando se lo cu e nte a mi marido.

JUAN :        MmMmmhgm… … mmwm… … Mmmhgw…

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Las amenazas de la muchacha pierden credibilidad con cada segundo que pasa, pues su postura de camisa abierta no deja de ofrecerle aquel suculento binomio permeable a Juan.

Ese mamón no deja de babear el pitorro de una de dichas fuentes lácteas. Obcecado, se emplea con cada una de sus manos sobre los dos pechos de Amanda, apretándolos y haciendo rezumar, también, el seno del que ha comido Leo.

Su boca deja de limitarse a la succión e interpreta un amplio repertorio de lametazos, besos, mordiscos y chupetones que abarcan toda la superficie de ese glorioso manantial esférico.

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-Joder, Juan. Cómo me has puesto. Hacía tiempo que no…-   susurra Amanda sonrojada.

-Qrw q bws t d mh-   dice él sin despegar su cara mojada de aquellas ubres lecheras.

-¿Qué?-   pregunta ella a la vez que se aparta.

-Que yo t.también quiero que bebas de mí-   contesta Juan a la vez que se desabrocha.

- N o, noh. No te la saques, por favor. Lo decía en serio. Ya no soy la que era-

-Q.quien tuvo, retuvo-   insiste él sin detener la apertura de su bragueta.

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Puede que el peligro a ser descubierta por su amado marido le hiciera poner fin a semejante despropósito, pero Néstor no deja de confirmar su lejana ubicación por medio de su charla.

El pollón venoso de Juan entra en escena sacudiendo el temple de Amanda, quien jamás lo había contemplado a plena luz del día.

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AMANDA :  !La viegen! ¿Pero cómo tienes este pepinaco?

JUAN :        To.todo lo que me falta en las pi.piernas ha ido a parar a mi pene.

AMANDA :  Parece que te vaya a reventar. ¿Curiosidad científica? Vaya morro que tienes.

JUAN :        Es to.toda para ti, Mandi. Yo ta.también tengo leche para darte.

AMANDA :  No, tío; de verdad. Yo no… … No puedo… … esto no…

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Desmintiendo la negación que pretende su inconclusa oratoria, la muchacha accede manualmente al robusto miembro de Juan. Lo vapulea y lo sacude con fuerza, sin miramientos, como si necesitara constatar la autenticidad de ese atributo tan irreal; como si quisiera desenmascarar una prótesis postiza.

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AMANDA :  A mí no me puede pasar lo que a tus amigas, Juan. ¿Me oyes?

JUAN :        Néstor habla por te.teléfono, ¿no le escu.cuchas?

AMANDA :  Estoy casada, vivo con mi marido, tenemos un hijo juntos…

JUAN :        Soy una tu.tumba, Mandi.

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Con la desconfianza pintando su expresión, la madre de Leo gatea sobre el colchón hasta situar su rostro sobre el poderoso falo de su informático de cabecera. Sin siquiera escupir, deja caer un reguero baboso que acierta en el glande de un flamante nabo que debe su verticalidad a la sujeción digital de la propia chica.

“Si. Vamos: cómetela. No me hagas suplicártelo”

Como si la joven estuviera obedeciendo los ruegos mentales de su compañero de cama, se apresura en engullir aquel enorme pedazo de carne. Su afán por tragárselo entero es encomiable, pues se trata de una tarea titánica al alcance de muy pocas.

Juan usa su mano izquierda para contornear el culo de Amanda. Esas mallas negras revelan unas redondeces que nada tienen que envidiarle a la anatomía superior de esa chupona tan babosa.

A pocos metros, el bebé trata de darse la vuelta mientras mira cómo su madre le chupa la polla a ese esmirriado desconocido. Parece apenado, pero no termina de desatar su llanto. Se limita a observar entre los barrotes de madera de su cuna.

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AMANDA :  MmMmmhgm… … mhgmwmbsw… … Mmmhgw…

JUAN :         Oo m mh… … m mmh.

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Entre los sollozos de Leo y los sutiles gemidos de Amanda; entre los chupetones y los lametazos de esa joven mamá, Juan sigue escuchando la charla telefónica de Néstor, quien, en la habitación de al lado, sigue intercambiando impresiones acerca del proyecto arquitectónico que está finiquitando.

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AMANDA :  MmMmmhgm… … mhgmwmbsz… … Mmmhgz…

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La técnica vocal de esa chica es tan apurada que Juan no puede evitar acordarse de Jésica y del legendario triplete de mamadas que le ha dispensado en las últimas semanas.

“Qué bien, pero que bieen”

El joven tensiona su rabo. Quisiera derramarse ya en la boca de su anfitriona, pero, por suerte o por desgracia, su aguante de campeonato conserva su contención orgásmica a buen recaudo.

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AMANDA :  MmmmhGmMh… … mhgbzmwm

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El sutil pintalabios de Amanda se ha disuelto entre su propia saliva, y su sombra de ojos se ha desfigurado a lomos de las lágrimas resultantes de sus constantes esfuerzos tragones.

Con la mano que tiene libre, la moza le aprieta los huevos a Juan cruelmente, como protestando por lo que ese insensato le está obligando a hacer. Acto seguido se flagela la cara con ese largo falo colapsado, talmente como si también quisiera castigarse a sí misma a raíz de su escaso autocontrol.

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JUAN :         Aaah… … Oux.

MANADA :  Bbwv b … … ff ff .

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La chica continúa usando su lengua empapada para relamer el reluciente atributo de su técnico. No tarda en comérsela de canto haciendo un amplio gesto de negación con la cabeza, para terminar tragándosela entera, de nuevo, aplastando su nariz en la pelvis de Juan.

Falta de oxígeno, desenfunda para recuperar el aliento. Con la urgencia de la lascivia más imperiosa, se encarama encima de él y, todavía con las mallas puestas, restriega sus partes más erógenas contra ese coloso de la naturaleza.

Mientras se balancea lujuriosamente, Amanda se desabrocha el último botón que, a la altura del ombligo, todavía se empeñaba en mantener unidos los dos lados de aquella camisa blanca. Sus grandes tetas inquietas siguen rezumando leche, intermitentemente, estimulados por esa agitada sexualidad sobre la que cabalga la muchacha.

Hipnotizado, Juan se apodera de ellas para apretarlas con fuerza, causando el derrame masivo de unos chorros que ponen en tela de juicio el realismo de esa escena.

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AMANDA :  !Haaah! ¿Qué h aces, loco0h? Ten cuidado0oh.

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Esos soberbios cántaros carnosos esparcen su caudaloso riego lechoso encima de la camiseta y de la cara de Juan, quien abre la boca como un pez falto de oxígeno.

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JUAN :         Esto no es no.normal, Mandi.

AMANDA :  Díselo a mi médico. No me hace caso.

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Mientras habla, la chica se dedica a apretar su coño mojado, a través de sus mallas, con el duro miembro desnudo de Juan. En un momento dado, percibe un cambio de tono en la locución telefónica de su marido:

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-… De acuerdo entonces. Quedamos así. En unos minutos te envío el proyecto acabado para que le des el visto bueno… … exacto… … Sí… … Perfecto… … hasta mañana-

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El disgusto de Juan es mayúsculo cuando observa cómo Amanda se incorpora y se afana en abrocharse la camisa.

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AMANDA :  Corre, corre. Guárdatela, deprisa.

JUAN :        ¿Q.qué? ¿Por qué? ¿Qué pasa?

AMANDA :  !Que viene! Que viene N éstor.

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La inminente predicción de Amanda carece de fundamento, pero quiere darle prisa a Juan para evitar cualquier riesgo inútil. Sin el constante indicador que representaba esa charla ajena, sabe que su marido podría aparecer en cualquier momento.

El chico le hace caso y se guarda su polla babeada con premura. La ha creído, por un momento, pero su pánico se desvanece a cada segundo que pasa. Entiende lo que pasa y no la culpa.

Amanda se seca la cara con una toalla que ha encontrado, y, acto seguido, se la tira a Juan para que haga lo propio.

“No puedo creer que esto se haya terminado. Ni Sonia ni Jésica serían capaces de dejarme a medias. Esto no es propio de una buena amiga”

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JUAN :         ¿Ya está?

AMANDA :  ¿Qué más quieres?

JUAN :         Po.podemos quedar un día q.que no esté N éstor.

AMANDA :  Tú estás flipando, colega. Me has pillado con la guardia baja, pero… Esto no puede pasar, ¿me oyes? … … Joder, qué cachonda estoy… Me iré al lavabo a correrme.

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Antes de salir de la habitación, Amanda se mira en el espejo para comprobar el semblante de su cara. Pronto repara en la humedad que mancha su camisa blanca.

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-!Maldita sea!-   dice mientras busca una prenda oscura de repuesto.

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Juan ha podido echarle mano a una de sus muletas y la usa para ponerse en pie, no sin dificultades. Cerca de él, el torso de Amanda queda fugazmente desnudo justo antes de que la chica se enfunde una de sus ajustadas camisetas negras de tirantes.

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JUAN :         Pu.puedo venir contigo al lava.vabo.

AMANDA :  Que n ooo. ¿Y si Néstor se entera de que estamos ahí encerrados?

JUAN :         Esco.condámonos en otro sitio.

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Amanda inspira hondamente. Parece que haya cogido aire para emitir una nueva negativa todavía más vehemente que las anteriores, pero, inesperadamente, queda pensativa.

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-Sal a la terraza y…  quédate en la esquina-   susurra imperativamente.

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Juan asiente y se dispone a obedecerla de inmediato. La muchacha le acaba de abrir la puerta corredera que da acceso al jardín desde el dormitorio principal, y, mientras se coloca bien el pelo con una mano, con la otra le señala el sitio en cuestión.

Néstor tiene el ceño fruncido. Suele arrugar su frente cuando está muy concentrado. Frente al ordenador, intenta pulir hasta el más mínimo detalle de su proyecto. Es muy perfeccionista y no suele permitirse ni un solo error.

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-¿Cómo vas, cariño?-   dice Amanda apareciendo repentinamente.

-Bien, bien. Solo que… ¿Se queja Juan?-   pregunta a la vez que se fija en ella.

-No, tranquilo. Está encantado con el niño; y conmigo, ¿para qué negarlo?-

-Cuidado con ese fucker; no sea que quiera hacerte lo que les hizo a sus amigas-

-Ja, ja, jah-

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La risa de la chica suena natural, desde afuera, pero el eco de la misma se pervierte, dentro de la cabeza de ella, evocando el cinismo de la antigua Amanda; aquella que tanto ha echado de menos a raíz de su matrimonio y de su maternidad.

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NÉSTOR :     ¿Te has cambiado?

AMANDA : S íií. Se me ha vuelto a salir la leche.

NÉSTOR :     ¿Delante de Juan?

AMANDA :  Que no, tonto. En el lavabo. No empieces con tus celos otra vez.

NÉSTOR :     Perdona, amor. Es que te quiero tanto…

AMANDA :  Yo también, cosita. Tú trabaja sin prisa. Juan no tiene mejores planes.

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Tras darle un beso cariñoso en la mejilla, esa maestra del engaño comprueba el ángulo de visión del que dispone su marido respecto al patio exterior.

Juan no sabe exactamente lo que está haciendo. Está de pie, con el culo apoyado en el gran macetero de obra que hay junto a un tendedero de madera anclado en la pared. Se encuentra muy cerca de la ventana del despacho de Néstor. De hecho, le basta con dar un paso al frente para ver su cogote mientras dicho arquitecto sigue trabajando en su proyecto.

La casa tiene forma de "L", y él se encuentra justo en el ángulo interior de la consonante en cuestión; a solo un par de metros de los escalones que bajan hasta la piscina.

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-Ya estoy aquí-   susurra Amanda apareciendo de nuevo.

-¿Este es el me.mejor sitio?-   pregunta él sin llevarlas todas consigo.

-Desde aquí puedo vigilarle mientras follamos-   responde con tono travieso.

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Esa afirmación coge desprevenido a Juan. Ese lisiado a duras penas aspiraba a correrse en la boca de Amanda antes de que a la chica le diera ese ataque de prudencia.

“Va en serio? ¿Vamos a joder? ¿Aquí?”

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AMANDA :  ¿Todavía estás duro? ¿o ya se te ha bajado?

JUAN :        Medio, medio.

AMANDA :  ¿Medio Juan?

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Empleando el mayor de los sigilos, Amanda le desabrochar los pantalones, y, después de echarle un vistazo a su atareado esposo a través de la ventana, se arrodilla ante él.

La mirada de ese minusválido se pierde a la vez que su mandíbula cae desgobernada en cuando nota cómo aquella moza succiona su grueso miembro morcillón.

La polla de Juan crece dentro de la boca de Amanda hasta desbordarla por completo. No tarda en convertirse en el elemento más duro de esa terraza.

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-Me vas a follar, Juan… ... hhh… … ¿eh?-   le susurra en la oreja.

-Mejor fo.fóllame tú-   responde él consciente de sus limitaciones.

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Juan nunca ha tenido que usar las muletas para practicar sexo. Sus fornicios se cuentan con los dedos de las manos, y, en todos y cada uno de ellos, se ha servido de un asiento o de una cama. El macetero que tiene tras de sí apenas le sirve para apoyar las nalgas mientras está de pie. No tiene demasiada libertad de movimiento, no obstante, no osa llevarle la contraria la chica.

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AMANDA :  Sobre todo0h… … N o hagas ni u n ruido. ¿Estamos?

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Las palabras de la joven casi resultan inaudibles al tiempo que, con un sigilo felino, se baja las mayas y el tanga.

Amanda le da la espalda. Dada la discreta estatura de aquella fémina, cualquier varón tendría que agacharse un poco para meterle el pene entre la parte superior de sus muslos, pero las cortas piernas de Juan, junto con una pose levemente reclinada, resultan ideales para dicha unión. Amanda puede moverse, libremente, casi como si tomara asiento en un banco elevado.

A la moza le bastan las yemas de los dedos de su mano diestra para encauzar el robusto pollón de Juan y llevarlo a buen puerto. Pese al gran tamaño de ese trabuco refortalecido, la consiguiente penetración no presenta grandes dificultades. El chocho de Amanda está tan lubricado que el apretado trayecto fálico de su invitado llega a lo más hondo de ella sin demasiados preámbulos.

A Juan le cuesta creer lo que está sucediendo:

“!Joder, sí! !Qué bien! Lo de la leche materna parecía una fantasía inalcanzable y, ahora...”

Amanda tiene una mano apoyada en el alfeizar de la ventana cerrada del despacho de Néstor. Con cada uno de sus vaivenes, tiene la opción de estirar un poco el cuello y ver a su marido frente al ordenador que tan eficientemente ha reparado Juan.

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AMANDA :  Hhh… … hhh… … hhh… … hhh… … hhh… …hug.

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La mamá de Leo no media palabra. Atenúa su respiración acelerada tanto como puede, pero, tras ella, Juan percibe el discreto jolgorio que acompaña esos reiterados encontronazos genitales resultantes de los contundentes retrocesos de la chica.

Ambos están cobijados por la sombra de la casa; a merced de una matutina brisa estival que ayuda a combatir el calor creciente de este domingo soleado.

La amplitud de ese espacio tan abierto insta a Juan a revisar el perímetro del mismo, pues podrían estar siendo avistados por algún vecino fisgón, o por algún transeúnte demasiado curioso.

El tullido quisiera tener las manos libres para abrazar y manosear a aquella adúltera tan cachonda, pero, de soltar sus muletas, se desplomaría y caería humillado al suelo. Pese a ello, esa inédita situación adrenalítica es tan morbosa que su química cerebral entra en ebullición calentándolo todavía más.

El camino que está recorriendo Amanda no es muy distinto. Le entusiasma la sensación de haberse reencontrado con la zorra que era antes de casarse prematuramente, y de engendrar a Leo. Notar aquel enorme pollón extramatrimonial dentro de su intimidad vaginal la hace sentir más llena y completa de lo que se ha sentido a lo largo del último año. Sigue balanceándose, adelante y atrás, mordiéndose el labio inferior y silenciando sus gemidos como buenamente puede.

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AMANDA :  Mmm… … mmmh… … mmm… … mmm… … mmm… …mmh.

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En un momento dado, Amanda advierte cómo su marido mira hacia un lado, extrañado, a la vez que parece afinar el oído. Asustada, la chica detiene sus movimientos y se muerde el brazo.

Ajeno al repunte de esa amenaza conyugal, Juan se disgusta, pues ya está muy cerca de la cúspide de su gozo, y la impaciencia le puede. No en vano, nunca creyó que pudiera correrse en semejantes circunstancias.

En cuanto Néstor regresa su atención al trabajo, su amada esposa sigue follándose a aquel vicioso informático sin el más mínimo reparo moral. Esta vez, Amanda evita aquellos indiscretos golpeos nalgones y adopta movimientos más circulares.

Arriba, abajo, a un lado al otro… La polla de Juan se enfoca en todas las direcciones posibles al tiempo que entra y sale del coño de esa marimandona infiel. El chico repara en que no solo es la primera vez que lo hace de pie, sino que también es su estreno al aire libre con alguien a quien no había tocado jamás antes de hoy.

“Pensaba que no habría nada más allá de Sonia y Jess. !Qué equivocado estaba!”

La férrea discreción de Amanda amenaza con quebrarse. La muchacha está llegando al clímax y sus acelerados movimientos se acompañan con unos jadeos más vehementes de sutil sonoridad aguda. Su pasivo amante no resulta ajeno a dichas señales, y toma consciencia de lo que frente a él sucede. Aprieta el esfínter para tensar todavía más su grotesco miembro y empuja en la medida de lo posible para contribuir en aquel previsible desenlace orgásmico.

Como si el pequeño Leo fuera incapaz de soportar los actos que su madre está perpetrando junto a la ventana del dormitorio, empieza a llorar desconsoladamente. Amanda hace oídos sordos al llanto de su hijo y sincroniza su clamoroso orgasmo con el de Juan, quien se corre dentro de ella para devolverle, con intereses, toda la leche que esa buscona le ha prestado recientemente.

Todavía aturdida por los ecos de la explosión de una de las mejores experiencias de su vida, Amanda se percata de que su marido ya no está en su asiento. Asustada, se voltea para verlo al lado de la cuna, ya en el dormitorio principal. A Néstor le bastaría con girar un poco la cabeza para descubrir a su mujer todavía con la polla del informático dentro de ella. Presa del pánico, la joven se distancia de Juan y se sube las mallas. Acto seguido, se dedica a subirle los pantalones a él.

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AMANDA :  Está con Leo, Néstor  está con LeOo0h.

JUAN :        ¿Qué? Jo.joder.

AMANDA :  Si te encuentra, dile que estoy en el lavabo. Voy a dar la  vueltah.

JUAN :        En… … en… … vale.

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Amanda está muy alterada para presentarse ante Néstor sin que este se percate de nada. A Juan le ocurre algo parecido.

“!La hostia! Es un milagro que no nos haya pillado. Si el bebé no berreara tan fuerte, seguro que nos hubiera escuchado”

Juan no se equivoca, pues, a diferencia de la ventana del despacho, la del dormitorio permanece corrida a la vez que completa el ángulo recto de esa esquina deshonrada.

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-Juan-   dice Néstor ya con su hijo en brazos   -¿Qué haces afuera?-

-Mandi me esta.taba enseñando el ja.jardín-   responde el todavía sofocado.

-¿Te encuentras bien?-   pregunta ese padrazo   -Te noto muy excitado-

-Sií. Son co.cosas de mi enfermedad. Me dan ca.calores; como si fuera menop.páusico-

-Vaya, no lo sabía-   contesta consternado   -¿Dónde está mi mujer?-

-Ha ido al lavabo, hace un ra.ratito ya-   afirma mientras se toca la cabeza.

-¿Y qué dices? ¿Te gusta nuestro jardín?-   pregunta Néstor dejando atrás su estupor.

-Síií. Es como un pe.pequeño edén-   responde mientras mira hacia el césped.

-Eh, oye. Un millón de gracias por arreglarme el ordenador. Va de lujo-

-No hay de qué. M.me alegra se.ser de ayuda-   dice Juan con posado humilde.

-Eres un tesoro, chico. Ya he enviado el proyecto. Ahora, cuando venga Mandi, te despides de ella y te llevo a casa-

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[ La JOVEN MAMÁ LACTANTE y el INFORMÁTICO INVÁLIDO ]

-por GataMojita-