La Jodida Vecina Doña Encarnación
Mi suegra tiene una vecina a la que ha terminado odiando, lo cual no quita para que terminemos todos en la cama
La Jodida Vecina
Me había casado con Maria Fernanda y lo cierto es que pasábamos más tiempo en casa de su madre Doña Maria de la Virtudes, que en la nuestra, todo era genial incluso la convivencia con Doña Virtudes que pese a sus 65 años estaba todavía de buen ver y de mejor uso.
Allí pasaba algunas noches de jolgorio con Maria Fernanda, pues la escandalera que montaba su hija al follar era de importante, pero a Doña Virtudes no parecía importarle mucho, más bien pasaba de ello, pese a sus muchos años de viudedad, y no se le conocían, ni novios ni apaños, aunque algo me daba en la nariz que Doña Virtudes era de los que tiraba al monte.
A veces en pleno polo, cuando ponía a cuatro patas a Maria Fernanda y le clavaba el estacón de polla gritaba más de la cuenta y no era la primera vez que la vecina de Doña Virtudes se quejaba aporreando la pared. Las casas eran edificios de dos plantas, cada una y una amplia huerta, y tanto la casa como la huerta estaban pegadas pared con pared, al estilo de dos pareados, pero de los años 50.
Un día supe que la jodida vecina de la que no se hablaba, y se citaba era por ese apelativo, fue muy amiga de Doña Virtudes en sus tiempos pero nadie daba explicación alguna, aunque la jodida vecina Doña Encarnación era más joven que mi suegra y estaba buena de cojones, pero tenia un genio que ni os cuento.
Un día dejé el furgón no delante de la casa de mi suegra, sino un poco pisando los predios de Doña Encarnación, que nada más verme ir camino de las herramientas al coche me montó una de mucho cuidado, por invadir sus terrenos. El ardor que puso en la riña la hizo todavía más apetecible, pues se le hincharon los pechos y pronto los pezones se marcaron por la bata que llevaba puesta, a la vez que la vena se le subía mi paquete también empezó a marcar su territorio, lo que no quedó fuera del campo visual de la Doña Encarnación.
Quedó así la cosa y al dia siguiente Doña Virtudes y su hija se fueron a la capital de compras y me dejaron al mando de sus posesiones, andaba por la finca de Doña Virtudes, escabuchando sushuerta, y cuidando de sus animales, varios gallos, y gallinas, un par de buenos machos cabríos, y un par de gorrinos.
Cuando ya habían pasado un par de horas y estaba claro que mis parientas no volverían hasta más tarde me fi a la habitación de mi suegra y tras rebuscar me encontré con una bella cajita muy guardada, la cual contenía un dildo doble, lo cual me dejó de piedra. ¿Acaso Doña Virtudes se satisfacía por ambos agujeros con el pollón negro de la caja?? Olía bien y estaba bien lubricado señal de que la propietaria debía de hacer uso de tal instrumento.
Estaba calibrando el grosor y la longitud de la polla plástica cuando aporrearon la puerta con voz de grito reclamando mi inmediata presencia, pues había toda una catástrofe en la finca de doña Encarnación, por esos malditos diablos con cuernos.
Salí detrás de doña Encarnación contemplando su buen culo, cuya bata dejaba marcadas sus buenas formas, atravesamos la coqueta sala y cocina y nos fuimos al fondo de la huerta, entrando en la pequeña cuadra donde los dos machos cabrios tenían cada uno de ellos cogida entre sus patas las dos buenas congéneres que tenía Doña Encarnación para hacer quedo con su leche. Los machos se estaban dando un festín de padre y señor mío, me instaba Doña Encarnación a hacer algo al respecto, y le dije que no era bueno detener a la naturaleza, y además le salía un aumento familiar gratis.
Me miró la susodicha con mirada asesina, y cuando quise hacer algo al respecto Belcebú enfiló hacia mi de tal forma que me envió tres metros por el aire, al ver que yo le iba a privar de sus dulce refocileo.
La ostia fue grande y allí me quedé titado en el suelo, y con la ayuda de Doña Encarnación que se encarnó en mi ángel de la guarda, me llevó a rastras hasta la sala para echarme en un amplio sofá, me quitó la camisa y los pantalones para ver mis posibles heridas, ninguna salvo el golpazo, pronto vino con una jofaina una esponja y aguda para bajar las posibles inflamaciones del golpe y limpiarme de paso pues había caído en la pila de estiércol de la casa.
Dormí un trozo en el sofá medio ensoñado, cuando Doña Encarnación me urgió para que me duchara, pues apestaba como un gorrino para lo cual me brindó su habitación del primer piso al que me ayudó a subir, y agarrados como fuimos tanteé sus buenas carnes, pues el estacón iba tomando forma. Me metí en la ducha y al salir para coger la ropa esta no estaba, por lo cual me metí en la cama, a esperar que novedosas nueva me traía el destino, cuando quise darme cuenta fue apareciendo doña Encarnación con lo cual me hice el dormido, dejando medio velado por la sabana el estacón, al que la Encarnación le echó una buena mirada.
De nuevo entró en la habitación y me encontró desnudo pero espalda arriba y entre las pierna el príapo, eso debió gustarle , pues pronto sentí su buena mano por el talle y detrás la lengua , aquello iba empalmando el estacó , por lo que me ví obligado a dar vuelta y mostrarle la tranca en toda sus dimensión, por lo que la doña echó las dos manos y le dio un buen sorbetón, lo que aproveche para tomarle la cabeza y obligarla a comer la polla hasta los mismos huevos, como así lo hizo la muy bruja, tras la primera chupada , me montó la de Dios es cristo, pues ella era una mujer decente. Allí me dejó con la polla ensalivada y esperando inútilmente su presencia.
Al final se hizo presente con un plato de comida y le pedí ayuda para ir a mear, les gustó ver el estacón de nuevo cogiendo forma , y a la vuelta al catre la empujé y sin más miramientos busqué su chocho y sus buenas tetazas, se resistió un poco pero ponto dejó paso a mis pesquisidores dedos que penetraron en aquella almeja hasta el útero, como estaba la cabrona, la coloque encima de la cama , le subí la bata hasta taparle la cabeza y haciéndole a un lado la braga le fui metiendo en el chocho el estacón que se tragó sin rechistar, en medio de una buena cabalgada, tras lo cual me pidió un paréntesis para colocarse a cuatro patas.
La estampa era impresionante, aquella buen grupa , una voz susurrante que le cogiera y apretara las tetas, lo cierto es su ojete presentaba una buena protuberancia y se abría como los girasoles, y como las cuestiones a veces las pintan calvas, le acerqué la punta del nabo al esfínter, el cual pronto se amorró a lo que veía presionando, la Encarnación debía darle también por ese agujero, pues más allá de un suspiro , la buena señora pidió más caña y brío hasta que se corrió toda espatarrada.
Me eché sobre ella con la estaca metida en su amplio coño, mientras iba desgranando la historia de su amiga Doña Virtudes con la que compartía amores y marido, y hasta con la dulce Maria Fernanda participó en sus encuentros, pues era ducha en darle a la lengua.
Compartimos secretos y estrategia para que esa misma noche hubiera reconciliación dado el accidente, me quedaría en su cama, y me aseguró que no pasaría la medianoche cuando tendría a mi merced a tres reales hembras que igual le daban al pescado que a la carne, y que había pasado malas noche oyéndonos follar a Maria Fernanda y a mi, y a buen seguro que la granuja quería sacarme las ganas con tanto aullido, y la verás cuando le pase mi larga lengua por su rajita cuando la estés empollonando, y ahora preparate que te voy a dar una lamida de aquí te espero.
Así nos reconciliamos con la Jodida Vecina.
Gervasio de Silos