La jefa (primer día)
Luego de esa 'caliente' entrevista debia asistir a mi primer día de trabajo...
Ya era Lunes, cuatro días habían pasado desde esa “caliente” entrevista de trabajo, y me sentía algo nervioso, no sabía como sería volverla a ver luego de lo que había pasado, si iba a poder mirarla, o como me iba a hablar. Eran temores comunes para un inexperto como yo.
Pero también había pensado en otras cosas, como: ¿me volvería a pedir que practique una mamada? ¿Iría más lejos esta vez? Honestamente, deseaba que así fuere, me moría de ganas por que suceda de vuelta, por tener su polla erecta en mi boca; había fantaseado todo el fin de semana con verla por completo desnuda, que me pusiese de rodillas para que la complaciese, y que luego me pusiera en cuatro patas para un placer mutuo.
En el fondo yo creía que de seguro algo iba a suceder, así que por si acaso me depilé por completo la ingle y la zona de la cola, que eran mis únicas zonas velludas ya que soy muy lampiño. Y antes de presentarme en su oficina me hice una ‘profunda’ limpieza anal. Yo sólo alberga dos alternativas, que nunca nada más volviese a suceder con ella, y que nuestra relación fuese únicamente laboral, o que me sometiese sexualmente cada santo día de trabajo. El hecho de que ella, una travesti hermosa, sensual, y sexy, me exigiese una mamada para conseguir el empleo, a mí, un joven inexperto, lindo si pero no un sex appeal, significaba para mí que podía ser una ninfómana, escondida bajo esa apariencia de ejecutiva exitosa y seria.
Y por supuesto, también había pensado mucho en mi paga, la cual no habíamos discutido el día de la entrevista.
Cinco minutos antes de las 16hs estaba en su oficina, me recibió de una formal normal, como si nada hubiera pasado, como yo había supuesto que sucedería, pero ya vería lo que vendría luego.
Vestía de forma elegante al igual que la otra vez. Esta vez tenía unos tacos muy altos, que la hacían unos centímetros más alta que yo. Una falda de oficina negra al igual que la otra vez, y una camisa pegada al cuerpo, color roja. Y el cabello recogido en una coleta tirante que se le enrollaba y le llegaba un poco por debajo de la nuca. Mónica tenia un pelo muy voluminoso, eso me gustaba, siempre me habían gustado las mujeres con mucho cabello.
Es escritorio en cual me entrevistó y el asiento en el cual le mamé la polla hasta beberme todo su delicioso semen sería mi lugar de trabajo, ella trabajaría en la sala contigua la cual era su oficina. Me explicó lo que debía hacer, como manejar su agenda, como organizar sus documentos de trabajo y demás. Durante las siguientes tres horas estuve recibiendo llamadas de clientes que requerían una cita, recibiendo clientes que venían a su cita, organizando papeles, recibiendo y contestando mails que ella me indicaba.
Tenía mucho trabajo allí, en las primeras tres horas unas veinte personas pasaron por ahí, Mónica parecía una mujer muy profesional y capacitada, eso le proporcionaba trabajo, y mucho dinero obviamente.
Poco después de las 19hs se retiró el último cliente que tenía citado ese día, y a mi no me quedaba mucho por hacer, por lo que terminaría antes de las 20hs. Esas tres horas habían pasado muy rápido para mí, había estado muy ocupado y además se estaba muy cómodo ahí dentro de la oficina con el aire acondicionado.
Cuando terminé con mi trabajo toqué a la puerta de su oficina:
-¿Si?-
-Ya he terminado con todo, su agenda de mañana está lista…-
-Ah, bien, entonces ya puedes retirarte, en verano es así, hay menos clientes, así que será raro que debas quedarte hasta las 20hs como te había dicho- ya se estaba levantando para acompañarme a la salida así que me apuré a decirle que debíamos hablar sobre mi paga.
-En la entrevista creo que no hablamos acerca de… mi sueldo- no fue fácil para mi mencionar ‘la entrevista’, tuve que esforzarme por no ponerme colorado.
-Tienes razón cariño, me di cuenta luego de que te retiraste, y casi me olvido hoy también, menos mal que me lo dijiste. Ven siéntate-
Su oficina era un poco más grande que sala de entrada, de forma rectangular, de un lado tenía su escritorio, y del lado más cercano a la puerta dos sillones no muy grandes ubicados a 90 grados con una mesita frente a ellos, probablemente para los clientes con los que tuviese más afinidad pensé yo.
Me senté frente a su escritorio, cruzamos un par de palabras acerca del trabajo y luego me dijo cuanto me pagaría. Era una suma esperable, podía ser más pero eso estaba bien. Así que terminada la conversación me despedí y me dirigí a la puerta de su oficina para retirarme, algo decepcionado de que nada hubiera pasado.
-Espera Ricardo- su tono era intenso. Se levantó, fue hasta mi, cerro la puerta -ven siéntate de vuelta- la forma en que lo dijo que intimidó -noté que el sueldo que te propuse no te agradó para nada, y si vas a trabajar conmigo no quiero que haya disgustos de por medio- yo estaba seguro de no haber echo gesto alguno cuando me dijo cuanto me pagaría, lo estaba inventando todo.
-No, no fue mi intención mostrarme disgustado para nada- me apresuré a decir casi tartamudeando, su mirada penetrante me ponía nervioso - estoy muy conforme...-
-No Ricardo no tienes que defenderte- interrumpió ella -estoy dispuesta a darte un aumento, si me demuestras que te lo mereces-
Mi corazón se aceleró, era lo que había estado esperando toda la tarde, que me invitara a tocarla, a tocar su carne, como lo había hecho el día de la entrevista. Mónica se soltó su cabello, al igual que lo hecho la vez anterior, y se inclinó con su silla hacia un costado.
Esta vez no me llamó a que fuera a ella como lo había echo la otra vez, pero era claro que debía hacerlo. Aun así estaba muy dudoso y nervioso a la vez.
Mientras me levantaba y rodeaba el escritorio yendo hacia ella, me miraba fijamente, era una mirada sexy, cuando ya estuve frente a ella se mordió su labio inferior, lo cual me tranquilizó un poco, el hecho de que con pocas palabras expresase lo que deseaba me hacia sentir que podía estar haciendo el ridículo por haber mal interpretado lo que ella decía.
Sus manos estaban sus muslos, ella terminó de girar su silla hacia mí, y abrió sus piernas lo máximo que su falta le permitía. Ahora si más relajado, y muy excitado, me arrodillé frente a ella.
Suavemente traté de bajas su falda, pero no era fácil, sobre todo estando ella sentada, pero en algún punto mi entusiasmo debió haberse notado ya que Mónica me interrumpió.
-Ay dulzura, déjame que te ayude- se llevó las manos a la cintura y se levantó para poder bajarse ella misma la falda.
Se inclinó tanto hacia delante que mi cabeza quedó entre su pelvis y sus pechos. Se bajó la falda hasta las rodillas y se volvió a sentar. Parte de su cabello ahora caía hacia delante, cubriendo la parte superior de sus pechos que aun se encontraban ocultos bajo su camisa, y cabello de su flequillo, muy largo pero mas corto que el resto, le rodaba la cara a ambos lados como dibujando un circula alrededor de su rostro.
De pronto me sentí mucho más calmado. Termine de bajar su falda y con suavidad levanté sus pies uno a la vez para retirarle la falda, la traté como se debe tratar a una dama. Ya con sus piernas al desnudo las abrió lo más que pudo, y al mirar hacia su pelvis vi que su polla ya estaba bien erecta, debía de estar muy excitada, a ésta le sobresalía la cabeza por sobre la tanga blanca que llevaba puesta.
Se me hizo agua la boca al ver un pedazo de ese hermoso miembro, pero fui despacio, acaricia sus piernas desde sus tobillos hasta sus rodillas. A ella se le erizó la piel, y con un profundo suspiro se inclino hacia atrás recostando su cabeza en el alto respaldo de su asiento.
Luego comencé acariciar sus muslos y dándole besitos en su pierna izquierda, lado hacia el cual se inclinaba su miembro, me fui acercándome de poco hacia el, centímetro a centímetro. Dejé que mis manos llevaran primero a su cintura para poder bajar su tanga, baje solo la parte media, dejándola trabada detrás de sus testículos, quedando así su polla mirando hacia delante y apuntando hacia arriba. Besé y chupé primero las zonas de piel que rodeaban la polla, la sentí pegarse a mi acara, dura y caliente, y su líquido preseminal mojó mi oreja.
Por fin la tomé con mis manos, para poder levantarla y tener mejor acceso a sus testículos, los besé suavemente primero, y luego los succioné lo más que pude hasta que entraron en mi boca y los lamí con mi lengua. Mónica jadeo y gimió muy fuerte.
Luego de un rato comencé a subir por su falo, besando cada centímetro, saboreando al máximo cada beso, hasta que llegué la punta y me la introduje en la boca. Fue un alivio volver a sentir esa polla en mi boca, esos recuerdos de mi primera mamada me habían tenido como loco los últimos días. Succione y chupé su polla al igual que lo había echo la vez anterior, mientras acariciaba sus testículos con una mano y con la otra masturbaba al parte de su polla que no alcanzaba a tragar.
Mónica se tenía sus manos en los apoyabrazos de los que se agarraba muy fuerte. A pesar de mi inexperiencia debía estar haciendo un buen trabajo por la forma en que jadeaba y gemía. De golpe comenzó a moverse mucho.
-AAHH detente, para- yo me detuve - no quiero acabar, no aun- me miró fijo al decirme eso -quítate la ropa mi vida, quiero que pruebes algo nuevo esta vez- comenzó a desabrocharse su camisa -quítate la ropa-
Yo obedecí, y me quedé sólo con el bóxer puesto, no pude evitar ponerme colorado al dejar que vea que tenía una erección. Ya era obvio que íbamos a follar, aunque me hubiera gustado mamar esa polla unos minutos más aunque sea.
-Quítate todo- dijo mientras se desabrochaba el sostén. Sus senos eran hermosos, redondos, firmes, y sus pezones aunque no eran muy grandes tampoco eran muy pequeños como los de un hombre.
Me encontraba totalmente desnudo y ella también, aun sentada, deseaba que tomara mi polla y me practicase una mamada, pero no lo hizo.
-Aquí mi vida, inclínate sobre el escritorio- yo obedecí.
Puse mis manos sobre su escritorio y me incliné un poco hacia delante, pero ella con su mano me empujó para que me recostara por completo sobre el escritorio. El borde de esté quedó pegado a mi cintura, a la altura donde comenzaba mi polla que quedó por completo por debajo del escritorio. Mónica se arrodillo detrás de mi y puso sus manos en los costados mi cola.
Comenzó dándome suaves besos en unos de mis muslos, la sensación era exquisita, y dirigió sus besos hasta mi ano, con sus manos separó mis nalgas para poder llegar con facilidad a mi ano. Con el primer contacto de su lengua se me estremeció hasta el último centímetro de mi cuerpo, nunca había sentido algo tan rico. Aunque no era la primera vez que sentía el placer anal, ya me había masturbado analmente, aunque pocas veces, pero sentir a la lengua y labios húmedos de otra persona era otra cosa, algo indescriptiblemente placentero.
Mónica apretó mi cola sus manos y me lamió el ano con pasión, hacia mucho ruido al chuparme, como en los videos pornográficos. Lo hacia con muchas ganas, y yo me estaba excitando como nunca. Sentia que mi polla se estaba llenando de líquido preseminal. Luego de un rato lamiendo mi ano empezó a jugar con sus dedos, lentamente me introdujo uno, que entro con facilidad por ser muy delgado el dedo y por estar lleno de saliva. Esa sensación de un cuerpo invadiendo mi ano me relajó por completo, ya que hasta recién había estado algo tenso.
-Así cariño, relájate- dijo ella.
Intentó introducirme un segundo dedo, pero esta vez se le dificulto, mi ano no estaba dilatado aun. Entonces abrió un cajón del escritorio, desde mi posición no pude ver que sacó de él, pero luego supe que era gel lubricante, los esparció por mi cola e introdujo un poco en mi ano. Definitivamente debía ser una ninfómana, pensé, pues que clase de persona tendría un gel lubricante en su escritorio de trabajo.
Esta vez logró meterme los dos dedos dentro de mi, los movía y me acariciaba por dentro, yo tenia me cabeza de costado sobre la mesa y con mis manos me sujetaba del borde que estaba unos centímetros sobre mi cabeza. Hasta que se detuvo y se puso de pie, por fin, pensé, me iba a follar.
Se untó con gel la polla, se limpió las manos con una toalla sacada del mismo cajón. Cuando comenzó a penetrarme me agarre con fuerza de la mesa. No entró con facilidad al principio, introducir la cabeza del miembro fue la parte más difícil, pero una vez que entro, el resto del falo se introdujo con facilidad. Mi dilatación se producía rápido, ya lo había notado cuando me masturbaba. Y en esta ocasión gracias al gel la penetración casi no fue dolorosa, solo sentía como un tirón en las paredes del ano. Pero sentir su polla recorrer hasta el fondo todo mi recto fue una sensación de placer tan intenso que se me escapo un gemido. Me había mantenido callado hasta entonces, me daba pudor gemir y jadear en alto aunque me moría de ganas de hacerlo. Una sensación rara esa de seguir sintiendo vergüenza ante la persona que está introduciendo su polla en lo más profundo e íntimo de uno. Pero así era, y me mantuve lo más callado que pude de ahí en adelante. Su polla llenaba todo mi recto, sentia como su polla hacia tope dentro de mí al penetrarme.
De a poco Mónica tomó ritmo y me fue follando con más velocidad y fuerza, me sujetaba de las cinturas con sus manos, pero luego comenzó a acariciar mi espalda empapada de sudor, hasta que tomó mi brazo derecho, me lo llevo a la espalda y lo y me lo sujetó con su mano. Me estaba sometiendo.
Esa sensación de ir i venir de su polla dentro de mí se hacía cada vez más rica, una vez pasado el dolor sólo quedo el placer. Y podía su placer también, a través de sus gemidos, profundos, femeninos, elegantes los describiría yo. En algunas de sus embestidas sentía sus testículos rebotar contra mí, contra esa parte que separa el ano de los testículos. Se los sentía duros, firmes, no los tenía sueltos y colgando.
Luego de unos cinco minutos o más, Mónica dio con lo que debía ser mi punto G, sentí como de pronto algo muy intenso, su polla estaba presionando algo dentro de mi, debía ser mi próstata. La sensación era molesta y placentera a la vez, pero era molesta por ser demasiado placentera. Yo presioné mi cabeza contra la mesa, era mucho para mí, pero no quería que se detuviera, quería decirle que continuara así, pero no me animé, era ella la jefa, no yo. Pero ella debió de haberlo notado por mis jadeos porque no cambio de posición y continuó ejerciendo presión en ese punto.
Un poco más, pensaba yo, y conseguiría correrme. De poder tocarme la polla eyacularía enseguida, pero me imposible alcanzarla, e igual para Mónica, que aun sujetaba mi brazo sobre mi espalda, y posaba su otra mano en mi hombro.
Y de golpe me corrí, Mónica no dejó de follarme. El placer que sentí fue el máximo que podía sentir, mi cola ardía, y mi pene escupía semen a más no poder, toda mi pelvis se fundió en un placer que me hizo inmenso.
Mi semen golpeó fuertemente contra el piso, por lo que se escuchó y Mónica pudo saber que estaba eyaculando, sumado a mis jadeos y a mi cuerpo que comenzó a temblar en forma descontrolada.
Luego de eso me relaje por completo, dejé que mis piernas colgaran del escritorio, ya no hacia esfuerzo alguno. Dentro de mi cola sentí como casi me dolía ese punto de placer, mi punto G. Pero no me molestaba el dolor, estaba demasiado extasiada como para que me molestara, ahora mi cola estaba como anestesiada, y las embestidas de Mónica apenas las sentía.
Al minuto Mónica eyaculó dentro de mi, me clavó hasta el fondo y ahí se quedó, sentí el calor de su leche fluir dentro de mí, y sus gemidos se intensificaron. Se quedo un minuto o dos así sin moverse, hasta que se le paso la sensación de éxtasis, luego sacó su polla de mi cola, y toda su leche comenzó a frotar de mi cola. Se me chorreó hasta los testículos y de ahí al suelo. Me polla estaba semi erecta aun, inclinada hacia delante.
Luego de que soltara mi brazo me incorporé. No supe que hacer, si darme vuelta, si decir algo, si mirarla.
-En el cajón tienes una toalla para que te limpies- me dijo.
Yo la tomé, y comencé limpiándome primero la polla. Me di vuelta para verla, aun tenía la polla erecta, y se la estaba por limpiar con la otra toalla. Debió haberme visto mirándola con deseo ya que dijo:
-¿Quieres limpiarla tú mi amor?-
-Si- fue mi respuesta. Me arrodillé y la chupé toda, hasta limpiar todo el semen.
Una vez limpios y vestidos Mónica me indicó que me sentara para hablar sobre mi sueldo, yo ya me había olvidado de eso. Me dijo cual seria mi nuevo sueldo, y me sorprendí muchísimo, esta vez era muy elevado, era un aumento inimaginable, pero me puso muy contento por supuesto. Luego de eso me fui, nos despedimos como jefa y empleado, no como amantes, esto debía ser un juego para Mónica, un juego muy excitante y placentero, un juego que yo estaba deseoso de continuar.