La Jefa 3

A Noelia se le complican algunas cosas y otras se le facilitan...

Eran pasadas la una de la madrugada, Tere se había ido, había llegado a su casa y le había puesto el vídeo a su marido de la sesión con ella.   El hombre no podía aguantar el cabreo porque por un lado la escena le ponía como un toro bravo y por otro lado quería matar a Noelia, por tener ese poder sobre su mujer pero más que todo sobre el.  Noelia le había ordenado a Tere que cuando llegara a casa, besara a su marido apasionadamente para que pudiera sentir el olor y el sabor a ella en la boca de su mujer.  Le encantaba colmarle la paciencia y demostrarle con hechos que la que mandaba era ella, por muy machito que el se hiciese…

-Hola cariño, le besó apasionadamente como su Ama le había ordenado, ¿has cenado ya?

-No, pero ya veo que tu si…te huele y sabe la boca a esa maldita perra.

-¿Cuántas veces te tengo que decir que no te expreses de esa manera en mi presencia?

-Aquí la única perra soy yo, y soy su perra, te guste o no.  No entiendo por qué no te has largado de una puta vez si tanto te molesta la situación.  No sé qué te retiene, porque amor por mi no es… ¿o es que te piensas que yo no sé que tienes una amante con la que te ves todos los martes y jueves por años de años?

-Amante dice, ojala fuera una amante y poder olvidarme de todo este rollo sucio en el que me habéis metido tú y la puta zorra come coños de Noelia. En ese mismo momento sonó el teléfono de Ernesto y no lo contestó pero sabía quien era.  Bajando el tono un poco le dijo…

-perdóname anda…no debí decir esas cosas…estoy chocheando.

-¿Por qué no me das el culo como cada noche que vienes de…la casa de Noelia? Déjame disfrutar de las sobras que ella me deja

-Eres un tonto, no  es lo que sobra, es lo que te toca…y así lo aceptaste cuando nos hicimos novios y cuando nos casamos lo seguiste aceptando, así que ahora no te quejes.

-Por la cuenta que me trae…anda quítate la ropa y déjame verte ese culo


Había un buen grupo de gente reunido en la inauguración de la tienda de lencería de Maribel.  Ella estaba radiante y muy nerviosa.  Noelia entró en la cafetería de enfrente para observar desde la ventana todos los movimientos de su nueva presa.  Quería ver sus gestos, que cara ponía al reír, cuando estaba seria, nerviosa…en fin…conocerla un poco. Al principio la veía agobiada con todo, luego se fue relajando pero fue pasando a un estado de alerta…como si tuviese el presentimiento de que era observada.  Con el ceño fruncido miraba a todos lados buscando eso…que no sabía lo que era hasta que la vio parada en la puerta de la tienda.

Noelia había dejado su estratégico escondite, comenzaba la partida.

-Hola Señora Artiach, que bueno que sus obligaciones no le impidieron venir.

-No me hubiese perdido esta inauguración por nada del mundo…contestó Noelia mientras      besaba la mano de Maribel con gesto de saludo sin dejar de mirarla  a los ojos.

-Me gustaría que me mostraras lo que más te gusta a ti en la tienda…lo que comprarías para ti.

-Por supuesto Señora, será un honor.  Maribel seguía sorprendida de cómo era incapaz de tutear a esta mujer y cómo ella no hacía el más mínimo gesto de corregirle y pedirle que no le hablara de usted.

Maribel le fue enseñando conjuntos muy bonitos, románticos, colores pasteles y muy delicados.  Noelia sonreía mientras veía como la dueña de la tienda se iba poniendo cada vez más nerviosa.

-Ahora quiero que me muestres lo que comprarías para lucirle a tu marido, pidió Noelia pícara.

Maribel no pudo evitar sonrojarse…

-Yo me pondría estas mismas prendas para lucirle a mi marido, contestó tímida.

-¿De verdad? Pensé que eras una mujer más atrevida… Lo que me has enseñado es muy bonito y caro, pero no tiene ese toque sexy que a mi me encanta en una mujer.  Más bien parece la lencería que yo le regalaría a una amiga monja que tengo. Maribel bajó la vista roja como un tomate.

-Hagamos una cosa, el fin de semana lo tengo muy ocupado, pero igual el lunes puedas mostrarme algo más sexy. Hago una cita contigo para ver tu colección más atrevida el lunes.  ¿A qué hora te viene bien?

-Um…ohh…no sé…A la hora de la comida cierro, puedo recibirla en ese momento.

-Perfecto, ¿Cuánto tiempo tienes?

-Tres horas, cierro de 14:30 a 17:30

-Fenomenal, picamos algo rápido antes y luego me deslumbras…

Su voz era pausada, su tono tranquilo y su semblante sonriente…pero por dentro tenía un calor, unos nervios, una expectación y una vergüenza porque sentía que se sonrojaba y que no podía evitarlo.

Su marido observaba la escena, curioso y se acercó para saber lo que pasaba y de paso para apartar a su esposa de esa mujer que había acaparado toda su atención nada más llegar. No estaba seguro pero no le había gustado nada la forma que tenía esa mujer de mirar a Mari, como le llamaba el.

-Mari, tu madre te estaba buscando. Dice que hace rato que llegó y no te ha visto aún.

-Me temo que eso ha sido culpa mía, o bueno, de las dos.  Noelia mira a Maribel y le guiña el ojo…

Maribel es encantadora y una muy buena vendedora y yo que no me resisto a la lencería he acaparado su atención con mis preguntas y requerimientos.  Noelia extendió la mano para saludar al marido…

-Noelia Artiach, encantada de conocerte.  Debes ser el esposo de Maribel…

-Si, Alberto Tomasso

-Encantada, me encanta ver hombres que apoyan las ideas de las mujeres.  Bueno Maribel, no te entretengo más, quedamos para el lunes.

-¿Qué pasa el lunes? Pregunta Alberto interesado.

-He quedado con Maribel para que me muestre las prendas más exclusivas y sexys que tenga.  Alberto mira a Maribel con cara de “¿me vas a dejar comer solo por esta zorra?” Creo que ese día te la voy a robar también…hemos quedado a la hora de comer…

-¿vosotros coméis juntos siempre?

-No pasa nada Sra. Artiach, Alberto es el hombre más comprensivo del mundo…porque un día coma solo no se va a molestar.

El la mira como diciendo, no hables por mi. Noelia lo capta, sonríe y dice…

-Hasta el Lunes Maribel…

-Hasta el Lunes Señora Artiach…

Maribel se queda como atrapada en un hechizo mientras que Alberto no deja de buscar qué es lo que no le gusta de esa mujer…

Noelia sale de allí triunfante y al mismo tiempo vacía.  Está hambrienta…pero sabe que vale la pena esperar.  Aunque cree que debería buscar una sustituta aceptable, ya que si espera hasta el lunes en esas condiciones…puede ser desastroso en lugar de placentero.  Se dirige andando a su casa y a lo lejos ve a alguien parado en el portal.

-¿Por qué no me dejarán en paz? ¿Quién será la loca que está parada en el portal? Al acercarse se dio  cuenta de quien era y se calmó.

-¿Qué haces aquí? ¿No podías haber llamado? No es bueno que nos vean juntas

-Perdone Señora Artiach pero lo que ha pasado es urgente.

-Entra, ¿Qué ha pasado?

-Ernesto ha intentado sobornarme para que me una a el en su contra Señora.

-¿A si? ¿Y qué le has contestado?

-Que me lo pensaría… creo que es una buena oportunidad para que la Señora le demuestre que es un mierda y que el control que usted tiene sobre su mujer y sobre mi, es por voluntad propia y no porque usted nos obliga a nada.  Señora, podemos tenderle una trampa…

  • Vaya, si que has estado bien con esa respuesta.  Ernestito me tiene bastante harta con sus quejas y su tontería.  Me voy a pensar bien un plan y te aviso.  ¿Tienes algo más que decirme?

-Señora, hace tiempo que no me usa y aquí su perra la echa mucho de menos.

-Si, la verdad es que si que hace tiempo que no te uso. Es que perras simples como tu me sobran.  Pero, tienes razón, hace tiempo que no te uso. Prepárate…

Celia se quitó la ropa antes de salir del recibidor, quedándose solo con el collar permanente que llevaba.

-Entra, la llamó Noelia a la habitación.

-Arrodíllate aquí en esta esquina.

La hizo que se arrodillara mirando a la pared en una esquina de su habitación y luego le puso sobre los gemelos una almohada de juguete de esas que cuando las aprietas suenan…

-El único uso que tengo para ti ahora mismo es este.  Ahí te quedarás toda la noche arrodillada, y como suene esa almohada y me despiertes…te enteras, y ya has conocido mi crueldad.  Jamás, perrita asquerosa, jamás se te ocurra pedirme atención…yo atiendo a mis perras cuando me apetece a mi y para quitarte el celo ya está el cabrón de Ernesto. Tenías que haberte ido cuando me diste la información que tenías para mi…pero no, quieres mi coño…pues a ver si te acabas de enterar que no se trata de lo que tu quieres, sino de lo que a mi me apetece y ahora mismo no me produces otra cosa que asco…recuérdate que yo grabo y veo todo lo que pasa en esa casa en la que te tengo viviendo y como te dije hace tiempo nunca me han gustado las prostitutas y menos las que son tan asquerosas como tu.  Celia lloraba en silencio con un gran sentimiento de culpa por su atrevimiento y con un gran agradecimiento a su Señora por permitirle pasar la noche en su habitación aunque fuese arrodillada.   Sabía que Noelia era tan cruel que podía haberla dejado parada en la puerta de la casa e irse sin dirigirle la palabra pero había sido lo suficientemente generosa para no dejarla allí y dispensarle un pequeño gesto; estaba muy agradecida.

Pasaban las horas y entre el sueño, las ganas que tenía de probar a la Señora y el dolor en las rodillas estaba agotándose.  Pensaba en lo benévola que había sido con ella la Señora porque había visto otros castigos por cosas más pequeñas que lo que ella había hecho y le había dado pena por la pobre esclava que lo sufría.  ¿Será esta una forma de la Señora mostrarle agradecimiento por su lealtad, siendo menos cruel con ella? Sea por la razón que sea, ella se sentía orgullosa de pertenecerle y nada de lo que le hiciera aminoraría ese orgullo ni devoción que siente por su Señora.  Noelia Artiach había sido su salvación y eso no se olvidaba por unas cuantas humillaciones, que dicho sea de paso la ponían como una moto.

Noelia se fue a la cama cabreadísima con Ernesto, con Celia, con las ganas que tenía, con todo…Pero cuando estaba más cabreada era cuando más quieta se quedaba.  No permitía que nadie supiese que tenía ese poder sobre ella. Mostrar las emociones era cosa de gente débil, y ella sus debilidades se las tragaba sola.  Pero ahora lo que más le preocupaba era la insubordinación del Ernesto. Claro, era demasiado tiempo retorciéndole las pelotas y tendría que soltar para agarrar de nuevo con más fuerza, por unos cuantos añitos más. Tendría que hacer unas llamadas, reunirse con el grupo para ver la mejor forma de atajar a Ernestito… Pero intentaría dormir, porque si no, el fin de semana sería funesto…

A la mañana siguiente abrió los ojos y las primeras palabras que pronunció fueron…

-fuera de mi casa. Celia se levantó adolorida, cachonda y humillada, miró a la Señora acostada en la cama majestuosa y se dirigió a la puerta. No sabía lo que era peor, si la noche que había pasado o el calentón tan grande que llevaba que el sólo roce de las piernas  la estaba haciendo llegar casi al orgasmo… Salió a la calle, caminó unas cuadras al borde de la locura y cuando vio un taxi levantó la mano parándole.  Escupió la dirección al chofer, puso su teléfono en modo cámara y  se dispuso a hacerse un video de su cara mientras se corría en el asiento  trasero del taxi. Fue todo muy rápido, estaba muy excitada; cuando el taxista oyó el primer gemido, pensó que estaba  escuchando mal, pero cuando miró el retrovisor, se empalmó inmediatamente.  La “señorita” que llevaba, estaba masturbándose y corriéndose en su coche…

-Señor taxista, como podrá ver acabo de correrme en su coche, pero sigo muy cachonda. Soy una esclava sumisa y mi Señora me ha ordenado que cuando estoy así, salga a la calle y me entregue al primero que me quiera coger por un módico precio, 1 euro. ¿Estaría usted dispuesto a cogerme aquí en su coche y darme 1 euro?

El taxista no daba crédito a lo que escuchaba…estaba flipando…

-Por supuesto que si hermosa, pero apaga la cámara que tengo mujer e hijos y no quiero problemas.

-Si, ya no la necesito, mi Señora sólo quiere que grabe hasta que me digan que si. Con la misma, Celia envió un mensaje con el video…Su Señora estaría orgullosa de ella.

El taxista la llevó a un descampado y sin piedad la cogió una y otra vez. Nunca había estado tan excitado ni había podido echar tantos polvos uno detrás del otro…Si tan sólo su mujer fuera tan salida como esta perra…

Cuando recibió el mensaje, Noelia sonrió triunfante. Es impresionante como hay gente que pueda ser tan obediente.  Se levantó, se vistió y se fue a visitar a su madrina en la residencia. Si no hacía algo  que la distrajera, no podría evitar el buscar una de sus perras o masturbarse, y quería guardarse para Maribel…la nueva…