La Japonesa II
Continuación y final.
Después de casi un año, aquí estoy de nuevo. Por culpa de trabajo y oposiciones no pude dedicarle tiempo y acabé olvidándome de la página, pero he vuelto.
Intentaré cerrar de la mejor manera la historia de la japonesa.
Podéis leer el primer relato aquí: https://www.todorelatos.com/relato/134321/
Después de aquella extraña paja bajo la mirada de la japonesa, no tuve más noticias de ellas en todo el sábado, me dediqué a estudiar, limpiar y ordenar algunas cosas y ver alguna peli o serie online.
Me quedé dormido bastante tarde y no las escuché llegar, así que supuse que estarían disfrutando de la noche madrileña.
A la mañana siguiente, de domingo y que además era su último día porque se iban a las siete de la tarde, yo estaba en la cocina limpiando y recogiendo con la música puesta cuando apareció la japonesa protagonsita del episodio anterior.
Llevaba puesto solamente unas braguitas negras con encajes y transparencias y una camiseta blanca como 3 o 4 tallas más grande. Tenía una cara y unas ojeras de haberse bebido todo el vino de Madrid ayer por la noche. Fue directamente al grifo de agua y se pegó a él como una lapa.
Cuando estaba inclinada en el grifo del agua se le subió un poco la camiseta y pude disfrutar de las maravillosas vistas de ese culito blanco y bien formado.
Nada más acabar de beber, me dijo que le dolía la cabeza porque le había sentado mal la bebida de la noche anterior...Claro, una resaca de toda la vida. Me dijo que su compañera está igual, pero como es más vergonzosa, no se atreve a salir al estar yo en la cocina. Dije que les iba a hacer un café para ayudarlas a reponerse.
Hice un señor café en una cafetera italiana, preparé espuma para la leche y serví 3 tazas, llamé a la japonesa que había vuelto a su habitación y apareció igual que antes, aunque con una sonrisa en la cara.
Le expliqué que les ayudaría y les dije que se tomasen también un ibuprofeno, que ayudará con el dolor de cabeza. La japonesa cogió una taza y se la llevó a la compañera a la habitación, al medio minuto volvió al a cocina, cerró la puerta y se sentó a mi lado a tomar la taza.
Tuve que convencerla para que se tomase el ibuprofeno, parecía no confiar. Con el café le puse unas tostadas con margarina y galletas con chocolate.
Cuando estaba terminando el desayuno, en el que apenas hablamos cuatro palabras, se escucharon unos gritos desde la habitación, eran en japonés así que no entendí nada. Recogió sus cubiertos y me pidió una foto, ya que esa noche se iban.
Le dije que si y fue a por el móvil, a la vuelta se me sentó en las piernas y puso el modo selfie. Yo me quedé un poco sorprendido, pero la japonesa parecía no inmutarse, empezó a hacer fotos como una loca, ponía todo tipo de muecas, hacía gestos, emitía soniditos...y no paraba de hacernos fotos con ella sentada en mis piernas.
En mitad de la sesión de fotos, mi polla despertó para darle los buenos días, y ella ni corta ni perezosa empezó a dar saltitos y a hacer fotos y más fotos. Estaba empezando a notar el roce de mi polla con su culito dando saltitos, así que la agarré por la cintura con las dos manos para intentar controlar sus saltitos. Eso lo único que consiguió fue que la pegase más a mi paquete, y ella al notarlo empezó a hacer ya otros movimientos más suaves.
Me estaba poniendo muy cachondo la japonesa, la apretaba contra mi por la cintura, ella se estaba empezando a frotar y mientras seguía poniendo muecas y haciéndose selfies sin parar. Echó un poco la cabeza hacia atrás, encajándola con la mía e hizo algunas fotos más. Yo moví un poco mis manos para envolverla más y pegarla más hacia mi, lo único que noté fue un pequeño gemidito.
La sesión de selfies terminó repentinamente, dijo que iba a buscar a su compañera, que todavía tenían que ver algún monumento y pasar la tarde paseando por Madrid.
Se levantó y me levanté, mi empalmada era brutal, se maracaba el recorrido de mi polla através del pantalón corto de chandal que llevaba para andar por casa, ella la miró fijamente y yo miré hacia su chochito, apenas pude ver nada porque la camiseta lo tapaba, pero parecía que se intuía cierta humedad.
Le dije que se duchasen ellas primero para aprovechar el día, y que yo iría después. La japonesa fue a su habitación, habló con su amiga y la otra se metió en el baño. Yo me fui a mi habitación, dejé la puerta abierta y me tumbé en la cama, no entendía nada de lo que estaba pasando.
La primera japonesa se duchó rápido, salió como un tiro del baño, se vistió y salió de casa sin decir ni hola ni adiós.
La segunda tardaba más en entrar en el baño, yo estaba esperando por educación, pero necesitaba mear y quería ducharme para salir a por recados.
Esperé y esperé y esperé, pensé que se había dormido o ya se había ido sin darme ni cuenta. Así que fui al baño a mear y ducharme, pero antes vi la puerta abierta de su habitación, no escuchaba ningún ruido y decidí asomarme para comprobar si se había ido o no.
Incliné mi cuerpo para asomarme y lo que vi me volvió a dejar flipado. La japonesa estaba desnuda y abierta de piernas en la cama haciéndose fotos con el móvil, se tabapa el coñito con la mano y se hacía fotos, se ponía un poco más de lado y se hacía fotos.
No sé si me vio, apenas fueron 5 o 10 segundos los que estuve asomado, pero fue suficiente para volver a empalmarme como un animal y poner rumbo al baño.
Por los nervios y porque ya no me importaba no esconderme, entré dejando la puerta abierta. Me desnudé, abrí el grifo de la ducha me puse a mear antes. Con la empalmada que tenía me costaba bastante mear, pero finalmente pude hacerlo. Justo cuando iba a entrar en la ducha, apareció la japonesa por la puerta y entró al baño sin dudarlo. Yo hice el gesto de taparme y rápidamente entré en la ducha y cerré la mampara.
No podía creer lo que estaba pasando, la japonesa se sentó en el water y se puso a hacer pis mientras yo me duchaba incrédulo. Cuando terminó, tiró de la cadena y entró en la ducha riéndose.
Me dijo que me había colado, que ella iba primero, pero se reía, no parecía importarle, y dijo que no podía esperar y que se tenía que duchar.
La situación me puso más cachondo todavía, las tetas de la japonesa estaban muy firmes, el chochito goteaba un hilo de agua y ella no dejaba de mirar mi polla.
Yo empecé a enjabonarme despacio y ella empezó a hacer lo mismo. Mientras, nos mirábamos sin ningún pudor. De repente, la japonesa empezó a dar como palmaditas a mi durísima polla, le daba una palmadita hacia abajo y mi polla saltaba hacia arriba como un resorte, esto parecía divertirle. Yo no podía creer lo que esaba pasando, así que decidí aumentar la apuesta, con una mano empecé a sobarle las tetas, ella no reaccionó de ninguna manera, seguía divirtiéndose. Así que fui un poco más allá, di un pasito para pegarme un poco maś a ella, seguía magreándole una teta, pero con mi otra mano empecé a acariciarle el chocho también.
La japonesa dejó de dar palmaditas a mi polla y directamente se agarró a ella como si fuese a perder el equilibrio, yo la acerqué a mi con la mano con la que magreaba las tetas y con la otra empecé a pasar el dedo por su rajita y a introducírselo un poco y despacito. Entonces le cambió la cara y empezó a emitir pequeños gemiditos. Seguí acariciando su coñito con los dedos y jugando con uno en su rajita y empecé a darle mordisquitos por el cuello y por la oreja, la japonesa empezó a gemir más así que aumenté un poco la intensidad del magreo.
Yo quería follármela, no podía más, abrí la ducha, cerré el agua, la saqué, la sequé en milésimas de segundo con una toalla a ella y a mi. La cogí de la mano y la llevé a mi habitación, se sentó en el borde y abrió las piernas mientras ponía carita de pena. Yo me acerqué a ella, le puse la mano detrás de la nuca, cogí mi polla y la llevé a su boca. La abrió dejándola entrar, estába húmeda y caliente. Ella cerró los ojos y yo empecé a follarme su boca muy despacito, dios me estaba poniendo la polla más gorda que nunca.
Saqué mi polla de su boca y le comí la boca como un cerdo, dando lametones y llenándolo todo de saliva. Cogí un poco de la saliva de su boca con la mano, la unté en mi polla, sujeté a la japonesa por la cintura con mis manos y puse la polla en la entrada de su chochito.
La miré a los ojos, tenía una expresión como de miedo o de dolor, en ese momento no lo entendí muy bien y le pregunté si quería que parase, pero para mi sorpresa, con la misma expresión de dolor me dijo que no con la cabeza.
Sujeté mi polla y se la metí suavemente hasta la mitad, la japonesa emitió un gemido bastante alto y agudo, la saqué y empecé a follármelo muy despacito y suavemente mientras ella gemía de manera exagerada.
Yo no podía más, la coloqué todavía un poco más al borde de la cama y empecé a metérsela hasta el fondo, despacio disfrutando de la visión de como mi polla entraba y salía de aquel cuerpo de madurita oriental. Ella empezó a gemir muy alto y muy seguido, yo empecé a acelerar las ya embestidas hasta los huevos, empujé el cuerpo de la japonesa sobre la cama y me agaché a comerle las tetas mientras me la seguí follando.
En ese momento su cuerpo empezó a convulsionar y sus gemidos se hicieron descontrolados. Yo al presenciar semejante escena no aguanté más, saqué mi polla de su chochito y solté unos enormes borbotones de leche calentita encima de su barriga y por su monte de venus. Después caí desplomado a su lado.
Cuando recuperó el aliento vi que recogí mi semen con sus dedos y se lo llevaba a la boca, chupaba los dedos y tragaba disfrutando como si fuese almivar. Me quedé observando sin dar crédito, ella miró mi polla, que tenía algún resto de semen en la punta, la cogió y se la metió en la boca, subcionó un par de veces y se quedó satisfecha. Después se levantó, fue al baño y esta vez si cerró la puerta...
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Espero que os haya gustado. No va a haber continuación de este relato porque quiero cerrarlo ya contar otras experiencias y relatos que tienen prioridad.
Se agradecen los comentarios y los emails con vuestras ideas y experiencias. Un saludo.