La Isla del Morbo (Reedición, Capítulo 1)
Esta es una reedición de mi relato La Isla del Morbo, revisado y re escrito en base a los comentarios recibidos por los lectores. En este capítulo, se narra el reencuentro con Carol (continuación de Perversiones en la Red) y se introduce a una enigmática pareja de jóvenes extranjeros.
La Isla del Morbo (Re-edicion, Capitulo I)
Hace más de un mes que no sé nada de Carol. Realmente me esperaba algo así, la cosa se nos había ido mucho de las manos. Echo de menos sus besos, sus caricias, sus sonrisas. Echo de menos nuestros juegos, nuestro morbo. (NOTA DEL AUTOR: La historia con Carol se cuenta en mi otro relato "Perversiones en la red")
Hoy me llaman del grupo de amigos, para proponerme plan para el fin de semana, un viaje a las islas de camping. Son amigos comunes de Carol y míos, por lo que imagino que a ella también la invitarían. Estoy muy nervioso, desconozco si va a ir. Por un lado hace que pueda verla, al fin y al cabo siempre hemos sido amigos y no me gustaría perder eso, aunque entiendo que a partir de ahora es distinto. Por otro lado, el morbo y el miedo a desearla tanto me echan atrás. Si va, irá su marido con toda seguridad y la situación puede ser muy incómoda (o morbosa, según se mire). La isla es un lugar idílico, mágico. Creo que es de los lugares más mágicos en los que he estado. Inmensas playas, arena blanca y brillante. Bonitos árboles, acantilados, bonitos sitios para comer. El camping en sí no es gran cosa, pero la sensacion de estar acampado en una isla es increíble. En esa isla, bastantes años atras, tuve mis primeras experiencias sexuales, por lo que siempre guardo un recuerdo especial de ese lugar.
Llego puntual y saludo a las parejas que ya han llegado. Saludo a Jorge, el marido de Carol, que me saluda sonriente como siempre. Obviamente no sabe nada de lo mío con Carol. Me acerco a Carol y le doy dos besos. Me sonríe ligeramente y siento su perfume y suaves mejillas. Parece que todo lo que ha pasado hace un mes ha sido un sueño. Como si nunca haya sido mía. Viste ropa deportiva, unos leggins oscuros y una pequeña chaqueta deportiva, curiosamente la que había llevado muchas veces cuando jugábamos. ¿Será esto una señal de que no se olvida? ¿O una simple coincidencia?
Ya en el barco os ponemos crema solar y nos quitamos las partes de arriba. Carol se queda en un bonito bikini negro, marcando sus bonitos y pequeños pechos. Una mirada hacia ellos y me viene a la mente muchas escenas que habíamos vivido. Sobretodo el día que me los ofreció por primera vez, y de cómo los mamé como si fuese un bebé.
Ya en tierra, llegamos a la zona del camping y buscamos un sitio para colocar las tiendas. La mía queda en la parte más exterior, cerca de los límites del camping, y lindando con la de Jorge y Carol al otro lado. Como todavía es temprano, decidimos ir a la playa, nudista, que está al otro lado del muelle. Voy un poco nervioso, nunca me siento muy cómodo en ese tipo de playas, pero esta vez será todavía más extraño. Volveré a ver a Carol desnuda, pero esta vez habiendo probado ya su cuerpo. La playa en cuestión es preciosa, bastante amplia y larga. Coloco mi toalla a continuación de la de Elena, una de las del grupo, que es la ultima de la fila de toallas. Me quito el bañador y me aplico crema corporal. Puedo sentir a Elena respirar hondo, está dormida. En una situación normal, día normal, me pasaría desapercibida, pero hoy no es tal día. La observo, está completamente desnuda a mi lado. Sus pezones son enormes, muy bonitos. Apuntan al cielo muy firmes. Disimulo mis miradas mientras me aplico la crema. Ahora bajo más mi mirada hacia su entrepierna, perfectamente depilada. Tiene unos bonitos labios, bastante marcados y hasta se puede intuír su clítoris. La verdad tiene un cuerpo fabuloso. Miro hacia la orilla y no tardo en encontrar a Carol, chapoteando dentro del agua como una niña, mientras su marido se da unos largos nadando. Me encuentra con la mirada y levanta la mano saludando. Sonríe. Se la ve muy feliz. Decido ir a darme un baño y camonio hacia la orilla.
El agua está helada. Carol se acerca a la orilla para recibirme y darme ánimos para entrar. Y la verdad, lo hace, pues ver sus tetas mojadas y con sus pezones endurecidos por el frio es el mejor ánimo que me puede dar. Noto su mirada hacia mi polla, discreta pero efectiva. Me hago el loco y me tiro de golpe y nado energicamente. Cuando me detengo, Jorge ya va camino a la toalla. Noto las manos de Carol en mi espalda intentando asustarme. Me rio y se coloca flotando a mi lado. Hablamos un rato, lo típico, que tal, como te va, sin sacar el tema que a ambos nos preocupa desde hace tiempo. Es complicado mantener las formas, solo con estirar un poco las manos podría volver a sentir la suavidad de su piel. Nadie se enteraría, es la situación ideal. Pero algo me impide dar ese paso. Incluso su mirada me lo pide y sus acciones, flotando cada vez más cerca de mi. Nos quedamos en silencio ambos, Carol me observa, sonriente. Vuelvo a sentir esa sensación que tanto añoraba. Todavía sigue siendo un poco mía. Y yo soy completamente suyo. Nuestros pies se rozan al flotar juntos. Nos separamos poco a poco y vamos rumbo a la orilla. A medida que va cubriendo menos, su desnudez se va mostrando a mi lado. La observo discretamente, me tiene fascinado. Salimos del agua y nos dirigimos a la toalla. Carol se tumba sobre su marido que pega un grito enorme por el frío. Yo me tumbo en mi toalla, no sin antes disfrutar un poco de las vistas, ya que Elena está ahora boca abajo, y eso junto a que tiene un poco separadas las piernas, da una vista de pecado de su culo y raja. Me tumbo y sin darme cuenta me quedo adormecido.
Me despiertan unas risas. Miro alrededor y una pareja capta mi atención. Son una pareja de jovenes, ambos rubios, parecen extranjeros. Calculo que tendrán unos 22-23 años como mucho. La chica tiene el pelo corto, con el flequillo más largo hacia un lado. Tiene piel clara, labios rosáceos y ojos increíblemente azules. Llevo puestas gafas de sol y me tomo tiempo en observarles. El chico es alto, no musculoso pero sí se nota que está en forma. Ojos azules y pálido como ella. Ella fuma un cigarro y el sostiene una cerveza. Están ambos incorporados mirando hacia la orilla y lo suficientemente cerca para que pueda fijarme en detalles. La chica inclina un poco para atrás su cuerpo, apoyándose con una mano estirada hacia atrás. Con la otra agarra el cigarro y le da caladas profundas jugando con el humo al salir. Tiene varios pendientes en la oreja y un piercing pequeño en la nariz, del cual sólo se percibe el brillo. No me gustan los piercing pero en ese caso le queda muy bien. Sigo observándola, sus pechos puntiagudos, poco desarrollados, separados y abiertos uno con respecto al otro. Sus aureolas son muy pequeñas, y su color casi imperceptible de lo claros que son. Sus pezones son pequeños también, y bastante claros aunque no tanto como la aureola. Es casi del color de sus labios. Sigo bajando la mirada pero sus piernas, cerradas, me impiden ver más. Subo la vista sin mover la cabeza y veo que está mirando hacia mí, y me dedica una sonrisa. Nunca me sentí un chico atractivo -aunque nunca he tenido problemas con las chicas- pero se me hace extraño que se haya fijado en mí. Incluso veo para atrás por si está mirando a otra persona. Me sigue mirando y veo como con el codo le da un toque a su pareja, y le susurra algo al oído. Su pareja me observa y le dice algo al oído a ella, que le contesta asintiendo con la cabeza. Se me hace una situación muy extraña. Más todavía cuando la chica separa despacio sus piernas, dejándome ver su más preciada intimidad. Sus bonitos labios rosáceos aparecen en su entrepierna prácticamente depilada salvo por un triángulo de vello en la parte superior, perfectamente recortado. Es una chica 10, de esas que sólo salen en los catálogos. La observo durante un rato y enciendo otro cigarrillo para relajarme un poco, pues al estar desnudo corro el riesgo de tener una erección allí mismo. De pronto, la chica se incorpora y se da la vuelta para buscar algo en su bolso. Su cuerpo se recuesta sobre la toalla y busca con insistencia. Como no lo da encontrado, se incorpora más quedando a cuatro patas. Casi pego un salto en mi toalla al verla así. Si por delante era de 10, por detrás no era menos. Un señor culo sin marca, redondeando, respingón y con la separación justa. Poco puedo disfrutar de la vista pues encuentra lo que busca y se da la vuelta otra vez. Activa su móvil y se pone a escribir enérgicamente en él. Bloquea el móvil y llama a su pareja, ahora recostada. La pareja se incorpora, y saca de su bolso otro móvil. Mira para el y lo guarda. La chica recoge sus cosas y se pone un pareo. Ambos se levantan y antes de irse, la chica me dedica una ultima sonrisa. Se van hacia el otro lado de la playa y parece que sondean la playa como buscando a alguien. Esa pareja me intriga y sigo sus movimientos. No tarda en aparecer otra pareja y se saludan, para caminar juntos hacia el extremo más alejado de la playa, y posteriormente perderse por caminos entre la maleza.
Carol me da un susto, para decirme que se van todos al agua otra vez, que si me apunto. Le digo de momento no, y luego saca las palas de su mochila. Creo que es un gesto claro y por supuesto no puedo decir que no. Carol se levanta ahora delante de mi, estaba de espaldas y cuando se pone de pie compruebo que se ha quitado la parte de abajo del bikini, quedando ahora totalmente desnuda. Es la primera vez que veo su culo tan de cerca y a plena luz del día. Es estupendo, mas grande que el de la chica misteriosa, pero con la cintura mas marcada y con una caida muy sexy. Me viene a la mente su tacto, cuando la masturbaba agarrada a la valla de la pista. Mientras los demás se meten de un chapuzón en el agua, yo y Carol buscamos una zona algo vacía en la arena mojada para improvisar una pequeña pista. Carol se coloca de frente, y mis primeras miradas no pueden ser para otro lado que no sea su entrepierna. Recuerdo que un día fue mía, me hundí en ella, y dejé dentro lo más personal que tengo. Su coño esta recortado, aunque no depilado, dejando ver las formas de sus labios. Empezamos la partida y ambos jugamos desnudos, creo que un poco recordando todos nuestros encuentros. Cada vez que hay una pausa, recuerdos me vienen a la mente. Aquella vez que levantaba su falda, en mitad de la pista, para mostrarme algo que ahora veo perfectamente desde hace un buen rato. Sus pezones marcados en su top. Recordar todo eso me eriza, y sin poder evitarlo me provocan una pequeña erección. Carol se percata al momento, su juego de miradas continúa como hace meses atrás. Me comienzo a sentir incómodo, aunque no se levanta noto su dureza y como se vuelve más gorda. Decido por eso terminar la partida e ir al agua, no quiero que su marido me pille empalmado jugando con su mujer a las palas.
Poco a poco la gente se va yendo del agua, y de la playa. Salimos del agua y de camino observo que todavía están las toallas de la pareja misteriosa. Miro hacia el extremo donde habían desaparecido antes y los veo venir, agarrados de la mano. Mirando un poco hacia el otro lado distingo a la otra pareja también llegando a su toalla. Ambas parejas parecen muy acarameladas. Me siento en la toalla, abro una cerveza y enciendo un cigarro. Los demás comienzan a secarse y a vestirse para irse. Yo me lo tomo con calma. La pareja misteriosa se sienta en la toalla, se les nota cansados y algo sudorosos. Se encienden un cigarro cada uno y abren una cerveza que comparten. Cuando me miran, levantan su cerveza a modo de brindis y me sonríen. Yo sin saber muy bien porqué, levando mi cerveza también y les saludo. Se besan y ahora el chico busca su móvil de pantalla enorme de su bolso y lo sitúa de forma de su chica lo pueda ver con el, como enseñándole algo. Hacen comentarios de vez en cuando, se ríen y hasta se asombran por lo que están viendo. Los demás del grupo ya se estan yendo y yo me preparo para seguirlos . Avanzo hacia la salida, pasando cerca de la pareja. Los ojos de la chica son más impactantes de cerca. Ambos miran para mí cuando me voy por lo que les saludo. Me responden ambos en español, pero se nota que no son de aquí.
Ya en el Camping, y de camino a los baños, veo una cara familiar. Es el chico rubio de la playa. Me saluda nada más verme. Pronto me doy cuenta de que de español poco sabe, y chapurreando un poco descubro que es finlandés y que llama Luc. Charlamos un poco, lo que se puede entender más o menos y mientras nos despedimos me invita a pasar por su tienda despues de cenar. Parece majete. Están alojados en el Camping, dos tiendas detrás de las nuestras.
En el Camping se nota buen ambiente en general. Casi todo el mundo está fuera de sus tiendas, cenando, hace una noche agradable y se escuchan muchas conversaciones. Las horas van pasando y los demas del grupo se van retirando a sus tiendas. Yo la verdad yo no tengo mucho sueño y recuerdo la invitación de Luc. Obsevo hacia la zona central del Camping y distingo los cabellos de Luc y de su chica a lo lejos. Tienen una pequeña linterna de gas y están fumando. Entonces cojo un pack de cervezas de mi tienda y me acerco a donde estan. Al llegar, Luc me saluda efusivamente, están compartiendo una botella de vodka o algo así, y hay restos de que antes estuvo más gente. Son cerca de las 3 de la mañana y hablan susurrando. Luc me presenta a Katerina, su eclipsante chica. Como hace una noche calurosa y son gente de zonas frías, Luc está en bañador y Katerina viste el bikini para arriba y un short para abajo. Le doy dos besos y dudo de si es una mujer de verdad o una muñeca. Piel tersa y las mejillas más suaves que he besado nunca. Me invitan a una copa y charlamos durante un buen rato. Descubro que Luc tiene 24 años y Katerina 22. Llevan 7 días de vacaciones y todavía se quedarán unos días más. Les encantan las islas y dicen que se lo están pasando en grande. Fumamos y bebemos, compartiendo cerveza y de su vodka, que aparentemente a ellos no les afecta pero a mi me sube muchísimo. Nos dan cerca de las 4 de la mañana. Las conversaciones se vuelven más raras, y comenzamos a hablar de sexo. Llevan bastante tiempo juntos y se consideran muy abiertos en cuanto al sexo. Aunque entre el idioma, las copas, todo se vuelve un poco engorroso. Se me pasa por la cabeza preguntarle sobre lo de la tarde, de porque se ausentaron durante ese par de horas, fue todo muy extraño. Sin embargo considero que todavía no tengo tanta confianza para ello. Les pregunto si les gustó la playa y su contestación es una sonrisa de oreja a oreja de ambos, que se miraban.
Katerina está muy sexy, aunque con tan poca luz no se podía apreciar esa maravilla de ojos, si que se perciben sus facciones, bajo la luz de la linterna. Está realmente encantadora, cautivadora. Su escasez de ropa también ayuda en ese sentido, pues su minúsculo bikini apenas cubre sus pechos, que ya de por sí son bastante pequeños. Hay algo enigmático en su mirada, que me fascina. Me gusta la forma con la que me mira, sus gestos, sus posturas. Me siento totalmente dominado por esa chica. Luc se va al servicio. Me quedo solo con Katerina. Ella se acerca a mi oído y me suelta "guapo", mientras dobla su cuerpo sobre mí, permitiéndome oler su perfume mezclado con olor a mar. Un escalofrío me recorre todo el cuerpo.
Ya siendo las 4 y media de la mañana, el revisor del Camping pasa con la linterna pidiendo a todos que por favor nos fuésemos a dormir. Nos despedimos y me sorprende que me invitaran a quedar. No entiendo muy bien porque, pero decido no aceptar. Me levanto y le doy dos besos a Katerina y un abrazo a Luc. Nos intercambiamos los Whatsapp y me voy a mi tienda.
Al llegar a la tienda, algo llama mi atención, hay luz muy suave en la tienda de Carol y Jorge y se escucha ruido dentro. Primero no le doy importancia hasta que estoy metido en la tienda y acurrucado en el saco. El silencio lo rompe los suaves gemidos que vienen de la tienda de al lado. Por supuesto reconozco esos gemidos pues los he tenido en mis oídos hace no mucho tiempo atrás. Estan follando y por lo que distingo por las sombras, ella esta sobre el cabalgandolo. Escuchar a Carol gemir otra vez hace que me revuelva dentro del saco, y que tenga una erección enorme. Tan grande que es inevitable llevar la mano a mi polla. No tardo en empezar a meneármela. Llevo todo el día muy excitado. Carol sigue volviéndome loco, y Katerina me tiene eclipsado. Me masturbo al ritmo de los gemidos de Carol, mientras imagino que es Katerina la que me cabalga en ese preciso instance. Un whatsapp interrumpe mi paja. Me extraña la hora y veo para la pantalla del móvil. Es un whatsapp de Katerina. En un perfecto inglés me dedica las buenas noches, adjuntando una imagen. Cojo el móvil, abro la imagen y no doy crédito a lo que estoy viendo. Es una foto de ella, de cuello hacia arriba. Sus impactantes ojos cyan mirando a la cámara. Fondo de cielo azul, no se distingue cual azul es más intenso y profundo. Está un poco despeinada y sudorosa, Katerina sonríe, se la ve muy a gusto. En esa foto se ve que tiene algunas pecas que le dan un toque más jovial si cabe. Pero lo que más me impacta de la foto no es eso, si no lo que está haciendo. Tiene la boca algo girada, con mirada juguetona y besa…un enorme glande. Por si fuera poco morbosa la imagen, al otro lado se puede observar otra enorme verga, la cual agarra con su pequeña mano y con la cual casi roza su mejilla. Distingo el color negro de sus uñas, tal y como las llevaba hoy. No tardo nada en verificar la fecha de la foto. La foto es de esta misma tarde, durante las horas que estuvieron desaparecidos. Dejo el móvil y sigo masturbándome ahora más rápido. Carol ya ha dejado de gemir, y yo no tardo nada en llegar a un orgasmo que hace que arquee mi cuerpo mientras se empapa mi barriga con mis chorros de semen.
Los primeros rayos del día son suficientes para despertarme. Son las 7:00 de la mañana y me levanto un poco descolocado por la resaca y al ser el primer dia fuera de mi cama. Donde estoy, que hora es?. Cojo el móvil y al desbloquearlo lo primero que veo es la imagen de Katerina. Eso me hace ver que lo de ayer ha sido verdad, cosa que dudaba al despertar. Solo ver la foto ya me provoca otra erección. Me asomo fuera de la tienda y veo a Carol, tomándose un café. Hablamos un rato mientras los demás todavía duermen. Le cuento que había conocido a Luc y “Kate” y despues decidimos ir a dar un paseo por la isla mientras los demás duermen. Cogemos un par de toallas y nos vamos a pasear por la playa mas cercana, que está a escasos metros del camping. Es la playa más larga de la isla, la playa principal, pero donde termina se crea una nueva playa mas pequeña, algo oculta tras los árboles. Paseamos un buen rato y tras perdernos un poco, llegamos a un alto en el que hay una especie de colina de varias piedras con vistas a la playa, vacía todavía y cubierta por una fina niebla. Estamos algo cansados de la caminata y nos sentamos en las piedras. Me entran ganas increíbles de preguntarle que tal ha sido ayer con Jorge, si lo ha disfrutado. Pero es un pensamiento que tarda medio segundo en desaparecer.
Carol viste un pequeño pareo, con una sudadera de cremallera para arriba. Busco contacto y me siento en la misma piedra sobre la que está ella. Mira para mi y me sonríe. Recuerdo sus gemidos de anoche, no eran tan intensos como los que yo recordaba. Termino el cigarro y paso mi mano por su espalda, agarrándola por la cintura. Carol se revuelve en la roca, pero no se separa ni un centímetro. La miro, tiene la mirada perdida en el horizonte. Busco su mejilla y la beso, ella cierra los ojos al sentir mis labios. Suspira. Busco sus labios, pero no los encuentro, gira su rostro despacio. Una suave brisa mueve su pelo. Vuelvo a intentarlo por segunda vez, buscando otra vez sus labios. Encuentro su comisura, pero esta vez no se separa de mí, en su lugar, deja caer su bolso al suelo y se entrega. Nos abrazamos y su lengua me busca con deseo. Nunca la sentí tan dentro de mi boca. Carol se separa, nerviosa, mira hacia la playa, hacia atrás, hacia el otro lado y luego me busca otra vez más ansiosa. Desliza su mano por mi pelo, para luego bajarla por mi pecho, separando y enterrando los dedos en mi piel. Deslizo mi mano por su cuello, agarrando la cremallera de la sudadera, deslizándola suavemente hacia abajo y metiendo después mi mano por su canalillo. Busco sus peras, todavía bajo su bikini. No tardo nada en colar una mano con deseo bajo una copa, sacandole un poco una de sus tetas. Luego lo hago lo mismo con la otra, dejando ambos pezones a la vista. Deseo mamarlos, como he hecho aquel día. Me levanto y me arrodillo delante de Carol, sin dejar de besarla. Bajo mas la cremallera desabrochándola de todo. Carol vuelve a ver nerviosa hacia abajo, estamos en un alto pero perfectamente visibles si alguien entrase en la playa. Separo las partes de su sudadera y sin perder tiempo deslizo los triángulos de su bikini hacia los lados para dejar ambas tetas completamente a la vista. Acerco mi boca y comienzo a succionar uno de sus pezones, mientras con la otra mano pellizco el otro. Las manos de Carol van a mi cabeza y me acaricia el pelo mientras vigila nerviosa que no venga nadie. La noto jadear por la situación. Busco su otro pezón e intercambio las manos, magreando ahora la teta ya húmedo de mi saliva. Mientras esto sucede, sus piernas están separadas, y desde mi punto de vista, veo su braguita bajo el pareo. Pongo mis manos en sus muslos y los separo más, haciendo que Carol se quede totalmente abierta encima de la piedra. Me acerco a su entrepierna y aunque Carol se pone muy inquieta no cedo en mis deseos. Acerco mi boca a su bikini y con un dedo retiro la tela, dejándome ver nuevamente su preciosa raja. Se nota muy húmeda y siento el vapor caliente que me da en mis mejillas. Acerco más mi boca y con mis labios beso los suyos, pero los de su coño. Utilizo la lengua para lamer todo su contorno. Es increíble su sabor, nunca deseé tanto esto. Separo sus labios con la lengua y comienzo a lamer su interior, subiendo la lengua hasta cerca del clítoris y bajándola hacia su entrada. Carol tiembla encima de la roca, mientras comienzo a comérselo con deseo. Busco su agujero y me impresiona comprobar cuánto líquido sale de su interior. Introduzco la lengua al tiempo que Carol comienza a gemir. Después de presionar hacia los lados, la saco y busco otra vez sus labios, para ahora cogerlos con los míos y chuparlos. Juego con ellos con mi boca, subiendo la intensidad. Está empapada. Subo mi lengua a su clítoris, y juego con el despacio, solo rozándolo. Carol mueve sus caderas en círculos y deja de vigilar a su alrededor para fijarse en mí y en lo que le estoy haciendo. Meto su clítoris entre mis labios, lo chupo suave y juego con mi lengua también, desde el interior de mi boca. Bajo la lengua y comienzo a lamer con ritmo, arriba y abajo sin dejar ningún rincón de su coño abierto sin empapar de mi saliva. Los gemidos de Carol son muy claros ahora, estoy seguro de que se escucharían abajo en la playa. Estoy muy excitado, tengo la polla como la piedra en la que Carol esta sentada, deseo que termine, darle un orgasmo ahí mismo. Carol se aferra fuerte a la piedra, tiene marcas en sus manos. Gime cada vez mas fuerte, siento que está llegando. Sus caderas se mueven, se queda en tensión. Busco rápidamente su agujero y meto la lengua lo más adentro que puedo, sintiendo como estalla en mi boca. Su sabor interior cambia y me hace ver que está llegando. Siento el salado de su corrida y jadeo sin apenas poder respirar pero no quiero alejarme ni un centímetro, quiero bebérselo hasta la última gota. Carol se corre con un fuerte temblor en las piernas que se alarga por varios segundos. Tras terminar, levanta la vista y se tapa rápido con la chaqueta sudadera. Yo me quedo jadeando, de rodillas. Me separo y veo lo empapada que se ha quedado. Me incorporo y no decimos nada durante un buen rato. Nuestras respiraciones se van calmando. Disfruto del sabor de Carol en mi boca, me hace permanecer excitado permanentemente. Comenzamos a caminar, deshaciendo el camino andado.
Al llegar a las tiendas vemos que los demás ya estan desayunando. Jorge nos pregunta si ya hemos desayunado. La cara de Carol es un poema. Yo pensando para adentro si, ya he desayunado el coño de tu mujer . Me meto en mi tienda. Me tumbo e intento aclararme sobre todas las cosas que me están pasando. Con el sabor de Carol todavía en mi boca mi excitación es permanente. Decido hacerme una paja recordando lo que acaba de pasar y viendo de vez en cuando, de reojo, la foto que me envió Katerina la noche anterior. No entiendo cómo se puede ser tan dulce y perversa a la vez. No tardo nada en terminar en un abundante e intenso orgasmo. De la intensidad, me quedo dormido.
Fin Capitulo I