La invité a mi casa
Ella es el objeto de mi amor y me deseo, y al fin la iba a tener a mi completa disposición.
La invite a mi casa, porque me encanta, toda ella, por todos lados y en todos los sentidos y sobre todo la Amo y la Deseo con locura. Como siempre llego tarde pero bue solo fueron 5 minutos nos montamos en nuestra camionetica (quería pasar el mayor tiempo con ella, y el metro tarda mucho), que estaba a punto de llenarse, y por eso nos tocaron asientos separados, aunque me fue haciendo cariñito todo el camino. Llegamos a mi casa y tome agua, porque la pana siempre dice que no a todo (sale barata). Y empezamos a jugar, ella es una malvada que siempre quiere joderme pero no me dejo jummmm. En eso, quedamos frente a frente y lo inevitable paso sentí deseos de besarla y ella no se negó la empecé a besar con deseo con ganas y ella respondía a mis deseos lo que más me estorbaba eran su zapatos así que para afuera. La cosa se estaba calentando así que la cargue y la lleve a mi cuarto la deseaba, quería sentirla como toda una mujer. La senté en el borde de mi cama y comencé a besarla desde sus labios hasta su cuello ella cuando podía hacia lo propio conmigo
La camisa estorba se la quito dejándola con solo un bello brassier negro que delineaba su figura a la perfección. Mis manos desde que comenzamos en la sala recorrían todo su cuerpo hasta donde alcanzaban, pero ahora sin nada entre su piel y mis manos la cosa era mejor me encontraba excitado, mi pene se encontraba erecto, todo por ella, y quería hacérselo saber, así que le recostaba mi sexo en su vientre haciéndosela sentir, y cada vez que lo hacia ella suspiraba de deseo. Con más confianza, luego de conocer mi cuerpo en totalidad hasta donde alcanzaban sus manos, me quito la camisa.
Sus besos ahora no se limitaban a recorrer mis labios y mi cuello, ahora besaba mi pecho y abdomen, lo recorría con sus labios y con su lengua aumentando mi excitación. Mis manos ya no se satisfacían con su torso querían ir mas allá, hacia sus glúteos bien torneados, ir mas allá de sus caderas y pelvis hasta encontrar su sexo. Ya sin zapatos ambos, le hice pararse y continuamos acariciándonos y besándonos. Mis caricias cada vez eran más sexuales y tocaban sus zonas más íntimas sin pudor alguno, lo que le dio confianza a ella. Sin dejar de besarla desbroche su jean, el cual una vez suelto, comencé a deslizarlo por sus piernas mientras mis labios besaban todo lo que se encontraba en su paso. Con delicadeza le quite totalmente el jean y continuamos con nuestro juego hasta que decidió quitarme el jean a mi. Una vez los dos en solo ropa interior, la volví a sentar en el borde la cama, precisamente en la esquina, para que quedara con sus piernas abiertas y yo poder estar entre ellas. Mi sexo y el suyo jamás habrían estado tan cerca como en ese momento, y yo hacia presión contra el suyo para que sintiera mi excitación y así ella se excitara más.
Deseaba ya ver y tocar sus senos, y sin dilatarme me presté a la tarea de quitarle lo único que se interponía en la realización de mi deseo. Su brassier, el cual quite sin tardarme mucho, y al hacerlo, sus bellos senos, redondos desafiaban la gravedad e invitaban a que me los comiera. La hice reclinarse hacia atrás y así fue. Su estilizado cuerpo se me mostraba como nunca antes lo había estado para otros ojos. Literalmente escale por su cuerpo hasta que sus piernas abrazaban las mías y nuestras bocas quedaron al mismo nivel. Sus senos rozaban mi pecho y mi pene apuntaba a su vientre. La empecé a besar desde la boca mis labios se sentían atraídos a recorrer su cuerpo con camino al sur se fueron deslizando a través de su cuello hasta llegar a su pechos. Los cuales comí con ansia, saboreé, lamí, mordí y estimulé con mi lengua labios y dedos, mientras mi boca estaba en uno de sus senos, una de mis manos acariciaba y sentía la que estaba libre de mi aliento, sintiendo su redondez casi perfecta.
Continué hacia el sur, su abdomen plano como la sabana recorrí a gusto gasta llegar al borde del abismo marcado por su panty. Borde que recorrí y pasé sin importar el abismo pero evite su sexo y fui a sus muslos, especial atención presté a la cara interna de estos a través de besos y mordiscos suaves. Pero su sexo reclamaba atención como nada en este mundo y atraía mis labios hacia sí. No resistí y comencé a besar su vulva sobre la panty, intercalaba los besos con caricias de mi nariz y labios con mordiscos de mis labios. Enseguida comencé a bajar su panty suavemente y a besar todo lo que quedaba a la intemperie. Al final descubrí un pequeño y virginal sexo, rasurado para el bikini, con unos labios carnosos que invitaban a devorarlos. Así lo hice, montando sus piernas sobre mis hombros me ofreció la visión del paraíso, el cual se abría ante mí. Con mis manos abrí sus labios y bese su clítoris como loco, lo lamía como un perro hambriento e intentaba introducir mi lengua por su virginal orificio. En estos menesteres su excitación se hizo visible, y sus antes pasivas manos comenzaron a recorrer su cuerpo tocaban y apretaban sus senos, recorrían su cuerpo hacia su clítoris con ansias de estimularse en busca del preciado orgasmo, pero se topaba con mi boca y sus manos cambiaban de rumbo hacia mi cabeza para acariciarla e impedir que mis labios y lengua abandonasen su clítoris.
Excitado ya hasta más no poder, la acoste completamente en la cama y me coloqué sobre ella con ansias de penetrarla, solo la tela de mi interior lo impedía, pero nuestras humedades se tocaban y deseaban. Su mano, en vista de mi deseo se apresto a socorrer mi pene, estimulándolo sobre el interior, siempre sin dejar de besarnos. Dejada a un lado la pena metió su mano entre mi interior y siguió como su placentera labor. A la que enseguida respondí quitándome el interior y al volver a colocarme en la misma posición era obvio el deseo mutuo de fundirnos en un solo ser. Pero respetando su decisión de no querer todavía dar el paso para perder su virginidad me puse a un lado, de ella, y seguimos besándonos, pero ya no había caricias, ya eran agarrones de deseo y masturbación del uno al otro de manera clara y explicita, sin inhibiciones.
Le pedí que me diera sexo oral, necesitaba sentir su interior a como fuera lugar. Sn pensarlo se movió hacia abajo y sus labios comenzaron a tragarse mi pene, lo hacia sin pena, sin miedo, movida por la lujuria; se comía mi pene con deseo moviendo su boca de arriba hacia abajo, a veces, mi excitación llegaba a tal punto que empezaba a moverme como si en vez de su boca fuera su vagina la que estuviera penetrando.
A punto de acabar, le dije que se detuviera, le pedí que se colocara a mi lado y buscando con desesperación su entrepierna la comencé a masturbar frenéticamente hasta que su cuerpo se comenzó a contorsionar producto del orgasmo que la invadía. Una vez que término, ella se dedicó a devolverme el placer recibido, comenzó masturbándome, luego me dio un sexo oral aún más lujurioso que el primero. Volvió a masturbarme pero esta vez acostando medio cuerpo sobre el mío, mientras me estimulaba yo la besaba y a cariaba su espalda y sus nalgas, y entre las cuales me encontré su ano, el comencé a estimular y a introducirle un dedo luego de un rato con su maestral masturbada me hizo acabar en un orgasmo que hizo perderme de la realidad por un momento.