La interina
Descubrimiento de Alicia, una fetichista de los pies.
Alicia llego como interina, llegó y volcó todo mi orden preestablecido. Nunca llega a imaginar semejante destrozo sobre el selecto orden y los criterios que había establecido con anterioridad en mi lugar de trabajo..
Vino a final de primavera para quedarse unas semanas durante el verano y ni siquiera entro haciendo el mas miserable ruido. Alicia no era una mujer espectacular era un poco baja, de pelo rubio y ojos claros, con una miopía un tanto evidente, que otorgaba a su mirada un brochazo un tanto misterioso, de una belleza relajada, normal, sencilla y de fácil conversación. Su personalidad era discreta y eso le ayudó a adaptarse rápidamente en aquella oficina de locos.
Recuerdo que durante las primeras semanas pasaba delante de su mesa camino de mi despacho, yo no le prestaba ni la mínima atención, bastantes ruidos tenia ya en mi vida diaria profesional como para ello. Sin embargo se hizo un sitio despacio.
Mi despacho estaba situado al final de la oficinas, justa antes de la pequeña sala que utilizábamos para el café y los momentos de relax. No quedaba alternativa alguna que pasar por delante de mi despacho y su enorme ventana a diario un par de veces, y ella lo hacia mirando hacia dentro con un gran sonrisa.
Con solo coincidir un par de veces en el café la conversación era sencilla y amable.
Fue un especial alivio cuando empezó el verano, el horario continuo de prácticamente todo el personal convertía algunas tardes de verano en una pesadilla calurosa y tediosa hasta puntos insospechados.
Era sencillo imaginarse que las conversaciones triviales entre Alicia y yo, arrancaban con facilidad, la playa, las terrazas, el calor de aquellos días era protagonista favorito de muchas tardes de somnolencia.
Ya con anterioridad me había dado cuenta que por la tarde su vestuario cambiaba ligeramente y se hacia un tanto mas informal por la tarde, a pesar de sus treintaytantos y ser una mujer atractiva era soltera y disfrutaba bromeando acerca de sus tardes de terrazas al salir de la oficina, ese era el motivo que sospechaba por su cambio de look vespertino.
No consigo recordar con claridad como se inició la conversación de la primera tarde en la que comencé a compartir mis secretillos con ella, pero creo que ella ya era conocedora de ellos, no se cuantas discretas miradas cayeron hacia sus piernas ya bronceadas y sus pies cuidados enmarcados en ocasiones con sensuales sandalias de tacón.
Si recuerdo claramente una conversación banal como casi todas en la sala de café donde ella se vanaglorió de poder vestir ligera en vez de el rígido pantalón de vestir y camisa que tanto aborrezco y a pesar de todo típicos en mi vestuario por ser acordes a la posición en la empresa, sin otro motivo mas que ese. Y si recuerdo cuando levanto sus pies para cruzar las piernas y dejarlos casi a la altura de mis rodillas y lucirlos con todo su esplendor en aquellas sandalias de tiras azul marino. Si lo hizo sabiendo de mis debilidades y recibiendo un leve gesto de aprobación , confesor de mi pasión por los pies de mujer y los zapatos de tacón. La conversación continuó con la comparación y lucha entre calor comodidad, simpleza de masculino y hermosura y capacidades secretas del femenino.
-¿Capacidades secretas?
Le comenté, su respuesta fue rápida conocedora de que la razón estaba de su lado,
Algunos pies y zapatos pueden hacen que cuellos rígidos y arrogantes se flexionen a su paso.
Ciertamente, le respondí , los tuyos lo conseguirán varias veces, con seguridad Se sonrió y cambiamos de conversación.
En mas ocasiones disfrutamos de conversaciones donde acabamos charlando indirectamente, rozando simplemente de pasada, o mezclándolo entre muchas otras discusiones triviales.
Sin embargo una tarde , nuestra conversación del café durante el descanso de media tarde resulto especialmente simpática, y después de disfrutar de su compañía y de los bellos cuadros que me ofreció de nuevo con las sandalias que tanto me habían fascinado no pude evitar tratar de prolongarla con otra nueva conversación después de el habitual horario.
La tarde es asquerosa, y el trabajo me desborda, me voy a quedar un rato mas. Con el resto de café y una cubitera de hielo estiraré la tarde hasta que me aguanten las pocas neuronas disponibles. Si quieres un café con hielo antes de marchar quedas invitada desde ahora mismo.
Ya hacia mas de diez minutos que había concluido el horario y ni recordaba la propuesta lanzada una hora antes en plena calentura hasta que me dio dos toques de nudillos en la ventana.
¿Que, ya no hay café?
Por supuesto vamos allá.
En vez de sentarse como era habitual contra la puerta, se sentó sobre la pequeña mesa que había contra la pared y tras poca conversación , empezó a juguetear con los hielos de su café y balanceando una sandalia delante mía.
No puedo contenerme ni un segundo, y espero que no te moleste que te haga una pregunta.
No le di tiempo ni esperaba respuesta aprobatoria.
¿Alicia, eres fetichista?
Si que has tardado , lo soy , lo soy profundamente desde niña y disfruto especialmente con los que lo son como yo. Adoro vestir zapatos de tacón , y adoro que disfruten con ellos me encanta sentirme poderosa y sexy en ellos y lo que realmente me apasiona es que me adoren los pies.
Mis manos se habían alargado ya y acariciaban despacio sus pies primero uno , después el otro, luego ambos. Recorrían despacio el puente, el empeine, agarraba despacio sus tacones altos y empujándolo a mi boca comencé a besar y chupar sus deditos tan arreglados mientras ella se recostaba contra la pared con la boca entreabierta y
Después de besarle y lamer delicadamente sus pies dentro de las sandalias, se las desabroche despacito, disfrutando de cada roce , acariciando suave tanto el zapato como sus pies.
Tome un cubito de hielo y después de lamerlo comencé a pasarlo suave sobre sus pies, primero despacio desde el tobillo, deslizándolo lento por el empeine y acercando mi lengua al final de su pie saboreaba las perlas brillantes que me regalaban sus hermosisímos pies mientras ella gemía muy suavemente separando las bragas y acariciando suavemente su entrepierna a la altura de mi cara.
Cuando se derritió el hielo, uno de sus pies descalzos se apoyo sobre mi pene erecto bajo el pantalón y mientras lo movía despacio me pidió que me bajara el pantalón mientras ellas se arrancaba su ropa interior sin quitarse el vestido.
El trabajo de pies que hizo fue tan increíble que no fui capaz siquiera de articular ningún ruido hasta que sus pies quedaron enteramente cubiertos por mi placer mientras ella se retorcía la mano bajo la falda y arqueaba la espalda contra la pared.
En un minuto, estabamos enganchados con tal fuerza que las marcas de la mesa contra la pared están todavía claramente visibles años después de la tarde de café con hielo y pies.
Nuestros cafés continuaron alguna vez mas durante el verano , y la cena de despedida se adorno con un jueguecito simpático de pies bajo mesa.
Ahora recibo siempre fotos de todos y cada uno de los zapatos que Alicia se compra, a veces fotografías que ella misma se hace de sus piernas, de sus pies y hasta en poses fotográficas de ella desnuda frente al espejo y la respuesta es siempre un pequeño relato con ella de protagonista.