La insaciable
Una mujer madura insatisfecha en su matrimonio, encuentra en unos jóvenes que hacen que sus fantasías sexuales se cumplan.
Acababa de llegar Juanjo, que traía el pan para hacer los bocadillos, para irnos a la biblioteca.
- Ya era hora, Juanjo. He estado a esto… - dije aproximando el dedo índice al pulgar – de marcharme.
- Tío no te lo vas a creer, la panadera me ha tirado los tejos.
- No te calientes, no te calientes.
El mayor defecto de Juanjo era que se calentaba con demasiada rapidez, por algo le llamábamos “Picha-Brava”.
- Lo se; pero te puedo asegurar que la muy puta se me insinuó.
- No me digas.
- Piensa lo que quieras, llevaba un escote que quitaba el hipo, se me puso delante y me enseño las domingas, parecen dos cantaros, si no es porque su marido estaba allí…
- Seguro que son imaginaciones.
- No son imaginaciones, tiene unos cuarenta años, te aseguro que esa tía quería plan.
Después de aquello no volvimos a hablar de la panadera hasta que un mes mas tarde, fui a buscar a Juanjo a su casa, estaba solo.
- Tío, te acuerdas de Dorita.
- ¿Dorita?
- Si la panadera, que estaba jamón.
Sonreí, normalmente Juanjo era muy persistente cuando le gustaba una mujer.
- La recuerdo.
- Pues… estuve yendo allí, a la panadería, un día llegue a la hora de cerrar, su marido no estaba, me dijo que me esperara.
- Y tú te esperaste.
- Claro. Cerró la panadería, y nos fuimos a la parte de atrás. Me enseño las tetas, eran grandes, con unos pezones que parecían chupetes. Me hizo que se los chupara.
- Si y que mas.
- Se subió encima de la mesa, se quito las bragas y me hizo que le comiera el coño. Sabia a pan, el coño sabia a pan, estaba riquísimo.
Mire a Juanjo, era de los que solían exagerar, pero nunca fantasear cuando se refería a mujeres.
- Le metí la polla hasta dentro, una y otra vez esa mujer es insaciable, tras su primer orgasmo me pidió que siguiera, que se la metiera por el culo, cuando me fui a correr se lo dije pero no le importo. La llene de leche. La muy guarra no estaba satisfecha me cogió la polla y me la chupo hasta dejarla totalmente limpia. Es una calentorra
- Te lo has inventado.
- No me lo he inventado, su marido no la satisface y necesitaba a alguien, te lo voy a demostrar.
- ¿Cómo?
- Su marido los martes al mediodía se va, no vuelve hasta la noche, yo he estado yendo todos los martes
- Hoy es martes.
- Si, hoy es martes. La semana pasada me confesó que tiene una fantasía.
- ¿Que fantasía?
- Quiere que se la follen dos tíos, yo soy uno y tú puedes ser el otro.
- Estas loco.
- Hace un momento no me creías. Y ahora me dices que estoy un loco. ¿Puedo contar contigo?
Dude, pero si quería saber si decía la verdad tenia que ir con el.
- Vale me voy contigo.
Fuimos a la panadería.
- Lo vamos a hacer en la panadería.
- No en su casa, esta justo encima de la panadería.
- ¿Se entra por la panadería?
- No, se entra por la puerta de al lado.
Llamamos a la puerta, nos abrió una mujer supuse que seria Dorita, la panadera. Yo espera ver a una mujer entrada en kilos, y lo que tenia delante era una mujer con una figura despampanante, eso si como había dicho con un par de tetas impresionantes.
- Pasar, poneos cómodos, Juanjo, este es tu amigo.
- Si José Antonio.
- Buenas tardes, señora.
- Muchacho, no me llames señora, soy Dorita, simplemente Dorita.
Estábamos sentados en el sofá, Dorita se arrodillo delante nuestro, comenzó a sobarnos los paquetes, primero desabrocho los pantalones de Juanjo, le acaricio la polla, después me desabrocho los pantalones a mi y me agarro la polla.
- Que ricas dos pollas para mi.
Primero me chupo la polla a mí y después a Juanjo. Se levanto.
- Venir vamos a la habitación, estaremos mas cómodos.
La seguimos, nos llevo a su habitación.
- Desnudaros quiero veros desnudos.
Mientras nosotros nos desnudábamos ella hizo lo mismo, como dijo Juanjo tenía dos cantaros por tetas y los pezones eran grandiosos, parecían boquillas de biberón.
Cuando estuvimos los tres desnudos ella se situó entre los dos, se agacho y comenzó a chuparle la polla a Juanjo, y después a mí, como hiciera cuando estábamos en el salón sentados en el sofá.
Unos minutos después, cuando las pollas estaban bien lubricadas se tumbo en la cama.
- Muchachitos, venid a aquí cada uno a un lado.
Nos acercamos, y nos tumbamos junto a ella, nos ofreció sus tetazas, y ambos nos enganchamos a sus pezones chupando, los gemidos de ella eran como bramidos.
- Chupar mis niños chupar.
Juanjo fue el primero en soltarse, se coloco entre sus piernas y le metió la polla hasta dentro de un empujón, mientras yo le manoseaba las tetas.
No tardo mucho en alcanzar un orgasmo, Juanjo se quito de entre sus piernas y entonces me puse yo, al igual que hiciera Juanjo le metí la polla de un empujón. Juanjo se arrodillo delante de ella, acercando su polla a la boca de Dorita.
- Chupa guarra, chúpamela.
Dorita no se lo hizo repetir le cogió la polla y comenzó a chupársela, mientras yo seguía empujando. Con un nuevo orgasmo de ella, hicimos un parón. Nos situamos a su lado, yo metí mi mano en su entrepierna, acariciando su clítoris, Juanjo hizo lo mismo, metio su mano en la entrepierna, para meterle dos dedos en la vagina.
- Si dios que a gusto, pero quiero las dos pollas, una por delante y otra por detrás.
- Ponte sobre la polla de José Antonio – dijo Juanjo.
Dorita se levanto y se puso sobre mí y se dejo caer lentamente, quedando empalada; sus tetas me tapaban la cara, Juanjo comenzó a lubricar el ano de Dorita, le abrió las nalgas y metió su lengua. La panadera estaba excitadísima, no dejaba de gemir, hasta llegar el punto de gritar cuando Juanjo le metió la polla en el culo. Durante un buen rato estuvimos así.
- Estoy a punto de correrme.
- Espera quiero que te corras en mi boca.
Juanjo se aparto, Dorita se giro dándome la espalda, pero se volvió a ensartar en mi polla, se dejo caer para llegar a la polla de Juanjo. Se metió la polla de Juanjo en la boca y comenzó a chupar, unos minutos después.
- Ya, me corro, traga guarra toda mi leche.
Estaba Dorita tragando la leche de Juanjo cuando yo me corrí.
Estuvimos unos minutos en silencio, Dorita termino por levantarse.
- No ha estado mal, mejor de lo que yo pensaba, deberemos repetirlo. ¿No os parece?
Tanto Juanjo y yo, comenzamos a vestirnos.
- Se os ha comido la lengua el gato.
- No se… Dorita – dije.
- ¿Volveréis?
Juanjo afirmo con la cabeza, y yo simplemente encogí los hombros.
Nos marchamos en silencio. Ya en la calle.
- Te lo dije, esa tía es una calentorra.
No le dije nada simplemente seguí andando.
El jueves pasaba cerca de la panadería decidí entrar, mi curiosidad era conocer al marido de Dorita, cuando ella me vio se puso nerviosa. Simplemente pedí el pan. Entonces ella hablo.
- Cariño no me encuentro bien, voy a subir a casa.
Salió justo delante mí, ni me miro, yo tampoco. Pero al pasar junto a ella, había abierto la puerta.
- Entra, deprisa.
- ¡Tu marido!
- Aun estará en la panadería un par de horas.
- Cuando me has visto te has puesto nerviosa
- No. ¿Por qué me iba a poner nerviosa?
- Pensaste que iba a decir algo.
- No, habrías dicho algo.
- No. Me pareciste nerviosa.
- No era nerviosismo, era excitación.
Se acerco a mí, mientras nos besábamos me acaricio el paquete.
- Vamos al dormitorio.
Fuimos al dormitorio, nos desnudamos y nos tumbamos en la cama, me enganche a uno de sus pezones, chupándoselo una y otra vez, ella gemía. Metí, mi mano en su entrepierna, estaba muy húmeda, acaricie su clítoris.
- Juanjo me ha dicho que tu marido no…
- Calla y fóllame.
Me situé entre sus pierna, agarre mi polla y con ella acaricie su clítoris y sus labios vaginales, la puse en la entrada de su vagina y se la metí lentamente, ella entrelazo sus piernas en mi espalda, haciendo que se la metiera de golpe y profundamente. No tardo en alcanzar el orgasmo.
- No te pares sigue, quiero sentirte dentro. Quiero tu leche.
Seguí empujando, hice que pusiera sus piernas en mis hombros, hasta que me corrí haciendo que alcanzara otro orgasmo.
Me deje caer a su lado, ella se giro quedando de lado apoyada sobre mí, una de sus grandes tetas sobre mi pecho.
- Hace casi veinte años que me case con mi marido los primeros años fueron de ensueño, pero hace unos cinco años todo cambio, cada vez lo hacíamos menos y este último año ha sido el peor. Sera mejor que nos vistamos.
Me vestí y me marche, aquella tarde cuando vi a Juanjo no me atreví a contarle mi encuentro con Dorita, era como una traición.