La inquietud de mi sobrina (2)
En agosto relate como inicie a mi sobrina en el sexo oral. No todo quedó en eso.
La inquietud de mi sobrina (2ª Parte)
En agosto os relate la manera en que inicié, es una forma de hablar, a mi sobrina en el sexo oral. Para los qué no recuerden bien les diré que soy alicantino, me llamo Eduardo y tengo una novia llamada Nuria que, a su vez, tiene una sobrina, muy precoz, llamada Alicia. Fue en una tarde de verano cuando ella quiso saber, no el olor de las nubes, sino el sabor de las pollas.
Aquello quedo entre Alicia y yo y lo dejamos estar, nunca volvimos a hablar de ello e hicimos como si nunca hubiese ocurrido. Yo seguí mi relación con Nuria y tras las vacaciones volvimos a nuestras clases. Era mi primer año de derecho y la verdad es que estaba con ganas de empezar, era una nueva vida que tenía ganas de empezar. Cerca de la universidad estaba el instituto donde iba Alicia. De vez en cuando, al salir de ahí, la veía.
Parece mentira lo rápido que crecen las chicas de esa edad, hace nada era una niña, totalmente plana y a medida que avanzaban los días parecía que su cuerpo, sobretodo ciertas zonas, se desarrollaban cada vez más rápido. Sí en verano era una niña, por lo menos a mis ojos, ahora ya se notaba toda una mujer, con unos pechos bonitos, no demasiado grandes, pero apetecibles. Un poco más alta que en verano y vistiendo una ropa muy sugerente. Por lo menos a mis ojos, ya que después de aquella gloriosa mamada de verano ya no la podía verla de la misma manera. Quizás para todos seguía siendo una cría, para mi no. Seguía excitándome, pero no quería estropear las cosas con Nuria y, al fin y al cabo, Alicia era una chica que había cumplido hace nada los quince años.
Así que la situación era esta: yo estaba enamorado de su tía y por nada del mundo quería estropear aquello. La idea de volver a estar con Alicia, con esas piernas cada vez más largas, kilométricas, ese sexo aún virgen y esos pechos deseados por todo mi cuerpo, mis manos, mis labios, mi polla...Como dije, Alicia era una niña de quince años y no estaba bien pensar en ella en ese sentido, no era ético. Pero siempre pense que el pensamiento no era malo, en todo caso los actos y, por lo menos en verano, fue ella la que me busco. Yo no sabia que pasaba por su mente, si por la mía.
Como he dicho ya, muchas veces la veía salir de clase. Otras la veía quedarse en unos jardines cercanos al instituto, sin llegar a entrar. Siempre rodeada de chicos, ella iba con faldas muy cortas o con pantalones muy marcados. Con las faldas se le solía ver el tanga a poco qué se sentaba o agachaba. Con los pantalones era peor, se le notaban los labios, dudo que llevase bragas.
Sigo sin saber si esos pensamientos son normales, son fruto del deseo, o es que el tamiz de mi cabeza ha desvirtuado la situación, sí quizás deseaba a esa niña y quería pensar que era una guarra que iba provocando.
Necesitaba ver a esa chica, pero era difícil, Nuria no vivía con sus tíos y mi chica era el único nexo de unión con Alicia. Así que, ¿cómo conseguir juntarme a ella sin que resultara antinatural?
Una tarde en la que había quedado para estudiar con Nuria, consigo hacerme con su móvil y registrar en la agenda para ver si conseguía el teléfono de su prima. De esa manera inicie un juego, como otro quinceañero, que ya no era, le mandaba mensajes a Alicia qué no sabía que eran míos. Al principio eran insinuaciones, de alguien que la conocía y que ella conocía, un admirador pero que no quería ser descubierto. Al ver que ella me seguía el juego (no sé si decir que era muy puta o era lo que yo quería pensar de ella para hacerme todo más fácil) la cosa fue a más. Contaba con la impunidad que da el anonimato, el saber quien es ella pero sin que ella sospechase quien era yo. La decía lo que haría con su virgen cuerpo, con cada centímetro de su piel, como mordería sus pechitos, como succionara sus pezones, mordería sus labios y luego la foliaría su virgen conchita.
Ella no se quedaba atrás, no dejaba nada a la imaginación ya que describía hasta el paroxismo lo que pensaba hacerme. Sigo sin saber si jugaba a ser adulta o si en realidad, aquella niña, era algo más adulta de lo que pensaba. Ya dije lo que paso en Agosto, pero aquello pudo ser un espejismo, una alucinación de algo irrepetible, quien sabe si fue inevitable, el caso es que no se había vuelto a repetir, no había habido por su parte ninguna insinuación acerca de lo acontecido aquella tarde.
El caso es que más de una vez volvía corriendo a casa para encerrarme en el baño, releer sus mensajes y masturbarme salvajemente pensando en ella. La veía por las mañanas en las proximidades del instituto, así la imaginaba horas más tardes, a solas conmigo, con aquella ropa que yo le iba quitando para poder poseerla por primera vez en su vida.
Vivía con aquella obsesión que se adueño de mi voluntad, cuando hacia el amor con Nuria, cuando la besaba o acariciaba, no veía a mi novia, veía a aquella cría que me tenia totalmente alucinado. Mis labios, mi pene o mi cuerpo podían pertenecer a Nuria pero mi espíritu, mis deseos, anhelos y todo mi mundo interior, repleto de fantasías y aberraciones, pertenecía a Alicia.
Un día, no sé como, sentí la sensación de dar el siguiente paso, de subir un peldaño más en todo esto. No me veía mucho más tiempo masturbándome pensando en ella, así sin más esperanza. Así que me decidí y le mande un sms citándola en una cafetería céntrica de la ciudad. Me sitúe próximo al local y la vi llegar, no sabía como decir que era yo el que le mandaba aquellos mensajes desde el móvil, tampoco sabia como se lo tomaría y si para ella significaban lo mismo que para mi. Igual se enfadaría o tenia curiosidad por ver quien era yo y en realidad se reía de mi y le enseñaba los mensajes a sus amigas. No sabía que hacer, sabía que quería yo, pero no ella, no sabia si lo que me decía en sus mensajes era real o no, no dejaba de ser una chica de quince años que me conocía y todo esto podía desembocar en algo muy violento. Tras aquella felación estival no habíamos vuelto a hablar, ni a tener ningún trato. Pero tampoco podía quedarme ahí, teniéndola tan cerca. Así que entre y me hice el sorprendido al verla ahí, fue lo mejor que se me ocurrió.
Hola Ali, ¿qué haces aquí?
Nada Edu, había quedado con un amigo, pero parece que se retrasa, dudo ya que venga. Y tú, ¿qué haces aquí?
Nada, también había quedado. Con Ismael, para que me dejara unos apuntes de la carrera. La vida del estudiante, ya sabes que es muy dura. Y bueno, ¿qué tal te va?, llevamos sin hablar meses.
Bueno, estoy en el instituto, ya sabes que llevo una vida normal. Lo que paso en Agosto fue genial para mi, pienso a menudo en ello. Sobretodo pienso de noche, en mi cama, desnuda. ¿Sabes? No creo que mi amigo vaya a venir y tú podrás quedar con Ismael otro día, ahora mismo, en casa de mis padres no hay nadie. Y desde que tuve tu pene en mis labios no he vuelto a tocar un hombre. A decir verdad, nunca he estado con nadie que no seas tú y tengo ganas de ti.
Nunca estuve más cerca de creer en la existencia de Dios. Pague las consumiciones e intente disimulas las ganas, las prisas, pero no era fácil. Iba a volver a tener a esa chica a mi alcance, seguía siendo virgen (una de las cosas que más me excitaban de ella ya que eso, cada vez, se destila menos).
Era cierto que en su casa no había nadie, me quite la ropa, casi me la arranque mientras la besaba. Parecíamos dos animales, todo era instinto, deseo, pasión. Alicia me dijo que antes de que pasásemos a mayores quería dejar claro una cosa, no me la chuparía, eso ya lo habíamos vivido y jamas me lo haría de nuevo, pero deseaba desvirgar otro orificio de su cuerpo y me dijo que lo bueno se haría esperar para una tercera vez, que quería, palabras textuales, que le rompiera el culo. Aquel lenguaje me excito más, sobretodo teniendo en cuenta que era una menor, próxima a mí, y muy bella y sensual, el mito de la lolita.
Fuimos a su cuarto y me dijo donde había una crema para untar mi pene en ella para luego entrarla, me dijo que me la restregase o que lo frotara contra su ano. Yo la besaba, pellizcaba sus pezones y notaba su humedad en el tanga, un tanga que apartaba para poder sentir el roce de su piel con el de mi verga. Lamía su espalda, la frotaba contra mi pecho, lamía su cuello, sus labios, la besaba y mordía sus pechos. Hacia realidad todas mis fantasías y mi pene crecía a medida que era consciente de que lo que pasaba no era algo onírico. La tire sobre la cama y abrí sus piernas a la fuerza, con mi lengua golpeaba su clítoris, atrapaba su botoncito con mis labios y movía mi cabeza al compás de sus gemidos, de su excitación, de sus espasmos. La notaba muy húmeda, veía salir los fluidos de su cuerpo y aquello me excitaba más. Ya no podía aguantar, la di la vuelta y no unte mi pene en ningún potingue. Mi mano, la que había pasado por su sexo y que mantenía el olor a su sexo y algunos de sus jugos, paso por mi polla y esta entro de golpe en el ano de Alicia. La chica gritó de dolor al principio y me insulto por aquella embestida, me dio igual, la seguí follando por su culo hasta terminar corriéndome sobre su trasero.
Tras aquello me tumbe un rato a su lado, ella no podía moverse, me sentía satisfecho por lo que había pasado y ella, lejos de llorar o de sentirse dolida (tanto física como anímicamente) la vi recuperándose, casi agradecida, no sé como contarlo. Quizás en otra ocasión...