La inocente Selena (6)

Selena confiesa a su amiga Andrea lo que sucede entre ella y su tío, produciendo con ello la excitación de ambas jovenes.

Autor: Salvador

Dirección: demadariaga@hotmail.com

La inocente Selena ( 6 )

Andrea sintió ternura por la inocencia de su amiguita Selena, que con cara de felicidad le contó el secreto que guardaba en su corazón: su tío Ricardo la estaba haciendo mujer y ella se sentía enamorada de ese hombre tan generoso que se sacrificaba para que pudiera sentir las delicias del sexo que llegaba a su vida.

Andrea se preguntaba si tal vez el tío de Selena estaba aprovechándose de la inocencia de la muchacha y quizás estaba sacando jugosos dividendos de las "clases" que le estaba impartiendo. Pero la curiosidad por enterarse de los pormenores que su amiga le contaba superaron sus sospechas y muy pronto se olvidó de ellas, arrobada por las palabras de Selena, que la inundaban de pensamientos inquietos, pero agradables.

Andrea ignoraba que su amiga cumplía una "tarea" que el tío le había encomendado.

Cuando Ricardo comprobó que la niña estaba completamente a su merced, que había conquistado completamente su corazón y que su influencia sobre ella era total, ya que Serena estaba absolutamente enamorada de él, empezó a idear la manera de sacar provecho de la situación y empezó a tramar la manera de usar a su joven amante para conseguir a su amiga, a la que deseaba poseer.

Empezó por encargarle "tareas" que la niña debía cumplir para después contarle el resultado de las mismas. Fue así como Selena se masturbó en plena clase, sin que nadie se diera cuenta. Para ello se valió de un cuaderno y un lapíz, los que apoyó en su falda y simulaba tomar notas, empujándolo disimuladamente contra su pequeño paquetito, hasta que no pudo aguantar más y tuvo que partir al baño de la facultad, donde se metió en un cubículo, se bajó el calzón y metió desesperada un dedo en su vulva y acabó con los labios apretados para no despertar sospechas entre las otras muchachas que estaban ahí.

En otra oportunidad, camino a su casa, en el bus, la tarea incluía dedicarse a imaginar que estaba con su tío, a pensar en todo lo que hacían, mientras frotaba disimuladamente una pierna sobre la otra. Todo esto en un bus atestado de gente. La situación le produjo tal excitación que cuando llegó a su casa se fue directamente al baño y bajo la ducha hundió su dedo hasta lograr un orgasmo que la dejó agotada pero algo satisfecha. En su dormitorio repitió la masturbación otras tres veces para lograr tranquilizarse finalmente.

La tarea que el tío le había encargado ahora era aprovechar que su amiga Andrea iba a quedarse en casa de Selena para que esta le contara lo que había entre tío y sobrina. Selena solamente le había adelantado que entre los dos había algo, pero sin entrar en detalles. Pero ahora Ricardo le había pedido que le contara los detalles y que, si las cosas se daban favorablemente, intentara masturbarse de manera que Andrea se diera cuenta de ello.

Mientras Selena le contaba la manera en que había sido desflorada y cuánto gozó en el proceso, Andrea se imaginaba a ese hombre aprovechando el nubil cuerpo de la niña que tan inocentemente se le entregaba. Y ese pensamiento la excitaba. Más que sentir rechazo por la actitud de Ricardo al engañar a su sobrinita para satisfacer su pasión, sentía una sensación de morbo que la inundaba completamente, nublándole el razonamiento. Pensaba en ese hombre musculoso introduciendo su humanidad en el cuerpo virginal de su amiga y ese pensamiento la llenaba de excitación .

Con gesto neutro, escuchaba las confidencias y se dejaba llegar a esa habitación donde su amiga se estrenó como mujer, en los brazos del hombre que supo convencerla para que le entregase su tesoro virginal sin que ella se percatara del engaño que había en sus dulces y melosas palabras. En la mente de Andrea se mezclaban abrazos, besos apasionados, lenguas sedientas de placer, senos mordidos con ansiedad, piernas entrecruzadas y sexos juntándose en medio de una lucha por encontrar el placer. Y entre sus propias piernas una humedad empezaba a insinuarse mientras las imágenes de ellos haciendo el amor bailaban en su mente. Andrea estaba completamente excitada con sus propios pensamientos y con las palabras de su amiguita.

De las palabras de la niña se desprendía que ésta no tenía cabal cuenta de lo que realmente había sucedido con su tío. Para ella, Ricardo era el más maravilloso de los seres, al que debía la felicidad de haber descubierto la maravilla de sentirse mujer, conociendo nuevas fronteras del placer que la habían inundado de gozo, al punto de hacerla experimentar por vez primera esa maravillosa sensación que era el orgasmo, ese estado de inmenso placer en el que su tío la había sumido hasta hacerla casi desfallecer del gusto. Para ella, él era un hombre fuera de serie, al que no dudaba en llamar su primer y gran amor, no importando que fuera hermano de su madre.

Andrea escuchaba a la muchachita y reflexionaba. ¿Puede ser tan inocente una joven como para entregar lo más preciado de su ser y no percatarse de que ha sido utilizada para satisfacer los deseos de un hombre que sólo busca tener su cuerpo? ¿Es Selena realmente inconsciente de lo que había hecho con su virginidad, regalándola a un hombre que la había obtenido con engaños? ¿Era tan influenciable la niña como para que alguien pueda obtener de ella lo que quiera?

Mientras estos pensamientos rondaban en su cabeza, empezó a ver a su amiguita con otros ojos, en que había una mezcla de cariño, curiosidad, morbo y excitación, aunque ésta última no sabía bien a qué se debía: si era por la ingenuidad de Selena, por lo descarado de la actitud de su tío o por las escenas descritas. Con esta mezcla de sentimientos Andrea decidió que era hora de acostarse y así se lo hizo saber a Selena. Eligieron una cama para cada una y se desvistieron.

Selena no dejó de fijarse en los pezones de Andrea cuando ésta se desprendió de su brassier. Duros, erectos, reflejando la excitación de su dueña. Sonrió por el efecto que sus confidencias habían producido en su amiga, pues ella misma también tenía sus pezones duros a más no poder debido al estado en que estaba, pues también se había excitado al recordar lo vivido con su tío. Tuvo cuidado de que su amiga no se diera cuenta y rápidamente se puso su pijama, metiéndose a su cama.

Ya acostadas, Andrea continuó la conversación, queriendo averiguar más acerca de su amiga, pues aún no comprendía cómo podía ser tan inocente.

"¿Nunca antes habías sentido las sensaciones que te dieron los dedos de tu tío?"

"No, nunca experimenté algo parecido"

"¿Ni cuando te tocabas a ti misma cuando estabas a solas?"

"Era rico, pero nunca se compara con lo que él me hizo"

"¿Te dijo cómo debías hacerte eso cuando estuvieras a solas para que sintieras lo mismo?"

"A decir verdad, no, pero imagino que debo hacerlo como el me lo hizo"

"No es tan así"

"¿Por qué no?"

"Porque cuando él te lo hizo tu no te fijaste en cómo te lo hacía"

"¿No?"

"No, pues. Tu te dedicaste a gozar, no a aprender a hacerlo. ¿O no?"

"Tienes razón"

Ambas quedaron en silencio. Era tal la excitación de ambas que no se atrevieron a seguir conversando. Con la vista fija en el techo de la habitación, las dos muchachas se dejaron llevar por sus propios pensamientos, intentando lograr el sueño.

Pero el sueño no llegaba. La excitación de Selena aumentó cuando cerró los ojos y su mente se llenó con las imágenes de su tío poseyéndola, besando su sexo, sus senos, todo su cuerpo. Esa sensación sólo podía aliviarla masturbándose, pero su amiga estaba acostada en la cama de al lado y no sería posible hacerlo sin que se diera cuenta. Intentó dormir, pero fue inútil, el deseo era demasiado fuerte, por lo que decidió tomar el toro por las astas.

"¿Duermes?"

"No, no puedo dormir pensando en todo lo que me dijiste"

"Yo tampoco. Estoy excitada"


"Quiero masturbarme"

"Hazlo"

"¿No te molesta?"

"No, adelante"

Su mano excursionó bajo las sábanas y subiendo la falda de su pijama, metió un dedo en su cuevita y empezó a meter y sacar su apéndice, en tanto la otra mano acariciaba sus senos. Todo esto fue demasiado para Andrea, que sin avisarle a su amiga empezó a imitarla.

Le excitación de Andrea era mayor aún que la de Selena y no contenta con pasar su mano sobre sus senos, tomó uno de estos y lo llevó a su boca, empezando a besarlo y chupar su pezón, lo que le provocó grititos apagados de placer. Selena estaba extasiada con la calentura de su amiguita, lo que aumentó su excitación, lo que hizo que aumentara el movimiento de sus dedos en su conchita. Al cabo de un rato las dos muchachas estaban metiendo y sacando sus dedos de sus respectivas cucas en forma frenética, hasta que les llegó el orgasmo.

Se miraron cuando hubo pasado el éxtasis posterior al orgasmo, se dieron las buenas noches y se durmieron plácidamente, felices y aliviadas.

Al día siguiente y el resto del fin de semana no volvieron a tocar el tema, pero éste estaba latente en ellas, por lo exquisito de las sensaciones que experimentaron durante la noche, cuando ambas se entregaron a sus actividades onanistas.

Cuando Andrea volvió a su casa, en el bus no dejó de pensar en lo sucedido y en lo que Selena le había revelado. Pero lo más recurrente en sus pensamientos era la actitud de su amiga, la cual había experimentado el sexo en varias facetas y continuaba manteniendo con la misma inocencia propia de una niña que aún no terminaba de jugar con muñecas.

Mientras el bus recorría las calles a gran velocidad, Andrea apoyó su cabeza en la ventana del vehículo y cerrando los ojos se sumió en el recuerdo de Selena, no pudiendo evitar que su cuerpo sintiera los escalofríos de la excitación.

En ese momento no supo identificar la verdadera causa de esas sensaciones que le producía el recuerdo de su amiga. Lo que tenía en claro era que deseaba vivir la misma experiencia nuevamente, pero con mayor libertad.

Si hubiera sospechado que era una víctima de las maquinaciones de Ricardo y que Selena era solamente un instrumento de seducción, no habría estado tan tranquila.