La inocente

Suspiramos, gemimos, nos abrazamos con fuerza, y el bombeo se va haciendo más lento, pero sin pararse. Papá me mira, y me besa con mimo los labios. Le devuelvo el beso.

Terminé de ducharme... me preparaba para dejar el cuarto de baño, cuando papi entró al cuarto...Lo miré sorprendida un instante y comencé a secarme el pelo... al principio me parecía gracioso, después de todo era mi papá... cuando comencé a secarme el cuerpo papi me dijo que él se encargaría de eso así que lo dejé a cargo, él me secó la cara cuidadosamente y me cargó cubierta por la toalla hasta mi cuarto. Al llegar me paré sobre la cama para darle un besito y agradecerle su ayuda, él volteó su cara para capturar mi besito con sus labios, el beso se extendió por unos segundos, eso me asustó, pero también me excitó, separé mi boca de la suya, y él pareció entender mi sentimiento y me abrió la cama para que me acueste, - Pero papá, ¡ya no soy una bebita! me quejé, pero él me dijo que me haría sentir bien y calentita así que accedí a su invitación. Entonces me dijo que me ponga boca abajo sobre la cama y comenzó a secarme el resto del cuerpo, al principio estaba un poco nerviosa pero lentamente me comencé a relaja, después de todo es mi papito, sus manos subían y bajaban por todo mi cuerpo, entonces me pegó una suave nalgada, yo como de costumbre protesté un poquito y él me pegó otra nalgadita, yo traté de escapar no con muchas ganas porque me estaba divirtiendo, entonces las nalgaditas se transformaron en algo más... - Mmmmmmmmm, ¡así papi!, más por favor, oooohhhh! Papi me estaba acariciando la espalda, entonces se inclinó y empezó a lamerme y darme besitos, era extraño como esto me afectaba, nunca me imaginé que sus manos y su boca me pudieran poner tan caliente, era algo que solo papi podía hacerme sentir, me estaba humedeciendo, humedeciendo y calentando, ¡yo lo quería adentro! Entonces él me puso boca arriba, su lengua comenzó a torturarme dando círculos sobre mi caliente conchita, sus manos sobre mis tetitas acariciando y pellizcando con sus dedos, me estaba poniendo salvaje... Entonces sus manos dejaron lugar a su lengua, esto me puso completamente en otro mundo, ¿por que esto me ponía así? ¿estaba bien hacer esto? ¿todas las chicas obtienen este placer de sus papis? Él me explicó que esto era un amor especial... - Quiero besarte princesa... me susurró, mirándome con amor y algo más... - Déjame besarte, papá ama a su pequeña princesa. - Papito, yo te amo también... Acerqué mis labios a los suyos, él me abrazó con fuerza y enfrentó su cuerpo con el mío, tan cerca que pude sentir su dureza en mi ... -Papito!" le susurré, por favor, ¡pónmela bien adentro! ¡lo necesito! -Princesa, ¿estás lista para mi?, No quiero lastimarte, tu conchita es hermosa como vos y yo te quiero demostrar mi amor! -Si papito! yo también te amo más que a nadie!" Me vuelvo loca de placer, gimo y grito que me de más, que me haga correr como a mamá. - ¡Dame más, papá!, más lengua, ¡ahh, ahhhh!, papá, como me gusta... Gimo mientras sostengo su cabeza con mis manos y la aprieto contra mi concha, ahora mojada como nunca lo había estado. Papá mueve la lengua con fuerza, me masturba el clítoris hasta que creo que voy a morir de placer. En ese momento se levanta, no puedo evitar masturbarme con fuerza, gemir ya sin que me importe nada más. Solo su verga totalmente dura y su capullo color púrpura reluciendo casi en la oscuridad. Abro las piernas, me las agarro con las manos y las sostengo así, exhibiendo la vulva ante mi hombre, mi papá. Creo que va a penetrarme cuando se acerca a mí, pero no..., todavía no. Vuelve acariciarme los labios mojados con el dedo, y acerca su enorme pija a mis labios. No es necesario decir nada, al principio la beso insegura, luego, me la voy metiendo en la boca, lentamente, mientras un gemido lento y profundo se le escapa. -Mostrale a papito cuanto lo querés... susurra. A medida que absorbo su trozo de carne palpitante, se va poniendo aún más duro. Pero mi boca golosa se lo traga todo. Me habla en voz muy baja mientas se la chupo. - Así hermosa, así... si ¡Ahhh, sigue, ahhhh!, ahora, si, chupa el glande con tu lengüita, ahhh, si, chupa con fuerza, que boquita tiene mi nena, ahhh, ahhhh... Su dedo vuelve a obrar un efecto mágico en mi. Y mi vulva explota nuevamente con gotas espesas, de fluido vaginal que impregna su dedo. Este, cada vez más atrevido, empieza a insinuarse en la entrada, penetrando ya la primera falange en mi vulva. Y yo gimo, con su polla en la boca, chupando sin parar, y sintiendo como su dedo me va llenando. Me la saco de la boca, le miro a sus ojos, y observo como me desea, como me mima toda. Ya no puedo aguantar más. - Papá- le susurro entre gemidos- ¡métemela!...¡toda!... Él no se hace esperar. Se sitúa encima de mí, y me masturba ahora con su polla, que está durisima, como aquella vez que lo sorprendí masturbándose mientras miraba un vídeo casero, en el que yo bailaba con mi hermana. Me masturbé todo el mes imaginando que nos haría. Ahora nuestro sueño se hacía realidad. La enorme polla de papá se va introduciendo en mi cuerpo, que se abre y lo acepta con gusto. Suspiros de placer llenan la habitación. Nos miramos, nos besamos mientras me penetra hasta lo más hondo. Nuestras lenguas se entrelazan, en un baile frenético de lujuria y placer. Y empieza a bombear dentro de mí. - Ahh, papá - le digo entre gemidos- sigue, sigue así, ¡No aguanto más, me corro!, Ahh, papá, como me gusta, me encanta; ¿te gustan tus nenitas?- a lo que él asiente- ¿te volvemos loco verdad?, pues no pares, no, sigue, más... más... ¡Ahh, ahhh!, papá, de verdad que voy a correrme... que no aguanto...¡Ahhhh... En el instante en que alcanzo el orgasmo, mi papá gime con fuerza, bombea, dos, tres veces... y eyacula un espeso chorro de semen en mi interior. Yo le abrazo con mis piernas, quiero que esté siempre así, corriéndose en mi vulva mojada. Suspiramos, gemimos, nos abrazamos con fuerza, y el bombeo se va haciendo más lento, pero sin pararse. Papá me mira, y me besa con mimo los labios. Le devuelvo el beso. Pasamos casi toda la tarde abrazados, acariciándonos y besándonos. Todo aquello me inquietaba, no por la situación, sino que por el contrario, lo encontraba perfecto, maravilloso. Me preguntaba si sería normal. Aunque la respuesta ya poco me importaba.