La inocente culpable (4)

Una inesperada interrupción hace aún más placentero el encuentro entre profesor y alumna. Contiene incesto

Buenas a todos y todas, aquí les dejo la segunda parte del relato. Espero que sea de su agrado y dejen muchos comentarios y valoraciones. Gracias por leer, un saludo.

-Es hora de que demuestres lo que sabes hacer.

Amanda sonrió al escucharme decir eso y fue bajando lentamente por mi cuerpo, besando mi cuello y mi pecho. Con una mano cogió mi erección y repartió besos por todo el tronco y la punta. Dejó caer algo de saliva sobre ella y empezó a chuparla. Fue metiéndola poco a poco en su boca, mirándome sin dejar de chupar con creciente vicio. De vez en cuando, se dedicaba a chupar mis huevos pero sin dejar de pajearme.

Llegó un momento en que prácticamente se metía y sacaba mi polla entera de su boca, algo que hacía sin descanso. Cogí su coleta y empujé su cabeza, sin parar hasta que su nariz chocó contra mi pubis. Ella me sostuvo la mirada, aguantando la respiración. Cuando sus ojos empezaron a ponerse llorosos, permití que se la sacara de la boca...para hundirla de nuevo en ella un par de segundos después. Hice eso varias veces más, arrancando lágrimas de sus ojos por el esfuerzo.

Cuando la saqué por última vez, un hilo de saliva unía su boca y mi polla. Tiré de su mano y puse su cuerpo sobre el mío, besándola con urgencia. Ella me sonrió con expresión viciosa en una pausa y tomó mi polla con una mano. Fue clavándola en su interior lentamente, disfrutando de sentir cómo la iba abriendo por dentro. Cuando la tuvo toda dentro, los dos soltamos un gemido de placer y ella empezó a moverse lentamente sobre mí.

Situé mis manos en sus nalgas y sus tetas a la altura de mi boca, cerrando mis labios en torno a uno de sus pezones duros. Ella gimió al sentir el contacto de mis labios alrededor de él, acelerando levemente el ritmo de su cabalgada. Pero la verdadera explosión del ritmo llegó cuando azoté una de sus nalgas.Sus gemidos fueron en aumento al sentir mis manos restallando contra sus nalgas, comenzando una cabalgada en toda regla.

Me hizo tumbarme completamente en la cama, apoyando sus manos en mi pecho. Empezó a moverse a gran velocidad, mirándome en todo momento y gimiendo con gran intensidad. La expresión de su cara era de absoluto vicio, con los ojos y la boca entreabiertos del placer que sentía. Yo sentía en mi polla cómo ella se iba mojando más y más, facilitando que ella se pudiera mover más rápido y que le entrase toda sin problemas. Lo único que se oía en esa habitación eran los gemidos de ambos y el sonido de nuestros cuerpos chocando.

Hasta que de repente...

-¿PERO QUÉ ESTÁS HACIENDO PRIMA?

Escuchar esa voz, que ella se bajase de mí y tratase de taparnos con una sábana fue casi instantáneo. Desde la puerta nos miraba con los ojos como platos una chica. Era algo más bajita y gordita que Amanda y de pelo castaño rizado. Sin embargo, sus facciones recordaban muchísimo a las de mi alumna. Otra cosa que no me pasó desapercibida fue su pecho, prácticamente tan desarrollado como el de Amanda.

-Es mi prima Paula-me susurró mi alumna. -¿Qué haces aquí prima?

De repente, la prima se echó a llorar desconsolada. Amanda y yo nos miramos sin saber qué hacer, aunque ella se levantó rápidamente y se abrazó a ella, sin importar su desnudez. Entre sollozos, nos explicó que había visto a su novio besándose con otra. Había llegado a casa de Amanda para estar con ella, había entrado con un juego de llaves que ella tenía para emergencias y nos había pillado en esa situación.

Cuando se calmó, quiso saber quién era yo. Amanda le contó que era un ligue suyo, obviando quién era y la verdadera razón de que estuviera allí. Durante la explicación, la mirada de Paula no se despegaba del cuerpo de su prima. Tanto Amanda como yo nos dimos cuenta de que los pezones de su prima se iban marcando bajo su camiseta.

Amanda me sonrió al notarlo y le preguntó:

-Prima, ¿te estás excitando al verme desnuda?

-No...no sé por qué dices eso- contestó ella sonrojándose.

-No dejas de mirar su cuerpo y tus pezones se están marcando en tu camiseta-repuse yo.

Ella se miró a los pezones y se sonrojó aún más, cruzando los brazos sobre su pecho. Amanda se acercó a ella y, cogiéndola de la barbilla, le hizo levantar la cabeza hasta mirarla a los ojos.

-Sé sincera prima, ¿te gusta lo que ves?

-Sí.

Amanda sonrió: -¿Y desde cuándo?

-Desde siempre prima. Cuando me bañaba contigo en la piscina, me duchaba contigo o nos cambiábamos juntas de ropa...era sólo para poder mirarte. Yo...

Paula no pudo terminar la frase, porque Amanda cerró sus labios besándola. Fue un beso largo, en el que mi alumna recorrió toda la boca de su prima con la lengua, con una marcada sensualidad. Paula no podía reaccionar, sus ojos estaban entreabiertos en una clara expresión de sorpresa.

Cuando se separaron, se tapó la cara con las manos con vergüenza, bajándola y negando con la cabeza. Amanda se puso a su lado, acariciando su brazo, y me miró. Yo me destapé y me situé al otro, acariciando también su brazo con suavidad. Ella se sorprendió y me miró.

-No hay nada de malo en que te guste tu prima- le dije yo con suavidad.

-Pe...pero somos familia-dijo con un hilo de voz- Eso está mal.

Tomé aire y miré a Amanda, quien solamente asintió. Tomé con suavidad la barbilla de Paula y le dije: -Yo soy profesor del instituto de tu prima.

Paula abrió desmesuradamente los ojos y yo aproveché para sellar sus labios con los míos. Al principio no reaccionó, pero noté cómo poco a poco empezó a corresponderme. Cuando dejamos de besarnos, Paula giró la cabeza y buscó los labios de Amanda, quien la besó de buen grado. Yo aproveché para tocar sus tetas bajo la camiseta, jugando con los pezones duros entre mis dedos. Amanda y yo empezamos a besar el cuello de su prima, arrancando gemidos de placer de su boca. Le quitamos la camiseta y el pantalón, alternándonos en los besos y las caricias y lametones en sus pechos y pezones.

En un momento dado, mientras las primas se besaban y yo besaba el cuello de Paula, sentí que una mano se cerraba en torno a mi dura erección. Era Paula, quien, tras palparla y comprobar su estado, empezó a masturbarme de una manera bastante experta. El gemido de placer que solté llamó la atención de Amanda, quien sonrió al ver lo que pasaba. Ella metió la mano bajo el tanga de su prima y empezó también a masturbarla, provocando gemidos y estremecimientos en su prima.

-¿Estás mojada, prima? Qué perrita eres.

-Nunca he estado tan cachonda en toda mi vida-reconoció su prima jadeando.

-¿Quieres saber cómo es follar con un hombre de verdad y no con él pelele que tenías por novio?-le preguntó Amanda.

Paula me miró y sonrió con lascivia: -Me encantaría.

Rápidamente se quitó la poca ropa que le quedaba y se puso en cuatro sobre la cama. Yo me arrimé a ella por detrás, acariciando sus nalgas. Aunque no era tan perfecto como el de Amanda, también tenía un buen culo. Cogí mi polla y la froté contra su coñito, mojado y listo para recibirme. Lentamente la fui introduciendo, hasta notar cómo su cuerpo chocaba contra el mío.

Me aferré a sus caderas y empecé a moverme delante y atrás. Lo hice lento al principio, pero sus gemidos de placer me incitaron a darle más rápido. La follé con fuerza, disfrutando de poder follarme a una jovencita delante de otra, que además era su prima. Giré la cabeza buscando a Amanda y la vi totalmente abierta de piernas, mirándonos con vicio y metiéndose dos dedos dentro de su coñito con rapidez.

La sonreí y le dije que se acercara. Ella se situó a mi lado y empecé a acariciarla. Al notar que me detenía, fue Paula quien empezó a moverse, clavándose ella misma mi polla hasta el fondo. Amanda mientras magreaba el culo o las tetas de su prima, a quien parecía encantarle lo que le hacían.

-Ponte delante de tu prima, disfruta de ella-le susurré. Ella me miró con lascivia, morreándome después. Se movió hasta situarse delante de su prima con las piernas bien abiertas. Al verla así, Paula se detuvo sorprendida.

-Vamos prima, seguro que esto te lo habías imaginado muchas veces.

-Pero...pero yo nunca lo he hecho con una mujer.

Amanda cogió la cabeza y la besó con pasión. Se separó de ella y mirándole le dijo: -Yo tampoco pero no se me ocurre mejor mujer con quien probarlo que con mi prima, una mujer a la que quiero con locura y a la que deseo muchísimo.

Amanda aprovechó el shock momentáneo de su prima para empujar su cabeza hacia su coñito. Nada más tenerlo en contacto con sus labios, Paula empezó a lamerlo sin descanso. Recorría los labios exteriores, para luego meter la lengua bien dentro, recorriéndolo sin descanso. Mi alumna gemía de placer, tirando de sus pezones y mirándome con vicio.

La verdad es que esa imagen catapultó mi lujuria al máximo, empezando una follada con todas mis fuerzas. Paula se retorcía y gemía de gusto. La fuerza de mis embestidas hacía que a veces no pudiera seguir comiendo el coño de su prima. Amanda solucionó ese problema cogiéndola del pelo y empotrando su cara contra su cuerpo para que no dejara de comerla. A la vez que hacía eso, le decía cosas como "sí, sigue comiéndome el coño", "qué bien lo haces, no pares" o "si hubiera sabido que me ibas a hacer esto, te habría hecho comérmelo antes".

El oír lo que dijo su prima, la situación de estar comiéndole el coño y mis embestidas hicieron que Paula no pudiera aguantar más y se dejara ir. Poco a poco, sus gemidos fueron subiendo de tono y su cuerpo empezó a moverse sin control. Finalmente, dando fuertes gritos, llegó a un fuerte orgasmo. Se dejó caer sobre la cama, respirando con dificultad y jadeando de placer. Al pasar eso, mi polla salió de su coñito, durísima y aún sin haberme corrido.

Amanda se relamió al verla y se acarició con dos dedos su coñito mojado, llevándose a continuación esos dedos a su boca. Me subí a la cama y de un solo golpe se la clavé hasta el fondo. Le agarré del cuello y de una de sus tetas, empezando a follarla duro, sin contemplaciones. Ella gemía de placer y me pedía que no parase de follarla. Yo lo hacía, no pensaba parar de follarme a mi alumna.

-¿Te gusta zorra?¿Te gusta cómo te follo?

-Aaaaaah sí. No pares...por favor, sigue.

-Eres una zorra que se folla a su profesor para aprobar.

-Sí sí...me encanta...me encanta ser una zorra. ¡No pares! ¡Aaaaaah!

Paula se incorporó y se puso al lado de Amanda. Empezó a besarla, entrecruzando sus lenguas y ahogando sus gemidos. No era un beso entre primas, sino entre mujeres excitadas y sensuales. Le agarró con fuerza de la teta que yo dejaba libre y tiró del pezón, arrancándole más gemidos a Amanda.

-Qué zorra eres primita-le susurró Paula con lascivia.

-Sí...siiii. Joder qué rico uuuuummmmm.

-Me pone mucho verte así prima, mira lo mojada que estoy- Llevó una de las manos de Amanda a su coñito.

-Dios prima...estás empapadaaaaa... Dame tu coño, lo quierooooh

Al escuchar eso, Paula se subió encima de Amanda, poniendo su coño al alcance de su boca. Mi alumna empezó a comerlo con ganas y, a juzgar por los suspiros y gemidos de su prima, no lo estaba haciendo nada mal. Yo tenía a Paula frente a mí y, sin dejar de follarme a Amanda, me inclinaba hacia delante para besarme con ella. Ella me besaba también, aprovechando que tenía las tetas de su prima al alcance de su mano para magrearlas y tirar de sus pezones. Yo seguía follándola con fuerza, agarrado a sus caderas.

La escena debía ser brutal vista desde fuera y me habría encantado que nunca acabara. Pero todo se precipitó cuando Paula se inclinó para frotar el clítoris de Amanda. Esas caricias provocaron que le llegara un fuerte orgasmo, el cual también llegó simultáneamente a su prima. Los cuerpos de las dos se estremecieron, gimiendo ambas con fuerza y quedando relajadas una encima de la otra.

Yo salí del interior de Amanda y les hice un gesto para que se arrodillaran ante mí. Ellas rápidamente lo hicieron, juntando sus caras y sacando sus lenguas, mirándome con vicio. Esa escena hizo que me masturbase rápidamente y al poco tiempo explotara en sus caras. Ellas se pusieron con afán a limpiar la cara de la otra con sus lenguas y se besaban compartiendo mi leche, suspirando y gimiendo suavemente de placer.

Ellas se tumbaron en la cama, cansadas pero felices. Yo me vestí lentamente, no me apetecía volver a casa después de lo que había vivido con las dos primas. Me despedí de Paula, quien aún no se había recuperado del todo, besándola con delicadeza. Amanda me acompañó hasta la puerta, sin molestarse en cubrirse. En el recibidor, antes de abrir la puerta, estuvimos un par de minutos besándonos lentamente y con mis manos acariciando esas nalgas y tetas que tanto me fascinaban. Finalmente, me abrió la puerta y se ocultó tras ella.

-Espero que disfrutes con tu prima-le comenté guiñándole un ojo.

Ella sonrió traviesa y me dijo:-Pensaba hacerlo. Hasta el próximo día profesor...y gracias.