La iniciación de Sara (CAPÍTULO 2)
Tras haberse quedado a las puertas del orgasmo en su primera masturbación, Sara necesita compartir su primera experiencia sexual con Laura. Su amiga, sin embargo, está dispuesta a echarle una mano para ayudarle a alcanzar el placer definitivo...
__¡Bueno, pero que pronto has llegado! __saludó Laura nada más abrir la puerta. Sara esbozó una sonrisa, al tiempo que se recolocaba la mochila a su espalda. Había quedado con su amiga para estudiar aquella tarde, aunque solo se trataba de una excusa para el tema que realmente quería tratar.
__¿Tus padres ya se han marchado? __preguntó Sara con fingida indiferencia. Laura se apartó del umbral de la puerta y su amiga entró en en el domicilio.
__Hace un rato. Tienen mucho trabajo en la oficina, así que probablemente se queden a hacer horas extra __y entonces esbozó una pícara sonrisa__. Ya sabes lo que significa. Podemos dejar un rato los libros y pasar una buena tarde de chicas.
__La verdad es que quería comentarte algo. Seguro que tú tienes más experiencia en eso y yo... __Sara se mordió el labio, sin atreverse a continuar, pero la otra joven la observó con perspicacia y no tardó en darse cuenta de las verdaderas intenciones de su amiga.
__¡Ay, Sarita, serás pilla! __exclamó, pasando un brazo alrededor de los hombros de la otra chica__. Lo has probado ya, ¿a que sí? Tú no has venido aquí a estudiar, querías hablar sobre tu primera paja.
El rostro de Sara ardía por la vergüenza. ¿Tan evidente era? ¿Habría cambiado tanto después de aquella experiencia como para que los demás se diesen cuenta de lo que había hecho con solo mirarla? No había notado nada diferente en el comportamiento de sus padres ni en el resto de sus compañeros de clase hacia ella, pero su amiga era diferente. Claro que Laura, en esos temas, tenía una gran experiencia.
__Bueno, ni siquiera llegué a acabar por completo, o al menos eso creo __contestó Sara, al fin__. Ha estado fantástico, pero justo cuando pensaba que iba a... mi madre entró en la habitación. Pude taparme justo a tiempo, pero casi me pilla.
Aquello debió de hacerle mucha gracia a Laura, que soltó una sonora carcajada.
__¡Madre mía, la primera vez y ya casi te pilla! Tienes que tener más cuidado, o pensarán que eres una salida __se rio, pero en cuanto Sara bajó la cabeza, deseando que se la tragase la tierra, Laura se apiadó de su amiga y le dio una caricia por su suave cabello__. Venga, venga, que no ha pasado nada, no hay por qué ponerse tan melodramática. Algunas tenemos suerte de que nuestros padres están fuera de casa casi todo el día. La próxima vez espera a que se acuesten, así fijo que no te molestan.
Laura se mordió el labio entonces, pensativa, y tomó una decisión. Cogió a Sara de la mano y la arrastró rápidamente hacia su habitación.
__Voy a enseñarte algo, ¿vale? Pero tienes que prometerme que guardarás el secreto.
Sara asintió, dejando caer la mochila que llevaba al suelo y dejándose llevar por su amiga, preguntándose que era aquello tan secreto como para que hasta la descarada Laura no quisiese que se supiera. Las dos chicas entraron entonces a la habitación de Laura, donde la chica se sentó frente a su escritorio y encendió el ordenador de sobremesa. Era una máquina bastante potente, por lo poco que podía entender Sara. La pantalla del monitor, grande y de alta calidad, se encendió rápidamente. Laura se desplazó por el escritorio del ordenador con la velocidad de quien ya ha seguido los mismos pasos muchas veces. Abrió varias carpetas seguidas hasta llegar a una que pedía una especie de contraseña. Los dedos de Laura se movieron por el teclado con tal rapidez que Sara no llegó a entender lo que ponía. Entonces la chica abrió la última carpeta, y Sara abrió los ojos como platos, incrédula.
Eran montones, cientos de imágenes. En todas ellas se veían hombres y mujeres desnudos, en posturas que Sara jamás hubiera imaginado. Laura abrió un par de ellas rápidamente para que Sara pudiera verlas con más calidad. La chica dio un respingo en el asiento. Era la primera vez que veía pornografía.
__¿Son todos así de grandes? __preguntó, señalando el pene erecto de un actor. Tan solo había visto el de su padre y el de algunos niños en los vestuarios de la piscina, cuando era pequeña, pero desde luego no tenían ni punto de comparación. Aquel pene tenía mucha más longitud, el glande estaba al descubierto y una gruesa vena lo surcaba por la parte inferior.
__A veces trucan la imagen, pero casi todas son así __respondió Laura, entusiasmada__. El tamaño vende mucho en el mundo porno.
La chica navegó en medio de aquella colección para abrir un nuevo archivo. Era un vídeo. Sara se sentía abochornada, pero al mismo tiempo demasiado curiosa como para dejar de mirar. Había un hombre y una mujer, desnudos en medio de una habitación. El hombre estaba de pie y la chica arrodillada frente a él, agarrando con una mano su gran pene. La mano subía y bajaba rápidamente, deslizando la piel del miembro de arriba a abajo, de modo que cubría ligeramente el glande, para volver a descubrirlo cuando la chica descendía la mano otra vez. Por la expresión del hombre, Sara pensó que debía de estar disfrutando muchísimo.
__Es uno de mis vídeos favoritos __explicó Laura, sin apartar la vista de la pantalla. Tenía las mejillas arreboladas__. Los chicos lo hacen así, se frotan con la mano como si estuviesen penetrando un coño. También les gusta mucho que se la chupen, porque la lengua y el interior de la boca se parecen más al tacto de la vagina.
Entonces, como si la protagonista estuviese escuchándola, se agachó e introdujo aquel gran falo en su boca. Sara observó, anonadada, como la mujer movía la cabeza de delante hacia atrás, como si chupase un caramelo, dejando salir entre sus labios el pene del hombre para volver a engullirlo casi al instante. La humedad de la saliva comenzaba a reflejarse en la polla de aquel hombre, que parecía gozarlo ahora todavía más.
__Puedes ir aprendiendo para cuando quedes a solas con tu querido Ricardo __comentó Laura con picardía, pero Sara estaba demasiado atenta en lo que ocurría en la pantalla del ordenador como para poder responder. Su pulso se había acelerado y notaba su entrepierna llena de humedad. Una vez más, su amiga adivinó lo que pasaba por su cabeza.
__Bueno, puedes quedarte aquí un rato curioseando mi colección y darte un gustazo si quieres, pero no borres nada, eh __dijo Laura, dirigiéndose hacia la salida de la habitación. En esta ocasión Sara sí se volvió hacia ella.
__¿Qué estás diciendo? No voy a hacerlo aquí __replicó. El vídeo la había dejado excitadísima, pero nunca se le ocurriría masturbarse en la casa de su propia amiga, aunque le dejase a solas. Laura era muy liberal en ese aspecto, pero Sara no se atrevería a tanto.
__¡Claro que puedes! Somos amigas, hay confianza, ¿no? __contestó, guiñándole un ojo. Entonces, volvió sobre sus pasos y se sentó de nuevo frente a la computadora. Ante la atónita mirada de Sara, su amiga extendió las piernas hacia los lados y metió una mano en el interior de sus pantalones__. Mira, ahora me he puesto cachonda yo también, así que vas a tener que esperar a que me relaje un rato. Podías aprovechar para hacer lo mismo, ¿no crees?
Por debajo de sus pantalones, Sara pudo observar como la mano de Laura se movía de un lado a otro, en círculos, tal y como había hecho ella la noche anterior. “¡Se está masturbando de verdad!” pensó. Laura, mordiéndose el labio, mantenía la mirada fija en la pantalla, todavía más colorada que antes y acelerando los movimientos de su mano bajo el pantalón cada vez más. Casi sin darse cuenta, sin poder creerse lo que estaba a punto de hacer, Sara introdujo su propia mano dentro de sus pantalones, buscando su sexo. Su dedo corazón resbaló entre los abundantes jugos de sus labios mayores, tocando la pequeña prominencia de su clítoris. Solo con apretar un poco empezó a notar el mismo placer de la primera vez. Estaba demasiado excitada. Continuó bajando el dedo hasta llegar a la parte inferior del clítoris, justo por encima de la uretra, y comenzó a mover su dedo en círculos ella también. Su dedo se movía con facilidad gracias a la abundante lubricación, y el placer que sentía aumentó rápidamente, haciéndola jadear.
Laura desvió la mirada de la pantalla para fijarse en ella. Respiraba entrecortadamente y sonreía al ver a su amiga masturbarse junto a ella. Sara sonrió también. El placer ya era demasiado intenso como para sentir vergüenza. Volvió la vista hacia la pantalla una vez más. El protagonista había comenzado a gemir y la actriz, sabiendo ya lo que estaba a punto de ocurrir, sacó el pene de su boca con un último chupetón y volvió a frotar el miembro de arriba a abajo con su mano con renovado vigor. Sara, aunque sabía lo que iba a pasar, nunca había visto eyacular a un hombre, y contempló la escena con renovado interés. Aquel pene, endurecido al máximo de su capacidad, comenzó a contraerse intensamente desde la base hasta la punta, expulsando con cada contracción, uno, dos y hasta tres chorros de semen. El líquido blanco cayó sobre el rostro de la actriz, que lo recibió deseosa, con los ojos cerrados y la boca abierta. Aquello era demasiado para Sara, que no podía aguantar más. Empujó el pubis hacia arriba, incrementando así la presión de sus dedos sobre su vagina. Notaba como tanto la pequeña apertura de su vulva como su ano se contraían con fuerza, a punto de alcanzar el orgasmo. “Ahora sí” pensó.
__Laura... me... me voy a venir __logró gemir. Entonces, para su sorpresa, Su amiga sacó su propia mano del pantalón y la agarró por la muñeca, deteniendo el movimiento frenético de sus dedos. Sara se quedó paralizada en el sitio. Aunque ya no se estaba tocando, todavía sentida el placer crecer en su interior, extendiéndose desde el clítoris por todo su cuerpo. Durante unos instantes pensó que había llegado al punto de no retorno, que alcanzaría el clímax de todas formas, pero finalmente la sensación cesó poco a poco, dejando su vagina empapada de fluidos y palpitante, todavía insatisfecha.
__¿Por qué has hecho eso? ¡Estaba a punto de acabar!__protestó. Laura esbozó una sonrisa traviesa.
__Bueno, no quería que terminases antes que yo, eso me dejaría un poco sola, ¿sabes? Además, ni siquiera llevabas un minuto tocándote y ya ibas a correrte. Vale, todavía no has tenido tu primer orgasmo es muy fácil que te vengas con nada que te frotes. Pero precisamente por eso, porque es el primero y el que más placer te va a provocar en toda tu vida, tienes que aprovecharlo bien.
Dicho esto, la muchacha se levantó de la silla y comenzó a rebuscar algo dentro del cajón de su mesilla de noche. Sara la observó con curiosidad. Su cuerpo le pedía a gritos que continuase con aquello que había estado a punto de culminar. Bajó la mirada y descubrió que su muñeca presentaba una pequeña mancha de humedad. Laura la había sujetado con la misma mano con la que se había estado masturbando. También ella debía de estar muy excitada, ya que la abundante humedad de su vulva había pasado desde sus dedos hasta la piel de la propia Sara. Sin saber muy bien por qué, la chica llevó la muñeca hacia su nariz y la olió. Tenía un aroma peculiar, distinto al de sus propios fluidos, más intenso, pero sin resultar desagradable. Todo lo contrario.
__Prueba esto __la voz de Laura la hizo alzar la cabeza hacia su amiga. Sara se sorprendió al ver que su amiga sostenía en la mano el mismo cepillo de dientes que les había enseñado la última noche durante la fiesta de pijamas__. Tranquila, lo limpio cada vez que lo uso. Además, te será más cómodo si usas uno de estos __aparte del cepillo de dientes, Laura también llevaba un preservativo en la mano.
__¡No es posible que pueda meterme eso! Ni siquiera he probado todavía a meterme un dedo. Seguro que me haré daño __replicó Sara, insegura.
__Tienes que ir poco a poco. Vamos, yo te enseñaré __insistió su amiga. Dejó preservativo y el cepillo de dientes sobre el escritorio. Entonces, sin aviso previo, se quitó la camiseta de tirantes que llevaba puesta junto con su sujetador. Sara bajó la mirada sin poder evitarlo, asombrada de que su amiga se mostrase tan desinhibida. La gran excitación sexual que se respiraba en el ambiente las estaba volviendo más audaces a ambas. Lentamente, Sara se atrevió a volver a alzar sus ojos. Sentía envidia de los pechos de Laura, que eran grandes, al contrario que los suyos, firmes y bien colocados. Los pezones eran más grandes que los suyos también, pero encuadraban bien en el conjunto de sus grandes tetas.
Laura no se detuvo con la camiseta y se bajó también los pantalones junto con sus bragas. Llevaba la vagina perfectamente depilada, dejando a la vista la suave piel de su sexo. Los labios de su vulva eran grandes y carnosos como los de Sara pero, mientras que a ella no llegaba a vérsele el clítoris debido a su pequeño tamaño, incluso estando excitada, el de Laura era más grande, y asomaba, rosado, entre los pliegues de vagina.
__Primero tienes que empezar por un dedo __al tiempo que hablaba, acercaba uno de sus dedos a la entrada de su vagina, y lo introducía en su interior lentamente__. Luego sigues con el segundo, y hasta el ter... cero.
Laura iba metiendo dedo tras dedo en su vagina mientras explicaba. El último todavía entraba con facilidad, gracias a los abundantes fluidos de su sexo, y si se entrecortaba al hablar era probablemente por el placer que sentía simplemente por llenar su interior. Sara miraba el proceso con anhelo y, venciendo su timidez, comenzó a desvestirse ella también. No se le escapó como Laura observaba su cuerpo desnudo atentamente, moviendo despacio sus dedos, todavía en el interior de su vagina. Sara volvió a sentarse en la segunda silla que su amiga había puesto frente al escritorio. Separó sus piernas, temblando ligeramente, y se atrevió a llevar un dedo hacia su propia vagina. El índice acarició el clítoris primero, donde se entretuvo un rato, recordando el intenso placer que había sentido hacía escasos instantes, al borde del orgasmo. Siguió bajando enseguida, sin embargo, pasando por la uretra, y llegando finalmente a la pequeña abertura de su sexo. Allí presionó ligeramente y, para su sorpresa, el dedo se deslizó en su interior con facilidad, haciéndole dar un respingo. Era un placer distinto, más indirecto que el que sentía cuando frotaba la base de su clítoris, pero igualmente delicioso. El segundo dedo lo introdujo con más decisión y, aunque ofreció un poco más de resistencia que el primero, también entró por completo junto con el primero. Sara podía notar las húmedas y resbaladizas paredes de su coño presionar contra sus dedos en una sensación maravillosa. Dispuesta entonces a igualar a su amiga, intentó meter el dedo anular. Su vagina ya estaba muy apretada y no parecía haber hueco para nada más. Sara continuó presionando, llegando a notar un poco de dolor, pero finalmente pudo llegar a tener sus tres dedos dentro de su vagina. No los estaba moviendo, pero el simple hecho de estar en su interior la hacía jadear de placer. Estaba a punto de volver a frotarse el clítoris con la otra mano, pero Sara la retuvo.
__Ahora la prueba definitiva __dijo la muchacha, tendiéndole el cepillo de dientes, que ya había cubierto convenientemente con el preservativo para facilitar su libricación. Sara sacó los tres dedos de su vagina, brillantes por sus fluidos, y agarró el instrumento que le tendía su amiga. Sentía la vagina extrañamente abierta y sospechaba que podía introducir aquel nuevo elemento en su interior con facilidad. Probó primero con una esquina de la base, haciendo fuerza poco a poco. Le sorprendió comprobar, a medida que el cepillo se iba adentrando en su interior, que aquello era mucho más placentero que usar los dedos, ya que únicamente percibía las sensaciones que le transmitían las paredes de su vagina.
Laura, que se había sentado muy cerca de ella, observaba todo el proceso con regocijo.
__¿Ves? No era tan complicado __dijo. Sara se limitó a asentir con la cabeza, jadeando. Había empezado a meter y sacar el improvisado consolador rápidamente y se sentía cerca de las puertas del orgasmo una vez más. Laura volvió a sujetarle la muñeca, ayudándole a retener el placer__. Más despacio, vaquera, todavía te quedan muchas cosas que probar. Tampoco intentes meterlo muy adentro o podrás romperte el himen y te hará mucho daño. Mira, prueba esto __con la mano que tenía libre, Laura comenzó a masajearse uno de sus grandes pechos, estrujando el seno y frotando entre sus dedos índice y pulgar el rosado pezón__. Se siente como si te tocasen ahí abajo, ya verás.
Sara, obediente a sus consejos de su amiga, imitó sus movimientos con la otra mano sobre una de sus tetas. Efectivamente, una sensación electrizante la recorrió, desde la punta del pezón hasta el clítoris. Sin poder evitarlo, la chica volvió a acelerar el mete-saca del cepillo de dientes, pese a la resistencia que ofrecía la mano de su amiga.
__Te mueres de ganas de correrte, ¿eh? No hay quien te pare __jadeó Laura. Había dejado de tocarse el pecho y volvía a frotarse su propio clítoris con velocidad. En la pantalla del ordenador, el actor protagonista no parecía haber tenido suficiente con una sola corrida y montaba a la otra actriz a cuatro patas, metiendo y sacando su miembro de una vulva apretada y humedecida, aunque no tanto como la de las excitadas muchachas. Sara, a pesar de aquel novedoso espectáculo, se descubrió mirando más detenidamente la masturbación de su amiga. Levantó la vista y sus miradas se cruzaron. Las dos amigas sonrieron con complicidad.
__¿Como vas, peque? __preguntó Laura de forma entrecortada. No faltaba mucho para que acabase. Sara, una vez más, estaba al borde del clímax y casi no podía ni hablar. Bajo la mano con la que acariciaba sus pezones hacia el clítoris, dispuesta a dar el toque final a aquella masturbación.
__Ya casi... ya casi... __logró contestar, jadeando. Para su sorpresa, la mano de Laura se adelantó a la suya, y fue ella la que comenzó a frotarle el clítoris en círculos con calculada presión.
__ Échame una mano tú también entonces, tampoco yo voy a aguantar mucho más __Laura dejó durante unos instantes la mano de su propia vagina para coger la que Sara tenía libre,y la llevó hacia la entrada de su vagina. Sara notó sumergirse sus dedos índice y corazón en la humedad de su amiga. Sin pararse a pensar en lo que estaba haciendo, envuelta en aquella tormenta de placer, encogió los dedos hacia arriba tal y como le había enseñado su amiga, buscando acariciar con las yemas aquella parte rugosa cerca de la entrada, y que más placer daba. Laura frotaba una vez más su clítoris con una mano y el de Sara con la otra. Aquello era demasiado. La entrada de su coño estaba tan apretada que casi no podía meter y sacar el cepillo de dientes.
“Ahora así, ahora sí que me vengo” pensó la muchacha, dejándose llevar completamente. Sin embargo, fue Laura la que alcanzó primero el clímax. Tal era la excitación de la muchacha que dejó caer con violencia la mano con la que masturbaba a Sara, tirando en el acto el cepillo de dientes al suelo. Sara quedó, por segunda vez en esa tarde, a las puertas del orgasmo. Sin emargo, no detuvo el movimiento de sus dedos en el interior de la vagina de su amiga. Laura apretó las piernas, frotando con furia su clítoris. Sara notó como en un primer momento las paredes vaginales de Laura apretaban sus dedos con fuerza, atrapándolos en su interior, para luego aflojarse y apretarse otra vez con gran intensidad. Durante unos segundos, la vulva de Laura se contrajo rápidamente y poco a poco, fue perdiendo intensidad. La joven se quedó recostada en el respaldo de su silla, suspirando de satisfacción. Sara sonrió, a pesar de no haber llegado al clímax junto a su amiga, dejando salir los dedos de su vagina. Estaba contenta de haberle provocado tanto placer.
__Dios, que gusto, hacía tiempo que no tenía uno tan grande __dijo Laura, incorporándose de nuevo. Entonces su mirada encontró el cepillo de dientes tirado en el suelo y comprendió lo que había pasado__. ¡Oh, mierda! Te he dejado a medias, ¿verdad? No era mi intención. Me ha cogido tan de sorpresa que...
__No pasa nada __se apresuró a contestar Sara. La verdad era que había tenido demasiadas emociones juntas aquel día como para que pudiese importarle.
__¡Claro que pasa! Quería que tu primera vez... tu primer orgasmo fuera especial __la chica dudó un momento antes de continuar. La pantalla del ordenador se había apagado, acabado ya el vídeo sin que ninguna de ellas se hubiese dado cuenta__. Oye, si quieres, o sea, si te ha gustado, puedo seguir...
__No hace falta, en serio __volvió a responder la otra chica. Una vez terminado el frenesí de placer, las muchachas se mostraban repentinamente tímidas, incluso pese al carácter descarado de Laura. Ninguna de las dos esperaba que aquello fuese a llegar tan lejos y no sabían como reaccionar__. Me has enseñado mucho y... creo... creo que podré volver a intentarlo más adelante.
__Entiendo __Laura bajó la cabeza y Sara creyó ver un rastro de decepción en sus ojos. Pero fue solo un instante, porque enseguida la joven volvió a alzar la cabeza, esbozando su sonrisa de siempre__. Bueno, pues será mejor que limpiemos pronto todo esto antes de que lleguen mis padres. ¡Mira como hemos dejado el cuero de las sillas, están empapadas! Y habrá que ventilar la habitación, esto apesta a sexo.
Limpiaron y ventilaron la habitación durante el resto de la tarde. Finalmente trataron de estudiar un poco, pero las emociones vividas eran demasiado intensas como para que pudiesen concentrarse en nada. Las horas pasaron rápido y llegó el momento de que Sara regresase a casa.
__Me lo he pasado muy bien __dijo la chica, enrojeciendo al recordar como se habían ayudado entre las dos, mutuamente, aunque fuese su amiga la única que había alcanzado el orgasmo.
__Yo también lo he disfrutado mucho __contestó Laura. Se movía inquieta, girando su cuerpo de derecha a izquierda. Aquella timidez no era propia de ella__. Bueno... espero que podamos volver a repetirlo alguna otra vez, si quieres.
Sara iba a abrir la boca para contestar, cuando entonces Laura hizo algo totalmente inesperado. La chica se aproximó a ella con un paso y junto sus labios con los suyos. Un beso, muy breve, pero un beso al fin y al cabo, el primero de Sara.
__Hasta otro día __se despidió Laura nada más separarse de ella, y entró en su casa rápidamente, dejando a su amiga frente a la puerta de la entrada, sin saber qué decir ni que pensar. Definitivamente, aquel había sido un día muy especial.