la iniciación de Núria
Una chica joven quiere experimentar en su cuerpo lo que lee sobre sumisión.
Ella era una chica joven, tenía 19 años, demasiado joven para lo que busco, pero su insistencia, y el hecho de que viva en Barcelona, como yo, hizo que me decidiese a darle una oportunidad. El mail que me envió no era como los que me suelen llegar, de entrada estaba escrito en catalán, cosa que me sorprendió, y decía exactamente esto:
"Hola, soy Núria, he leído alguno de tus relatos, tengo 19 años, soy de Barcelona, no tengo ninguna experiencia más que lo que he leído por aquí, pero deseo iniciarme en la sumisión. Necesito tu ayuda"
La verdad es que me olvidé de ella, hasta que a los dos o tres días recibí otro correo suyo, en el que me pedía que contactase con ella a través del msn, y me enviaba una foto en la que se podía ver un torso con unas cadenas rodeándolo, la verdad es que era un cuerpo bonito, y decidí que merecía la pena probar, quizá perdía el tiempo, o quizá no eso ya lo sabría. Le dije que me agregase al msn, para empezar a conocernos, por la tarde cuando abrí el ordenador en mi oficina, ella ya me había agregado. Estaba absorto en mi trabajo, cuando oí el aviso de que alguien entra en el msn. Durante unos segundos estuve mirando la pantalla, sabía que ella dudaba, supongo que le entraban las dudas normales, el miedo a lo desconocido y no sabía si decidirse a saludarme, pero finalmente un saludo inició la conversación, primero hablamos de temas banales, para pronto derivar hacia el tema de la dominación, ella me dijo que le atraía, lo que creía que significaba convertirse en sumisa, me confesó que mis relatos la habían excitado, y que el hecho de que viviésemos en la misma ciudad la había empujado a escribirme se excitándose con solo imaginar que alguien la trataba como a una vulgar perra, que sus relaciones sexuales jamás la habían llegado a satisfacer plenamente, y que estaba dispuesta a correr el riesgo que supone poner su voluntad en manos de un desconocido, que a demás no sabe como la va a tratar
Las que habéis leído alguno de mis relatos, sabéis lo que pienso de la sumisión, supongo que eso fue lo que le llevó a contactar conmigo a pesar que ella no me lo dijo.
Después de unas cuantas conversaciones, en las que me explicó lo que pensaba ella sobre el tema amos-sumisas, sobre lo que esperaba de nuestra relación, decidí que ya era el momento de encontrarnos cara a cara, pensé que una estación de metro podía ser un lugar, lo suficientemente excitante para un primer encuentro, así pues fijé la fecha, decidí que la estación de Diagonal, a las nueve de la mañana, en plena hora punta, era un buen sitio. Es una estación de paso hacia la zona universitaria, con lo que centenares de mujeres jóvenes pasan por allí en dirección a las facultades. Le ordené que me esperase al final de la estación, y le indique como debía ir vestida.
Llegado el día, yo ya estaba allí, siempre procuro llegar antes, para poder observar los movimientos, la tensión que tiene la que será mi sumisa, sentir su mirada, como observa a su alrededor, esperándome, como mira el reloj de forma repetida, esperando que los minutos que la separan del encuentro no se hagan eternos, supongo que nota esa sensación que se siente cuando vas a entrar a un examen importante, y de echo eso es lo que es, en el primer encuentro va a ser examinada por su amo Ella estaba allí de pie, esperando, tal como le había dicho que la quería ver, una falda no muy larga, unas medias negras, unos botines, una blusa blanca que insinuaba su ropa interior y una chaqueta.
Castaña, pelo rizado, de tez morena, con unos enormes ojos marrones, que era imposible dejar de mirar, una nariz pequeña y unos labios finos, ligeramente pintados. Su rostro y su cuerpo, jovial y atractivo no pasaba desapercibido. Observé con satisfacción como numerosos hombres la miraban, unos de reojo, los otros directamente, mientras yo me acercaba a ella. Me puse detrás, y le susurré que entrase al vagón sin tan solo girarse. Llegó el metro y entramos, la multitud hizo que nuestros cuerpos se pegasen, observé como me miraba a través del reflejo en el cristal, el vagón arrancó, durante un par de estaciones nuestros cuerpos estaban unidos, mis manos aprovecharon para recorrer su trasero, provocándome una erección, su rostro se enrojeció, supongo que la situación la excitó, a medida que parábamos en las diversas estaciones, los vagones se fueron vaciando, con lo que tuvimos que separar nuestros cuerpos. Llegamos a la estación de Sants y allí bajamos, un sígueme fue suficiente. Salimos a la superficie, para encaminarnos hacia un hotel cercano, ella tras de mí siguiendo mis pasos
El empleado del hotel rellenó el formulario de entrada y no pudo evitar mirarla, sus ojos se encontraron con los míos y siguió rellenando el papel.
-Vamos
Entramos en la habitación.
-Desnúdate, voy a examinarte.
Se despojó de toda su ropa, mostrándome un cuerpo precioso, unos pechos perfectos, un vientre plano, un sexo con un vello púbico arreglado, con unos labios rojos ligeramente entreabiertos, un culo firme, una piel suave y tersa y un rostro que reflejaba a la vez vicio y vergüenza
-Abre las piernas, las manos atrás, y la mirada gacha.
Mis manos recorrieron cada centímetro de su piel, su rostro, sus labios, mis dedos índice y anular entraron en su boca, sintiendo como su lengua los lamía y jugaba con ellos, su respiración se aceleraba, sentí como el vello de su cuerpo se erizaba, los saqué bajándolos por su barbilla, su cuello, hasta llegar a sus pechos blancos y firmes, sus pezones estaban completamente tiesos mientras los pellizcaba y tiraba de ellos, mis manos siguieron su recorrido hasta llegar a su coño completamente mojado, recorrí sus labios hasta llegar a su clítoris, erecto, mis dedos estaban empapados con sus flujos, un gemido de placer salió de sus labios cuando mis dedos entraron dentro suyo, los retiré de su caliente coño, para acercarlos a su boca, empezó a lamerlos como si fuesen un manjar de dioses, cuando los saqué, los volví a meter en su coño, cuando consideré que estaban adecuadamente mojados los metí en su culo, dio un salto, pero de inmediato volvió a su posición, mi dedo anular entraba con dificultad, pero un golpe en sus nalgas fue suficiente para que el esfínter se relajara un segundo y dejase que mi dedo entrase hasta el fondo, durante un rato estuve moviéndolo dentro de su cuerpo, sintiendo la presión de su culo, cuando lo retiré se lo di a lamer, cosa que hizo con placer.
-No está mal, pero todo en esta vida es mejorable, ¿verdad?
-Si.
-¿Si?, eres una perra que quiere ser mi sumisa, y te limitas a decirme, si.
-Solo te lo voy a decir una vez, zorra, cuando hables conmigo me llamarás amo, o señor, y por supuesto solo hablarás cuando te pregunte. ¿Has entendido bien lo que te he dicho, perra?
-Si, si, señor.
-Bien zorra, ¿por qué eso es lo que eres, no?
-Si amo
-¿Qué eres, tu?
-Una zorra, una puta, una golfa, soy tu perra, amo, si me das una oportunidad de demostrártelo.
-Quiero que te arrodilles, y me demuestres que realmente vale la pena que gaste mi tiempo contigo, o sea, que empieza a mamar, perra.
Se puso de rodillas, bajándome los pantalones, sus manos me cogieron la polla, y empezó a chupármela, no era la mejor mamando, pero le puso voluntad, la lamía como si fuese un helado, de repente la cogí por los pelos y le metí la polla hasta la garganta, empezó a tener arcadas, poco a poco cogió el ritmo y chupó como debía, hasta que me corrí en su boca.
-Ni se te ocurra desperdiciar una gota de mi leche, perra
Empezó a toser, y una parte de mi esperma cayó al suelo, me miró a los ojos, estaba muy enojado, y sin que yo le dijese nada, empezó a lamer el suelo.
-Veo que estás empezando a aprender como me gustan a mi las cosas, perra. Quizá te dé una oportunidad